Mi hermano Jorge me obliga a tener sexo con él

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Mi nombre es Fátima y estos hechos ocurrieron en el despertar de mi adolescencia y cuando mi hermano era apenas unos 4 años mayor que yo. Por aquel entonces yo era una colegiala algo sumisa y muy despistada que ya sea por la situación conservadora de mi hogar o porque en realidad no se me daba muy bien lo de socializar tenía muy pocas amigas y de novio mejor ni hablamos y aunque me interesaba un chico de mi colegio la verdad es que nada hacía por llamar su atención mi timidez no conocía limites a pesar de que no era yo una chica de mal ver, es decir soy de piel blanca, pelo negro algo alborotado, labios carnosos y mi físico siempre fue muy delgado pero de unas caderas muy pronunciadas y unos pechos bastante grandes pese a mi edad que me causaban cierta pena y a más de alguno(a) les había escuchado comentar entre susurros que eran rellenos, pero nada que ver eran y siguen siendo hasta la fecha naturalitos.

Para nadie es un secreto que aquí en México se han vivido crisis desde hace mucho tiempo y la migración tanto interna como al extranjero es una constante pues las personas se van de su lugar de nacimiento en busca de mejores empleos y oportunidades para brindar a sus familias estabilidad financiera. Este es el caso de mi tío Manuel quien se fue a trabajar a estados unidos llevándose a mi tía y a mis primos y dejando su casa sola por muchos años ocasionando que mi mamá y mi papá tuvieran que ir a quedarse a esa casa por lo menos una vez a la semana para evitar el pillaje.

En cierta ocasión mi padre tuvo que salir a trabajar fuera de la ciudad por un contrato de trabajo y mamá nos dijo a mi hermano Jorge y a mí que en ausencia de mi papá nosotros tendríamos que ir a quedarnos a la casa de mis tíos pues ya estábamos grandes y teníamos que colaborar ahora que ella acababa de tener a nuestro nuevo hermano. Me parecía algo incomoda la situación pues pese a que mi hermano y yo nos llevamos muy bien durante la infancia últimamente casi no hablábamos y al parecer a él tampoco le hizo mucha gracia aquello, pero la autoridad de mamá no se discutía y como ya les había comentado yo era muy sumisa y obediente así que asentí con la cabeza sin rechistar.

Mi hermano me dijo que me subiera a su moto pues nos iríamos en ella y entonces caí en cuenta de que aun llevaba la falda del uniforme escolar puesto que como era viernes no me lo había quitado al llegar a casa y le respondí:

— Puedo ir a cambiarme es que traigo falda y no me quiero subir así.

— Ese no es mi problema, respondió.

— Vámonos o te vas caminando tu sola.

Acepte sin más opción, en la cultura mexicana el hermano mayor hace las veces de lugarteniente de los padres así que subí mi falda a la altura de los muslos y me senté a horcajadas detrás de él, una vez hecho esto el arrancó sin contemplaciones su ruidosa máquina y se enfilo por las calles de la ciudad que ya se estaba quedando en penumbras. De pronto aceleró y sentí la necesidad de aferrarme a su cuerpo para no caerme le tome por los hombros. Pensé decirle que desacelerara pero dudo mucho que me hiciera caso así que solo me pegué más a su ancha y fuerte espalda mientras el aire hacia un rehilete con mi cabello. Unos metros mas adelante frenó abruptamente y mis pechos se estrellaron contra su espalda entonces paso su mano por mis brazos y bajo mis manos a su cintura con la intención de que fuera más segura, o al menos eso pensaba mi inocente conciencia.

Durante el camino sentía su aroma, toque su abdomen tonificado y pensé lo mucho que el había cambiado desde los días en que nos divertíamos viendo caricaturas en la televisión o jugando a la pelota en el jardín. En eso estaba cuando escuche su voz que me dijo:

—Ya llegamos, puedes soltarme miedosa.

Me dio pena y lo solté llevándome las cosas que mamá nos había dado para cenar una vez que llegáramos a la casa.

Cenamos prendimos la tele buscando alguna peli de terror que ver pero nada, decidí irme a bañar y quitarme el uniforme para no parecer una niña ridícula.

Así que sin mediar palabra me fui a una de aquellas habitaciones y me quite la ropa mientras me desnudaba vino a mí la imagen de mis pechos recargados sobre la espalda de mi hermano y un cosquilleo bajo por mi nuca hasta mi bajo vientre y se alojó en mi entrepierna, me enredé en una toalla y me fui al baño pensando en lo sucio de aquel pensamiento.

Apenas llevaba unos minutos bajo la regadera cuando una brisilla fría me insinuó que la puerta se había abierto a lo que grite:

— ¿Qué no ves que me estoy bañando?

—Si me doy cuenta, me respondió Jorge.

—Pues salte, Le dije.

—Y si no quiero.

—Ya no tardo salte por favor.

Entonces hubo un silencio prolongado pensé que se había ido pero aun podía ver su silueta parada frente a la puerta del baño, algo no estaba bien. Con el cuerpo aun mojado me enrede en la toalla y abrí un poco la cortina del baño y allí estaba el parado frente a mí con su miembro en la mano y masturbándose mientras miraba mis ojos fijamente. Yo estaba paralizada, un miedo recorrió mi cuerpo y sentí que la sangre en mis mejillas las haría reventar.

Ya no cruzamos palabra alguna él me sacó del baño de un jalón y me puso contra la pared frente a él mientras yo lloraba y balbuceaba una infinidad de cosas apelando a su fraternidad, pero el ya no escuchaba nada me empujo con su cuerpo, besaba lujuriosamente mi cuello y mis forcejeos no hacían efecto en aquel cuerpo forjado en el acero de años de gimnasio, sentía que mi corazón saldría por mi boca e intente gritar pero me calló de una cachetada y entendí que mi suerte estaba echada iba a ser violada por mi hermano, iba a perder mi virginidad de la manera más grotesca la sensación de impotencia se magnificó cuando de un solo tirón me despojó de la toalla y me tiró al piso del baño.

Sentía el peso de su cuerpo sobre mi frágil cuerpo, su barba crecida durante el día era como una áspera lija que se tallaba por mi piel aun mojada y me causaba irritación y escozor me manoseaba los pechos me tocaba las pierna y me sujetaba del cuello con fuerza yo era un como un pequeño ciervo frente a un tigre y al escuchar el ruido de la hebilla de su cinturón suelta supuse que él se preparaba para penetrarme. Con voz ahogada y la cara llena de lágrimas le dije:

—Despacito por favor, nunca lo he hecho, por favor hazlo suave.

Entonces el tiempo se detuvo sentí sus manos abriendo mis piernas todo mi cuerpo se tensó, pude ver su cuerpo semidesnudo frente a mí su mirada lasciva una de sus manos se aferró a mi cintura y con la otra tomo su grande y gruesa verga y la hundió de un solo golpe en mi vagina. Mis suplicas no habían causado efecto, sentí que algo se rompió dentro de mí, mis piernas se relajaron y aquel miembro me comenzó a embestir una y otra vez mientras yo miraba a un punto fijamente en el techo. Ya no lloraba mis ojos se habían secado en aquel baño ya solo se escuchaban los jadeos de aquella bestia y los golpeteos de mis nalgas en el frio piso de mosaicos y de repente un calor bañando mis adoloridas entrañas y después ese silencio horroroso que precede a toda tragedia.

Él se levantó, se vistió y mirándose en el espejo frente al lavabo salió de allí dejándome tirada en el piso con la boca sangrando por la fuerte bofetada, mi sexo escurriendo un líquido pegajoso y mi corazón de hermana destrozado.

Nunca volvió a pasar aquello y yo nunca volví a ver a mi hermano de igual forma, pasaron meses antes de que le volviera a dirigir la palabra, durante mucho tiempo pensé en mandar todo al diablo y delatarlo con mis padres o con las autoridades pero mi compasión y mi amor por el me lo impidieron siempre, el mismo amor y la misma compasión que él me negó aquella vez.

Pues por el momento es todo despues les platicare otros de mis encuentros y situaciones en los que me he encontrado cara a cara con situaciones de dominción, abusos, humillaciones y mas cositas que se les gustaran, saludos.

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