Mientras estaba volviendo a la escuela es asaltada por unos vagos y violada, le termina gustando
Hola, me llamo Vianney. Creo que para empezar mi relato, me gustaría describirme un poco. Al día de hoy tengo 19 años, mido 1.67 metros, delgada, piel blanca y cabello largo, muy alasiado, de color castaño claro aunque pintado con rayos rubios, ojos entre azules y grises. Sin pretender ser vanidosa, dicen que muy bonita, bueno, desde niña siempre he sido muy pretendida por los hombres de todas las edades.
En realidad confieso que suelo pecar de vanidosa y pedante, y es que en toda mi vida siempre he sido considerada la bonita más del grupo escolar o de la colonia, y la niña que llama más la atención de los niños, así era imposible que no se me llegara a subir y tal vez por eso me pasó lo que me pasó.
Resulta que hace dos años cuando cursaba el primer año del bachillerato, yo solía llegar como a las 10 de la noche a mi casa porque mi escuela estaba algo lejos.
A pesar del horario, a mí me gusta lucir muy sexy con mi uniforme, el cual consiste en un suéter azul marino, una blusa blanca y una falda de color azul claro a cuadros. Pero además de vanidosa, también era muy coqueta y por eso me conseguí una falda escolar corta que apenas y me llegaba unos 10 cm más abajo de mi intimidad, además de muy holgada y con dobleces que me hacen ver muy sexy y provocativa.
Para ir a la escuela tengo que cruzar una avenida muy ancha y peligrosa. No me queda de otra que utilizar el puente peatonal más cercano el cual está en una esquina y frente a una tienda de abarrotes.
Casi todos los días solía encontrarme frente a la tienda con Juan Carlos, un vago de 26 años sin futuro alguno, ya saben, de esos que ni trabajan y ni estudian. De hecho me lo encontraba tanto de ida como de regreso de la escuela.
Bueno, en realidad sospecho que trataba de coincidir con mis horarios para encontrarme y molestarme como era su costumbre, y es que como era amigo de mis primos ya nos conocíamos desde antes.
Solía decirme que yo estaba bien buena, que cuando íbamos a coger y cosas así. Además cuando podía, me agarraba las nalgas o las piernas. Y aunque yo me enojaba y le daba un manaso cuando me agarraba, podría decirse que siempre ganó porque por lo menos se daba un buen taco de ojo cuando yo subía el puente, mi faldita corta le dejaba ver hasta mi ombligo, bueno, mi ropa interior que casi siempre era un calzón aunque alguna que otra vez llegué a ponerme una tanguita.
Quien sabe por qué pero eso no me molestaba, al contrario, me agradaba imaginar todo lo que yo le provocaba en él al verme subiendo las escaleras del puente. Era tal mi curiosidad que varias veces fingí detenerme para amarrar las agujetas de mis zapatos, entonces me inclinaba lo suficiente para amarrarlas y observar de reojo a Juan Carlos quien tenía una cara que demostraba que le gustaba lo que yo le enseñaba y la lujuria por el antojo de poseerme.
No me preocupaba la situación pues como siempre él dejaba de molestarme cuando yo le daba de manasos, en lugar de darme miedo sus acosos, me divertía mucho con sus reacciones, sobre todo cuando lo veía todo excitado y frustrado, sin la más mínima oportunidad de tomarme pues yo estaba confiada de que no pasaría a más, ya que al ser amigo de dos de mis primos, no se atrevería a hacerme algo más que molestarme, pero… qué equivocada estaba.
Un día llovió muy fuerte mientras yo estaba en la escuela, por esa razón el transporte estaba bien pesado y lento, y aunque ya había dejado de llover, llegué hasta las doce de la noche. Por mi colonia ya casi no había gente en la calle, los negocios ya habían cerrado, incluyendo la tienda de abarrotes del puente, el cual subí sin problemas, pero al ir bajando las escaleras me percaté que abajo y frente a la tienda, estaba Juan Carlos bebiendo cervezas con dos de sus amigos.
Yo aceleré el paso para que no se dieran cuenta de mi presencia pero Juan Carlos me vio y me interceptó, me dijo que si no quería chupar con ellos, le contesté que no y traté de seguir pero él me impidió el paso y me dijo que solo los acompañara un ratito, nuevamente le contesté que no y que tenía prisa.
Entonces me dijo con voz resignada “Bueno, está bien…”, hizo como que me dejaba pasar pero de pronto con un brazo me tomó de la cintura y con su otra mano me tapó la boca, yo traté de gritar pero no pude, con todas sus fuerzas me arrastró hasta adentro de la calle, sus amigos nos seguían tratando de agarrarme de las piernas pero yo los pateaba sin eficacia.
