La Alumna Y El Profesor: Hace tiempo estuve trabajando de profesor en una escuela universitaria de chicas.

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Mi nombre es Bob Saget soy viudo y tengo 3 hijas Diana, 25 años, Stephanie 20 años y Michelle de 18 años.

Hace tiempo estuve trabajando de profesor en una escuela  universitaria de chicas.

Apenas llevaba unos meses trabajando en la biblioteca de la escuela cuando me ocurrió la siguiente historia.

En esta escuela  todas las alumnas llevan el uniforme ya saben ese tipo uniforme de falda de tablas que siempre se subían por encima de las rodillas, camisas blancas con corbata roja y verde,  zapatos negros brillantes y los calcetines blancos con una franja roja.

Pues estaba en la bibioteca una tarde cuando apareció Joan una chica morena muy bien desarrollada con su uniforme de la escuela. Se puso a trabajar en una mesa y yo seguí con mi trabajo archivando libros. De vez en cuando la miraba y ella había dejado sus apuntes y estaba leyendo un libro, había cruzado las piernas y tenía un vaivén de la pierna que hacía que se moviera su falda, miraba alrededor y era la única alumna que estaba allí. Observaba la pantalla detenidamente y luego la miraba seguía leyendo su libro mientras se metía el boli dentro de sus labios para morderlos con sus dientes dándoles pequeños bocaditos, me llamaba mucho la atención. Yo me puse a colocar libros en las estanterías con la escusa de acercarme más a ella.  y observar la mejor,  como el lobo a sus ovejas, ella no estaba trabajando sino leyendo un libro “la alumna y profesor”… sin hacer ruido dejé el carro de los  libros y me alejé de ese sitio.

Consulté en Internet el libro y estuve viendo de qué iba el libro, la verdad es que me puso muy cachondo el relato y más saber que era alumna y profesor. Así que miré el reloj iban a dar las 20, la biblioteca se cerraba a 20.30, en la escuela no había nadie, ya que las chicas las tardes las tienen de tiempo libre hasta  las 21:30 que se sirve la cena. A la hora que era la gran mayoría estaría o preparándose para la cena o exprimiendo el tiempo en actividades de ocio antes de prepararse para la cena.

Puse el cartel de cerrado en la puerta de la biblioteca y eché la llave silenciosamente. Luego me acerqué remarcando mis pisadas a Joan, al escuchar mis pasos cerró el libro y lo puso boca a bajo para ocultar el título, y yo al llegar a la mesa donde se encontraba me hice el sorprendido.

–    Uy, estás aún aquí.

–    Si, señor. respondió ella algo sonrojada.

–    ¿Qué estás haciendo? ¿ te puedo ayudar?. le dije mientras me acercaba a ella lentamente, y me puse detrás de ella posando mis manos sobre sus hombros y ella sacaba varias hojas y las mezclaba.

–    Pues estaba haciendo algunas actividades de Don Severiano, el profesor de Inglés.

–    Ok, ¿quieres que te ayude?.- le dije

–    Claro.- respondió, le pasé su pelo suelto al otro lado del cuello para ver las actividades y me acerqué lo suficiente para que ella sintiera mi aliento en su nunca,  noté que a las pocas palabras los pelillos del cuello y del brazo se le habían erizado.

–    Tenemos que rellenar los huecos de las frases con palabras de este cajetín, me explicó, tomé una silla y me puse a su lado y comencé a mirarle las actividades.

–    ¿Puedo?.- le dije mientras que tomaba la hoja de su actividades ya completadas, ella asintió con la cabeza. Estaba leyendo las actividades y ella estaba recuperando la tez de su piel bajando el colorado de sus mejillas. Miraba las frases mientras que tamborileaba con mis dedos sobre la mesa. Ella fijaba su mirada en mi dedos, largos y gruesos útiles para llegar a lo más profundo de su ser, era lo que quería que ella se diera cuenta de mis armas.

–    Yo las veo bien, está todo perfecto. has hecho un buen trabajo. Como se te da la pronunciación.

–    Regular.

–    A ver lee esta frase. Francamente, la pronunció nada más que regular. Hice que se pusiera su silla frente a la mía y que colocara sus piernas dentro de las mías.

–    Mira, tienes que sacar el aire no de los pulmones sino del diafragma le dije poniendo mi mano sobre su diafragma debajo de sus pechos.

–    Pronuncia ahora -seguía igual de mal- mira tienes que sacar un poco la lengua y levantar los los labios como una explosión. le dije mientras que le abría los labios con mis dedos índice y pulgar.

