Estaba relajada en la piscina cuando alguien me obligo a hacer muchas cosas y todo por mensajes no me lo puedo creer
(Me considero una chica normal, universitaria, a la que le gusta escribir, por lo que he decidido animarme a publicar mis relatos, me gustaría recibir críticas y comentarios, tanto positivos como negativos que me ayuden a mejorar, pues seguramente tenga muchos fallos.)
Todo comenzó una tarde de final de verano, una de tantas, en la que acudo a unas lujosas instalaciones deportivas, muy cerquita de casa, es septiembre, y con el curso prácticamente por comenzar, la temperatura era aún muy agradable, por lo que estaba disfrutando del sol, en la bonita piscina exterior del centro deportivo, sola, mientras escuchaba música y lees un libro, tumbada sobre mi toalla
Unas decenas de personas habían tenido la misma idea que yo, y disfrutaban de los últimos rayos de sol del verano, repartidos por la gran cantidad de césped que rodea la piscina
Fue en ese momento cuando la música se detuvo en mis auriculares, sonando ese ruidito tan característico de que había recibido un mensaje, nada fuera de lo habitual, pues mis amigas no habían parado de molestarme con mensajes durante toda la tarde.
Seguía tranquila, tras mis gafas de sol donde escondía mis ojos azules, mientras cuidaba estar perfecta, rebelando mi excesiva coquetería, sólo una cosa me perturbó, el mensaje era de un número que no estaba en mi agenda, además el mensaje no contenía texto, sólo un video, del que aún desconocía su contenido.
Empecé a descargarlo con cara de extrañada, con curiosidad, pero sin darle demasiada importancia, tardó unos segundos en descargarse, y cuando por fin terminó el proceso pude por fin descubrir su contenido.
En el vídeo podía verse un despacho, enfocado a hurtadillas desde la ventana, despacho que reconocí rápidamente, podía verse a uno de mis profesores ligeramente apoyado sobre su mesa, con los pantalones por los tobillos, mientras yo, de rodillas frente a él, le dedicaba una más que aceptable mamada, ensalivando su polla sin parar mientras le pajeaba.
De apenas un par de minutos, el video tenía suficiente duración y calidad como para saber perfectamente quien es el que recibía la mamada, y quien se la estaba haciendo, incluso podía verse como al final, mi maduro profesor se deshacía y terminaba manchando mi cara y mi perfecta melena morena con su semen.
No había dudas, era yo, y es que así fue como me libré de suspender esa asignatura, y no solo eso, conseguí una matrícula de honor, de la que mis padres no habían parado de presumir este verano con sus amigos y familiares.
Acerqué la pantalla a mis ojos no creyendo lo que veía, hasta tuve que reproducirlo varias veces para creérmelo, pero a esas alturas ya no había dudas, era yo hace unos meses.
Unos escalofríos recorrían mi cuerpo, tragué saliva una y otra vez sin querer mirar ese video, agobiada y acalorada, empecé a pensar aterrada si ese video estaría en ese momento corriendo como la pólvora por la facultad y eso me agobiaba aún más.
Esa pregunta se vería respondida apenas unos segundos después, cuando un nuevo WhatsApp, esta vez de texto, llegó a mi teléfono
«me pregunto que pensarían tus padres si viesen a su niña mimada comportándose como una puta barata…. y más aún, me pregunto cuanto tardarían en echarte de la universidad de por vida jaja por no hablar de tus queridas amigas… y todos tus compañeros de clase…»
Mi furia no podía ser mayor y respondí al WhatsApp, mientras en mi cabeza comenzaban a rondar personas que podrían estar haciéndome esto.
– ¿quién eres? –
“Alguien que te tiene bien jodida :D, por ahora es lo único que necesitas saber”
En ese momento estaba destrozada, tirada en mi toalla, con lágrimas en mis ojos, estuve así unos minutos, aterrada y pensando que hacer para solucionar este problema, cuando el asunto pensaba que estaba olvidado.
No tardó en llegar otro WhatsApp
“¿que estarías dispuesta a hacer para que este video no cayese en las manos inapropiadas, zorrita? por cierto… te sienta genial ese bikini puta jaja”
En ese momento mi interlocutor dejó claro que en ese instante podía verme, cuando leí ese mensaje rápidamente me incorporé en la toalla mirando hacia todos lados, todas las personas, pero sin observar nada raro, por más que miraba me resultaba imposible encontrar a alguien que tuviera su móvil en las manos en ese momento, de hecho, nadie parecía mirarte siquiera.
En ese momento decido contestar con un mensaje contundente, esperando que todo acabe de la forma más fácil, pensando que la solución se llamaba dinero
– ¿qué cantidad de dinero quieres? –
“jajaja ¿dinero? ¿quién te ha dicho que necesite dinero?, se me ocurren maneras mucho mejores de cobrarme este video ;), para empezar, ¿por qué no te quitas la parte de arriba de tu bikini?, sería una pena que te quedasen marquitas del sol”
Fue como un jarro de agua fría, nadie a mi alrededor, pese a haber montones de chicas, ninguna estaba haciendo topless, ya que era una piscina donde todo el mundo se conoce, pues acudían todas las personas del residencial.
– pero ¿qué dices?, ¿estás loco? ¿cómo voy hacer topless aquí?, si todo el mundo me conoce-
“pues yo diría que es mejor que te vean las tetas, a que te vean comiendo una polla… ¿no crees? aunque… tú decides”
Inmediatamente después, copiado, me llegó un listado enorme, lleno de direcciones de email, todas conocidas por mí, familiares, amigos, incluso el correo de la universidad estaba en ese listín telefónico, fue entonces cuando empecé a comprender que alguien había pasado el verano preparando todo esto con detenimiento, y estaba dispuesto a joderme la vida.
“tienes 2 minutos, y todos estos correos recibirán tu película :)”
Mientras de mis ojos comenzaban a brotar lágrimas, tapadas por mis gafas de sol, intentaba negociar otra solución
– por favor no me hagas esto, tiene que haber otra solución –
“las habrá zorrita…, pero de momento me estoy divirtiendo con este jueguecito”
Estaba destrozada, lloraba desconsolada intentando ocultarlo a la gente que había a mi alrededor
“te queda 1 minuto… “volvió a escribir, apremiándome.
Empecé a asumir que no tenía otra opción, por lo que fui preparando mi acción, ya que para comenzar mis manos fueron a mi pelo, que lucía un coqueto recogido, lo solté para intentar evitar mostrar totalmente mis pechos, posteriormente mis manos fueron a mi espalda donde mis dedos forzaban el broche de mi bikini, ya que mi temblor era evidente, aun sin quitármelo no quitaba ojo a todas las personas que estaban en la piscina, al igual que antes, nadie parecía mirarme, al menos por ahora.
Fue entonces cuando muerta de vergüenza, dejé deslizar el bikini por mis brazos dejando a la luz mis pechos, tapados por mi pelo, el lugar donde me encontraba, más bien apartado de la piscina, hacía que de momento nadie cayera en la cuenta de que me lo había quitado, pero lejos de quedarse ahí, el juego continuaba.
“si crees que voy a dejar que las tapes con tu pelo… vas lista, mejor vuelve a recogerte el pelo, y, por cierto, con este calor has de estar sedienta, ¿no? ¿por qué no vas a por un refresco, zorrita? te sentará bien, no tienes muy buena cara que digamos.”
El bar de la piscina estaba al otro lado de la piscina, teniendo que pasar frente a montones de personas para llegar a él, por lo que esa propuesta me hundió totalmente, mi cara debía de ser de pánico, una chica como yo, tan “tímida” y perfectamente conocida por todos no podía hacer eso.
– por favor pídeme cualquier cosa, pero eso no- respondí intentando negociar con la persona que me estaba chantajeando
“tan solo te diré, que al igual que antes… te quedan 2 minutos – respondió de forma muy tajante.
