Estaba en mi cuarto masturbándome cuando mi hermana entra para dejarme un mensaje y al final, terminamos follando. Me excito demasiado follarme a mi propia hermana
Estaba mirando vídeos en YouTube una tarde en mi cuarto cuando se abrió la puerta y entró mi hermana con una sonrisa que conocía muy bien. Iba en ropa interior y sus pechos se le marcaban mucho en el sujetador.
-Hola, hermanito. ¿Estás haciendo algo? -Se puso detrás de mí y me acarició los brazos y los hombros con dulzura.
-Pues no, la verdad. ¿Por?
-Bueno, es que… -Se me abrazó por detrás, notando yo sus tetas en mi nuca.- estoy aburrida, y… me preguntaba… si querrías hacer algo… conmigo.
-¿Algo cómo qué, Laura? -sabía perfectamente a lo que se refería, pero me estaba haciendo el tonto para chincharla un poco.
-Umm… No sé… ¿Quieres…? ¿Quieres que te haga un masaje?
-Venga, vale. Adelante.
-Muy bien… Ummm… Tú relájate, hermanito… Déjame hacer a mí… -Me besó en la mejilla y empezó la faena.
Lo cierto es que no lo hacía mal. Me masajeó el cuello, los hombros, la espalda, los brazos… Fue bajando hasta llegar al campo de batalla, donde mi soldadito se estaba despertando.
-Mmm… ¿Y esto qué es, hermanito? -me preguntó retórica, tocándome el paquete sin apretar, por encima del calzoncillo.
-Bien que lo sabes, hermanita. Mmm… Bien que lo sabes…
-Pfff… No me hagas sufrir más, Iván… Mmm… Sabes muy bien a lo que he venido…
-Sí. Pero quería chincharte un poquito.
-Hhhmmm… ¿Por qué…? ¿Por qué eres tan malo conmigo, hermanito? Pfff… Con lo que yo te quiero…
-No, tú a mí no me quieres: tú quieres a mi polla porque es la que mejor te folla. Yo no te intereso en absoluto.
-No, eso no es verdad, hermanito… Pfff… Déjame… Déjame demostrártelo, por favor… Mmm… -Giró la silla donde estaba sentado completamente hacia ella, para a continuación sentarse sobre mis piernas, quedando de caras a mí.
-Mira, Laura, es igual: te follo y te vas, ¿vale? No quiero perder el tiempo contigo.
-No, hermanito, por favor… Hhhmmm… No me eches… -me acariciaba el pecho con las manos. Acercó su cara a la mía y me besó con lengua. Sus labios carnosos se adentraron en mi boca y probé, una vez más, el manjar que era su boquita.
Pese a mi ya habitual rechazo inicial hacia ella, lo cierto era que la situación me estaba excitando bastante. Terminé por pensar “Va, ya que estamos así, aprovecho” y la agarré por su culazo morenito.
-Pero mira que eres guarra, Laura… -le reproché en un momento que sacó la lengua de mi boca.
-Pfff… Sí… Lo sé… -ella lo aceptaba sin ningún tipo de vergüenza.
-Liarte con tu hermano…
-¿Prefieres que lo haga con uno de esos drogadictos porretas que campan por el barrio?
-No, por supuesto que no.
-Pues entonces cállate y déjame disfrutar de ti, guapetón… Pffffff… Mmmmmm…
Apoyando las rodillas en la silla, le faltó tiempo para desnudarse completamente y ofrecerme, gustosa, sus pechos, los cuales devoré con ganas. Laura era de complexión fuerte y todo su cuerpo era duro y robusto. Sus tetas se mantenían firmes y bien redondas pese a todos los magreos, sobadas, lametones, espachurramientos, cubanas y demás tocamientos que llevaban sufriendo desde hacía tanto tiempo.
-¿Te la vas a metes, verdad? -le pregunté, estando con la cabeza metida entre sus pechos, en referencia a mi polla.
-¿Lo dudabas?
-No, la verdad es que no. Hermanita, estás hecho toda una guarraza. Mmmmmm…
-Y a mucha honra… Pffffff… Oooooohhh… -gimió al sentir que le succionaba y mordisqueaba los pezones.
Me bajó el calzoncillo y se ensartó ella solita todo mi mástil en su chochazo de puta.
-¡Ooohh…! ¡Mmmmmm…! Qué… ¡Qué bueno, Dioooooosss…!
-No chilles tanto, loca, que te van a oír los vecinos. No eres rubia pero como si no fueras…
-Pfff… Pffffff… Calla por Diosss… Calla… Mmmmmmffffff…. Déjame… Déjame disfrutar, cabrón….
-Pero mira que eres guarraza… Aaaaaahhh…
Entretanto, mi rabo se abría camino entre sus mojadas y ya acostumbradas a recibir pollazos paredes vaginales. Laura era tan calentorra que le salían los jugos como si fuera agua, y en un momento de nada ya me había puesto los huevos perdidos. Toda ella era morenita, con una larga y preciosa melena castaña oscura lisa que ya había decidido no cortarse para ver hasta donde le llegaba. Tenía unos grandes ojazos oscuros muy bonitos y unas orejillas pequeñas pero muy monas. Laura era muy atractiva, una monada. Y solo tenía dieciséis años.
-¡Aaaaaahhh…! ¡Ooohh…! Mmmmmm…
Yo le seguía comiendo los pechos mientras tanto, duros como rocas pero muy sensibles al tacto, haciendo que hasta el más mínimo roce la hiciera estremecerse de placer.
-¿Te gusta, viciosa mía? Mmm…. ¿Te gusta cómo te como las tetorras?
-Uuummmffffff… Siiiiii… No pares… Dios, Dios, Dios… Qué buenoooooohhhh…
Sentí que estaba a punto de correrme, pero no la avisé. ¿Para qué? Con lo cerda que era, seguro que querría que me llenara el chochazo, la vagina de leche caliente. No me equivocaba.
-Córrete dentro de mí, por Diosss… ¡Uuuuuummm…! ¡Qué gusto, jodeeerr! Quiero sentir tu leche en mis entrañas…! ¡Pffffff…! ¡Siiiiii…! Ohhh… Ooohhh… ¡Oooooohhh…!
Y finalmente me corrí en su vagina. Nos quedamos los dos quietos un momento, disfrutando del orgasmo y recomponiéndose por todo el cansancio. No había pasado ni un minuto cuando Laura se levantó de encima mío, sacándose mi polla de sus entrañas, y se volvió a poner las bragas y el sujetador como si nada.
-Gracias por esto, Iván -me miraba feliz y satisfecha. Me besó tiernamente en los labios y luego bajó hasta mi soldadito, ya que se estaba deshinchando. Le dio cuatro lamidas rápidas para quitarle todo el semen y cosas que pudieran tener y, después de darle un besito en la punta, le dijo:
-Gracias por todo, pequeñín. -Se levantó, me guiñó el ojo y se fue por donde había venido.