Fui a cuidar a mi abuelo y termino cuidándome él a mi
Una de mis mejores amigas me llamo para que le ayudara y le llevara el ungüento que utilizaba para los golpes y torceduras que un día le había dejado y le fue bien, cuando se torció un tobillo haciendo deporte las dos por el monte.
Me dijo que era para su padre que había venido de visita unos días, tras haberse quedado viudo y que ayudándole a montar la cama donde se iba a quedar, le había dado un lumbago, y ella iba ya camino del trabajo y no había podido ir a buscar nada a ninguna farmacia de guardia.
Me dijo que fuese por casa y llamara que su padre ya estaba avisado y abriría para dárselo.
Me presente en casa y tras tocar el timbre me abrió y me dijo que pasara, encontrándome a su padre con las manos y unos paños en la cintura, diciendo que sentía haberme hecho venir, pero su hija le había hablado muy bien del ungüento y de mis manos usándolo.
Me quede algo perpleja pues no tenía el gusto de haber conocido a su padre antes, y la primera impresión fue divina, pues aquel hombre robusto y fuerte con voz varonil y ronca, no parecía tuviese la edad que tenía.
Nos presentamos, yo le dijo soy Rosa dándole un par de besos y él me dijo soy Carlos, como supones el padre de tu Gema, y nos dimos otro par de besos, dándonos cuenta del error y riéndonos ambos.
Saque la bolsa y le dije si quiere se lo pongo yo pues hay en la espalda va a ser difícil que usted se lo extienda bien, túmbese en sofá o mejor en la cama que está más estirado y se lo restriego por la cintura.
Paso y tras tumbarse boca abajo sin camisa, dejándome boquiabierta cuando se quitó esta, pues el torso peludo y fuerte que tenía parecía el de un hombre mucho menor, extendiéndose parte de ese vello pero más fino por la espalda en la zona alta, haciéndolo muy sexy y atractivo.
Se tumbó y le dije, bájese un poco el pantalón que no se manche, aflojando el cinturón y tras soltar el botón lo bajo a medio culo, tomándome yo la confianza de bajarle también un poco los slips pues dije que se los iba a manchar.
Sentí un ardor en mi chumino al ver aquel terso y duro blanco culo que me hizo enrojecer, menos mal que él estaba boca abajo y no me vio.
Tome el ungüento y tras primero darle un pequeño majase con alcohol de hierbas por la zona y parte del trasero, comencé a restregárselo suavemente, dándole un masaje por la zona afectada.
El noto pronto el alivio y me lo agradecía diciendo que era muy buena, que me tenía que dedicar a esto que tenía manos de santa.
Le seguí echando pues decía el dolor se le extendía un poco, diciéndole se pusiera un poco de lado para untarle bien, y al girarse dejo ver,parte de la pelambrera espesa que contenían los slips así como un bulto que me hizo dudar de agarrarlo y estrujarlo.
Le frote y note estaba empapada y mojada, pues aquel abuelo estaba cañón, llegando mi mano casi hasta el ombligo, todo forrado de un vello sugerente.
Ya noto el efecto, me dijo, esto es milagroso, y tu una maestra que lo haces de maravilla, que suerte tiene que tener tu marido con unas manos así, estará más que encantado.
Le dije era viuda, contándome que el también lo era como ya me había dicho su hija como suponía.
Yo estaba ya con la respiración medio cortada de la excitación que me tenía aquel abuelo, y más cuando me dijo, si todo lo haces como el masaje, menuda lotería se lleva el hombre que te conquiste.
A que se refiere le dije cayendo en su trampa,.. Riendo el, a la vez que decía, me refiero a cocinar claro a que me voy a referir, volviendo a reír.
Dijo espera, dame aquí en el muslo un poco que el dolor me llega también a esa zona, bajándose los pantalones y quedándose solo ya con los calzoncillos a medio bajar, comprimiendo descaradamente aquel paquetón que estaba deseosa de agarrar.