Para más inri, frente a mí, había dos chicos que charlaban tranquilamente sentados sobre sus toallas, pude ver como uno de ellos le daba un codazo al otro, señalando con su cabeza hacia mí, con sus ojos clavados obviamente en mis tetas, que lucían un poco tapadas con mi pelo, un instante después el otro también miró, y escuché perfectamente lo que le decía, preso de la sorpresa – joder, ¡que tetas!
Sin querer ser pretenciosa, nunca había pasado desapercibida, me considero bastante atractiva y los chicos me lo demuestran día a día, poseo unas largas piernas y un culete respingón que siempre había gustado a los chicos, aunque mi punto débil estaba al descubierto, solo poseo una talla 90c, por ello me sorprendió el comentario de los chicos, aunque creo que fue más por lo inoportuno del lugar que por mis tetas en sí.
Así como sé reconocer mi punto débil, también he de reconocer mis puntos fuertes, que estaban en una cara bonita adornada con unos ojos azules, y una larga melena morena que cuidaba con esmero a diario.
Volviendo a la escena, a pesar de la vergüenza que me produjo aquel momento con los chicos, me empecé a excitar, mis mejillas se sonrojaron y mis rosados pezones comenzaron a ponerse erectos, justo cuando llegaba el momento de recoger mi melena, temblorosa, auto convenciéndome de que no había otra opción, tenía que aceptar el chantaje
Entonces fue cuando acabando con mi pelo me puse de pie, encaminándome hacia los pasos más largos que he dado en mi vida.
Empecé a caminar tímida, despacito, con mi mirada tapada por mis gafas y mirando hacia el suelo, lejos de la comodidad de mi toalla, era tan obvia mi semi-desnudez que no pasaba desapercibida para nada, varios grupitos de personas me observaban mientras pasaba frente a ellos, algunos simplemente ponían cara de sorpresa, pero otros no se quedaban tan solo ahí
A mis oídos llegó primero el comentario de una chica que aún no he podido olvidar – será zorra, se creerá que está en Ibiza.
Unos pasos más allá, un grupo de chicos de entre 20 y 25 años no se cortaban ni un pelo -ole ole y ole, menudas tetas… esta va pidiendo guerra, incluso tiene los pezones duros ¡mira! –
Son algunas de las perlas que pude escuchar, mientras mis lágrimas brotaban en mis ojos, solo observando el césped intentando que todo pasase rápido, llegando por fin al bar.
Pero antes de llegar, vi una sombra reflejada en el suelo, lo que me hizo percatarme de que alguien se acercaba por mi espalda, no era otro que Julián, uno de los monitores de natación del centro, de todos era sabido que era un mujeriego consumado, y se rumoreaba que se había tirado a la mitad de sus alumnas.
– Buenas tardes Paula, ¿qué tal estas? – dijo tras de mí, esperando a que me girara.
Cosa que no hice, haciendo todo lo posible por no mostrarle mis tetas tan explícitamente, de espaldas a él le contesté educada pero seria.
– Buenas tardes Julián
Aun así, de poco me sirvió, pues rodeando mi cuerpo, terminó mirándome de frente, apoyando uno de sus musculados hombros en el lateral de la máquina expendedora, junto al bar, su mirada se posó en mis bonitos ojos, mientras me sonreía socarronamente.
– Venía a decirte que está prohibido hacer topless, esto es una piscina comunitaria donde vienen familias, aunque… estoy empezando a plantearme el hacer una excepción contigo…
Completamente descarado, pude ver sus ojos bajando por mi barbilla… mi cuello… hasta plantarse en mis tetas.
– Cosas así no se ven todos los días, desde luego – dijo sin dejar de sonreír, con voz picara
No pude disimular mi cara de enfadada y con un acto reflejo cerré uno de mis brazos intentando tapar todo lo que pude mis dos pechos
– Lo siento Julián, no volverá a pasar- dije intentando dar la impresión de que todo era voluntario
Fue entonces cuando, en ese momento en que intentaba tapar mis pechos, el teléfono que agarraba en una de mis manos volvió a iluminarse, pudiendo leer perfectamente en las notificaciones
“espero que seas amable con Julián…. ah, y tienes 2 minutos para preguntarle si le gustan tus tetas e intentar tirártelo”
Julián pudo darse cuenta perfectamente de como mi gesto cambiaba al leer mi teléfono.
– ¿Ocurre algo preciosa?, por mi parte no te preocupes, puedes enseñarlas tanto como quieras- dijo poniendo un pequeño mohín al no poder ver ya mis duros pezones.
En el momento que leí el mensaje mi seriedad se convirtió en una gran sonrisa, dejando caer de nuevo mi brazo, haciendo saltar mis pechos delante de Julián inevitablemente.
– Mmm, así que a ti no te importa ¿no? –
Vi perfectamente como mordió su labio inferior, volviendo a mirar mis tetas, tras lo cual alzó de nuevo la vista a mis ojos.
– ¿Importarme? nada más lejos de la realidad, te confesaré que, al contrario, me encanta, aunque no creía que tu fueses capaz de hacer algo así, parecías más bien timidilla, veo que me equivoqué –
En un impulso y sin pensarlo demasiado complací a mi chantajista
– ¿te gustan mis tetas? – dije mirando mis pechos, mientras sonreía a Julián.
Imagino que acostumbrado a lidiar con niñas pijas mucho más vergonzosas que yo, mi pregunta le pilló por sorpresa, pero lejos de amilanarse, y sabedor de que mi cuerpo ocultaba cualquier posible mirada desde el recinto, llevó una de sus manos hasta mi muñeca libre, tomándola, y guiándola justo hasta su entrepierna, posándola allí.
Bajo mis dedos pude sentir como, a través de la tela del bañador, una ya dura polla, de dimensiones considerables, presionaba la palma de mi manita.
– ¿responde esto a tu pregunta Paula? – dijo con completo descaro.
Sonreí forzada, no gustándome nada su gesto, aunque admitiendo que cuando noté su polla así por mí, mi cuerpo empezó a excitarse, tragando saliva, sin mover mi mano de aquel enorme montículo, totalmente paralizada.
Su mano, aun sujetando mi muñeca con suavidad, aun restregó un par de veces mi palma por toda la longitud de esa creciente polla antes de soltarte, convencido de que yo no quitaría la mano.
Tras ello mordió su labio nuevamente, volviendo a sonreír, preguntando
– Y a ti, ¿te gusta? –
No sé por qué, pero no puedo evitar decir que si, moviendo mi cabeza, haciendo caer unos mechones de mi perfecto recogido por mi cara de forma sexi, apretando mis morritos.
– Pues… si te gusta… ¿por qué no me acompañas hasta el almacén del material y te la enseño? – dijo, con mis deditos aun posados sobre su polla, polla que de haber seguido creciendo a ese ritmo, pronto estaría bien marcada en el bañador.
Creyéndose ganador, pues no había hecho más que comportarme como una zorra, en su cabeza ni siquiera cabía la posibilidad de que le dijera no hacerlo, así que su mano volvió a agarrar mi muñeca, apartando mi mano de su polla, tras lo cual tiró de mi ligeramente, haciéndome caminar en dirección al almacén, el cual estaba tras una esquina, lejos de las miradas de los demás.
– Espérame en la puerta, en un minuto estaré allí – me dijo guiñándome un ojo.
Acepté resignada, aunque muy excitada, pensando que al menos no tendría que pasar por la vergüenza de pasar delante de todos enseñando los pechos.
Comencé a caminar hacia donde Julián me había indicado, mientras Julián disimulaba, siguiendo su camino en otra dirección, se paró a hablar durante unos instantes con otro monitor del centro, hasta que por el rabillo del ojo contempló como doblé la esquina.
En esa espera de unos minutos muchas cosas me vinieron a la cabeza, como por ejemplo que Julián era el autor de este chantaje, pero al haber recibido un mensaje mientras hablaba con él me hizo desistir en esa idea, nombres y nombres aparecían en mi mente, pero ninguno me entraba dentro de mis posibilidades, al menos sabía que lo que pasase en ese almacén, mi chantajista no podría ver.
