Fui a un concierto de Rock con mi marido, llego un poco más tarde y eso hizo que varios jóvenes me apoyaran hasta correrse
Hacía tiempo que no salíamos con mi marido. Entre los trabajos, la agenda, las actividades, los hijos, etc, había hecho que la agenda se llenara de tareas que habían impedido salir como pareja.
Esa noche había un concierto de rock de un grupo muy bueno y conocido, y pensé que seria una buena ocasión para sacar mis mejores prendas de rock y volver a sentir la energía de la juventud. Siempre se fustraban los planes a última hora, y esperaba que esa noche no ocurriera.
Mi marido trabajaba hasta la medianoche, pero habíamos quedado en la puerta de la sala de conciertos, ya que quedaba a medio camino entre casa y su trabajo.
Esa tarde y noche invertí un tiempo en mi misma. Había ido a la peluquería, y me dispuse a hacer una buena siesta para estar fresca y radiante por la noche.
Después de cenar me di un baño, y me dispuse a vestirme de la manera más sexy que podría aportar.
Aquella noche estaba dispuesta a conseguir que más de uno se girara al verme. Lo necesitaba. Necesitaba sentirme viva y deseada nuevamente.
Así que salí de casa enfundada en mis pantalones negros ajustados, mi blusa escotada, y mis zapatos negros de tacón dispuesta a todo. No me puse sujetador porque tenia ganas de sentir mis pechos libres. Y saqué unas bragas recién recibidas como regalo de mi marido. Pensé que le gustaría saber que las llevaba.
Cuando llegué a la calle del local a medianoche puntual, revisé el móvil, y pude leer el mensaje de mi marido donde me avisaba que llegaría un poco mas tarde, que nos encontraríamos dentro. En otro momento le hubiera esperado pero no tenia ganes de perderme aquel concierto.
El local normalmente es un lugar frecuentado para gente de nuestra edad, entre los 40 y 50, pero esa noche al entrar pude observar que habían grupos mas jóvenes de lo habitual.
El concierto empezó y decidí quedarme por la parte trasera de la sala, más cerca de la entrada esperando que cuando llegara mi marido me encontrara fácilmente. Las primeras canciones fueron sonando y poco a poco me fui introduciendo en su ritmo. Los dos cantantes nos pedían a los espectadores de vez en cuando que entráramos en las canciones levantando las manos, o gritando alguna parte de las mismas. Poco a poco me fui metiendo en la atmósfera del concierto.
Tan entusiasmada por la música que me hacía vibrar, y no me había percatado, pero me di cuenta que estaba rodeada por un grupo de hombres bastante mas jóvenes, que deberían rondar los 30. Vestían con bastante clase y me sentí bien admirada cuando el más cercano a mi, me dedicó una sonrisa muy atractiva, mientras me repasaba de arriba abajo.
Me sentí bien, pero también un poco avergonzada, y estuve tentada de salir de ahí, pero me relajé y pensé: -, relájate y disfruta. ¿No me dice mi marido que no es celoso?
El siguiente tema fue subiendo de ritmo, y la gente íbamos juntándonos más y más. No me percaté del momento exacto, pero de repente fui sensible y sentí alguien detrás de mi. Me gire levemente y ví que era un joven que sin previo aviso iba cada vez mas restregandose contra mi trasero. Volví a mirar al concierto como si no le diera importancia.
La primera reacción fue quedarme quietecita al notarlo, pero la música no me dejaba estar quietos y él se comenzó a frotar como disimulando al ritmo de la música. Yo me resigné a sentir como el chico se estaba dando el lote con mi trasero. Y a mi me agradaba la sensación. Nunca había estado con otro hombre desde que conocí a mi marido pero aquella novedad me excitaba.
Por un momento se me congeló la sangre cuando vi a mi marido a unas pocas cabezas de mi observándome directamente y sonriéndome con una copa en la mano. Le hice un leve gesto que él interpreto muy rápidamente de lo que estaba sucediendo. Su respuesta me calentó porque me dedicó un guiño de ojo mientras subía su copa en alto y me dedicaba un brindis en la distancia.