Realmente me sentía aterrada, la parte de la calle donde me llevaron estaba muy obscura y solitaria, y me sentía indefensa al percatarme de que nadie podría venir a ayudarme en ese lugar tan escondido.
Me llevaron hasta donde habían unas jardineras que nos escondían aún más. Cuando llegamos, los dos amigos ahora sí pudieron agarrarme las piernas, incluso metían sus manos bajo mi falda y mi calzón para sobarme con fuerza mi concha. En eso Juan Carlos le dijo que él iba primero.
Uno de sus amigos se le acercó para tomar su lugar y mantenerme sujetada y con la boca tapada, pero cuando hacían el cambio yo aproveché y solté un grito de auxilio, en ese momento Juan Carlos me dio un golpe en la cara y me amenazó con madrearme, o sea, darme una golpiza hasta dejarme tirada si volvía a gritar.
Eso me dio más miedo y me quedé callada. Su amigo se puso frente a mí, metió sus brazos bajo los míos, me jaló hacia él, me dio un beso en la boca y con sus palmas en mi espalda me fue empujando hacia abajo hasta que mi cara quedó en su panza y mi trasero algo levantado a merced de esos hombres.
Tardé unos segundos así, supongo que en ese tiempo Juan Carlos estaba bajándose su pantalón y sacando su verga. Luego sentí sus dedos fríos tomar mi calzón para bajármelos, la humedad del arbusto y de las goteras de la marquesina de la casa me tenían ya bien empapada a pesar de que yo me había cuidado de no mojarme en el trayecto.
Mi calzón cayó sobre mis zapatos y mis calcetas blancas, luego sentí la punta de su verga buscar en mi rajita la entrada de mi vagina, en verdad que su pene parecía reventar pues ya estaba bien dura, yo creo que me tenía tantas ganas que no necesitó estimulación previa. No tardó nada en hallar mi entradita y sin perder tiempo me la fue clavando.
Debo de mencionar que aunque ya no era virgen me dolía mucho, es que yo perdí mi virginidad cuando iba en primero de secundaria, mi novio en ese entonces aún no tenía su verga bien desarrollada por lo que no me abrió mucho.
Mi llanto no se hizo esperar, más que por el dolor, era por sentirme ultrajada y violada. Aún así traté de silenciar mis lamentos pues tenía presente la amenaza de golpearme. Mientras tanto Juan Carlos me decía:
“Ahora si Vianney, te voy a coger… desde hace tiempo que esperaba este momento y ahora por fin me desquitaré de las veces que me dejaste bien caliente.”
Fue empujando con más fuerza hasta que me penetró por completo y empezó con su mete y saca diciéndome:
“¡Wow! Por lo que veo soy el primero, estás bien apretada y mira cuánta sangre te salé. Por fin se me hizo desvirgar a alguien.”
Yo no lo saqué de su error, pensé que tal vez así se apiadaría de mí, pero no, empezó a bombear con fuerza y rapidez. A penas pasaron como dos minutos y sacó su verga antes de que eyaculara, yo creo que lo hizo para no venirse pronto y volverme a penetrar otra vez. Entonces su amigo lo relevó y sin decir agua va, me la clavó hasta dentro. No pude evitar soltar un gemido fuerte que afortunadamente no les importó.
Su bombeo fue más lento, aunque más fuerte y profunda, yo creo que tenía la verga más grande porque hasta la sentí tocar fondo. Después de varios minutos, me empecé a excitar y dejé de llorar. Se sentía tan rico que mis jugos comenzaron a descargarse, haciendo una penetración más libre y sin dolor.
Tan solo unos minutos pasaron y tuve mi primer orgasmo, el cual lo notaron todos, Juan Carlos dijo:
“Mira a la muy puta, le gusta la verga, ya hasta se vino”
Su amigo que me tenía sujetada agregó:
“No te preocupes mi amor, ahora te vamos a dar más verga, pinche puta.”
Mientras el que me cogía me dijo:
“Eres el sueño de todo hombre, estás bien bonita, bien buena y además eres bien puta, ¿qué más se puede pedir?”
Terminando de decir eso se vino dentro de mí. Al sacármela, el que me tenía sujetada pidió su turno, pero antes me besó en la boca e hizo que yo misma le sacara su verga del pantalón para mamársela pues estaba algo flácida. Al principio no quería siquiera tocársela con mis labios pero me dio un golpe en la cabeza y accedí a chupársela.