Fue entonces cuando por fin Julián apareció, viéndome allí parada, con mis tetas desnudas, y mi cuerpo bronceado, supo que era suya, pasó a mi lado, abriendo la puerta con una llave, sonriéndome, galán, mientras repasaba toda mi anatomía con sus ojos.
– Vamos princesa, las damas primero… –
Pasé con la mirada agachada, al escuchar princesa, vino a mi mente mamá, pues así es como me llama, reflexionando en qué pensaría de mi viéndome entrar en ese almacén.
Apenas había cruzado la puerta cuando él, apresurándose a entrar tras de mí, y encendiendo una luz, rodeó mi cuerpo con sus brazos, posándolos en mi liso y suave vientre, al tiempo que apretó su bulto contra mis nalgas, y sus labios se acercaban a una de mis orejas.
– uhmm llevo teniendo ganas de esto desde el primer día en que te vi- me susurró, mientras una de sus manos subía desde mi vientre hasta que sus dedos envolvieron uno de mis pechos, manoseándolo mientras sentía el duro pezón bajo su palma.
Notaba su ansia por poseerme, mientras yo solo veía ese almacén, no demasiado limpio, sin iluminación natural, lleno de artículos para piscina, y con un olor a cloro que aún no he podido olvidar.
Sin darme tiempo a pensar siquiera, su lengua empezó a recorrer mi cuello, casi desde mi hombro, hasta llegar nuevamente a mi orejita, su otra mano, sin vergüenza alguna, no tardó en bajar hasta el inicio de la pequeña braguita de mi bikini, jugueteando sobre mi pubis con sus dedos.
Intenté resistirme, sabedora de que ya no estaba vigilada, mis manos hacían intentos inútiles de separarle de mí, me tenía completamente rodeada, mientras de mis labios salían leves gruñidos
– ¡joder! ¿no vas muy deprisa? –
Pero eso no consiguió hacer que parase, lejos de eso, su ansia subía tomándome de la cintura, girándome, dejándome de cara a él
– uhmm ¿ahora vas de estrecha? a mí no me engañas, sé que estas deseando esto –
Una de sus manos se coló entre nuestros cuerpos, y agarrando el elástico de su bañador, tiró de él con fuerza, empezando a liberar su polla, para ese momento, su polla era ya una dura barra que parecía a punto de explotar, y ante mis ojos puede ver como de su recortado pubis, comenzó a emerger un grueso tronco, centímetro a centímetro, hasta quedar completamente liberada, saltando como un resorte, rozando mi desnudo vientre al hacerlo, es entonces cuando la veo, una polla de unos 20 cm, gruesa, ligeramente curvada hacia arriba, y completamente descapullada, mostrando un capullo grande e hinchado.
La miraba con cara de miedo, haciendo intentos inútiles de separarme.
– ¡que no joder!, esto es un mal entendido –
Sus manos ahora recorrían mi culo, pegando más su polla a mi vientre, moviendo suavemente sus caderas, restregando esa humedad por mi zona abdominal, sus dedos magreaban mis nalgas a placer, hundiendo la telita entre ellas, dejándolas a modo de tanga, mientras se pegaba de nuevo a mi oreja
– Vamos Paula… sé que estas deseando probarla, no es ningún malentendido-
Manteniéndome quietecita, agarró mi mano nuevamente, y la posó, esta vez, sobre su polla desnuda, bajo mis dedos sentí el hinchado relieve de sus venas, junto con el calor que emanaba esa polla, volviendo a derretirme, haciéndome suspirar y agobiarme acalorada.
Con la voz llena de morbo, dando otro lametón a mi oreja, humedeciéndola, mientras subía su mano a lo largo de todo mi brazo, y terminando agarrando nuevamente una de mis tetas.
– Tienes ganas de chuparla, ¿verdad perrita? –
Intenté guardar mi dignidad, ya por entonces perdida, sin soltar la polla de Julián
– no me insultes-
Pero esa dignidad terminó de irse al garete cuando su mano subió desde mi teta, pasó por mi cuello, y agarró mi pelo recogido, comenzando a tirar de él suavemente hacia abajo, haciendo agacharme, mientras me decía.
– Lo tienes fácil, si me haces gemir, seguro que no puedo insultarte –
Intenté evitar que me venciera, pero el dolor de los tirones de mi pelo hizo que poco a poco me venciera, mientras daba unos chillidos de sorpresa, mientras mi cabeza ya iba cerca de su vientre
– Pero…pero…pero ¿qué haces? –
Finalmente, Julián consiguió que mis rodillas se posaran en el suelo, sin soltar mi pelo, con mi recogido ya casi desecho, llevó su otra mano a su endurecida polla, balanceándola suavemente a escasos centímetros de mis temerosos ojos, en uno de esos balanceos su glande, muy húmedo, rozó mis labios, mojándolos, mientras yo casi pidiendo piedad lo intenté por última vez, gritándole.
– ¡QUE ME SUELTES JODER! –
Pero estaba demasiado excitado como para dejarme ir ya, elevó su polla y esta vez no fue un roce lo que recibieron mis labios, sino un sonoro pollazo, que, si bien no me hizo daño, dejó mi boca bastante más empapada de sus jugos.
Fue entonces, cuando aprovechando que mi boca estaba aun ligeramente abierta tras mi última palabra, apuntó su grueso capullo justo a mi boquita y empujó, haciendo que cuando quise darme cuenta, todo ese grueso glande estaba dentro de mi boca, mezclando el sabor de sus jugos con mi saliva
Abrí mis ojos sorprendida cuando ya no tenía nada que hacer, ya estaba sintiendo el calor de su polla golpeando mi lengua, intentaba tirar para atrás para sacarla, pero Julián me tenía fuertemente cogida por el pelo y era imposible sacarla de mi boca, después de varios empujones con mi cabeza desistí, mientras escuchaba a Julián gemir como un animal, fuera de sí.
– uhmm ¡vamos perrita, cómeme la polla! – decía mientras empujaba con sus caderas, al tiempo que tiraba de mi pelo.
En un par de segundos la mitad de esa polla estaba enterrada en mi boca, haciéndome abrirla al máximo, mientras yo solo podía babear poniendo mis dos manos en el vientre de Julián, intentando controlar un poco sus movimientos y hacer que la follada no fuese tan intensa.
A mis 20 años, ya había tenido bastantes pollas en mi boca, pero nunca me habían tratado así, por lo que mientras su polla me penetraba sin remedio, yo solo podía acomodar mi lengua y mi mandíbula al grosor de su polla.
Su mano agarró una de las tuyas, llevándola bajo su polla, a sus huevos, sin tener que decirme nada para saber lo que tenía que hacer, mientras sus caderas seguían moviéndose adelante y atrás, aun tímidamente, pues de momento, tan solo hundía la mitad de esa gruesa polla en mi interior, viendo lleno de morbo como cada vez salía más brillante, y más llena de mi saliva.
Mientras yo, tenía una sensación rara, estaba resignada y sin nada que hacer por evitarlo y agarrada a sus testículos, intentando no ahogarme, pero, por otra parte, siempre he disfrutado haciendo una mamada, y esta vez no estaba siendo menos, estaba excitada, aunque esta vez no era yo la que hacía la mamada, sino que la estaba sufriendo.
Sacó la polla de mi boca, y con la punta bien empapadita, volvió a golpear mis labios, con más fuerza esta vez, el pequeño almacén se llenó con esos golpes húmedos ¡plas! ¡plas! ¡plas!
[Tras lo cual, volviendo a apuntar al interior de mi boca con su polla, agarró de nuevo mi pelo, con mi recogido ya desecho y mi pelo completamente suelto, me agarró con ambas manos, y embistió, dejando a un lado ya la delicadeza, notando como esta vez se abría paso a lo largo de toda mi boca, y como el grueso capullo presionaba mi garganta, antes de dar marcha atrás y volver a la carga.
Las brutales embestidas me hacían sentirme muy humillada y apenas pensaba en por qué estaba ahí, seguía concentrada sin poder evitar mirar a Julián a los ojos, cosa que no me tranquilizaba, porque lo veía lleno de fuerza y morbo, cada vez que su polla salía de mi boca, unos hilitos de saliva colgaban de su polla y mi boca, y el ruido inconfundible de una mamada llenaba el almacén
Esos hilos cada vez eran más abundantes y gruesos, y pronto cayeron por mi barbilla, empezando a embadurnar tus tetas con tu saliva, a la vez que su polla desaparecía dentro de mi boca, cada vez presionaba más en mi garganta, comenzando a traspasarla el límite, a llegar aún más allá, empezando a producir arcadas, observaba como sus músculos se contraían con cada estocada, su trabajado cuerpo se notaba tenso, mientras yo tosía con dificultad.
Pero Julián quería más, fue entonces cuando empujó mi cabeza con ambas manos, quedándose quieto, lo hacía con furia, poco a poco y centímetro a centímetro, la parte de polla que aún quedaba fuera de mi boca, terminó entrando, mis labios terminaron rozando los testículos de Julián, y un largo gemido de satisfacción salió de su boca.
– ¡joder Paula!… ¡eres una comepollas de primera! –
Cuando finalmente la sacó de mi boca, había más hilos de babas que nunca, lo miraba completamente roja, con mis ojos llenos de lágrimas, apoyándome en el momento que la sacó con mis manos en el suelo, intentando recobrar la respiración.
Pero no te dio tregua, me hizo alzar la carita, aun sujetando mi pelo, mientras llevaba su otra mano a su polla, empezando a pajearse a un ritmo frenético, se la había dejado tan mojada, que sus dedos literalmente resbalaban por toda su extensión, su capullo estaba a escasos centímetros de mi boca, rozando mis labios, debido al fuerte ritmo de la paja, su vientre se contraía, mientras gruñía, sabía que estaba a punto de correrse.
– ¡NOO! ¡NOO!, en mi pelo no, por favor – le dije, sabedora de que después tendría que salir fuera y mi pelo sería difícil de limpiar.
Tiré hacia atrás intentando evitarlo, pero ya era tarde, su cuerpo se contrajo aún más, su polla soltó un latigazo y el primer chorro de semen salió disparado de la punta, cruzando toda mi cara por completo, cayendo parte del semen también en mi pelo.
Cerré los ojos al notar el espeso y ardiente líquido, justo cuando otro chorro igual de potente, e incluso más abundante salió también, y esta vez saltó toda mi cara, para caer directamente sobre mi frente y mi pelo.
Aun se corrió durante unos segundos más, desparramando toda su leche por mis morritos, mis mejillas y mi nariz
– ¡eres un guaro!, mira como me has puesto- le dije comenzando a abrir tímidamente mis ojos.
Para cuando terminó la mitad de mi carita estaba blanca, resaltando aún más, dado el moreno de mi piel, tocaba con mis deditos, delicada, mis mejillas llenas con su semen, cuando por fin soltó mi pelo, jadeando aun, contemplándome manchada, como si de algo excepcional se tratase
Finalmente se recompuso, y subiendo su bañador, guardado su polla dentro de él, ya más relajada, se rio de mí y volvió a decirme
– Sin duda… una comepollas de primera, Paula-
Tras lo cual se dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta, como un cabrón.
– ¡ERES UN CABRÓN! – le grité mientras salía.
La puerta se cerró, y allí me quedé, de rodillas, llena de mis propias babas, y del semen de Julián, sintiendo como resbalaba por mi vientre, sintiendo mi pelo pegajoso, al igual que mi cara.
Pasó unos segundos cuando el teléfono volvió a vibrar a mi lado, en el suelo, en la pantalla pude leer.
“ uhmm por lo que ha tardado en salir… y la cara de satisfacción que tiene, me da que se la has chupado bien jaja, ¡mira que eres zorra!”
No podía sentirme más humillada que en ese momento, mientras observaba a mi alrededor intentando encontrar algo para mirarme y para limpiar ese pegajoso líquido que invadía toda mi cara y mi pelo, sin encontrar otra solución, nada más que esperar unas horas para correr hasta los baños de las chicas.