Mi hermano cuida demasiado bien de mi

5/5 - (1 voto)

Estaba sola con mi hermano en casa, nuestros padres estaban de viaje, él es mayor que yo cinco años.

Yo tenía 15 años y él 20, mis padres le habían dejado a mi cargo, era sábado, eran las 5 de la madrugada y yo acababa de llegar a casa, me quité los tacones y entré haciendo el mínimo ruido posible, caminé sigilosamente y me metí en mi habitación, mi hermano no se había percatado o eso creía yo, escuché como se abría la puerta de casa y como caminaba hacía mi habitación, abrió la puerta y me encontró sentada en la cama, yo estaba desvistiendome para ponerme el pijama.

– ¿Dónde coño estabas? ¡He estado buscándote por todas partes! – Dijo Enfadado.

– Solo estuve divirtiendome con mis amigas. – Me quité el vestido quedándome en ropa interior y lo dejé sobre la silla de mi escritorio.

– ¿Yo te he dado permiso para salir? – Frunció el ceño.

– No necesito tu permiso. – Le dije enfadada.

– Se acabo, estoy harto de tus tonterías de niñata, eres una cría y harás lo que yo te diga porque estoy a tu cargo. – Comenzó a registrar mi bolso.

– ¿Qué estás haciendo? – Yo tiré de su brazo enfadada, pero de poco sirvió aparte de ser hombre, mi hermano es enorme. Saco mi móvil del bolso y lo guardó en su bolsillo.

– ¿Para que coño quieres esto? – Dijo mostrando los condones en su mano.

– ¿Prefieres que no los use? – Preguntó irónica.

– Despidete de salir a la calle. – Dijo en tono autoritario, además de llevarse mi móvil, hizo lo mismo con mi portátil y mis llaves de casa. Cerró de un portazo la puerta de mi dormitorio, terminé de cambiarme y me fui a dormir. Al día siguiente era domingo y mi hermano estaba en casa, estaba claro que no iba poder salir y aunque consiguiera el permiso, no me iba a devolver mis cosas, ni tampoco me iba a dar dinero, así que le observé, acabamos de comer y después de fregar los platos, se sentó a ver la televisión. La casa estaba en suma calma y el comedor estaba sombrío, él había echado las cortinas para ver una película, el argumento de la película no me importaba, pero me quedé a verla con él, sabía que podía llegar a convencerlo de que me dejara salir y me diera dinero. Me senté a su lado, el solo iba vestido con un pantalón corto y nada más, tiene un buen cuerpo moldeado por las horas de gimnasia que le dedica, es jugador de hockey. Yo me puse uno de sus camisetas, como tantas veces usaba para estar cómoda por casa, a medida que la película transcurría, puse mis piernas encima de las suyas y apoyé mi cabeza en él.

– ¿Qué quieres Anna? – Me preguntó sin parar de mirar la televisión, yo me abracé a él.

– Dame un besito. – Le dije de forma cariñosa, sin soltarme de él.

– No te voy a levantar el castigo enana. – Me dijo serio.

– ¿No me lo das? – Dije con gesto de pena, con suavidad me abrazo y me besó la frente, paso su brazo sobre mi y continuó viendo la película.

– Ayer se me hizo tarde sin querer, es que estamos bailando y se me fue la hora. – Le dije apoyada sobre él.

– Sí no eres responsable con las reglas del horario, entonces no sales. – Dijo con el mismo tono de seriedad.

– Lo siento. – Dije mirándole a sus ojos verde intenso.

– Vale… – Dijo sin perder detalle de la película.

– ¿Me perdonas? – Le pregunté.

– Sí enana. – Me dijo sin mirarme.

– ¿Eso significa que puedo salir? – Sonreí.

– No, claro que no, cumplirás tu castigo por irresponsable. – Dijo él sin apartar la vista de la tele, me senté sobre él a horcajadas, la camiseta se me subió dejando ver parte de mis braguitas, descubriendo mis muslos.

– ¡Jo! No seas así conmigo. – Perdí mis manos en su pelo, lo llevaba corto completamente rapado por los costados y mas largo en la parte de arriba.

– Se lo que intentas hacer pequeña. – Agarró mi cintura por debajo de la camiseta, subiendola aún más. – Estuve toda la noche buscándote por todos los garitos de la ciudad con el alma en un puño, no, no voy a dejarte salir. – Esboce un suspiro y apoyé mi cabeza sobre su hombro, mi entrepierna quedo encima de su paquete, cuando me eché hacía delante para abrazarlo con mis brazos y su cintura con mis piernas, note su paquete, obviamente no estaba duro, pero era muy grande así.

Así que no pude evitar pensar en su tamaño cuando estuviera dura. Él también debió notarlo, porque me echó a un lado del sofá siendo algo brusco.

– Ponte un sujetador, ya no eres una niña, no puedes ir media desnuda por la casa, se te marca todo. – Me dijo en tono desagradable, mientras se levantaba del sofá.

– ¡Qué idiota eres! – Le dije, él subió al piso de arriba. Le había puesto un poco nervioso se lo noté y pensé por un momento, si él me castigaba a mí, yo le castigaría a él.

El resto de la tarde y la hora de la cena fueron tranquilas, después de ducharme me acosté a dormir, ya era tarde y mi hermano ya se había ido a dormir también. Me levanté de mi cama, busque una camiseta blanca de tirantes fina y corta, que hacía transparentar mis pezones, acompañada por unas mini braguitas brasileñas de tanga, del mismo tejido. Salí de mi habitación y fui a la habitación de mi hermano, abrí sigilosamente la puerta, el estaba destapado echado sobre su cama, solo en bóxer negro, el calzón marcaba un buen paquete, además de tener piernas, pecho y brazos musculosos. Sonreí con picardía, encendi la luz de la mesilla de noche y le moví un poco.

– ¿Qué pasa? – Me preguntó somnoliento.

– He tenido una pesadilla horrible. – Le dije con gesto apenado.

– Solo es un sueño, vuelve a la cama. – Me dijo con un solo ojo abierto.

– Dejame quedarme contigo, tengo miedo. – Le dije fingiendo.

– No, vuelve a tu cama, no pasa nada. – Me dijo él negándose.

– Derek… Esta bien. – Puse gesto triste y me dirigí a salir.

– ¡Enana, espera! – Me dijo antes de que cruzará la puerta. – ¡Anda ven! – Dijo haciéndome un gesto con la mano, sonreí y me puse a su lado. Él apagó la lámpara de la mesilla y volvió acomodarse. Yo rodee su cuello con mis brazos y me puse sobre él, doble sobre él una de mis piernas, para ponerme encima de su cuerpo.

Mi cuerpo y el suyo se quedaron completamente pegados, su paquete se quedó pegado a mi coño, me acomode un poco más, encajandolo mi coño con ahínco. Él se movió un poco intentando liberarse, pero me abracé fuertemente a él, en esa postura cerré mis ojos y me quedé casi dormida en su pecho, él no paraba de moverse incómodo, hasta que comencé a sentir como su bulto se iba endureciendo cada vez más, la fina tela de su bóxer marcaba toda su polla, era más grande de lo que me imagine. Notaba todo el calor de su cuerpo y trato de quitarme de encima.

– ¿Qué pasa? – Finji que acababa de despertarme. – ¡Qué coño! ¡Estás empalmado! – Le dije ofendida, mi hermano no dijo nada, solo me quitó de encima. – Eres un puto enfermo ¿Cómo has podido empalmarte conmigo? – Encendi la luz de la mesilla, pude ver a mi hermano sonrojado sin ser capaz de mirarme y su pedazo de pollón dibujado en su bóxer.

– Vete a dormir a tu cuarto. – Fue lo único que atinó a decirme, antes de meterse al baño, satisfecha por haberle hecho pasar un mal rato, me fui a mi cuarto. El roce de su pollón y sus músculos, había hecho que me mojara, así que me masturbe antes de dormir.

A la mañana siguiente, cuando bajé a desayunar, mi hermano me había dejado una nota que me levantaba el castigo. Él no se encontraba en casa. Estuve tranquila todo el día, pero mi hermano no había aparecido por casa, también cené sola y cuando estaba terminando escuché la llave.

– Hola. – Le dije al verle.

– Hola. – Dijo mientras abría la nevera.

– ¿Dónde has estado? – Pregunté.

– Entrenando, trabajando en la tienda y también he estado con algunos colegas. – Comenzó a comer.

– ¿Sabes cuanto vendrán papá y mamá? – Pregunté.

– No, aún les queda tiempo de su segunda luna de miel. – Dijo con la boca llena.

– ¡No hables con la boca llena! – Le dije riéndome. Él engullo con rapidez lo que estaba comiendo y bebió zumo.

– Tienes que arreglar el lavabo de mi baño, pierde agua. – Le dije

– ¿Me lo dices ahora a las 12 de la noche? – Dijo frunciendo el ceño.

– Lleva todo el día perdiendo agua, pero no has estado aquí ni cinco minutos. – Dije enfada.

– ¡Joder, te mirare el puto grifo! – Dijo malhumorado por tener que hacerlo a esas horas.

Estaba boca arriba, recostado en el suelo, ocupado mientras utilizaba varias herramientas.

– ¿Tiene solución? – Le pregunté desde la puerta del baño, ya en pijama, que era una a braguitas parecidas a las de la noche anterior y una camiseta que dejaba ver mi ombligo.

– Afortunadamente para ti si, es una pieza que esta floja. – Dijo sin mirarme, ensimismado en la tarea que estaba haciendo.

– A ver. – Me agache, poniéndome a cuatro patas en el suelo y apoyé mi mano en su muslo cerca de su entrepierna, mi hermano se sobresaltó, dándose un golpe en la cabeza con el lavabo, fue en ese momento que me vio y se puso más nervioso, haciéndome la tonta le pregunté si estaba bien, mientras él abandonaba mi baño diciendo que ya estaba. Yo me regocijaba en su comportamiento y me lo estaba pasando realmente bien.

Al día siguiente también se la pasó evitandome, hasta llegada la noche que regresó a casa. Ya era casi la hora de dormir, cuando salí envuelta en una toalla recién salida de la ducha.

– Derek se me a liado el broche del collar en el pelo, ayúdame. – Dije mientras le daba la espalda para que me lo soltará, que realmente no estaba provocandole, de verdad se me había enganchado. Él me quitó el lio de mi pelo y yo acomode mi pelo con el cepillo.

– Gracias. – Sonreí girandome, estaba empapada y tenía el cuerpo aceitoso por la loción corporal. El gesto de mi hermano era uniforme y volví a mi dormitorio, dejándolo allí.

Ya era de madrugada, todo estaba en silencio, cuando volví al cuarto de Derek ligera de ropa.

– Derek he vuelto a tener esa horrible pesadilla. – Le dije cuando vi que abría sus ojos.

– ¿Quieres dormir conmigo? – Me preguntó.

– Sí.

– Ven. – Dijo mientras me agarraba de la mano, me acosté sobre él, sus manos rodearon mi cintura, su pecho estaba pegado al mío. – ¿Te sientes más segura aquí conmigo? – Me preguntó este susurros.

– Sí… – Susurre yo también, sus manos comenzaron a recorrer mi espalda y su pelvis comenzó a moverse, para acomodarse bien en mi entre pierna.

– Derek ¿Qué haces? – Le dije.

– Solo me pongo cómodo. – Me dijo él, mientras sus manos me acariciaban la espalda, bajó hasta mis culo, lo manoseo y agarró mi tanga brasileño tirando de él hacía arriba clavandolo en mi culo y mi coño.

– ¿Qué coño haces Derek? – Le dije ofendida.

– Solo hago lo que llevas días deseando. – Sentí como rompió mi tanga en dos.

– ¡Derek que coño haces soy tu hermana! – Dije levantandome, pero me agarró con fuerza. El me morreo a la fuerza, yo no correspondí, apartaba mi cara.

– ¡Derek, para! ¡Para joder! – Él forcejeaba conmigo y me agarró una teta con fuerza, mientras su mano libre agarró mi coño, con todo su peso sobre mí, era incapaz de librarme de él. Su respiración se había agitado y se dejó caer sobre mi pecho, soltando mi teta, su cabeza estaba apoyada sobre mi, su mano derecha continuaba agarrando mi coño.

– ¡Soy un puto enfermo! – Dijo con su cara perdida en mi piel, yo acaricie su cabeza, todo se quedó en calma.

– Solo estaba jugando contigo cuando hacía esas cosas, pero no quería que todo se fuera de madre de esta forma. – Le dije, mientras acariciaba su cabeza con ternura. Me abrazó, metiendo sus manos entre mi espalda y el colchón, provocando que mis piernas se abrieran y quedarán a casa lado de su cintura, continuaba con su rostro entre mis pechos, sin mirarme. Yo le abracé fuertemente y cerré mis ojos. Mi dedos se metían entre su pelo y agarré con fuerza su cadera con mis piernas. Su bulto duro estaba pegado a mi coño desnudo, su cara a seguía entre mis tetas y él también me abrazó fuertemente. Yo moví mi pelvis dejando su polla marcada contra mi coño desnudo.

Él tiró de mi fina camiseta y descubrió mis pechos, comenzó a chuparmelos succionando mis pezones. Yo tenía mis ojos cerrados y acariciaba su cabeza.

– Aaargg! Sii… – Gemi cuando sentí como sus dientes agarraron mi pezón, en la habitación solo se escuchaban las succiones que me daba. Me lo estuvo chupando un buen rato, yo gemia constantemente, mientras apretaba su cabeza contra mi pecho.

Él continuó besandome y dando chupetones en mi piel, mientras bajaba por mi vientre.

Sentí como sus labios entraban en contacto con mi coño, suspire profundamente.

Su lengua se paseo por toda mi raja mojada, llenando sus labios de mi flujo, su lengua pasaba de una parte a otra de mi coño y se recreaba en mi clitoris.

– Aaaaahhh… Joder! Si, uf… – Yo gemia mientras me comía el coño de forma más agresiva, me agarré de su pelo tirando de él fuertemente, me agarró por los muslos y me lo comió con más ahínco.

– Derek, Derek. Aaaah, aaaaah, Dios me corro ¡Joder! Derek… Aaaw… Aaaaw, me corrooo. – Crucé mis piernas sobre su cabeza y la apreté entre mis muslos, mientras me corría en su boca. Mi pecho subía y baja sin parar, mientras mi coño palpitaba en su boca, él continuó lamiendome el coño. Le agarré de la cara y le hice subir por mi cuerpo.

– Esto te va a encantar. – Dije con tono morboso y le morree agresivamente, apoyé mis manos sobre su pecho, él enseguida me entendió y se echó sobre la cama. Me puse entre sus piernas y bajé su bóxer. Le agarré su gran miembro con las dos manos y comencé a pejearlo, mi hermano jadeo mientras me miraba, sin parar de pejearlo con ambos manos, empecé a lamer su glande, era gordo y grande, pero su tronco aun era más ancho. Yo disfrutaba con las polla grandes, pero nunca hubiera imaginado que la más grande que me metería fuera la de mi hermano. Empecé a bajar por su miembro mientras me lo metía en la boca, a la vez que estimulaba la base pajeandolo y acariciandole los huevos con mi otra mano libre.

Él jadeaba y acariciaba mi cabeza, yo bajaba pero solo era capaz de llegar a meterme en la boca la mitad de ese pollón, comencé a lamerle desde los huevos hasta el glande y me la metía en la boca, sin parar de masajear sus huevos, toda su polla estaba cubierta por mi saliva. Comencé a subir y bajar por su polla con rapidez, mi cabeza subía y bajaba entre sus piernas.

Yo comencé a escuchar sus jadeos más continuos, y sentía como se tensaba continuamente.

– ¡Ven aquí! – Me agarró por los hombros y me puso sobre él, su polla se quedó entre mis piernas. Me morreo con ansia, mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo y me apretaba contra él. Me senté sobre él, yo sentía su polla dura en mi raja, me agarré a su cuello, ambos estábamos sentado sobre la cama, la sensación de sus dedos recorriendo mi espalda, mientras me comía los pechos hizo que se arizara mi piel. Sin dejar de agarrarle, guíe su polla hasta mi coño y me senté sobre él, clavando su polla en mi.

– ¡Aaaarg! De… rek… – Gemi.

– ¡Nena! – Mientras me agarraba la cintura, jadeaba y se perdía dentro de mi. Puse mis manos sobre su pecho, haciendo que se acostara. Yo quede sentada sobre él y comencé a mover mi cintura suavemente.

Su miembro entraba y salía de mi interior con suavidad, sus manos agarraban mis tetas y mi cadera con fuerza. Comencé aumentar el ritmo y él movía su pelvis.

– Aaah! Siii! Mmmmm…. – Gemia empalada en su falo. Sentía como su barra de carne me llenaba hasta las entrañas, apoyé mis pies sobre la cama y comencé a cabalgar sobre él. Sus jadeos y mis gemidos se mezclaban y sonido de las embestidas llenaba toda la habitación. Estaba disfrutando de la cabalgada sacando su polla casi por completo y dejándome caer sobre él. Sentí como sus manos se metieron debajo de sus muslos, se sentó conmigo encima y se levantó de la cama. Sentí mi espalda contra la pared y comenzó a follarme duro, yo me agarraba a cuello.

– ¡Dioooos! Derek… Aaaah… Aaaaaw… Joder!!!!! ¡No pares, no pares! – Apretó mis piernas con fuerza, mientras su polla entraba y salía de mi interior. Mi hermano pegó su frente a la mía y me agarró más fuerte contra la pared. Sus embestidas se hicieron muy agresivas.

– Aaaaah, aaaaaaah, Derek, Derek, Derek. Aaaaah, Aaaaah. Joder!!!!! Me corro. – Ante mis palabras, Derek continuó con aquel ritmo haciéndome llegar de nuevo al climax. Después de mi orgasmo, nos morreamos mientras me la metía más pausadamente, me dejó caer sobre la cama, él sobre mi y me miró con picardía, agarró mis tobillos y me abrió las piernas, al mismo tiempo que rozaba su glande contra mi coño. De una sola estocada me la metió enteres haciéndome gritar de placer, se echó sobre mi y sentí toda la presión de su cuerpo. Le abracé manoseando sus musculosos brazos y parte de su espalda ancha, que bueno esta, su cuerpo mojada por el sudor marcaba mucho más sus músculos y me ponía más cachonda. Me lamia el cuello, mientras, me penetraba a buen ritmo. Yo gemia en su oído, mientras me abrazaba fuertemente a él. Sin cesar ni un segundo en la penetración comenzó a comerme las tetas, mordiendo mis pezones y succionandolos. Yo apretó con fuerza su cabeza contra mi pecho, después de aquello la sacó con suavidad, y me puso de espaldas a él.

Yo me puse a cuatro patas, poniendo mi culo en pompa y sentí como agarró fuerte mis caderas, guió su polla y la metió dentro de mi coño de nuevo, ambas gemidos sonaramente y empezó a embestirme de nuevo, mientras me agarraba las tetas por detrás, cuando pensé que el ritmo no podía ir a más, sentí como su polla iba aun más rápida, me deje caer sobre la cama, apoyándome solo con mis piernas, dejando mi coño a su total entera disposición, no paraba de follarme, mientras una de sus manos agarraba mi cadera y la otro acariciaba mi clitoris con movimientos rápidos y cortos, yo sentía su polla hinchada y como mi coño palpitaba, nuestros gemidos se mezclaban y se hacían más ansiosos, hasta que llegamos juntos al climax, su se men caliente llenaba mi interior y desbordaba, cayendo por mis muslos, mis piernas estaban temblorosas y mi coñito palpitaba de forma constante. No pude aguantar más y caí por completo sobre la cama, aunque su corrida no había parado. Sentí como salía de mi interior, me gire sobre la cama, él se volvió a poner sobre mi abrazandome. Sentía nuestros cuerpos mojados por el sudor y su respiración agitada sobre mi, nos quedamos dormidos.

Cuando me desperté estaba cubierta por una sabana y no había rastro de mi hermano. Baje a la cocina, había preparado frutas, dulces y algunos aperitivos salados que dejó en la cocina listos para comer. No había rastro de él, no estaba en casa.

Llegó al medio día, traía con él comida para llevar.

– Hola Derek. – Sonreí al verle.

– Hola. – Dijo las bolsas sobre la isleta.

– ¿Dónde estabas? – Preguntó tocando mi pelo.

– ¿Podemos hablar de lo que ha pasado? – Preguntó sin mirarme.

– Sí. – Le dije sonriente.

– Yo preferiría que esto se quedará entre nosotros y que no volviera a pasar. – Me dijo con rotundidad.

– Ya veo… No te ha gustado. – Le dije abriendo las bolsas de comida.

– Sí me a gustado, pero… ¡Joder somo hermanos! No hagas como si te hubieras acostado con un amigo. – Me dijo con gesto de preocupación.

– Sí me hubiera acostado con un amigo no lo hubiera hecho a pelo. – Dije con algo de descaro y agarré una de las bolsas saliendo de la cocina. Mi hermano se quedó en la cocina al perturbado y esa noche no cenamos juntos, los siguientes días se la paso evitandome, hasta la llegada de mis padres que volvimos hacer una «vida normal.»

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *