Mi hermana y su novio tenían problemas, fue entonces que él empezó a fijarse en mí. No pude evitarlo me dejé llevar y tuvimos una experiencia gay

Valorar

Mi nombre es Sebastian.

Primero que nada, soy un chico de 16 años, tez bronceada y un cuerpo normal, aunque lo que sí destaca de mi es mi culo y mis piernas, las que he trabajado gracias a que me encanta jugar futbol. Mido 1.70 y, en general, me considero guapo. Y sé que hay más que piensan como yo, porque sus miradas suelen delatarlos.

Mi hermana, Cristina, es seis años mayor que yo y asiste a la universidad, junto con su novio, Manuel. Tengo que admitir que desde que lo vi por primera vez, me pareció muy atdactivo, y que en los últimos años, donde hemos compartido viajes a la playa y jugado partidos con la familia, he notado que tiene buen cuerpo. La verdad es que nos llevamos muy bien y nunca pasó nada  que pudiera darme a entender que podría haber algo alli. Al menos eso fue hasta hace unos meses.

Por ese tiempo, mi hermana y él peleaban más seguido. Yo no me enteraba muy bien, pero parece que era porque ella prefería salir mas con sus amigas que con el. Realmente no me preocupaba, pues tenía mis propios problemas. Como decirle a mi familia que era gay. No sabía que esperar, pero se lo tomaron muy bien. Incluso Manuel me dio comentarios de apoyo.

Pero fue después de eso que sentí como algo cambiaba entre nosotros. De vez en cuando sentía su mirada sobre mi, lo que me incomodaba un poco. Las miradas continuaron y fueron haciendose una constante, así que me acostumbre a dejarlas pasar. No eran como las que me daba el conserje de la escuela o alguno de mis compañeros, asi que deje de pensar en ese asunto.

Una tarde, llegué a la casa después de la escuela, y encontré a Manuel sentado en el sillón, lo que no me pareció raro porque se la vivía en la casa, mas esa semana que mis padres habían salido de la ciudad. Lo extraño fue que mi hermana no parecía estar alli.

-Hola, Manu. ¿Y Cris?-pregunté, mientras el cambiaba de canal a la tv.

-Nos peleamos. Dijo que iba a salir con sus amigas y que a la noche llegaba- se notaba que estaba aún muy enfadado. Solo se limitaba a no maldecirla porque yo estaba allí.

-Ah, qué mal-atine a decir, sentándome en el sillón también.

Nos quedamos un rato viendo un partido aunque no le íbamos a ninguno de los equipos. De vez en cuando notaba su mirada recorriéndome. La sentía más intensa de lo normal, pero no dije nada. Me gustaba esa mirada en él, auqnue no quusiera admitirlo. Manuel tenía buen cuerpo y, por lo que había escuchado decir a mi hermana a sus amigas, tenía un buen pene. Intentaba no fantasear con él, sobre todo ahora que ya había mamado vergas de verdad. Me daba curiosidad saber qué tan buena la tenía.

Estaba pensando en eso, cuando su mano en mi mulso me sobresaltó. Lo miré, más sorprendido que asustado. Estaba mirándome con una sonrisa en la boca, mientras movía su mano más cerca de mi entrepierna.

-¿Y qué, Sebas? ¿Ya has mamado una verga?-me preguntó. Nunca me hablaba sobre eso, y menos mientras su mano libre la llevaba al bulto que tenia en sus pantalones. -¿Sabes que a tu hermana se le da bien eso de mamar? Pero la muy cabrona dice que no le gusta hacerlo. -comenzó a sobarse y no pude dejar de ver cómo ese bulto iba aumentando de tamaño. Sentí que se me hacia agua la boca -¿Quieres mamarla, verdad? -asenti, calentándome por lo que iba a pasar. -A ver si mamas mejor que la puta de tu hermana

Ni siquiera me importó que la insultara o que la fuera a engañar así, y conmigo. Quería probar su miembro y tragarme su leche. Me arrodillé frente a él y le desabroché el pantalón. Se puso en pie para sacárselo con todo y bóxers, mientras una suculenta polla, larga y venosa, casi me daba en la cara. Se sento de nuevo, abriendo las piernas.

-Ahora sí, puto, mamála. -puso su mano en mi cabeza y me acercó a su verga.

Comencé a darle lengüetazos, mientras que le sobaba los huevos con la mano. Sabía increíble. Me estaba deleitando con tremendo pedazo de carne. La fuí metiendo a mi boca, pero no iba a caberme por completo. Tomé la base de su polla con la otra mano, mientras la metía y sacaba de mi boca. Lo escuchaba gemir y llamarme su putita, y eso me prendía más. Mi pene estaba duro y lo sentía mojarse en mis pantalones, pero estaba muy ocupado dándole la mejor mamada de mi vida como para tocarme un poco.

-Así, putito, así. Se ve que sabes mamar, eh. ¿A cuántos se los has mamado? Ya ni la puta de tu hermana me las da así -sus manos estaban en mi cabeza, mientras empujaba su verga hacia mi. Sentí que me atragantaba, pero el no me soltaba. -Te voy a dar tu leche, eso es lo que quieres, ¿no? Llevo meses queriendo dártela, puto. Asi, andale, asi

Fue acelerando el ritmo, cogiéndome la boca como nadie lo había hecho. Ninguno de mis compañeros, ni siquiera el entrenador de la escuela se habia puesto así cuando se la había mamado.

