Ese día no supe cómo reaccionar, terminé siendo la putita de ese hombre maduro. Tenía mi polla todo el tiempo dura y deseando que me rompiera el culo

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Antes de nada. Os debo de confesar que siempre me he esforzado en mejorar… sexualmente, como bien sabéis mis gustos son los hombres maduros, buscando en lo posible mis preferencias, no importándome nunca si comienzo con uno y acabo con varios. Busco hombres activos pero no hay día que no acabe con un versátil, me considero glotón y como curioso me gusta probar, además no hay maduros que no deseen una buena putita, encontrando en mí a esa glotona que de paso se deja preñar… mmm. Os debo dejar claro que no busco amistad, pues lo mío es puro sexo, solo relaciones a ser posible esporádicas.

Estoy por fin de vacaciones, disfrutando de mí quincena en la playa, veraneando como Dios manda y como todo mortal, pero lógicamente no todo va del color de rosa, sobre todo si no lo disfruta con la familia (mujer e hi@s). Nos íbamos a marchar en el coche, cuando mi suegra decidió por mi mujer… que se irían andando, ya que insinúo que a su hija les sobraba más de un kilo… por no menta toneladas (para madres así para que quiere tener uno enemigos), cosa que puedo decir que no es verdad del todo, pues rara es la noche que no cumple y encima como toda una campeona… mmm.

Bueno continúo. Como es el poder de una madre, que al final se marcharon andando todos menos yo, pues yo me iría en coche hasta la playa, playa que no es otra que las Tres Piedras. Tras no más de quince minutos de carretera llegue, aparcando donde suelo hacerlo, no siendo esta que en la Calle Sta. María, observe a unos 50 metros un hombre mayor, empujando un carrito de obra con basura. Justo cuando iba a abrir la puerta, para ir preparando las cosas que podría llevarme yo solo a la playa. Me llamaron al móvil, no siendo otra que mi mujer, la cual me avisaba que aún tardarían bastante en llegar, sugiriéndome irme al bar a tomarme una cerveza… o dos.

Justo cuando fui a abrir la puerta apareció de mi coche, un hombre el cual iba empujando un carro de obra, hombre que se excusó al no haberme visto en el interior de mi coche. Excusa que no permití que me las diera, alegándole…

“Pero que dice usted, la culpa es mía al estar hablando por el móvil y no estar pendiente de nada más”.
Este como os he dicho, iba empujando un carrito de obra lleno de bolsas, bolsas que más tarde me conto que estaban llena de césped recién cortado. Este hombre se detuvo a un lado de mi coche, donde están ubicados los contenedores de basura, momento en que este hombre fue a tirar esto, me pidió ayuda…

«Perdón que le moleste, no le importaría ayudarme a tirar esto».
Respondiéndole…

«Claro que no, ahora mismo le ayudo».
Tomando yo solo la bolsa, pues la verdad es que una bolsa de césped recién cortado no pesa. Este señor mayor, comenzó a excusarse, soltándome…

«Debes de perdonarme, no soy de los que pide ayuda. Pensar que desde muy joven, siempre he sido una persona fuerte. Pues por mi trabajo siempre trabajando en el campo de sol a sol, cargando como un mulo y fortaleciendo mi cuerpo».
No dejaba de detallarme su juventud y como cultivo su cuerpo, no dejando de excusarse por su torpeza, acusando a su edad y cuerpo. Cosa que acabe por decirle…

«Mire, para nada debe excusarse yo le ayudo encantado».
«Esto me hace recordar, un conocido el cual practicaba de joven halterofilia. Y ahora a sus 76 años su cuerpo de ha diluido, como un embudo».
Ríe y suelta…

«Joder el pobre, pues debe de llevarlo mal».
“Sobre todo, como todo se le haya hecho un embudo”.
Sonándome a doble sentido, callo y este vuelve a decirme…

«Yo siempre he sido una persona robusta, pues mi trabajo me ha permitido estar siempre en forma».
Tras acabar de tirar la bolsa. Me dijo…

«Sabes, te mantienes en forma».
«Se nota que debes de hacer ejercicios, tienes un muy buen cuerpo».
Respondiéndole…

«Gracias… pero que va, no practico ejercicio alguno. Como mucho, juego algún que otro partido de futbol, ando mucho y a veces corro, pero poco más».
No supe que decirle más, aunque la verdad yo deporte poco más. Pero tras responderle. Coge y me suelta…

«Mira, no quisiera pecar de aprovechado, pero si te pidiera un último favor, me lo darías».
Callo y me quedo mirando, esperando que no fuera que le prestara dinero, me quede mirando a la espera que me lo soltara…

«No te importaría acompañarme a mi casa, está aquí al lado y que me ayudes a cargar una última bolsa».
«Te lo agradecería enormemente».
Miro el móvil… fijándome que no tengo WhatsApp alguno, miro el reloj… viendo la hora que es, y recordando las palabras de mí mujer en que iban a tardar. Acabe por decirle…

«Vale de acuerdo, además ahora no tengo mejor que hacer».
Cerré el seguro del coche y me condujo hacia su casa. Caminamos por la Calle Sta. María hasta adentrarnos en uno de esos chalets, cuya puerta estaba solo entornada y tras entrar esta volvió a cerrarse sola. Caminando hasta la parte trasera de la casa, donde había dos bolsas más llenas de césped recién cortado, mientras caminábamos no dejaba de contarme cosas, no dejaba de lamentarse. Me hace saber sobre su estado actualmente. Contándome…

«¿Pues sabes una cosa?”.
“Sabias que a mis 86 años, ya me siento que estoy de capa caída».
Respondiéndole…

«Qué va hombre, mírese usted”.
“Usted sí que está en forma… no yo. Menudo cuerpo el suyo, todo marcado y encima seguro que bien duro”.
Mientras se me quedo mirando, caí en la cuenta de mis palabras, caí en que mi respuesta más parecía que iba con doble sentido, aunque esa no fue la intención. Intentando solventarla, acabe por decirle…

“Seguro que en su juventud, era de esos que se llevaba a todas las chicas al catre».
Me mira y sonríe nuevamente, mirándole un poco incrédulo pues no entiendo de qué se ríe. Le miro con detenimiento, observando que este hombre a pesar de sus 86 años, como así me hizo saber. Para nada hacía pensar que era un enclenque. Esta persona que mediría cerca de los dos metros, cuyo cuerpo de tex tostada por el sol, marcaba una complexión delgada pero al mismo tiempo robusto, cuyo cuerpo marcaba rasgos de haber mantenido un cuerpo fibroso. Tras su sonrisa al mismo tiempo que me respondía, me dijo…

«Mira…».
Cogió y se remango un poco la manga corta de su suéter, enseñándome su enclenque brazo con un marcado musculo. Soltándome…

«Mira… no vez, como le te he dicho».
«Toca sin miedo, veras que duro esta los músculos de mi brazo, toca que musculo… eeehhh».
Sin esperarlo, es el quien toma mi mano y la conduce hacia su brazo, haciéndome que lo notará. Sintiéndome como un pelele, cuando este tiro de mi mano sin poderlo evitar, notando la fuerza que aún posee. Acto seguido y quizás viendo que no hice nada para impedirlo, tiro nuevamente de mi mano. Tirando hacia abajo, soltándome…

«Mira que piernas más fuerte y robustas tengo aun, no te imaginas como las tenía en mi juventud. Sobre todo desde que empujaba «la mula» (una máquina de agricultura para arar los campos), no dejaba de pelearme en un constante golpe de pelvis, como el que juega a las máquinas de bolas».
Mientras hablaba no soltaba mi mano, tirando ahora de ella hasta su muslo, fuerte como bien decía él. Respondiéndole un poco avergonzado…

“Vale… vale, lo noto”.
“Noto que usted es un chaval aún, pero
Me mira y con sonrisa picarona, no coge en esta ocasión mi mano, sino hace algo que me coge de improviso. Sin esperarlo la verdad, tira con su mano izquierda hacia abajo su bañador al tiempo que con la derecha saca su miembro. No puedo evitar clavar mis ojos en su miembro, menuda polla marcada por las venas… marcaba ese viejo. Toda erecta y bastante grande… mmm. Tomo nuevamente mi mano, tirando ahora hacía su entrepierna, mientras me soltaba…

“Toca… toca, no tengas miedo”.
“Tócala… coño, no tengas pudor… joder, aquí somos hombres los dos y ambos tenemos lo mismo”.
“Lo notas, esto es lo único que aguanta batallas por mí”.
Sin soltarme la mano, coge y continúa…

“Te acuerdas cuando antes, me dijiste que seguro que todo lo tengo bien duro”.
“Pues ya que lo notas, ya me dirás… eeehhh”.
“No sé, si tu respuesta iba con doble intención, pero tu mirada lo dice todo”.
“Y sí, me he llevado a más de una chiquilla al catre y no tan chiquilla, como también chiquillos”.
Mientras me confesaba esto, no deja de sonreír pícaramente. Momento en que siento su mano posarse sobre mis nalgas, deslizándola por mis glúteos… mmm. Haciéndome dar un sobresalto de incredulidad al tiempo que apartaba mi mano de su miembro, moviéndome a un lado y mirándole sorprendido. Cosa que él, vuelve a cogerme la mano con rapidez y posarla sobre su miembro, soltándome…

“No la apartes, he notado que te gusta”.
Continuando…

“Sabes, no te imaginas cuantas hembras han cabalgado sobre ella. No te haces a la idea cuantos coñitos y culitos la han probado, no importándome muchas veces el sexo de estos”.
“No te haces una idea, cuantos han dicho no y han acabado gimiendo más que una perra. Ni te imaginas, cuantos han tíos han suplicado por continuar que les folle”.
Intento apartar mi mano, pero noto que es más fuerte de yo, pues me es en vano. Es el quien me dirige mi mano, presionando fuertemente sobre la mía… mmm, no pudiendo evitar magreársela, mientras siento como vibra… mmm. Mientras al mismo tiempo, siento como magrea mis nalgas, palpándomelas a placer… mmm. Soltándome…

“Las tienes bien duras, me imagino e incluso me a puesto que más, ya la ha probado… eeehhh”.
Suelta y continua…

“Ya te imagino de rodillas comiéndotela entera… mmm, notas como se me ha puesto, pues imagínatela vibrar dentro de tu apretado culito… uuuffff”.
Lógicamente lo primero era una indirecta en toda regla, pero ahora no se andaba con rodeos e iba a la yugular, no dejándome apartar mi mano de su miembro, no dejando de apretar cada vez más… mmm, aunque la verdad… yo era el primero que no deseaba apartarla… mmm.

Me tenía sujetado en medio de él, sí mientras con su mano izquierda me “obligaba” a masturbarlo… mmm, con la derecha me magreaba mi culo a conciencia… mmm. Mi polla era todo un poema… mmm, dura como una estaca y dándole la razón a que me gustaba, quizás por verme obligado a pajearle o quizás por sentir, como uno de sus dedos presionaba sobre mi orificio anal… aaahhh. Sintiendo mis piernas flaquear del placer que sentía… uuummm, llegándome a soltar mi mano para conducir su mano a mi pecho… ooohhh. Sintiendo el tacto de esa mano curtida, sintiendo como acaricia mi pecho velludo, como pellizca mi pezón y tira de é… aaahhh. Como siento su cuerpo cada vez más cerca, sintiendo primero su respiración sobre mi propio cuello, acto seguido es su áspera lengua la que recorre mi cuello… mmm. Babeándome hasta mi oreja, sintiendo como se la introduce dentro de su boca… mmm, como su lengua chupa mi lóbulo y recorre toda… aaahhh.

Deja caer mi bañador al suelo, cosa que hace lo mismo con mi camiseta… tras quitármela, no dejo de masturbarlo… mmm. Colocándome el ahora delante suya… mmm, sintiendo ahora la presión de su glande sobre mis glúteos… uuummm, notando como lo coloca en mí ingle y como comienza a moverse… mmm, sintiéndola recorrer hasta golpear mis testículos… mmm. Mientras al oído me suelta…

“¿Que prefieres antes?”.
“Comértela o que te folle aquí mismo”.
Me entra algo de miedo y le suelto…

“Pero aquí, nos pueden ver o escuchar”.
Me responde sonriente, babeante ante la idea de tenerme arrodillado…

“No pasa nada, no espero a nadie y nadie va a venir”.
“Si nos escuchan, pues que se tapen los oídos. Si alguno desea unirse, pues será bienvenido”.
Callo, no le respondo, suelto su miembro y me arrodillo… volviéndosela a coger, llevándomela a la boca, comenzando por deslizarla por mis labios a pesar de mi perilla… mmm, demostrándole lo bien que se me da comerme las pollas. Me la voy introduciendo poco a poco, pero debido al grosor, me es imposible introducírmela completamente, saco su miembro y me dedico a lamer todo su tronco… ooohhh, saboreando en forma descendiente hasta sus enormes y peludos huevos… uuummm.

Me la saca de la boca y me hace seguirle, dejándose caer sobre un sofá de esos que hay de jardín, quedándose sentado con las piernas separadas, mientras me dice al tiempo que alza su mano…

“Ven, siéntate aquí, veras que estas más cómodo”.
Cojo y me siento al lado de él, echándome sobre su pierna izquierda al tiempo que con mi mano izquierda cojo su polla, llevándomela a la boca… mmm. Disfruto de su polla, introduciéndomela una vez tras otra, no llegándome a tragar más de la mitad, mientras no dejo de masturbarlo… ooohhh. El suspira mientras me mira y se estira… aaahhh. No deja de decirme…

“Tu tranquilo, tomate tu tiempo”.
Me muevo de manera de ponerme más cómodo, comiéndomela cada vez un poco más, no parándome… mmm. Momento en que noto como posa su mano izquierda sobre mis nalgas, soltándome entre gemidos…

“Aaahhh… si… si, uuuffff… como lo haces”.
“Joder que cosa más rara, con la cantidad de pelos que tienes por el cuerpo y el detalle que no tienes nada, ni en la ingle ni el culo y menos la espalda”.
No dejo de comérmela, mientras le escucho hablar, comenzando por meterme un dedo por mi culo… mmm, siendo minutos después dos… aaahhh, deseando que sean no tres sino cuatro para meterme esa polla… ooohhh. Cuando este me presiona mi nuca fuertemente, tanto que no me puedo apartar, mientras entre suspiros me hace saber…

“Aaahhh… Dios, me veo… aaahhh… uuummm”.
“Sigue… no pares… aaahhh, no pares… si… si… aaahhh”.
Sintiendo unos fuertes chorros que no puedo evitar tragarme, chorros caliente y viscosos de semen… mmm, no pudiendo evitar al tener casi toda su polla dentro de mi boca. No deteniéndome y continuando chupando, sorprendido de que no se le ha bajado ni un centímetro… mmm. Acabando por apartarme, mientras me mira y sonriendo, me hace saber…

“No veas lo bien que se te ve, como mi leche recorre tu cara”.
Viéndome por el reflejo de una ventana, como los chorros blanquecinos de su leche, recorre desde las comisuras de mis labios hasta mi barbilla, diluyéndose como lágrimas blancas hacia mi garganta… mmm. Soltándome al tiempo que tira una toalla al suelo…

“Ven hacia aquí, deseo probar ese culito que tienes”.
Acercándome antes hasta donde tengo el móvil, pudiendo ver los WhatsApp de mi mujer, cuya advertencia me hacía sobre su tardanza, pues su madre se había entretenido con unos familiares. Más tranquilo me quedo, me doy la vuelta y hay esta este hombre, esperándome a los pies de una toalla que me espera. Diciéndome…

“Ven y tiéndete, pero boca abajo”.
Cojo y me tumbo boca abajo, momento en que siento su cuerpo acercarse, sintiendo como este comienza a besar desde mis muslos hasta mi espalda, después de haber pasado por mis nalgas… aaahhh. Deja de besar para ahora ponerse a acariciarme la espalda e ir descendiendo hasta mis nalgas, nalgas que primero acaricia y poco después comienza a comérmelas… aaahhh, no dejando de decirme…

“Ves cómo te gusta, ves eres como todos, tanto decir que no y al final pide más… mmm”.
Tras su lengua… mmm, va dejando poco a poco que sus dedos vayan preparándome… aaahhh, siento como me introduce muy despacio sus largos dedos… uuuffff, como ese primer dedo deja su lugar a que sean dos… ooohhh, quejándome cuando en vez de dos ahora son tres… aaahhh. Soltándome…

“Ahora estás listo, vas a disfrutar como una nena… mmm”.
Siento su glande alojarse entre mis nalgas, presionando poco a poco hasta que se va alojando dentro de mi orificio anal… uuummm. No deja de tranquilizarme, no deja de besar tanto mi cara como cuello o hombros, mientras sus fuertes brazos sujeta su cuerpo, siendo ellos los que marcan la penetración… ooohhh. Deja poco a poco caer su pelvis… uuuffff, siendo sus golpes secos los que poco a poco me hace morder la toalla a modo de aguantar el dolor. Volviendo el a calmarme con palabras y besos… mmm.

Deteniéndose durante unos minutos, tiempo que hace que me adapte no solo al tamaño de su miembro, sino también al grosor… uuuffff. Volviendo a moverse… mmm, sintiendo como su glande se aloja dentro de mí, mientras mis paredes anales suplican basta… ooohhh. Me pregunta…

“¿Quieres que me detenga?”.
Contestando casi en susurros…

“Noooo… mmm, noooo… aaahhh, sigue por favor… sigue”.
Comenzando a acelerar y con las embestidas la profundidad, sintiendo como ese miembro de no más de veinte centímetros… mmm, me taladraba dentro de mí… aaahhh. Haciéndome disfrutar, volviéndome a soltar…

“Te has vestido alguna vez de nena”.
Callo y suspiro, volviendo el hablarme sin dejar de penetrarme…

“Seguro que debes de estar monísima, debe de sentarte de la ostia un tanga y medias, daría todo por verte convertido en una mujer y poderte follar, sabiendo quien eres en realidad… mmm”.
Me hace disfrutar y al mismo tiempo sufrir, no os voy a decir que no he visto pollas de mayor tamaño… cosa que es cierta, pero me es más increíble el aguante que tiene a pesar de su edad. Como ese hombre no deja de moverse, como no deja de penetrarme, dándome placer una vez tras otra.

No creyéndome que me iba a pasar esto, siendo más creíble si esto me pasara en Sevilla que aquí en la playa, no pudiéndome evitar asombrarme del lugar, pues son muchos los años que veraneo aquí y hasta hoy, no he tenido oportunidad como la de hoy… aaahhh. Ignoro el tiempo que lleva penetrándome, pero calculo así a bote pronto que no lleva mucho más de un cuarto de hora, aunque la verdad tampoco me asombraría que llevara más… ooohhh.

Ya no me duele nada, bueno miento… en verdad me duele el pecho, pues el suelo no es precisamente cómodo… ja ja ja. Acabando este por preguntarme…

“Donde te gustaría que me corriera… eeehhh”.
Respondo…

“Donde quieras… mmm, córrete dentro si quieres… préñame”.
Al tiempo que sus embestidas son ahora más fuerte y profundas, sintiendo el dolor de su martillanté polla en mi próstata… aaahhh. Me responde…

“No me digas que tomas la píldora”.
Callo, no deseando alargar este placer, no deseando que entre mis gemidos, perder el tiempo en hablar. Tiempo que deseo aprovechar en disfrutar, pues como pocos lo hace de “puta madre”. No acabando finalmente dentro de mí, claro está por deseos suyos, haciéndome sentir hasta el final su polla dentro de mí hasta correrse… uuummm.

Deteniéndose y sacarla cuando se va a correr, sacándola con rapidez y a pesar del dolor, este a cabo por descargarse sobre mis nalgas, descargando tal cantidad de chorros que estos rebotaron y acabaron en mi espalda. Escuche su respiración acelerada… no me extraña (pensé), ya que se había comportado como un campeón, mientras escucho también como ríe al tiempo que siento como acaricia mi espalda, no haciendo otra cosa que esparcir su semen por mi espalda, dándome lo de probar al introducir sus dedos en mi boca… mmm. Soltándome…

“Menudo putón estas hecho”.
“Sabes una cosa, me gustas y desearía repetir”.
Callo, pues nunca se sabe, esto no se había programado ni era concertado, simplemente surgió, quizás por ese motivo habíamos gozado y disfrutado tanto, tampoco digo que una vez más, no resultaría tan bueno. Acaba por echarse sobre mi espalda, sintiendo su semen entre su cuerpo y el mío… mmm.

Cuando se levanta, no dice nada, solo me sugiere meterme en la piscina, no solo para refrescarnos, sino para quitarnos toda evidencia o prueba. Luego una vez limpios y secos, me despedí y me acerque al bar, pidiéndome una cerveza y una tapa de tortillas de camarones, pues tenía mucha hambre y creo que le había merecido… mmm.

Minutos más tarde aparece mi mujer, protestando y haciéndome saber que regresamos a la casa, pues había salido a las malas con su madre y no veáis como venía, menos mal que al menos yo saque algo positivo de ese día… mmm. Claro está, os debo confesar que muy a pesar mía, no hemos podido repetirlo, no porque no hubiera querido… que no es así, sino que deje de ir a esa playa por problemas familiares. Aunque no hay día que no haya pensado en ese día, deseando volver y podérmelo encontrar, pues mi mayor fallo fue no pedirle el número de móvil, cosa que me duele de verdad.

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