Ella entornaba los ojos al sentir mis dedos en su labios y mi mano en su barriga,  y luego con sus manos guió a mi mano de la barriga hacía uno de sus pechos apretando la fuertemente contra el. Yo empecé a acariciar su labios con mi dedo, ella se dejaba acariciar luego acaricié su mejilla,  ella seguía entonando sus ojos sujetando mi mano contra su pecho yo posé mi mano a un lado de su cara y acerqué mi cuerpo a su boca. Mi boca aterrizó en su boca y ella abrió su boca al igual que yo y nuestras lenguas se unieron en un ardiente beso entre maestro y alumna.

Ella soltó mi mano y posó las suyas encima de mis rodillas, yo comencé a desabrocharle la corbata de su uniforme y la camisa de este. Luego desabroché de atrás su sujetador pudiendo acariciar su pechos, sus suaves y lindos pechos.

Sus manos había subido por mi pantalón y ahora estaban palpando el bulto que hacía mi polla en ellos, mientras seguíamos besándonos.  Mi excitación era increíble. Dejé de besarla. La tomé de las axilas y la levanté en peso poniéndola encima de la mesa de la biblioteca.

Ella me miraba con la cara de ovejita que iba a ser comida por el lobo. Le despojé de su camisa y luego de su sujetador ante los vanos esfuerzos de ella de quitarme el cinturón del pantalón. La volví a besar mientras que ella que había desistido de quitarme el cinturón se había conformado con abrir mi cremallera y meter su mano dentro de mis pantalones para abrazar con su mano mi polla. Comencé a besar su pechos, esos dulces pechos inmaculados blanquecinos y con pezones rosados. Me metía uno en la boca y el otro lo acariciaba con mi otra mano, ella había sacado algo de mi polla al aire y la acariciaba. Bajé mis manos y las metí por debajo de su falda mientras que con la boca le seguía lamiendo los pechos.

Tome sus bragas por cada lado y comencé con un vaivén a hacer que las bragas bajarán por su piernas llegando a salir de la falda a sus rodilla, estaban húmedas muy húmedas, luego cayeron por sus calcetines llegando a sus zapatos negros de charol, ella con un tijeretazo de piernas las dejó caer al piso. Deje su pechos para ponerme de rodillas y levantarle la falda. Metí mi cabeza dentro de su falda y le abrí las piernas comenzando así a besar esos labios rosados que tenía en su coñito virgen. Le metía la lengua y ella gemía sin querer hacer ruido pero algún grito siempre se le escapaba.   Posó sus manos sobre mi cabeza para hacer presión en ella y cerraba su piernas con mi cabeza dentro, yo hacía que mi lengua llegara más adentro de su coño. En un breve tiempo de su coño empezó a emanar sus jugos, había conseguido que se corriera y ella me lo estaba dando todo. Me levanté con la boca aún llena de sus jugos. ella me miró avergonzada pero a la vez extasiada.

–    Lo siento.

–    No importa.

Mientras le hacía un dedo me desabroche el cinturón y me bajé los pantalones luego le quité el broche de su falda la cual quité. Tirando de su cuerpo hacía mí, le metí mi polla dentro. Mi polla al principio no entraba del todo, Joan era virgen y su coño aunque había sido excitado no estaba lo suficiente así que con paciencia comencé a meterle la polla, ella agradecía mi consideración y como me estaba conteniendo por no follármela salvajemente como era lo que queríamos ambos. Una vez que estuvo su coño listo procedí a romperle el imen y follármela con todas mis ganas cosa que a ella le gustó, la sensación de sentir mi polla abriendo todo su coño. Yo aumentaba el ritmo y ella lo único que hacía era morderse los labios para no gritar, al poco tuvo su segundo orgasmo quedándose rendida de excitación sobre la mesa de la biblioteca yo estuve empujándola un rato más mientras que ella se acariciaba los pechos, finalmente me corrí con la delicadeza de sacarle la polla de su coño antes de ellos, aunque acabó todo sobre su cuerpo desnudo que estaba encima de la mesa de la biblioteca de la escuela preuniversitaria  femenina.

Tras recuperar el aliento le dije que se vistiera que eran las 21:00 y iba a llegar tarde a la cena.

Ella se vistió y recogió sus cosas, yo le abrí la puerta de la biblioteca para que saliera a arreglarse para la cena no sin antes darle un último beso en sus labios. Al día siguiente volvió a por más pero eso os lo contaré en el siguiente relato.

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