Me unte las manos y comencé a darle un masaje por el muslo, hasta rozar la entrepierna con mis nudillos, diciéndome que cuidado que esa zona era sensible.
Estaba mojada y si me toca creo me correría como una adolescente, pues el masaje en el muslo parecía estaba despertando al coloso que estaba comprimido.
Si ves que tienes que extender la zona, no te corte me dijo, lanzándome ya un dardo descaradamente.
Ya no me corte, pues la situación ya no tenía vuelta atrás, diciéndole, le voy a bajar un poco más los slip que no se los manche, limpiándome las manos previamente con una toalla que allí tenía y agarrando estos para bajarlos, tocando ya descaradamente aquel grueso miembro.
Mejor bájalos del todo que trabajaras mejor.
A la vez el, me agarro por el muslo por atrás mientras los dos miramos como quitaba los calzoncillos y dejaba aquel hermoso rabo peludo con un caperuzon tapando y cubriendo un enorme capullo, así como dos hermosas pelotas recubiertas de fino pelo blanco que deseaba ya devorar.
Su mano subió por mi muslo hasta mi chochete, que sobo descaradamente mientras sin tapujos agarre aquel monstruo por su tronco y comencé a besarlo.
Veo que te gusta un buen rabo, me dijo sin miramientos, descapúllalo y chúpame la punta que eso me pone loco.
No tarde en obedecer y dejar libre tras bajar toda aquella piel que cubría ese hermoso y gordo capullo a la vez que me lo metía en la boca, no sin algo de dificultad por el tremendo grosor de aquel rabo.
El abuelo era un macho bien dotado y yo me iba a aprovechar bien sirviéndome una buena monta con semejante semental que tenía sobre la cama.
Le sobe con la mano los huevos descaradamente a igual que se los comía cuando sacaba aquel coloso de mi boca, quitándome él ahora la ropa sin miramientos, rompiéndome las bragas al quitarlas y llevándoselas a la nariz a olerlas.
Ummm como huelo este coñito rico, metiéndome ahora los dedos de una forma descarada, haciéndome gemir como una zorra en celo, girándome sobre el ya desnuda y dejándole caer mi coño sobre su cara para que lo degustara.
Lo abrió con los dedos sin miramientos y metió la lengua hasta el fondo, retorciéndome de placer sobre su cuerpo a la vez que agarraba aquel rabo ya totalmente duro que apenas podía abrazar con mi mano, pues la circunferencia era tan gruesa que estaba asustada.
Comió mi coño sin miramientos y me corrí en su boca rápidamente, si bien no dejo de comer con su experta lengua y sus dejos juguetones, mientras chupaba su enorme y brillante capullo con ansia y deseo.
Parecía el dolor se le había ido por completo, pues se incorporó, tumbándome sobre la almohada y agarrando su tremendo rabo comenzó a restregarlo fuerte por mi vulva mojada y abierta como una flor, dándome un placer difícil de describir.
Gemía y retozaba como una tigresa tumbada sobre toda la almohada, cuando me dijo que se lo pidiera.
Le dije tómeme, hágame suya, folleme , métamela toda y bien dentro cláveme, deme una buena follada, que estoy rota de placer.
Uuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaa grite al sentir me clavaba aquel grueso estilete que entro hasta el fondo a la vez que se dejaba caer sobre mí, sintiendo aquel macho como su pectoral peludo presionaba mis pechos con su peso a la vez que comenzó un ritmo frenético pero bien acompasado de cadera mientras me metía y sacaba aquel enorme y grueso pollon.
Solo sé que perdí la noción del tiempo y que dos orgasmos descomunales y casi seguidos había desatado a aquel macho que ahora me giro de lado levándome una pierna mientras me seguía follando, a la vez que miraba el cómo me la metía, gimiendo ahora con cada golpe de cadera que me daba.
Mi coñito estaba a reventar y él lo sabía cuándo le vi la cara desencajada a la vez que aceleraba para correrse en mi interior.