Entonces se quedó quieto, y salieron chorros de semen directo a mi garganta. Me tuve que separar un poco, mientras aún se estaba descargando sobre mí. Su leche chorreaba en mi rostro.

-¿Te gustó?-preguntó, riéndose. Se levantó y tomó su ropa. Creí que ya había terminado, y la verdad me decepcioné. Pero me tomó del brazo, obligándome a levantarme. Medía unos diez centímetros más que yo y era un poco más corpulento. Se apretó contra mí. Su pene, ahora flácido, chocando contra mi erección, mientras me apretaba las nalgas y me daba un beso. Se separó un poco, sin soltarme. -Ahora te voy a dar por el culo. ¿Ya te lo estrenaron?-preguntó.

Negué, excitándome mas. Iba a tener tremenda verga ensartada.

Me llevó hasta mi habitación y cerró la puerta. Se quitó la playera que llevaba, mostrando ese cuerpo que ahora me parecía más atractivo.

-Desnúdate.-me ordenó. Me bajé rápido los pantalones y la ropa interior, mostrando mi verga ya dura, y me deshice de la playera del colegio. -No sabes cuántas ganas traigo de cogerte. -volvió a besarme, aferrandóse a mis nalgas, apretándolas y separándola. Sentí como su pene se endurecía contra el mío. Gemí de placer, mientras me daba la vuelta y frotaba su verga contra mis nalgas. -Varias veces me cogí a Cristina por el culo, pensando en tí. No le gusta el anal, pero a mí sí. Ponte en cuatro en la cama -me ordenó. No tenía que repetir nada. Estaba tan caliente y deseoso de verga que me dejaba hacer lo que fuera. -Así me gusta. Como una perrita en celo, esperando que la cojan. -se subió a la cama, pasando su verga entre mis muslos. Vi que tomó crema y se la untó en los dedos. -Te va a doler primero, pero te va a gustar. No vayas a gritar que no sea que llega tu hermana y nos arruina todo.-me advirtió. Sentí su dedo untándome crema en el ano. Se sintió raro, pero bien. Entonces comenzo a meterlo. Más y más.  Me dolía, pero no quise hacer ningún ruido. Siguió metiendo su dedo, acompañandolo de otros dos. Su verga estaba dura contra mi pierna, bastante lubricada. De repente sacó sus dedos, y sin avisar, enterró la cabeza de su pene en mi entrada. Me aferré a las sábanas, mientras me la metía más y más. -Así, aaah, estás muy angosto. Qué rico -siguió enterrándolo, tomandome de la cintura para mantenerme en mi lugar. Crei que iba a partirme en dos. Entonces sus huevos chocaron contra mis nalgas, y se quedó inmóvil. – Qué estrecho estás… casi me vengo nada más con entrar… -me dijo.

Sentir esa verga dentro de mí me excitó más. Comencé a mover mis caderas hacia él, buscando más placer.

-¿Ya quieres que te de? Ahorita tu macho te va a dejar bien preñada -se aferró a mis caderas y sacó casi toda su verga, antes de ensartarla de nuevo. Comenzó un mete y saca tan delicioso, gritándome que era la mejor puta que hubiera tenido, que me iba a dejar preñada.

-Sí, papi, préñame. Dame tu lechita, aaah, qué rico!! -gritaba yo. Me sacó la verga y me acostó de espaldas, antes de ensartarla de nuevo. Mis piernas se envolvieron a su alrededor. Me estaba volviendo loco de tanto placer. Quería que me cogiera siempre. Tenía una verga tan larga que me llenaba todo

-Te voy a dar tu leche. Te voy a coger todos los días. Coges más rico que la puta de tu hermana, aah, sí, así, aaah, me vengo, aaah -gritaba, aumentando el ritmo de sus embestidas. Yo estaba tan duro y caliente por lo que decia que no tuve que tocar mi pene para llegar al orgasmo. Chorros de leche cayeron en su abdomen. Sentí cómo mi ano se contraía, y entonces él gritó y dejó salir todo su semen dentro de mi.

Salió de mi interior y se dejó caer a mi lado. Estaba exhausto, pero me di la vuelta para besarlo. Me regresó el beso, acariciando mis nalgas.

-¿Vas a volver a cogerme?-pregunté, casi seguro de su respuesta

-Siempre

Ese día no hicimos más.

Mi hermana regresó ya noche sin saber que Manu estaba acostado a mi lado.

Desde entonces, ya no discuten. Cada que ella sale con sus amigas o se queda a algún trabajo, Manu viene a coger conmigo y lo dejo más que contento. A veces se despide de ella y viene directo a mi. Incluso hemos cogido con ella en el cuarto de al lado, y se la he mamado en la sala cuando ella sale a hacer alguna llamada.

Nos encanta coger en esta situación, tan riesgosa y excitante.

Si tan solo mi hermana supiera que su novio estrenó a su hermanito, seguro tendríamos muchos problemas.

 

 

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *