Joaquín, un bisexual de 18 años que tiene un culo que invita a follar
Habíamos acabado y dejado el colegio donde tantas cosas ocurrieron hasta hacernos buenos amigos Joaquín y yo. Ambos habíamos sacado un buen promedio que nos permitió el acceso a medicina, solo que íbamos a estudiar en diferentes Facultades de distintas ciudades. Joaquín se iba a ir lejos, a Pamplona, y yo me trasladaba a la ciudad donde tiene mi padre la oficina central, Valencia.
Valencia era la ciudad donde cada año íbamos a veranear y mi padre estaba esperando que yo acabara en el colegio para trasladarnos todos a vivir en Valencia. Al decir todos, me refiero a mi hermana, dos años menor que yo, y a Adela. Mis padres se habían divorciado siendo mi hermana muy pequeña aún. Mi hermana nunca conoció a mi madre, jamás preguntó por ella de pequeña, porque llamaba mamá a Adela, joven madre soltera que se cuidó de nosotros. Jamás hemos visto a mi madre, ni quise saber ya nada más de ella, pues no tenía sentido ocuparse de una madre que te abandona a tu suerte. Yo llamaba a Adela Tita y ella nos ha querido.
Cuando se fue mi madre yo tenía 4 años, es justo cuando mi padre le dio a Adela contrato completo, vino a casa y solo trabajaba para nosotros, para cuidarnos, ella organizaba la casa y solo iba a ver a sus padres en la noche cuando acababa su larga jornada. Se entabló entre Adela y nosotros una fuerte relación más familiar que laboral.
Ese verano, para que yo no estuviera tan solo, Joaquín aceptó de buen grado la invitación de mi padre para venir a Valencia. Nuestra casa está muy cerca del mar, delante de ella solo tenemos una simpática duna, por donde circula poca gente, solo unos cuantos voyeurs que deambulan para ver si algún chico se fija en ellos. Pero no sé qué es lo que pasa que los tales voyeurs son feos y panzudos, no me resultaron nunca atractivos. Nosotros vamos al mar cruzando la duna por un pequeño vado que la rodea y que queda justo frente a nuestra casa.
Joaquín solo podía venir durante el mes de julio porque en agosto se iría con sus padres a Galicia como tenían costumbre. También en Julio tomaba sus vacaciones Adela, de ahí la premura de mi padre en que nos fuéramos, porque ya tenía apalabrada a la empleada de limpieza de la oficina, llamada Lucía, para que cuidara mi casa de Valencia, tal como ya había hecho en veranos anteriores. El trabajo de Lucía era muy sencillo, venía cada día en su coche, ora limpiaba la casa, ora los enseres, ora ponía a lavar la ropa y cada día cocinaba, según ella se organizaba; los domingos nos íbamos a comer a un restaurante, siempre el mismo, llamado «La Langosta», junto al mar, a las afueras de la ciudad.
A nuestros 18 años, Joaquín y yo éramos jóvenes pero ya sentíamos desde tiempo algo entre nosotros. A mí me enamoraba Joaquín y este se estaba emperrando conmigo. Éramos tal para cual. No había entre nosotros un amor para asegurar el futuro, sino una amistad que sobrepasaba todos los límites. Yo sabía que Joaquín era heterosexual, pero con un culo que solo él podía tener, pero Joaquín, sabiendo que yo era gay desde siempre, no tenía problemas de dormir conmigo, ni de sobrepasar los límites del cariño, Joaquín me quería tanto cuanto a mí me atraía Joaquín.
Ese mes de julio fue nuestro mes, teníamos el mar, playa nudista y diversiones para nosotros. Mi padre, por mucho que era julio, tenía que seguir con su trabajo y a duras penas lo veíamos en las noches tarde y los domingos que se pasaba el día con nosotros.
Cuando mi padre preparó la casa dispuso de una habitación para cada uno, pero Joaquín y yo decidimos no desplazarnos y quedarnos en la misma, fue entonces cuando mi padre dispuso que nos aposentáramos en su habitación que tenía cama grande, que él se quedaría todo el mes en una cualquiera de las otras, además que, como tenía que salir en viaje de negocios, varias noches ni estaría en casa.
Fue así como Joaquín y yo vivimos todo el mes de julio desnudos, a excepción de cuando nos dábamos un paseo para ir a la ciudad o acudíamos a Kinépolis para ver alguna película. Y estando desnudos todo el día, en la playa o en casa, era evidente que teníamos muy buenas relaciones personales que pasaban todos los límites de las opciones, tendencias u orientaciones sexuales. Aparte de que a los dos nos gustaba casi todo.
En casa casi todos los días nos follábamos dos o tres veces. Era evidente que al ir acostarnos sin ropa alguna y destapados, dado el calor que hacía, entre los toqueteos, los besos y el contacto, acabábamos ensartando indistintamente la propia polla de uno en el culo del otro. Eso se convirtió en un rito de solemnidad cada noche. Pasados unos cuatro días, ya comenzaba a gustarnos la cama y por la mañana no teníamos tanta prisa en levantarnos y jugábamos o acabábamos follando.
Después del desayuno que nos preparábamos nosotros mismos, nos íbamos, desnudos y con un pareo cada uno, a la playa, estaba ahí mismo, era cruzar la duna y allí había tíos buenos para ver, mirar y desear. Cuando ya no podíamos resistir nos metíamos en el mar para bajar un poco la calentura. Pasábamos así la mañana. Mientras tanto, Lucía aseaba la casa, nos cambiaba las sábanas que daban pavor de tanto semen seco y había dejado nuestra comida preparada. Lo que era para calentar lo sacábamos del robot de cocina y el resto lo teníamos preparado sobre la mesa de la cocina en platos y fuentes cubiertas con servilletas.
Nos pasábamos a la sala frente al televisor para ver algo picante, en general películas porno y porno gay, al gusto de los dos. Algunas veces nos quedábamos sin ver la película porque Joaquín jamás tenía las manos quietas, o se rascaba sus huevos o me rascaba los míos. No es que yo sea santo de devoción, pero Joaquín era bastante más morboso. Él decía: ¿para qué hacerse una paja si había un culo disponible para obtener el mismo o mejor resultado? Yo no lo decía pero pensaba lo mismo ante la evidencia del hecho.
Pasada la digestión, al mar otra vez. Mucha gente suele ir al mar cuando pasa el fuerte sol ardiente, y allí estábamos el primer lunes de playa, uno junto al otro, sobre los pareos extendidos en la arena, medio dormidos. Se acercó una muchacha para preguntar la hora. No teníamos reloj, pero Joaquín sabe entretenerse con la gente y le indicó más menos la hora. Yo me quedé medio dormitando, hasta escuchar un grito. Incorporé mi cuerpo quedándome sentado, miré a derecha e izquierda y no había casi nadie, todos estaban muy lejos, hasta percatarme que gemían a mi espalda. Ahí me volví y encontré a Joaquín follándose a la chica que había preguntado la hora.
La muchacha, con los senos muy bien desarrollados, aunque prietos, se movía como loca, como quien quería follar el pene de Joaquín, estaban perfectamente acompasados, cuando él empujaba, ella levantaba su culo y volvían atrás, hasta que Joaquín echó toda su semilla en la vagina de la muchacha. Se notaba que ambos lo estaban disfrutando, pues tenía que ser así, si yo lo disfrutaba teniendo el pene de Joaquín en mi culo y no me dañaba nada, pensé que ella lo disfrutaba a tope y me pareció por lo que veía a medio metro de distancia que los dos se vinieron casi al mismo tiempo, o ella poco antes, porque vi sus flujos salir algo antes de que se quedará Joaquín sobre ella, comiendo sus pezones de satisfacción.
Cuando se relajaron se vinieron los dos junto a mí, la chica se puso al centro de los dos y me miraba como quien quería algo. Me presenté:
— Hola, le llamo Jor, mi casa está ahí, cuando quieras puedes venir, mañana comemos juntos los tres, si te parece.
— Estamos aquí mismo por la mañana y de aquí nos vamos a comer a casa, vemos un poco la televisión y nos regresamos a la playa, —dijo Joaquín.
— ¿Los dos sois gays?, —preguntó.
— No; no, solo yo —dije— Joaquín es hetero, pero es un buen amigo mío.
— Qué pena, estaba ilusionada con hacer un trío…; ah, disculpa, me llamo Susana y suelo venir a la playa sola en mi motocicleta, he venido aquí para estar acompañada, porque hasta el viernes esto está muy solitario. —dijo Susana.
— ¿A qué te dedicas?, —pregunté.
— Estoy haciendo biología, he acabado el primer año, pero tengo que escaparme de mi casa, mi familia es puritana y no sé qué pasaría si mi padre supiera que estoy aquí…, —explicó Susana.
— Y que estás follando con un chico…, —dije yo.
Nos reíamos los tres hasta que interrumpió Susana nuestra risa, preguntando a Joaquín:
— ¿Qué piensas hacer tú?
— Nosotros comenzamos medicina, yo en Pamplona y Jor aquí en Valencia, —explicó Joaquín.
— Oh, qué pena, no nos veremos más…, —dijo Susana.
— Sí nos veras, sobre todo a él, porque tiene aquí en Valencia mi casa a su disposición para venir a verte…, —dije yo imprimiendo mi sonrisa en mi cara y contagiándolo a ellos dos, como haría cualquier celestina.
Llegó la noche, nos despedimos hasta el día siguiente, la habíamos invitado a comer. Se presentó en la playa, eran las doce aproximadamente cuando preguntó la hora. Nos metimos los tres en el mar, pero yo nadé muy a mi aire y ellos iban haciendo de las suyas, se besaban, se abrazaban y cuando se cansaron, nos fuimos a comer.
Después de comer, nos sentamos en la sala, yo en un sillón y ellos dos en el sofá bien abrazados. Por supuesto que los tres estábamos desnudos. Pero yo atendí la película que era de serie y policías, pero ellos dos no atendieron la película. Estaban amarrados boca con boca y sus lenguas las veía cuando respiraban un poco, se tocaron por todas partes y se tumbaron en el sofá, Susana extendió su espalda sobre el asiento y las piernas encogidas por las rodillas. Joaquín, tenía su polla a tope y la tomó de las piernas, quiso levantarla, pero ella se lo impidió y él se tumbó sobre ella y comenzó a acariciar con su pene la vulva de la vagina de Susana. Al rato ella, que no paraba de gemir, soltó un chorro enorme desde su vagina del líquido llamado en inglés y en el porno squirt, expulsó mucha cantidad de fluido vaginal, algo blanquecino, muy tenue, aunque inodoro y transparente. Fue entonces cuando Joaquín empujó y metió su polla por entre los labios, desapareció entera de mi mista hasta que comenzó un meter y sacar alternativo hasta que llegaron al orgasmo. Aquello fue un humedal de mierda, porque hasta Susana se echó un pedo que olía horrores.
Como yo quería ser médico ginecólogo, me interesó ver aquello y me sorprendí de no tener una erección, pero antes de sorprenderme yo, cuando los estaba mirando fijamente, ellos me señalaban y estaban hablando de mi polla que estaba colgando y mirando al suelo «como nariz de elefante», decían ellos.
A la chica se le ocurrió decir que nunca había visto dos chicos follando y le gustaría. Joaquín que en todo estaba dispuesto a darle gusto a Susana, me miró y se vino para chupar mi polla, la mamaba horriblemente mal, pero lo soporté por la invitada. Se acercó ella para enseñarle a mamar una polla y me hizo una mamada magistral, muy técnica, pero otros chicos me lo habían hecho mejor. Se me puso dura y Joaquín se tumbó en el sofá encima de los flujos de Susana. Comencé a comerme su culo para dilatarlo. Y ayudado por mis dedos le iba metiendo uno tras otro hasta comenzar a dilatar separando tres dedos dentro de su culo. Joaquín la gozaba tanto o más que cuando estaba con Susana.
Miré que Susana me estaba observando detenidamente y le sonreí. Me sonrió con satisfacción y y me dispuse a atravesar aquel antro. Pasé la polla por la raja del culo, cubriendo todo el rafe incluido el agujero, desde el culo, pasando por el perineo, por el escroto y tocar la base del pene, regresar y volver como seis o siete veces, para estimular mi pene y toda su entrada, hasta acabar todos los previos y Joaquín gritando:
— ¡Entra ya, cabrón!, ¡métemela, puto maricón!, ¡no me toques los cojones y tira p’a dentro, joder!
Esto una o otra vez y yo jodiendo con tal estocadas hasta ver medio asustada a Susana. Casi sin que se dieran cuenta ni avisar, metí mi polla de una sola vez y le hice exclamar:
— ¡Wraaaaaaaag…, cabrón, me partiste en dos!
No me entretuve en contestar. Solo pensaba: «mujeres a mí me dirán cómo se folla, para putos yo, ¡joder!».
Este último joder se me escapó. Susana me miraba cómo sudaba yo y cómo lo hacía sudar a él, el regusto que nos daba y como me incliné a besarlo sin sacar la polla y metí lengua. Me incorporé y Susana se atrevió a besar a su querido Joaquín y me imitó metiendo lengua. Yo acrecentaba mi movimiento de meter y sacar hasta que llegué al cenit de mi pene, que notaba ya como entraba en estado de pre-orgasmo. Pero de pronto Joaquín soltó sus chorros, cayendo unos sobre la cara de Susana, otros sobre su pecho y los más cortos sobre su pubis. Un segundo después descargué con furia y placer dentro de Joaquín y unió él su orgasmo al mío, pero sin pérdida de tiempo recogí con mi boca esperma del que había en sus tetillas y lo tragué tras degustarlo, luego otro lametón al pecho y me di un beso con Joaquín para ser generoso con él. Y me dejé caer encima. Susana entonces, con cara de sorpresa y espasmo, besó a Joaquín y lamió esperma de su boca, lo tragó, se puso sobre la cara de Joaquín, labios con labios y yo me alargué hasta la mejilla de Susana y recogí una lametada de esperma de Joaquín para besar a Susana y traspasarle el néctar de nuestro chico de boca a boca.
Nos fuimos a la playa y quedamos hasta el día siguiente. Susana no comentó nada, pero se le veía reflexiva, silenciosa, emocionada, impactada de lo que había visto.
Al día siguiente, cuando llegó, mandé a Joaquín que nos trajera algún refresco, entonces me dijo:
— Eso sí es follar; nosotras, mis amigas y mis amigos, cuando follamos, ellos siempre con condón, la meten descargan y la sacan, me dejan insatisfecha y como si yo fuera el tacho de la basura.
— Es que vosotros no folláis, no ponéis la carne en el asador, no os queréis, vosotros hacéis un polvo y hala, el chico ha descargado y la chica se queda con mal humor, —dije.
Ella me decía que eso era precisamente lo que les pasaba y por eso buscaba un chico que lo sepa hacer bien y me preguntó:
— ¿Qué te parece Joaquín?
— Vale su peso en oro —dije— pero es muy joven, como yo y necesita tiempo para conocerte y que lo conozcas, si te precipitas, corres el riesgo de fracasar, es mejor su culo que su polla, pero aun es mejor su corazón, y si lo rompes…
En eso llega Joaquín y se pusieron a conversar mientras yo me metí al mar. El día transcurrió como el anterior, yo quedé parcialmente de lado, para no entrometerme y, después de comer, salí a dormir a la vera del mar, dejando que las olas fueran mojando casi todo mi cuerpo, mientras ellos se follaban.
Susana se quedó con nosotros toda la noche, trajo su motocicleta, la invitamos al cine y Joaquín la metió en nuestra cama. Lo disfrutaron, yo me conformé con la follada de Joaquín mientras ella se mamaba mi polla.