La cama se movía descaradamente con las embestidas que daba ahora mientras me llenaba el chóchete de espesa nata que anhelaba haber visto y degustado con mi boca también…
Me volví a correr cuando casi él estaba acabando, aguantando el ahora su rabo dentro de mí para que terminara de fluir todo mi orgasmo.
Nos quedamos en silencio unos diez minutos, yo ensartada con aquella morcillona y gorda polla, con el sobre mí, besándome de vez en cuando y acariciando mi cuello y cara.
Me dijo que era un amor de mujer y tremenda de buena follando, que le había hecho levantar el libido en segundos, a la vez que le alabe también su enorme y bien parecido miembro y ese cuerpazo que tenía.
Me dijo que si podía hacer un café, si sabía dónde estaban todas las cosas en la cocina de su hija, poniéndome manos a la obra y preparando dos cortados que tomamos en el sofá totalmente desnudos , aunque me había aseado previamente mi supurante y mojado conejito y el su lustroso miembro.
Sentado frente a mí, le miraba como colgaba entre las piernas aquel tremendo pollon que había vuelto a cubrir su cabezón con aquella capucha de piel fina., mientras el me miraba y alababa mis pechos y pezones diciendo estaba aún tersos y en punta.
Le dije que era por la excitación que tenía y que aún no se me había apagado, diciendo el que necesitaba un poco de tiempo para recuperarse que por la edad ya no respondía tan rápido como cuando era más joven.
Le dije tómese el café tranquilo, que yo me lo tomare más tranquilamente que me gusta al final disfrutar de la nata.
Tomo la taza y dando un sorbo se tomó el resto, levantándose y acercándose a mí y agarrando su flácido y enorme miembro, me lo ofreció y dijo, si puedes sácale la nata.
Lo agarre con delicadeza y con cara de viciosa, fui descapullando nuevamente aquel cabezón, bajando su fina piel y dejando la jugosa cabeza al descubierto que pronto paso a ser el juguete de mi lengua mientras ahora con la otra mano, agarraba y sobaba suavemente, como testando el peso, de aquellas dos enormes y peludas bolas, haciéndole suspirar mientras miraba con atención como me esperaba en aquella herramienta.
Tardo un poco en ir cogiendo forma, pero al final logre ponerla tersa y con su tamaño máximo, mientras con las dos manos ahora agarraba aquel tronco subiéndolas y bajándolas hasta la base, manteniendo su cabeza medio metida en mi boca, esperando que esta soltara la jugosa descarga que esperaba con anhelo.
Varios minutos bastaron solo mas, para que sus piernas comenzaran a tensarse y a gemir como un toro salido, a la vez que aquel coloso escupía leche en mi boca, hasta llenarla de tal forma que tuve que tragar para no atragantarme.
Menuda corrida había vuelto a tener aquel abuelo, sorprendiéndome por la intensidad de esta y el espesor, que deguste en su totalidad hasta exprimir aquel tubo largo, dejándolo totalmente seco.
Me dijo que había disfrutado con aquella mamada, como hacía tiempo no se lo hacían, sorprendiéndose el también de aquella colosal corrida, aunque no era de extrañar teniendo aquel par de enormes y gordos depósitos.
No hubo fuerza para más, pues acabe rota de tanto gozo y el fundido según conto, aunque solo había que verle el miembro como estaba de relajado para saber que ciertamente estaba agotado.
Le fui a dejar el ungü
Una de mis mejores amigas me llamo para que le ayudara y le llevara el ungüento que utilizaba para los golpes y torceduras que un día le había dejado y le fue bien, cuando se torció un tobillo haciendo deporte las dos por el monte.
Me dijo que era para su padre que había venido de visita unos días, tras haberse quedado viudo y que ayudándole a montar la cama donde se iba a quedar, le había dado un lumbago, y ella iba ya camino del trabajo y no había podido ir a buscar nada a ninguna farmacia de guardia.
