La francesa me masturba mientras se toca

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Epsom, primera semana de junio de 1974.

Snow Knight había ganado el Derby en Epsom Downs. Acaba de ver mi primera carrera de caballos. Había mucha diferencia de las carreras de burros que había en mi aldea, en que yo era jockey de nuestra burra Cuca, y no por que una era carrera de burros y esta era de caballos y yeguas de pura sangre, que también, pero la mayor diferencia la encontré en las vestimentas de la gente… En mi aldea los espectadores más selectos llevaban la boina negra de los domingos, vestían ropas de pana y el que más y el que menos estaba enfrente de la tienda con un vaso de vino en la mano, aquí estaban en un palco, vestían de chaqué y calzaban zapatos de charol, llevaban un sombrero de copa en la cabeza y eran unos estirados, y ellas, en la aldea llevaban pañueleta en la cabeza, vestidos del mercado y zuecos o zapatillas, en Epsom, las que estaban en el palco, la reina incluida, llevaban vestidos de los mejores modistos, zapatos de piel y en la cabeza unos sombreros que si los ve mi burra, la Cuca, se hartaba de reír por lo ridículos que eran, pero bueno, ellos se irían de allí en sus Rolls Royces, sus Jaguars, sus deportivos… Y yo volví en el coche de San Fernando a la habitación donde vivía. En todo caso había visto unos animales magníficos, que era a lo que fuera, pues las apuestas no eran lo mío. Eso y alguna jaca en minifalda, rubia, alta, de ojos azules a la que montaría yo y al metérsela en el culo iba a coger tal carrera que llegaría a la meta antes de Snow Knight, o no, porque los ingleses eran muy de culos, de hombre, pero supongo que si les iban unos les irían lo otros y en ese caso ya tendrían el agujero abierto. En fin, bromas aparte, los cinco años que pasé en ese país me encantaron. Al estar cerca de Londres era inevitable ir a ver el Gran Beni (Big Ben), que estaba en las Casas del Parlamento, el Tower Bridge (Puente de la Torre), el British museum (Museo Britanico), El Buckingham Palace, (Palacio de Buckingham)… Y muchas cosas más… En todo caso, de recién llegado a Inglaterra, lo que más me impresionó fue lo que vi en Picadilly Circus. ¿Qué fue? Un escaparate donde había pollas de plástico de todos los colores y tamaños, y aún más ver a dos chicas jóvenes, de unos dieciséis años, dentro del comercio con dos enormes pollas negras en sus manos… Podréis pensar que es algo normal, pero es que yo llegara de España, donde había una dictadura, y donde la censura hacía que cortaran hasta el beso final de las películas.

Yo trabajaba e Epsom en el Manor Hospital, un hospital de subnormales, del que ahora solo queda el club donde pasábamos el rato los empleados, ya que lo derribaron, el Manor y los otros hospitales que había cerca, el West Park, el Horton, el St Ebba´s y el Long Grove.

Empecé trabjando de domestico (después trabajé de enfermero e intérprete.) Teníamos una jefa, un supervisor, Sánchez, que era español, y tres supervisoras, dos inglesas y una francesa, y la Francesa, que así le decían, fue la que me tocó a mí.

La Francesa era bajita, no llegaba al metro cincuenta, delgadita, rubia, con media melena, de ojos azules, de tetas pequeñas… Tenia todo pequeño, menos su belleza, que era grande. La Francesa pasaba de los treinta años y no llegaba a los cuarenta. Tenía un novio negro, de Mauritania. El tipo era de estatura mediana, llevaba gafas y tenía una cara de buenazo que tiraba para atrás.

Yo tenía dieciocho años, medía un metro setenta, y cuando ocurrió lo que voy a relatar ya tenía melena con raya al medio, largas patillas y un culo redondo que llamaba la atención cuando llevaba vaqueros, y no lo digo por fardar, más de un vez me lo tocaron en el pasillo, y cuando miraba para atrás veía a dos o a tres enfermeras sonriendo, las miraba, también les sonreía y luego me cagaba en sus muelas… Yo matándome a pajas y las muy putas no daban la cara.

Un día, la Francesa, me mandó a trabajar al Workshop, una nave muy grande donde trabajaban los pacientes más espabilados montando juguetes.

Ya había barrido y fregado el suelo y aún me quedaba más de una hora para fichar y salir. Llegó la Francesa a supervisar el trabajo. Me pilló leyendo The Sun, y en castellano con acento francés, me preguntó:

-¿Acabó, mister Garcia?

-Sí.

Con buenas palabras, y una sonrisa en sus carnosos labios, pero me amonestó.

-Mire, mister Garcia. Debe hacer las cosas con más calma, de otro modo le va a sobrar siempre tiempo, y en ese caso se tiene que poner a limpiar el polvo o a hacer otras cosas, no le pagan el sueldo por leer el periódico.

Con respeto, le respondí:

-Lo siento, me pondré a limpiar el polvo.

-Eso es lo que me gusta de usted. Otros me contestan mal, y yo, si había de reportarlos, me callo por no arruinarles la vida.

-No lo sabía, son unos desagradecidos. Les hace de intérprete cuando lo necesitan y le pagan así, la verdad es que hay gente para todo.

-Sí que hay.

-Me pongo a trabajar.

-No, no. El trabajo ya lo tiene hecho y yo estoy aburrida. Sentémonos y hablemos, pero vamos para un sitio donde no nos vean, no sea que acabe siendo yo la reportada.

La Francesa abrió una puerta con su llave maestra, encendió la luz y entramos en la oficina de los carpinteros (no tenía ventana) donde había tres sillas, una mesa una alfombra en el suelo y cuatro cosas más.

La Francesa llevaba puesta una capa verde por encima de su bata blanca y calzaba unos zapatos. Yo un mono funda blanco y calzaba unos tenis. Se sentó en una silla, yo me senté en otra, y me preguntó:

-Perdone mi curiosidad, pero me gustaría saber qué lo trajo a Inglaterra, mister Garcia.

-No hay nada que perdonar. Vine a aprender a hablar bien el inglés. Lo estudié en el instituto pero no es lo mismo leerlo y escribirlo que hablarlo.

-Sabía que no era un inculto cómo todos los que me insultan. ¿Dejó novia en España?

Me empezó a oler a aventura, y comencé a mezclar la verdad con la mentira.

-No, nunca tuve novia.

La sorpresa la hizo hablar en ingles.

-Really?! (¡¿de verdad?!)

-Sí.

-Are you a virgin? (¿eres virgen?)

-Sí.

Sonrió y pensé que podría haber tema.

-I don´t believe you (no te creo)

-Pues puede creerme.

La Francesa, volvió a hablar en español.

-Entonces si una chica se quiere acostar con usted no sabría que hacerle.

Me hice el tonto.

-Claro que sabría, se la metería en el chochito.

-¿El chochito es el coño?

-Es.

-¿Si le digo unas palabras fuertes no va propasarse conmigo?

Aquí ya supe que quería follar conmigo.

-No, diga.

-Antes de joderla. ¿Se dice así?

-Si, joder, follar, echar un polvo.

-¿Y que más?

-Echar un kiki, hacer el amor…

-Eso me gusta. Antes de hacer el amor tendría que besarla, comerle las boobs, (tetas) comerle el pussy (coño), comerle el ass (culo). Si no, no se corre.

Ricé el rizo.

-¿Es que las mujeres también os corréis?

Con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:

-You really are a virgin! (¡realmente eres virgen!)

-Ya se lo dije. ¿Si le hago yo una pregunta no se enfada ?

-No, pregunte.

No me anduve con rodeos. La Francesa estaba muy buena y yo estaba pasando mucha hambre de cpño.

-¿Quiere enseñarme cómo se hace correr a una mujer?

Tampoco ella se cortó lo más mínimo. En Inglaterra hablar de follar era tan normal cómo respirar.

-Sería un placer, pero también muy peligroso.

-Ponga la llave maestra atravesada en la puerta y si viene alguien no podrá abrir.

-Tengo novio.

-¿Y quién le va a decir nada?

Miró el reloj. Faltaba casi una hora para salir.

-Promete que no se lo va a decir a sus amigos.

-Prometido.

La Francesa se levantó e hizo que me levantara, me bajó la cremallera del mono funda, se puso en cuclillas, metió su mano dentro de mi calzoncillo y sacó la polla. Su mano se deslizó por la polla de arriba abajo. Miró cómo salía aguadilla del meato, la lamió, y después chupó el glande. Dejé caer la funda y bajé el calzoncillo. Puso la polla hacia arriba y me lamió, beso y chupó las pelotas, después la volvió a chupar y a masturbar… Chupó el glande y la metió casi toda en la boca… Meneándola, chupando el glande y acariciando mis pelotas, me corrí en su boca. Al acabar de correrme, y de aprovechar hasta la última gota, me dijo:

-¡Dios mío, que rica estaba!

Se levantó, se quitó la capa, se desabrochó la bata y quedó en sujetador negro y en bragas del mismo color. Levantó la cabeza y buscó mi boca, la encontró, metió su lengua dentro y la metió debajo de la mía. Al tenerla a tiro, la chupó. Le devolví el beso y la senté encima de la mesa.

-Quíteme el sujetador.

Le quité el sujetador y sus pequeñas tetas con areolas color rosado y pequeños pezones quedaron al descubierto. Le chupé una, y me dijo:

-Lama primero los pezones de abajo arriba.

Se los lamí.

-Cójalas con las dos manos y apriete y suelte.

-Eso se llama magrear.

-Pues magree mis tetas.

Lo de tratarnos de usted, cómo que no me cuadraba.

-Oiga. ¿Por que no nos tuteamos?

-Por que si se nos escapa y nos tuteamos delante de la gente, pensarían mal.

-Sabias palabras. ¿Qué más quiere que le haga?

-Magree las tetas mientras lame mis areolas haciendo círculos con la punta de la lengua.

Hice lo que me mandó. Mi polla apuntaba al frente, la Francesa me la masturbaba con una mano… La otra se movía dentro de sus bragas. Se estaba haciendo un dedo.

-Ahora, lama y chupe, lama y chupe…

Lamí y chupé, hasta que me dijo:

-I´m gone cum! (me voy a correr)

Me cogió la cabeza y me volvió a besar con lengua, más que besarme me devoró la lengua, lengua en la que se ahogaron sus gemidos.

Al acabar de correrse, en las bragas tenía una tremenda mancha de humedad. Me dijo:

-Cójame y fólleme.

La cogí por el culo en alto en peso, ella se abrazó a mí. Le aparté las bragas y se la clavé hasta el fondo, Entro cómo entra un cuchillo caliente en la mantequilla. La follé subiendo y bajando su culo con mis manos. La Francesa cerró los ojos y me besó con pasión. Pasado un tiempo vi que me iba a correr y sentí que ella también se venía, le dije:

-Tengo que quitarla, me voy a correr.

Volvió a hablar en inglés.

-Cum inside me, I take the pill (córrete dentro, tomo la pastilla)

La follé fuerte, y exclamó:

-I´m cuming! (me estoy corriendo)

No hacía falta que lo dijera, su coño apretando mi polla y bañándola de jugos, sus temblores y sus gemidos, lo decían a las claras. Su corrida se mezcló con la leche de mi corrida, una corrida impresionante. La volví a sentar sobre la mesa. Me dijo:

-Tengo que irme. Debo recoger las llaves. Mañana lo mando otra vez para aquí. El workshop ya está limpio y tendremos mucho más tiempo.

-¿Me enseñará a comerle el coño?

-Sí, y el culo. ¿Sabía que las mujeres también nos corremos al follarnos el culo?

Ahora quien habló en inglés fui yo.

-Really?!

-Really, darling (de verdad, cariño.)

Cuando llegué el día siguiente a trabajar a la una y media y me dio la llave y me mandó al Workshop, mi polla se levantó y se marcó en la funda. Vio el bulto y sonrió.

A la media hora entraba en la nave. Yo estaba limpiando el polvo de una ventana. Me hizo un gesto con la cabeza. Se fue a la oficina de los carpinteros. Después de cerrar la puerta con llave, encender la luz y dejar la llave atravesada, me dijo:

-Estuve contando las horas.

-Y yo.

Me besó sin lengua.

-Sabe, ayer noche me amé a mi misma pensado en este momento.

-Yo me la pelé dos veces.

-¡Qué lástima de leche!

Me dio un beso con lengua, largo, muy largo. Mi polla se fue levantando. La Francesa la cogió con la mano derecha y notó que no llevaba puestos los cazoncillos, paró de besame, me quitó el mono funda, me volvió a coger la polla, y me dijo:

-No traigo nada por debajo de la bata. Métame dos dedos en el coño y mastúrbeme con ellos.

Metí mi mano por debajo de la bata y me encontré con un coño peludo y mojado. La Francesa me siguió comiendo la boca mientras mis dedos entraban y salían de su coño. Dejó de besarme, me hizo con el dedo el «ven aquí», y me dijo:

-Haga eso con los dedos cuando los quite… Y cuando yo apure, usted apure.

Hice lo que me dijo. Dejó de besarme. Me miró a los ojos y me masturbó la polla apretándola y deslizando su mano por ella menos a más. Era cómo si me estuviera retando a algo. Yo movía los dedos cómo me había dicho y al ir acelerando ella, fui acelerando yo… Ya a mil por hora sentí como una corriente de jugos se movía dentro de su coño, luego su coño apretó los dedos, la Francesa echó la cabeza hacia atrás, y gimiendo se corrió cómo una loba. Con el placer que sentía se olvidó de masturbarme, pero su mano apretaba mi polla con tanta fuerza que era cómo si quisiera romperla, lo que hizo que me corriera y soltara un chorro de leche que le puso perdida la bata, a este siguieron cinco chorros más, pero la Francesa estaba muriéndose de gusto y no se enteró de nada. Se enteró cuando volvió a abrir los ojos y se lo dije:

-Le puse la bata perdida.

Miró y vio la corrida en la bata, lla quitóla echó a un lado, y me dijo:

-Después le paso un paño mojado. ¿Quiere comerme el culo, mister García?

Mirando para la mata de pelo rubio que rodeaba su coño, le respondí:

-Claro, el culo, el coño y lo que me de.

Se dio la vuelta, puso las manos sobre la mesa, abrió las piernas, unas piernas musculadas, y me dijo:

-Ábrame las nalgas con las manos y lama.

Me agaché, e hice lo que me mandó. Al ratito, me dijo:

-Fuck my ass hole with you tongue (fóllame el agujero del culo con tu lengua)

El agujero ya lo tenía abierto. Le follé el culo con la lengua tantas veces, que si no entró y salió mi lengua de su ano cien veces, no entró y salió ninguna… Cachonda cómo una perra en celo, me dijo.

-Ahora meta su polla en mi culo.

Era bajita y no podía follarla de pie. También ella lo sabía, se puso a cuatro patas sobre una vieja alfombra. Me arrodillé detrás de ella, la agarré por las tetas, y se la clavé. Entró cómo en un coño estrecho. A la Francesa le gustaba el sexo anal más que cualquier otra clase de sexo. Lo disfrutó desde el segundo uno. Ya no me decía cómo debía atacarla. Le gustaba cómo jugaba con sus tetas, como le comía el cuello, le gustaba todo, tanto le gustaba, que no pasó mucho tiempo antes de que comenzase a temblar, y dijera:

-I´m gone cum, I´m gone cum, I´m gone cum! (me voy a correr, me voy a correr, me voy correr)¡¡¡¡Síííííííííiíí!!!

Se corrió de nuevo con una fuerza brutal. Sus gemidos era escandalosamente sensuales. A medida que fue bajando el tono, fue quitando la polla del culo, al sacarla y aún jadeando, se dio la vuelta, se puso boca arriba, me echó los brazos al cuello y me besó. Se la metí en el coño, un coño que chorreaba, e hice palanca para follarla rozando su punto G. Menos de tres minutos tardé en llenarle el coño de leche, pero segundos antes de que la llenara ya la Francesa se empezara a correr. Acabé de correrme y aún ella siguió retorciéndose de placer unos segundos más.

Al acabar le di la vuelta.Estando ella encima, me preguntó:

-¿Era virgen o me engañó?

-No sé porque tiene dudas.

Me apretó un moflete.

-Me parece que ya tenía usted muchas horas de vuelo, mister García.

Después me puso el coño en la boca, y me dijo:

-Coma, que sé que sabe comelo.

La agarré por la cintura y le metí un repaso en el coño… Paré cuando la tenía a punto de caramelo. Apartó el coño de mi boca, y me dijo:

-Liar son of a bitch (mentiroso hijo de puta)

Se dio la vuelta para hcer un 69. Volvió aponer su coño en mi boca, cogió mi polla y la mamó mientras la masturbaba. Estaba tan bueno de ir yo cómo ella. Le lamí el clítoris y le metí el dedo pulgar en el culo. Comenzó a mamar como una posesa. Al correrme en su boca, le chupé el clítoris… De su coño cayó una plasta mucosa que fue a parar en mi cuello. Corriéndome, y sintiendo cómo tragaba mi leche, me moría por saborear sus jugos, pero no podía dejar de chupar el clítoris, no fuese que le cortase la corrida y la jodiese.

Al acabar de correrse, sí, al acabar de correrse le lamí el coño y aproveché todos las babas que quedaran en él… Al darse la vuelta lamió las babas de su corrida de mi cuello, después me besó con lengua y me dijo:

-¡Ahora le voy a enseñar yo cómo jode una francesa!

¡Hostias si follaba bien! Me cabalgó cómo nunca me habían cabalgado. Besaba cómo nadie, Me daba las tetas a mamar… ¡Era un monstruo sexual! Hacía que mi polla pareciese un martillo pilón en su coño al meterla hasta el fondo, con fuerza.

-¡¡¡Choffffffff, chofffffff, chofffffffff, chofffffff, choffff, chofffff….!!!

Era cómo si quisiera romper mi polla… A veces paraba y sacaba la polla hasta que su coño apretaba el glande… Luego movía el culo alrededor e iba metiendo la polla dentro del coño cómo si estuviese enroscando un tornillo, y así, subiendo y bajando el culo, al final,  sintió mi polla latir dentro de su coño. Vio cómo me puse tenso, me besó y me dijo:

-Fill me up (lléname)

Le llené el coño de leche.

Al acabar levantó el culo y dejo el glande en la entrada del coño para que la leche de la corrida bajase por la polla y me anegase los huevos… Después lamió el la leche de los huevos y de la polla… Luego me besó con los labios pringados de semen y acto seguido volvió a meter mi polla dentro de su coño.

Me volvió a follar cómo antes… Me dio las tetas a mamar… No escatimó besos, ni caricias… Cada vez que hacía una pausa y el coño se le abría y se le cerraba y apretaba y soltaba mi polla, ella descansaba… Me di cuenta de que lo hacía para no correrse y hacer que me volviera a correr yo… Sabía lo que se traía entre manos, pero yo no era manco. Una de esas veces que se le abría y se le cerraba el coño la cogí por las caderas y metí y saqué a toda hostia. Segundos tardó en correrse, diciendo:

-Oh my God! (oh Dios mío) I cum ! (me corro)

Está vez, se dejó caer sobre mi. Corriéndose, me besó, y entre temblores, me dijo:

-I love you, birdie (te quiero, pajarito)

Debió imaginar que estaba con su novio, aunque fuera mi polla la que estaba bañando con sus jugos.

Al rato tuvimos que dejarlo por ese día, unas personas habían venido a coger juguetes al workshop.

Quique.

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