Es importante probar de todo en la vida y tener amigas para que te guíen
Me llamo Yolanda. Antes de nada quiero decir que tengo pareja estable desde hace unos años. Me gustan los hombres y quiero a mi novio. Pero ayer me pasó algo que nunca me habría imaginado, desconcertante. No me lo quito de la cabeza, y por eso quiero contarlo.
Estudio educación infantil y ayer quedé con mi mejor amiga, además de compañera de clase. Nuria, es un año mayor que yo, siempre hemos estado juntas. Teníamos que hacer un trabajo, como tantas otras veces. Quedamos en mi casa porque hay más sitio y nunca hay nadie. Después de, aproximadamente una hora, empezamos a hablar un poco de nuestras cosas y salió el tema de los novios. Ella dice que es un amor libre, y que por eso no tiene novio. Me hizo una pregunta inesperada:
– ¿No te has liado nunca con una chica?
– ¡No! Qué asco, no me gustan. Dije yo.
– ¿Cómo lo sabes? Si no lo has probado no puedes saberlo. No hay que ser bollera, solo experimentar cosas nuevas que la vida es muy corta.
Eso me dejo pensativa y con la duda. Tal vez tenía razón. Me quedé mirándola mientras pensaba, y ella parecía que veía la duda en mi cara. Me dijo que cerrara los ojos. Un nerviosismo descontrolado me invadió junto a la certeza de saber lo que ella quería.
– ¿Para qué voy a cerrar los ojos? Le dije con mi risa nerviosa.
– Confía en mí, cierra los ojos y no pienses en nada. Solo cierra los ojos.
Era mi amiga, tampoco iba a pasar nada. Con apartarme si no me gustaba, sería suficiente. No pasará nada, imaginaba que no me iba a gustar. Tenía claro que no me gustaban las mujeres. Nuria es muy guapa y el Pilates la mantiene con muy buen cuerpo. Tiene uno ojos marrones e intensos que llaman la atención.
Cerré los ojos. Escuché como arrastraba un poco la silla al levantarse. Me puse tan nerviosa que notaba como me sudaban las manos. Intentaba que no me dominase mi risa nerviosa y disimular que estaba tranquila y segura. Me sobresalté un poco al notar que me cogió la mano para que me levantase. Me costaba mantener los ojos cerrados, pero estaba aguantando. Nuria se dio cuenta de lo nerviosa que estaba, y más nerviosa me puse cuando noté que su cuerpo estaba casi pegado al mío. Podía sentir su cálido aliento al respirar tan cerca de mi cara. Mi corazón estaba disparado y yo me impacientaba, no sé muy bien si por terminar cuanto antes o por miedo a que me gustase.
Notaba su respiración en mi rostro, cada vez más cerca, me puso una mano en la mejilla y, sus labios tocaron los míos. En ese momento se esfumaron los nervios, toda mi atención estaba en ese beso. Sus labios se enroscaban con los míos y la intensidad del beso subía. Me soltó la mano y me agarró a mi cintura. Yo no sabía que hacer así que, me dejaba llevar. Su lengua se metió en mi boca y empezó a jugar con la mía. No sabía que estaba sintiendo pero me estaba gustando. Podía notar la suavidad de la piel de su cara mientras me besaba de esa forma. La agarré de la cintura y ella me puso las manos en el culo, para ir subiéndolas hasta que llegó a mi cuello y se apartó de mí. No tenía claro lo que me estaba pasando, estaba caliente, notaba la humedad entre mis piernas. ¿Qué te ha parecido? Me pregunto ella.
No sabía que decir, estaba sin palabras. Me gustan los hombres, pero también me gustaba lo que acababa de pasar. Quizás fuese bisexual y no me haya dado cuenta hasta ese momento. Me volvió a decir que me dejara llevar para ver hasta donde llegaba y salir de dudas. Yo no tenía muy claro lo que había querido decir con eso. No me dio tiempo a hablar cuando me estaba besando otra vez.
Esta vez me agarraba con más pasión y yo me estaba dejando llevar, no tenía nada que perder. Mientras nos besábamos, íbamos poco a poco dirección al sofá. Ella calló encima de mí y fue besándome desde la boca al cuello. Me quitó la camiseta que llevaba, con mi ayuda y, siguió besándome en el pecho y el vientre.
Lo único que me quedaba puesto era el sujetador y un pantalón de chándal ajustado que, por cierto, me regaló mi novio. Sabía lo que estaba a punto de pasar. Me daba un poco de vergüenza que me desnudara por completo. No estaba completamente rasurada como de costumbre. Pero ella no se detuvo.
Me desabrochó el nudo del pantalón y metió los dedos de sus manos a cada lado de la cadera agarrando el pantalón. No sé si lo había hecho a propósito pero al agarrar el pantalón, también había agarrado las bragas. Tiró hacia abajo y me dejó desnuda. En ese instante pensé: ¿en qué momento he llegado a esto?
Ya no podía pararlo, nunca había estado tan excitada. Ella me separó las piernas, me miró con una sonrisa y empezó a besarme por ahí abajo. Yo no sabía que hacer así que solo le agarraba de los pelos. Notaba como se aceleraba mi respiración. Ella me volvió a mirar, solo le veía media cara. Se incorporó un poco y pude ver como sacaba la lengua de su boca. Sentí como la pasaba por todo mi coño, notaba su saliva, su humedad, el tacto y como se introducía dentro de mí. Yo no podía dejar de gemir y ella no dejaba de comérmelo todo. Intenté decirle que parara pero, no me salía la voz. No era capaz de articular palabra, solo gemidos. Me gustaba cuando lo hacía mi novio, pero ella lo hacía mejor.
Con su mano derecha me acariciaba alrededor de mi ombligo. Pero dejó de hacerlo para llevar esa mano a mi vagina. Me estaba masturbando mientras me hacía sexo oral. Se notaba que tenía experiencia, era espectacular. Introdujo dos dedos dentro de mí y empezó a moverlos de una forma que no sabría explicar con palabras. No dejaba de jugar con su lengua a la vez que me metía los dedos. Mis piernas tiritaban, mi abdomen se endurecía. Todo mi cuerpo estaba temblando, estaba a punto de correrme. Mis gemidos se habían transformado en gritos de placer y me excitaba más, si es que era posible, cuando me miraba mientras me tocaba.
Escuchaba el sonido de sus dedos, mojados, hasta que vi en su cara la sonrisa de complicidad cuando vio que me había corrido. Fue espectacular, nunca había sentido nada igual. Parecía que sabía dónde tocar en cada momento. Nos levantamos y estuvimos hablando un rato de lo sucedido. Me convenció para probar en más ocasiones.
No sé si se lo diré a mi novio o no. Lo que si se, es que veo a las mujeres con otros ojos. Me gustan los hombres y quiero a mi novio pero, tampoco puedo decir que no a ese placer. Tendré que seguir experimentando.