Me dijo que fuese por casa y llamara que su padre ya estaba avisado y abriría para dárselo.
Me presente en casa y tras tocar el timbre me abrió y me dijo que pasara, encontrándome a su padre con las manos y unos paños en la cintura, diciendo que sentía haberme hecho venir, pero su hija le había hablado muy bien del ungüento y de mis manos usándolo.
Me quede algo perpleja pues no tenía el gusto de haber conocido a su padre antes, y la primera impresión fue divina, pues aquel hombre robusto y fuerte con voz varonil y ronca, no parecía tuviese la edad que tenía.
Nos presentamos, yo le dijo soy Rosa dándole un par de besos y él me dijo soy Carlos, como supones el padre de tu Gema, y nos dimos otro par de besos, dándonos cuenta del error y riéndonos ambos.
Saque la bolsa y le dije si quiere se lo pongo yo pues hay en la espalda va a ser difícil que usted se lo extienda bien, túmbese en sofá o mejor en la cama que está más estirado y se lo restriego por la cintura.
Paso y tras tumbarse boca abajo sin camisa, dejándome boquiabierta cuando se quitó esta, pues el torso peludo y fuerte que tenía parecía el de un hombre mucho menor, extendiéndose parte de ese vello pero más fino por la espalda en la zona alta, haciéndolo muy sexy y atractivo.
Se tumbó y le dije, bájese un poco el pantalón que no se manche, aflojando el cinturón y tras soltar el botón lo bajo a medio culo, tomándome yo la confianza de bajarle también un poco los slips pues dije que se los iba a manchar.
Sentí un ardor en mi chumino al ver aquel terso y duro blanco culo que me hizo enrojecer, menos mal que él estaba boca abajo y no me vio.
Tome el ungüento y tras primero darle un pequeño majase con alcohol de hierbas por la zona y parte del trasero, comencé a restregárselo suavemente, dándole un masaje por la zona afectada.
El noto pronto el alivio y me lo agradecía diciendo que era muy buena, que me tenía que dedicar a esto que tenía manos de santa.
Le seguí echando pues decía el dolor se le extendía un poco, diciéndole se pusiera un poco de lado para untarle bien, y al girarse dejo ver,parte de la pelambrera espesa que contenían los slips así como un bulto que me hizo dudar de agarrarlo y estrujarlo.
Le frote y note estaba empapada y mojada, pues aquel abuelo estaba cañón, llegando mi mano casi hasta el ombligo, todo forrado de un vello sugerente.
Ya noto el efecto, me dijo, esto es milagroso, y tu una maestra que lo haces de maravilla, que suerte tiene que tener tu marido con unas manos así, estará más que encantado.
Le dije era viuda, contándome que el también lo era como ya me había dicho su hija como suponía.
Yo estaba ya con la respiración medio cortada de la excitación que me tenía aquel abuelo, y más cuando me dijo, si todo lo haces como el masaje, menuda lotería se lleva el hombre que te conquiste.
A que se refiere le dije cayendo en su trampa,.. Riendo el, a la vez que decía, me refiero a cocinar claro a que me voy a referir, volviendo a reír.
Dijo espera, dame aquí en el muslo un poco que el dolor me llega también a esa zona, bajándose los pantalones y quedándose solo ya con los calzoncillos a medio bajar, comprimiendo descaradamente aquel paquetón que estaba deseosa de agarrar.
Me unte las manos y comencé a darle un masaje por el muslo, hasta rozar la entrepierna con mis nudillos,
ento, pero me dijo que me lo llevara que en los próximos días pararía si no era mucha molestia por mi casa para que le diera un recordatorio de masaje y así curarse del todo, yo le dije que lo esperaría con mi bata de enfermera, insistiendo el que no llevara nada debajo… eso está hecho le dije, usted también venga sin slips que no se les vaya a manchar , y dándole un beso enorme me despedí ese día, no sin recibir una nalgada cariñosa al salir por la puerta.