El joven que seguía detrás mío, poco a poco iba apretándose más y más. Yo me estaba calentando con la situación, y mi marido seguía sonriéndome. Era un trio en la distancia de emociones. Lo que siempre había deseado mi marido y yo le había negado.
En estas me volví a meter en la música y vi que la canción pedía las manos en alto y la gente estaba con el símbolo de cuernos con los brazos extendidos. Aproveché y le dediqué mis manos alzadas a mi marido, mientras mi compañero trasero ya estaba bien pegado a mi e incluso ya me agarraba con una mano por la cintura.
Por un momento, olvide mis limitaciones y creencias y disfrute del momento. Si mi marido lo estaba disfrutando de lo Lindo, no iba a cortarle yo el rollo a ese muchacho, ni a mi que ya estaba humedecida.
Los toques del muchacho se hicieron cada vez más intensos y sentí su verga bien crecida entre mis nalgas, entonces comencé a moverme a ritmo con él.
Me agarró fuerte y noté como empujaba su miembro, mientras con una mano ya me estaba tocando toda una teta. Por un instante intenso me apretó contra él. Noté los movimientos de expulsión de carga de su verga mientras me suspiraba en mi oreja. Luego se relajó y me soltó, entendí que ya se había corrido.
Yo me había quedado muy caliente, así que me acerqué a mi marido. Le besé, y le dije al oído: – me han dejado a medias, estoy muy mojada. ¿Vamos a casa?
– a mi también me ha puesto mucho el espectáculo. Pero quiero ver el concierto.
– pues disfrútalo. Tú te lo pierdes.
Me separé otra vez unos metros y esta vez fui yo la que se metió en medio del grupo de hombres. Me puse delante de otro muy atractivo con su camisa blanca, y me dediqué a bailar. La escena no tardó en repetirse. Enseguida noté un miembro pegado a mi trasero. De hecho ni les miraba. No me importaba. Le estaba dando placer y él a mi. Esta vez fui un paso más adelante y al momento de notar su mano en mi cintura, metí la mía en los pantalones de él. La gente estaba entusiasmada con el concierto y nadie se daba cuenta. Nadie a excepción de mi marido que seguía allí sin perder detalle aunque no creo que viera nuestro juego bajo.
Note una verga dura y grande en mi mano. Se intuía bastante más grande que la de mi marido. La agarré con fuerza. El se apretó a mi y me besó el cuello. Una de mis debilidades. Y mientras podíamos por el poco espacio que había, y nos movíamos un poco al ritmo, me dediqué a hacer una paja a aquella dura verga que disfrutaba en mi mano, mientras su mano ahora ya estaba jugando con mi pezón.
No tardo mucho. ¿Qué le pasa a estos Hombres?
El hombre se acercó a mi oído y me susurró en un tono de placer un – me corrooooo… Que me encantó. Mi mano estaba rodeando la punta de su miembro, y noté la descarga caliente en mi mano.
– gracias, preciosa. Es lo único que escuche en mi oreja, mientras me daba un beso en mis labios superficial, y desaparecía entre la multitud.
Me acerqué a mi marido con una sonrisa y le volví a susurrar y exigir al oído:
– estoy más caliente. Llévame a casa y fóllame, o me follo a otro.
– cuando acabe el concierto, mi amor. Queda poco.
– me lo prometes?
– por supuesto.
Le extendí la mano para estrecharla con él a modo de pacto entre los dos. Y el también hizo lo mismo.
Nos dimos la mano fuertemente, mientras le miraba a los ojos con una sonrisa y ví su mirada asombrada al notar mi mano llena y caliente del fruto de otro hombre, mientras levantaba la otra mano con el símbolo de cuernos mirándole.
– pues hasta que acabe voy a ver el concierto allí que se ve mejor. Tú mismo.
Y volví a desplazarme a unos metros donde aun quedaban 3 hombres del grupo anterior. Quedaban 6 canciones para acabar el concierto.
Una ecuación que hacia encajar perfectamente mis matemáticas.