Rápido se le paró y cambió de lugar con Juan Carlos, quien también me besó y me dio su verga para mamársela mientras su amigo comenzaba a penetrarme. Las dos vergas parecían reventar, una en mi boca y otra en mi vagina. Para entonces mi excitación me hizo ser más cooperativa, yo misma levantaba mi trasero para tener una mejor penetración, también abrí lo más que pude mis piernas pero no fue mucho porque tenía mi calzón atorado en mis zapatos.
Su bombeo fue algo rápido, yo diría que más de lo deseado porque cuando yo estaba a punto de tener otro orgasmo, él se me adelantó y se vino mucho antes, llenándome de su semen y dejándome sin terminar.
Como la verga de Juan Carlos ya estaba a mil, pidió su turno pero dijo:
“Ya tuve la fortuna de desvirgarte por la vagina, pero ahora te voy a desvirgar por tu culito.”
Solo por un instante, digamos un segundo, me asusté, pero por lo excitada que estaba no me importó y paré un poco más mi trasero. Sentí sus manos abrirme las nalgas, aunque ya estaba mojada por el agua de lluvia, Juan Carlos me echó de su saliva, clavó uno de sus dedos el cual metió y sacó hasta que me entrara fácil, luego metió dos de sus dedos e hizo lo mismo.
Mientras tanto su amigo me besaba en la boca y en el cuello, hizo una pausa solo para quitarme mi suéter, me desabrochó los botones de mi blusa, me bajó el sostén y se prendió a uno de mis pezones. Su amigo al ver eso se acercó y se prendió al otro pezón que solo dejaban de chupar para buscar mis labios y luego continuar con su manoseo y mamadas a mis pechos. Yo quedé muy arqueada de la espalda porque por una parte tenía que parar mi colita para permitirle a Juan Carlos desvirgar y penetrar mi colita y así no me doliera mucho, y por otra parte tenía que levantar mi pecho para que no les costara trabajo a sus amigos. Aunque me hicieron caminar hacia afuera de la jardinera para que cupiéramos los cuatro pues el área entre la jardinera y la pared era muy reducido.
Yo aproveché para zafar mi calzón de uno de mis zapatos y así poder abrir más las piernas. Por fin la cabeza de la verga de Juan Carlos se insertó en mi colita, comenzó a empujar y yo sentí mi ano abrirse brutalmente, parecía que se rompería, entonces abrí mis piernas y la presión bajo un poco, no así el dolor que iba creciendo al abrirse paso su verga por mi interior.
Recuerdo tomar de los hombros a sus amigos, apretando mis manos con fuerza, cerrar mis ojitos y apretar mis dientes para aguantar la penetración. Cuando la tenía hasta el fondo se detuvo por unos segundos solo para sujetarme de las caderas con fuerza y comenzar a arremeterme con un mete y saca brutal que me hicieron soltar fuertes gemidos. Uno de sus amigos reaccionó y me tapó la boca pero sin golpearme.
Al poco rato Juan Carlos se vino dentro de mi colita, pero se reusó a sacarme su verga a pesar de que sus amigos pedían su turno.
Como yo tenía mis piernas bien abiertas, a uno de sus amigos se le ocurrió tratar de meter su verga por mi vagina para la doble penetración. Me enderezaron un poco, y como pudo me clavó su cabeza, bueno, solo eso y unos dos cm de su tronco pudo meter pues en esa posición no permitía entrar más.
Aún así fue suficiente para excitarlos y venirse. Primero se vino su amigo, luego me vine yo, luego su otro amigo que se había cambiado con el que se vino primero y finalmente se vino Juan Carlos.
Una vez que me sacaron sus vergas, sin darme chance de decir una palabra, los tres me besaron en la boca, se acomodaron su ropa y se fueron rapidamente dejándome en esa calle obscura y solitaria. Tuve que exprimir mi calzón y mi suéter pues estaban empapados, bueno, toda yo estaba empapada por el agua de lluvia, pues había charcos y goteras por todas partes.
Me vestí, tomé mi mochila y me dirigí a mi casa. Cuando llegué vi que ya eran la 1:20 am, le dije a mis padres que no hubo transporte, que me había quedado un rato en casa de una amiga y que me habían traído en carro, pero que no pude evitar mojarme porque no encontré donde refugiarme de la lluvia.
Gracias a lo mojada pude disimular que había sido violada y tuve pretexto para ir corriendo a bañarme.
Desde ese día evité por más de dos meses pasar por ese puente y por esa tienda para evitar encontrarme con Juan Carlos y sus amigos, tomé otra ruta que aunque más larga, era más segura para mí.
