Festejando mi cumpleaños con un desconocido, que me obliga a “soplarle la vela”. Un cumpleaños imposible de olvidar y que quiero repetir

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Feliz cumpleaños

Acababa de cumplir 19 años, pero nadie había querido celebrarlo conmigo. Entrando en el nuevo local del barrio a las dos de la mañana me dirigí a la barra y pedí una cerveza. Estaba buscando con la mirada alguien con quien hablar. Desde el otro extremo del local divise a un hombre que no dejaba de mirarme. Desvié la mirada rápidamente. Me sentí sofocado. El hombre se fue acercando a mi lentamente hasta que se sentó en un taburete a mi lado. Lo hombre no me atraían, pero por algún motivo este sí.

Se presentó. Se llamaba Santiago y tenía 32 años. Mientras me hablaba no podía parar de mirar sus ojos verdes, su cara de mandíbula cuadrada con barba, sus grandes músculos que se le marcaban por la camiseta. Cada vez se iba acercando más a mí. Ya no escuchaba lo que me decía, solo pensaba en su cuerpo junto al mío. No sé si sería la cerveza, la hora o la soledad, pero quería que ese hombre me follase.

Con un impulso involuntario mi mano se posó en su muslo. Santiago me miro, primero sorprendido y a continuación complacido. Cogió mi mano con la suya. Pude notar su fuerza y su calor como un escalofrió por todo mi cuerpo. Mi polla empezó a palpitar. Salimos del local y nos dirigimos calle arriba hasta un portal sin soltarme la mano. Saco unas llaves, abrió la puerta y nos metimos en el ascensor. No pude esperar más. Con la mano que tenía libre le cogí la cara y le besé. Nuestras bocas se juntaban dejando paso a nuestras lenguas. Podía notar como su polla también erecta se apretaba contra mi estómago. Cuando llegamos al piso abrió la puerta y nos dirigimos al dormitorio.

Me tiro en la cama y se puso encima mío mientras me volvía a besar. Mientras su lengua jugueteaba con la mía notaba su mano deslizándose por mi cuerpo hasta llegar a mis pantalones. Se separó de mí y empezó a quitarme la camiseta. Acto seguido se la quitó el. Pude apreciar sus bíceps marcados, sus pectorales y unos perfectos abdominales de gimnasio. Se tumbó y esta vez me puse yo encima. Volví a besarle mientras frotaba nuestras pollas que ya estaban duros por encima de nuestros pantalones. Fui bajando besando cada parte de su cuerpo, sus pezones duros, sus músculos. Le desabroche los pantalones y se los quite. EN sus calzoncillos se veía una enorme polla, donde la cabeza ya estaba mojada. Sin esperar un minuto, liberé su polla y me la fui metiendo lentamente en la boca. Oía como de su boca salían gemidos de placer cada vez que me la iba metiendo cada vez más. Nunca había saboreado una polla y su sabor me gustaba. Mientras le realizaba la mamada me fui quitando los pantalones y saqué mi polla para paseármela mientras disfrutaba de la polla de mi acompañante. Se incorporó, pero yo no deje de chupársela. Escupió en su mano y me la paso por el culo. Después note como un dedo entraba lentamente en mi culo. Como nunca me habían penetrado me dolía un poco, pero hizo que mi polla se pusiera aún más dura. Me cogió la cara me dio otro beso y me puso a cuatro patas. Cuando noté su gran polla entrar en mi desgarrándome no pude evitar soltar un chillido de dolor, pero no le hizo parar. Me fue penetrando cada vez más rápido y más fuerte y el dolor se iba convirtiendo en placer. Mientras me penetraba me tocaba los pezones, me agarraba del pelo y me acariciaba la polla. Estaba en una espiral de éxtasis continuo. Al final note como sus brazos me abrazaron y sus músculos se tensaron. Unos fuertes chorros de semen inundaron mi culo. Caímos los dos en la cama cansados. Salió de mí y veía como el semen iba saliendo poco a poco. Mi polla seguía erecta. Iba a empezar a masturbarme para acabar, cuando me quita la mano de mi polla y se la metió en la boca. De nuevo una electricidad recorrió i cuerpo. Cada vez iba más rápido y con mis manos agarraba su cabeza para seguir el ritmo. Al cabo de unos minutos sentía que me iba a correr. Le avise de que estaba a punto de acabar, pero no lo saco de su boca y acabe inundándosela. Notaba como su lengua limpiaba mi polla y se la saco. Unos hilillos de semen le salían por la comisura de la boca. Y con un beso me lo paso a mí. Nos quedamos dormidos en su cama abrazados mientras me decía “feliz cumpleaños”.

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