Hermano extraterrestre
Tengo seis años más que mi hermana. Aún nos bañábamos juntos como siempre, a pesar de que yo ya estaba entrando en la adolescencia. Durante uno de esos baños, mi hermana se dio cuenta de que mi pene estaba más grande que de costumbre. Quedó embobada mirando mi miembro y comenzó a reír a los gritos. La hice callar por miedo a que mi madre apareciera en el baño y me prohibiera volver a meterme en la bañadera con mi hermanita, cosa que me excitaba bastante. Le dije que debía guardar el secreto, ya que me había visto agrandar mi pene, le contaría mi verdadera historia. No debía hablar de esto con nuestros padres porque ellos tampoco conocían mi secreto. Yo era extraterrestre. Por eso podía agrandar mi pene acariciándolo con mi mano. Ella rio incrédula, era una historia bastante ridícula. Pero estaba dispuesto a demostrárselo. Le conté que los extraterrestres me dejaron en la casa de nuestros padres y les lavaron el cerebro para que creyeran que yo era su hijo, pero en realidad yo había nacido dentro de un frasco en un laboratorio de otro planeta. Le pregunté si sabía qué cosa salía del pene de los humanos. Me respondió, por supuesto, que les salía orina. A mí no. A mí me sale leche. Y se lo demostré en ese mismo momento, probando de manera irrefutable, ante sus ojos azorados salpicados de semen, mi origen extraterrestre. Me advirtió que eso no tenía gusto a leche. La leche extraterrestre tiene otro gusto. Le prometí que si bebía esa leche con regularidad, podría adquirir poderes especiales como la capacidad de volar, de ser invisible y por supuesto, visión de rayos x. Para mejores resultados, mi leche extraterrestre no debía tocar el aire, porque perdería todas sus propiedades. Por lo cual era recomendable que tuviese mi pene dentro de su boca al momento de que esta saliera despedida. Con el paso del tiempo mi hermana comenzó a frustrarse por la demora en recibir sus poderes, a pesar de su empeño y regularidad en la incorporación de mi leche. Lamentablemente, era una humana muy débil. Evidentemente la leche no estaba llegando a su estómago. No iba a resultar nunca el sistema que estábamos probando, así que probaríamos una última cosa. La leche debería recorrer una distancia más corta a su estómago. La vía oral era demasiado distante y la leche mágica perdía sus propiedades poderosas por el camino. Probaríamos metérsela por el culo. Me culeé a mi hermanita durante un buen tiempo antes de que descubriera que todo era una farsa. Pero siguió bebiendo y pidiendo mi leche poderosa por el culo, solo porque le gustaba. Aún hoy lo sigue haciendo.
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