Ese día fui a la piscina con Jacob, tuve una experiencia de masturbación y sexo al mismo tiempo que me volvió loco

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Era un día caluroso así que llamé a Jacob para ir a la piscina. Este enseguida contestó y fue hacia mi casa a buscarme, aunque como aún no estaba preparado le dije que subiese. Llevaba dos toallas y una bolsa son pañuelos dentro, cosa que me extrañó, así que le pregunté.
– No sabes lo bien que te lo puedes pasar en una piscina.
No supe a qué se refería así que seguí con lo mío.
– Te recomendaría coger lo mismo que yo. – siguió Jacob.
– ¿Para qué?
– Tú hazme caso.
– Bah, paso de frikadas.
– Bueno, tú verás.
Terminé de vestirme y fuimos hacia allí.
Más gente había pensado como nosotros, por lo que había pocos sitios en los que podíamos poner nuestras cosas. Jacob me llevó a un rincón apartado en el que no había casi nadie, exceptuando unas chicas delante. Pensé que prefería estar alejado y no le di importancia.
Fuimos a las duchas y allí noté algo extraño. A Jacob se le notaba algo el paquete, aunque no quise decir nada por si se pensaba que le miraba.
– Madre mía, qué buenas están. – dijo.
– ¿Quienes?
– Las chicas que tenemos delante de las toallas, hemos elegido un buen sitio, se me está poniendo dura.
– No seas asqueroso, va, vamos a bañarnos.
Saltamos al agua, vi que él se fue a una parte del borde y no se separaba, así que fui a hacer unos largos.
Al cabo de un rato me acerqué a Jacob, seguía en el mismo sitio. Parecía empanado, así que le tuve que llamar la atención.
– Perdona, estoy con mis cosas. – Hizo una pausa. – Mira. – Señaló hacia abajo.
Tenía una mano dentro del bañador, estaba pajeándose.
– ¿Pero qué haces, loco?
– Mira, ponte aquí. – Señaló a unos centímetros a su lado.
Me puse pero no pasó nada.
– No, mira, más a la izquierda y déjate hundir un poco.
Pensé que no sería nada, pero entonces sentí una gran vibración en la polla, daba mucho gusto. Era la depuradora que soltaba agua a presión.
– ¿Te gusta?
– Madre de dios, ahora entiendo que las tías prefieran un vibrado a una polla, es una pasada.
– Voy a irme a las toallas, voy a pajearme bien, no quiero correrme aquí.
– Vale.
Estuve un buen rato ahí. Aquello era una pasada. Enseguida se me puso la polla dura.
Pude ver a Jacob con una toalla encima, entendí entonces que la usaba para que no se le viera.
No lo pude evitar y empecé a pajearme sin parar. Miré hacia las chicas de antes y entonces pude ver que estaban haciendo topless. Aquello era demasiado, como no parase iba a correrme allí mismo. Algo interrumpió mi vista, era una chica que aparecía de debajo del agua.
– Perdona, estaba en el medio. – Le dije.
Ella sólo sonrió y volvió a sumergirse. Segundos después me di cuenta de que seguramente me había visto pajeándome, así que de la vergüenza me guardé la polla, salí de la piscina y fui hacia los vestuarios. Entre corriendo, ni siquiera había nadie así que fui a las duchas, me quité lo más rápido posible el bañador y seguí con la paja. Era una pasada, era la mejor de mi vida, entendía a Jacob al 100%. Ni siquiera me paré a darme cuenta de que mis gemidos podrían seguramente oírse por todo el vestuario, pero la excitación hacía que eso me diera igual. Por muy rápido que fuese sentía que necesitaba más y yo lo intentaba. Entonces, voy y me asusto. La chica que se había topado conmigo en la piscina estaba allí, en frente de mi. No parecía asustada ni perturbada, sino que sus ojos viajaban en dirección de mi cara hacia mi polla.
– Estaba tocándome en el baño oyendo tus gemidos y tu mano sobándote eso que tienes ahí, pero la excitación me ha ganado.
– ¿Qué haces en el vestuario de los chicos? – Fue lo único que se me ocurrió decir.
– ¿Chicos? Eres tú quien te has «equivocado». – Dijo de forma pícara.
Me di cuenta entonces, parecía que lo hubiera hecho a propósito, pero no había sido así.
– Te he visto antes en la piscina y he tenido que venir aquí porque me has puesto a cien, ahora que estás aquí podemos solucionarlo. – Siguió diciendo mientras se acercaba más.
Estaba buenísima, me la follaría mil veces y más aún. ¿Estará tomándome el pelo? La duda se me fue al segundo cuando se agachó y empezó a chupármela. Me la lamía como si no hubiera mañana, parecía una profesional.
Cuando llevaba un rato paró.
– ¿Te gusta?
– Si digo que me gusta me quedo corto. – Contesté entre suspiros.
– ¿Quieres follarme?
– Sí, por favor. – Dije casi suplicando.
Se levantó y comenzó a besarme el cuello, luego la boca. Me apartó de la pared en la que estaba apoyado y se puso ella. La agarré de las caderas, me aseguré de metérsela sin causarle daño y empecé con pequeñas embestidas.
Ella iba gimiendo suave, se notaba que le gustaba, así que empecé a ir más rápido. Nuestras respiraciones también fueron a más. Cada vez iba más y más rápido junto a nuestra velocidad. Acabé dándole fuertisimo, pensaba que le hacía daño pero en absoluto, de hecho le pedía que no parase, así que le hacía caso.
Iba a correrme, la polla me palpitaba como nunca y sentía un fuerte cosquilleo, así que se lo dije. Ella también iba a correrse y así fue. Ella me dejó la espalda arañada en el momento en el que nos corrimos. Fue tan fuerte que casi nos caímos al suelo.
Nos erguimos como pudimos y descansamos.
– Toma mi número. – Me dijo y entonces sacó un papel de una mochila. – Me gustan estos juegos, así que podemos quedar más veces.
– Perfecto. – Le dije mientras me ponía el bañador.
– Ah y dile a tu amigo que si quiere trío (y tú también) que se venga un día.
– Vale.
Salió del vestuario y allí me quedé, sin saber que hacer. Mi polla seguía estando dura, así que esperé a que se enfriara el asunto.
Un rato más tardé salí y fui a las toallas. Jacob estaba allí tirado.
– ¿Dónde estabas? Habían unas tías aquí delante que estaban buenísima, han caído tres pajas.
– Para mi han sido como cinco pero todas a la vez.
– ¿Qué dices?
Le conté todo, a lo que se quedó boquiabierto.
– ¿Lo del trío es verdad? Porque yo quiero.
– Eso parece.
Después cada uno nos fuimos a nuestra casa. Había sido el mejor día de piscina que había tenido nunca.

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