Ella es la mamadora serial del barrio, no deja ni una sola verga tranquila, es una adicta
La petera del barrio
Fue raro para mi estructura comprender la conducta y los gustos de Valeria, mi mejor amiga.
Nos conocemos desde el secundario, hicimos varios viajes por la Argentina y por distintos países limítrofes, compartimos la confirmación y hasta la misma escuela de danzas.
Hoy las dos tenemos 35 años y la vida ordenada si se quiere. Ella tiene una hija de 16 que es una preciosura, un buen trabajo de medio turno y un esposo del que se separó hace tiempo, pero que no falta a sus obligaciones como padre.
Yo, en cambio, sigo soltera, y no hace mucho acepté mi condición de lesbiana. Me cuesta demasiado sostener una relación, y eso es algo que me carcome la cabeza.
En estos últimos días Vale y yo nos juntamos seguido a charlar, tomar unos mates y a pasarla bien durante las siestas, donde habitualmente su hija está en la escuela.
La primera de esas veces nomás, mientras decidíamos si ver una peli o escuchar música, sonó el timbre, y ella me pidió unos minutos. Me quedé en el living para no importunarla, pensando en que tal vez podría ser algún filito que tuviera por ahí.
Ella se quedó del lado de adentro de la puerta, en el pasillo que se conecta con el resto de la casa, y me inquietó escucharla decir:
¡bueno, dale nene, bajate el pantalón que estoy con gente!
No sé si llegaron a pasar 10 minutos cuando oigo que la voz del fulano jadea medio suspirando, y que ella agrega:
¡te gustó pibito?, viste que mi boca es una genia?!
Y pronto los dos rieron alegres y suspicaces.
Se oye la puerta de calle, y entonces ella aparece a mi lado como si nada hubiese pasado. No quise preguntarle nada aunque quisiera.
La próxima tarde sucedió algo similar. Sólo que ya veíamos una peli cuando sonó el timbre, y esa vez ella salió de la casa. No tardó más de 15 minutos.
Esta vez en cuanto regresó dijo:
¡qué rico boluda, los pendejos largan tanta leche que me vuelvo loca y me mojo toda!
Si bien tenía alguna sospecha de lo que hacía escucharlo de sus palabras.
¡sí Eli, adivinaste! Hace tres años que les mamo las pijas a los pibes, todos de 18 para arriba, obvio! Y todo empezó con un ex noviecito de mi hermana! Esa vez los dos se habían quedado a dormir en casa, y a la noche nos pusimos hasta el monio con la nirra y el fernet… pasó que, la Caro se fue a dormir, y justo cuando yo voy al baño me lo encuentro al señorito tocándose la pija oliendo una bombachita mía que estaba colgada en la ducha! Menos mal que recién me estaba limpia! La verdad, no me pude aguantar! Le agarré la pija, me agaché, lo estampé contra el inodoro y se la empecé a chupar como una adolescente, y no paré hasta que no me dio la lechita, y encima le hacía oler mi bombacha!
Vale tiene una hermana que ahora estaba en los 25 años, y ese pibe tenía 20 cuando se lo manducó. No podía creer que mi amiga fuera capaz de semejante locura. Cuando le pregunté si se había tragado su semen me sentí tan tarada que mi cara lo reflejó con un rojo intenso que me sofocó por completa.
¡ni hablar guacha, cómo no me la iba a tragar, si estaba tan calentita, rica y, encima era un montón! Pero, lo mejor de todo es que después me lo llevé a la terraza, con la excusa de que necesitaba tomar aire para bajar el escabio! Ahí pelé las tetas para calentarlo un poquito más, y le re tanteaba el bulto mientras me lo chapaba! Hasta que me arrodillé y volví a petearlo, pero maaaal boluda, tanto que me re atragantaba con su pija, y a él le gustaba fantasear con que mi hermana, o sea, su novia nos estuviera mirando! Esa lechita también me la tragué todita!
Sus confesiones no tenían paz para mi inocencia. Pero mi bombacha comenzaba a mojarse con la sola idea de imaginarla con un pito en la boca.
Esa tarde no pudimos seguir hablando porque llegó la hija, y yo tenía algunos trámites que hacer.
El jueves fui a su casa con unas galletitas de naranja que preparé para ella, puesto que sé que le encantan, y ese día terminé de convencerme de que Valeria no tenía límites, ni los precisaba. Llovía como loco, hacía un poco de frío y, su hija no estaba en la escuela, aunque igual salió con amigas.
Hablamos un rato de algunas pavadas, hasta que sonó el timbre. Me dijo que ya volvía conmigo, pero, esta vez, hizo pasar a un pibe de unos 20 años, todo mojado y con una mochila en la espalda. Yo me quedé en la cocina desparramando las galletitas en un plato, y ella en el living hablaba con el pibe.
¡mirá cómo estás de mojado, pobresito! Imagino que tu pija tiene ganas de qe mi boquita le saque toda esa lechita, no bebé? Tu hermano te dijo que vinieras? Le gustó cómo se la chupé?
Él solo decía que sí con la cabeza. Casi no podía hablar, y se lo notaba nervioso. Ella le sacó la mochila, lo sentó en el sillón, le bajó el pantalón y el bóxer, se abrió la camisita y se sacó el corpiño para mostrarle las tetas.
¡espero que no te moleste que esté mi amiga del otro lado! Vos concentrate en mis tetas chiquitín! Te gustan?!, dijo Vale acercándoselas de a poco a la cara, pero sin dejar que se las toque.
Enseguida todo lo que veía era la cabeza de mi amiga sobre las piernas del guacho, subiendo y bajando, comiéndole la pija con su boca levemente pintada de rojo, gimiendo suave y, como estaba con una calza medio viejona, podía ver cómo le asomaba la bombacha por atrás al estar hincada en el suelo. Les juro que, a pesar de que sé que es mi amiga, eso me excitó al punto que necesité reprimir un gemido al tocarme la concha sobre mi ropa.
Cuando le vi la pija al flaco ni bien su boca se oxigenaba un poco, tuve la sensación de querer tirarme encima de ese intruso y pedirle que me coja.
¡parate pendejo, quiero que me garches la boquita, dale!, le exigió Vale, y él se levantó temblequeando sobre sus pies, dejando a la vista un buen pedazo de verga toda ensalivada, con presemen y sudor prestado y propio, el que en breve entraba y salía de la boca de Vale, que ahora estaba arrodillada contra una biblioteca.
El guacho no tenía intenciones de matarla, pero por momentos la asfixiaba con sus arremetidas. No pude ver cuándo fue el momento en el que su leche traspasó su garganta, porque él le acabó apenas ella le empezó a pegar en el culo.
¡querés que te coma la boca con tu lechita en la mía bombón?, ahora vas a ir a la facu más relajadito!, decía Vale mientras lo ayudaba a vestirse para acompañarlo a la puerta.
Le costó reanudar nuestro encuentro apenas estuvo a mi lado otra vez. Pero en cuanto vio las galletitas se emocionó.
¡viste lo que era ese pito loca? No me vas a decir que no te mojaste ni un poquito!, dijo mientras se sentaba totalmente en tetas. Ella decía que siempre después de tomarse su dosis de semen tenía mucho calor.
¡al que le tengo ganas es al hijo del vecino de en frente! Un par de veces lo vi meando en el baldío donde juega a la pelota con los pibes, y posta que tiene terrible manguera! También se la quiero mamar al noviecito de mi hija! El pibe cumple 18 mañana, y creo que ese puede ser mi regalo! Vos qué decís?!
Le dije que se estaba volviendo loca, que no podía hacerle eso a su hija, y un montón de cosas más, las que ella parecía no escuchar. No llegamos a discutir, pero la charla se ponía cada vez más acalorada, porque, según ella yo no entiendo que no puede vivir sin chupar una pija.
Al rato vimos media película, porque se cortó la luz a causa del temporal. Yo me llamé un taxi y me fui a casa a los minutos, porque mis padres venían a cenar conmigo. Pero habíamos quedado para reunirnos el lunes a la tarde.
Esa tarde la idea era que ella me pinte las uñas, cosa que hace de mil maravillas, y yo le iba a teñir el pelo de violeta. Pero, como vi la puerta abierta decidí no tocar el timbre y entrar directamente. Me sorprendió que no hubiese música, o que no sonara la tele en la cocina. Cuando llamé a Valeria con un gritito, para anunciarme, la oí decir:
¡pasá Eli, estoy arriba, en la pieza de Paula!
Subo las escaleras con una cierta ambigüedad en el cuerpo. Algo me decía que alguna se estaba mandando, pero no podía deducirlo.
Cuando me asomo a la puerta de la pieza de su hija, descubro a Vale en bombacha y corpiño parada delante de la cama, donde había tres pibes sentados en calzoncillos.
¡entrá Vale, que no tengo drama si querés mirar!, mirá, te los presento… este es Pablo, un chico que ya conoce como la mamo, no chiquito?, él es Tomás, el chico que viste el otro día, y él es Elías, el novio de Pauli! Uuuuy, no sabés éli, me parece que a este ninguna chica le chupó el pitito, porque hasta tiene olor a pis su calzoncillito!
Vale me ponía al tanto de sus identidades mientras los señalaba, les tocaba sus bultos y les pegaba las tetas a sus rostros incrédulos, felices y lujuriosos. Finalmente se salió con las suyas, y citó al novio de su hija!
No podía hacer nada. Estaba inmóvil, viendo cómo entonces la boca de Valeria les mordía las pijas sobre sus calzones manchados de pis y de algunas acabaditas, cómo los olía gimiendo, cómo los pajeaba preparando su merienda y cómo les pegaba en las manos cada vez que ellos intentaban tocarle las tetas. Cuando se sacó la bombacha pensé que quería que los tres le peguen una flor de cogida. Pero la muy turra les pasó la partesita donde su conchita se roza una y otra vez por la nariz a los tres, y recién entonces les pidió que se saquen los calzones.
¡sentate Eli, y tocate si querés, o sino vení y ayudame, creo que hay mucha leche para mi solita!, dijo ya con la pija de Pablo en la boca y pajeando a los otros. Ni sabía que hacer, pero opté por quedarme a un costado mirando.
Cuando se metió la pija de Elías en la boca empezó a saltar como una loca. Le lamió los huevos, le escupió hasta la panza, le hacía oler su calzón y se emputecía más cuando el flaco decía el nombre de su noviecita.
¡ojo con Paulita vos eh, que por ahora su mami te va a sacar la lechita… ella todavía ni se lava las bombachitas corazón!, decía la muy cínica, atragantada con su pija.
Cuando Pablo le acabó en la boca, cosa que no le iba a costar demasiado con semejante panorama, ella se lo re tranzó para que él saboree su semen. El flaco se lo había pedido.
Claramente, yo a esa altura ya me re pajeaba con el pantalón en los tobillos, por encima y debajo de la bombacha. Era insufrible sobrevivir a las succiones violentas de la boquita de Vale en esas pijas, oírla hipar, eructar, escupir, agitarse más y más, lamer y oler desesperada,y el torbellino de sus palabras sucias.
¡qué rico Tomi, cada día se te pone más durita bebé, y a vos Elías, te la voy a tomar todos los días… vos solo tenés que decirme cuando estés alzadito mi amor! Cómo me pone loquita el olor a bolas de los guachitos como ustedes pendejos!
Elías le acabó un chorro de leche magnífico en la boca, al punto que la hizo toser y ahogarse como nunca vi ni en una peli porno. El otro guacho se la dio apenas lo hizo pararse. Ella se la mamaba rozándole el agujerito del culo, y eso al pibe lo superó por completo.
Los tres salieron apurados, porque ya estaba por llegar Paula del cole. Hacía mucho que yo no tenía curiosidad por el sabor del semen. Y creo que por eso, antes de que Vale se vista, y ya sin la presencia de los pibes, le encajé un beso en la boca.
¡qué pasa mi amor? Querés que la peterita del barrio te saque esa bombachita y te coma la vagina?, me dijo confundiéndome. fin!