Esa tarde de lluvia no solo sirvió para conectarnos más sexualmente, sino que además sirvió para fantasear un poco

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Lluvia en casa

 

Este año ha sido tremendo, una ola de trabajo nos revolcó a mi chico y a mí, casi no teníamos tiempo de vernos, cogíamos muy poco, pero siempre (al menos para mí) era delicioso. Hasta que, por fin las tan deseadas vacaciones llegaron, una semana completa para nosotros, aunque sincerándome no sabía que iba a suceder en esa semana, pero ambos lo deseábamos con todas nuestras fuerzas.

El primer día nos dimos el tiempo de ir al súper para hacer una pequeña despensa que tuviera los artículos necesarios (vinos, cervezas y comida) para no tener que salir de casa en esos días, al regresar cocinamos una pasta y bebimos unas cervezas al mismo tiempo, comenzamos al atardecer y al acercarse la noche descorchamos una botella de vino para comernos esa deliciosa pasta, después de comer seguimos con el vino mientras platicábamos; nos acabamos la botella y como la estábamos pasando bien descorchamos una más, el ambiente se estaba poniendo rico para coger, nos metimos a bañar y yo tenía muchas ganas de chupársela, así que mientras él estaba parado debajo de la regadera y su cuerpo escurría el agua, yo me hinque frente a él para mamársela, podía sentir cada parte de su miembro erecto, al mismo tiempo que el agua me mojaba la cara, escuchar sus gemidos lo único que provocaba en mí era que me excitara más y más, disfrutaba pasar mi lengua desde sus testículos hasta la punta, su sabor era delicioso, agridulce, único. No quería levantarme, solo deseaba estar ahí saboreándolo, quería tragármela completa, su verga se deslizaba suave por mi boca, entraba y salía con total libertad y yo ansiaba que terminará en mi boca, que me dejara el rostro lleno de leche, pero él quería metérmela antes, así que me levanto, me puso frente a la pared, me levanto un pierna y me la metió con tal suavidad que pude sentir cada parte de su miembro entrando en mí, (ambos coincidimos que “la entrada” es  nuestra parte favorita, es como si un cuchillo se introdujera en la mantequilla) comenzó a moverse suave, rítmico como solamente él sabe hacerlo, después la dinámica cambió, se aceleró y mientras nuestros cuerpos eran abrazados por el agua de la regadera, su movimiento me iba acercando al punto que me llevaría a ese clímax delicioso en el que me pondría a gritar como una puta y lo consiguió me hizo llegar al orgasmo, pero ambos queríamos más, yo deseaba seguir en la cama, quería montarlo, quería hacerlo venir, quería que me echará su leche por todo el cuerpo, quería estar bañada por su semen, le pedí que nos fuéramos a la cama para seguir.

Al llegar a la cama, deje que se recostará para montarlo y nuevamente el momento de la entrada fue sublime, comencé a moverme lento, me tomó por las caderas y le pedí que se enfocará en abrirme las nalgas para exponer mi culo mientras lo cabalgaba, en ese momento se me antojaba tener a otro hombre penetrándome anal, esa idea, esa posición nos vuelve locos, tenemos la fantasía de hacerla con su amigo Rol, así que mientras lo montaba hablábamos de lo rico que sería cumplir esa fantasía, de conseguir venirnos juntos mientras el tercero me tiene ensartada por el culo y me toca las tetas, de solo hablarlo, imaginarlo y el movimiento me hizo venir casi de inmediato, mi orgasmo, mis gritos y mi intensidad hicieron que se viniera casi inmediatamente, al sentir que casi llegaba, la saco y yo lo masturbe hasta que su leche salió disparada, yo me sentía exhausta pero satisfecha.

Los siguientes días el sexo se fue poniendo más intenso, más rico, pero esos detalles se los contaré en el siguiente relato… 

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