Nunca le conté a nadie lo que me pasó, hasta ahora que lo cuento en este relato… pero esto no termina aquí.
Resulta que un día, ya en la noche, eran casi las 11 pm, no pude pasar por el otro puente más lejano y seguro debido a que por tanta lluvia se había inundado esa zona. No me quedó de otra que cruzar por el puente de la tiendita, con la esperanza de que ellos no estuvieran ahí.
Al bajar del puente de la tienda, nuevamente me topé con los tres hombres, me rodearon y me hicieron ir al fondo de la calle, pero esta vez me subieron a una vieja combi que estaba casi destartalada. Debo confesar que en esa ocasión tuve la oportunidad de evitarlo pues la tienda seguía abierta y todavía pasaba gente que pudiera ayudarme, pero no sé por qué accedí inmediatamente sin oponer mucha resistencia, solo la suficiente para demostrar que me llevaban a la fuerza.
Dentro de la combi me volvieron a dar entre los tres, solo que ya no fue tan doloroso y lo disfrute más. Otra diferencia fue que ahora sí pudieron darme una doble penetración profunda pues había donde acostarse, la verdad… es lo más sabroso que he probado, tuve varios orgasmos seguidos mientras me penetraban por mis dos hoyitos.
Una semana después, volví a pasar por ese puente, esta vez por propia elección pues igual podía pasar por el otro puente pero yo estaba ansiosa por volver a ser violada y ultrajada por esos hombres que cada vez me hacían gozar más. Durante la semana, ese pensamiento me invadió día y noche, incluso no me dejó dormir bien solo de imaginar el ser violada por tercera vez, bueno, esta vez yo lo deseaba. Hasta que tomé valor y procuré llegar algo tarde para que se animaran. Todo me salió según el plan, pues me volvieron a coger y me hicieron gozar tanto como yo a ellos.
Tres días después se volvió a repetir, la verdad es que ya me estaba haciendo adicta o ninfómana, incluso me gustaba que fueran violentos conmigo. Como que eso de sentirme forzada le da un sabor más rico a la hora de la penetración, incluso esa vez me amarraron de pies y manos e hicieron lo que quisieron conmigo.
Otros tres días después, me volvieron a llevar a la combi, nuestro sitio de sexo desenfrenado, pero tremenda sorpresa me llevé al ver adentro a mis dos primos, Vicente de 28 años y Federico de 19 años, ellos me dijeron que solo estaban ahí para comprobar lo que Juan Carlos y sus amigos (Omar y Gerardo) les habían contado pues no podían creer que una chica como yo, tan pedante, arrogante y demasiado bonita estuviera cogiendo con esos vagos borrachos.
Como era de esperarse, mis primos terminaron por cogerme también, de hecho, no sé si por ser su prima más joven y bonita pero lo disfrutaron mucho más que los otros. Luego me confesaron que desde niña yo les gustaba y con forme iba creciendo y me ponía más buena, más fantaseaban conmigo, incluso llegaron a espiarme mientras me bañaba, eso en una de sus visitas a mi casa. Bueno, al final no pueden quejarse pues les hice realidad su sueño.
Desde entonces me he vuelto la puta de los cinco, casi a diario cojo con alguno o con varios de ellos, ahora ya en hoteles o en alguna casa de ellos, rara vez en la calle, lo cual me parece divertido por el temor de ser descubierta.
Y mi vanidad como mujer en lugar de bajar subió porque a pesar de que a veces me cogen entre los cinco, soy mucha mujer que bien podría aguantar varios hombres más. Lo admito, me gusta mucho la verga, es que es tan deliciosa que ya no puedo dejar de desearla. Y aunque me digan puta, no me importa pues sigo siendo especial, pues soy la chica más hermosa, sabrosa y la más puta que hay.
Lo que más me sorprende es que a pesar de todo lo puta que he vuelto, por lo menos a dos de ellos los traigo bien enamorados, tanto Juan Carlos y mi primo Vicente me han insinuado que les gustaría casarse conmigo, claro, para tener exclusividad sobre mí y mi cuerpecito, pero yo les dije que una mujer como yo merece lo mejor, que para aceptarlos tendrían que satisfacerme en el sexo, o sea coger a cada rato, y además trabajar muy duro para complacerme en mis caprichos. En lo primero estuvieron más que dispuestos pero en lo segundo como que no, creo que su amor no da para tanto.
Espero les haya gustado mi relato y gracias por leerlo. ¡Bye!