La sorpresa de la señorita de compañía
Roberto se metió bajo la ducha después del entrenamiento previo a uno de los partidos de futbol más importantes que iba a disputar en su corta carrera deportiva. El joven, de 20 años era el delantero titular de su equipo y después de unos pocos días en los que no se había encontrado del todo bien, el muchacho había recuperado sus buenas sensaciones.
Roberto no estaba contento tan solo por eso, sabía que al día siguiente habría numerosos ojeadores viéndole desde las gradas ya que era la máxima estrella de su equipo, lo único que no le gustaba del todo era el tener que jugar aquel importante encuentro fuera de su estadio y alejado de su afición, pero estaba seguro de que aquel detalle sería insignificante si al día siguiente se alzaba con la victoria.
Después de la ducha todo el equipo regresó al hotel de concentración para cenar y marcharse directamente a la cama para descansar. El hospedaje no era del todo malo, el club se había estirado ante el importante partido que les esperaba y les había alojado en un hotel de 3 estrellas de lo más aceptable.
La cena fue distendida, siendo Roberto el gran animador de la velada. El chico no era tan solo la estrella del equipo, también era el capitán y un ejemplo para el resto de sus compañeros, tanto dentro como fuera del campo.
– Creo que me voy a ir ya a acostar- dijo el chico levantándose de la mesa y sabiendo que en pocos minutos el resto de sus compañeros seguirían el mismo camino que él.
Roberto caminó hacia la recepción para coger la llave de su habitación, convencido de que nada ni nadie podría descentrarle del partido que disputaría al día siguiente, pero se equivoca.
El muchacho no pudo evitar dejar fijos sus ojos en la mujer que estaba delante de él, era una bella morena, bastante alta, de pelo largo y negro que lucía un vestido ajustado de color rojo que la estilizaba muchísimo la figura, destacando en esta un par de firmes senos que dejaban ver un imponente escote.
– ¿Cómo que el señor Martínez no está en su habitación?- preguntó la mujer un tanto indignada con el joven recepcionista- me acaba de llamar hace apenas dos horas para esta noche.
– Lo siento señorita- dijo el muchacho tratando de apaciguarla- el señor Martínez ha tenido unas ligeras complicaciones de salud.
La mujer finalmente aceptó la excusa que le puso el empleado y se marchó taconeando hacia la salida.
Roberto, sintiéndose tremendamente interesado por aquella mujer cogió la llave de su habitación sin dejar de observarla, para seguirla rápidamente en cuanto la tuvo entre sus manos.
La preciosa morena, que debía de estar entorno a los 30 años encendió un cigarrillo mientras ojeaba el teléfono móvil que sacó de su bolso. El corazón de Roberto latía desaforado, estaba casi seguro de que aquella mujer era un prostituta, pero aún así cabía la posibilidad de que no los fuese y meterse en un lio importante si aquello llegaba a los oídos de su entrenador.
Sin previo aviso la mirada de la mujer dejó de fijarse en su teléfono y se cruzó con los dubitativos ojos del joven. La morena le dedicó una débil sonrisa que el chico no tardó en devolver al tiempo que se acercaba con cautela.
– Vaya cabreo te has cogido- comentó el chico cuando estuvo lo suficientemente cerca para ser escuchado.
– Cuando un cliente de confianza te cita en un sitio y luego no está me sienta bastante mal, aunque si ha sido cosa de salud no pasa nada, espero que se recupere cuanto antes, es un buen hombre- dijo la mujer restándole importancia.
– ¿Qué clase de negocios tenías que tratar?- preguntó el chico haciéndose el ingenuo. Mejor quedar como un ingenuo que como un pervertido.
– ¿Tu de que clase imaginas?- preguntó la mujer clavando sus intensos ojos castaños y sacando a relucir un par de impecables filas de dientes- seguramente sea lo que te estás imaginando.
– ¿Eres prostituta?- preguntó Roberto finalmente haciendo que la mujer soltase una risita.
– Eres más fino que la mayoría- comentó sin dejar de sonreír- aunque a mí me gusta más el término señorita de compañía. ¿te gusta la mercancía?- preguntó la mujer juguetona colocando sus manos detrás de la cabeza y haciendo un sensual movimiento de cadera.
– Ya lo creo- dijo el chico mirándola de arriba abajo- ¿Cuánto me costaría este capricho?
– Con mi cliente había acordado 1000 por toda la noche, pero a ti te podría hacer un precio especial…- la mujer se acarició la barbilla pensativa- por 500 me tienes toda la noche.
– Demasiado- dijo el chico- tan solo tengo 100 ¿me daría para un polvo rápido?- la mujer valoró la oferta en silencio durante unos segundos.
– Que te parece si hacemos esto, subimos a tu habitación, te doy una mamada inolvidable por esos 100 euros y me dejas quedarme a dormir, vivo un poco lejos de aquí y con el taxi me la iban a clavar pero bien- dijo la prostituta.
– ¿Habrá posibilidad de hacer algo más durante la noche? No se si podré resistirme con una bella mujer como tú durmiendo a mi lado- la mujer sonrió por el alago.
– De acuerdo, pero después de la mamada te convertirás en mi putito, para satisfacer todos mis deseos- oírla decir aquello en un tono tan sensual hizo que notase como los bóxers comenzaban a apretar su miembro, al empezar este a hincharse.
– Me parece bien- dijo el muchacho- me llamo Roberto- se presentó.
– A mí me puedes llamar Jenny- dijo la mujer para automáticamente darle un beso en los labios, ante el que el chico no estaba preparado pero al que respondió al momento.
Roberto trató de pasar rápidamente por la recepción para no cruzarse con ninguno de sus compañeros, pero especialmente con el entrenador, el cual estaba seguro que no vería con buenos ojos lo que estaba haciendo.
Pese al cuidado que tuvo el muchacho no pudo evitar coincidir con un par de sus compañeros en el ascensor, sin quitar de estos la mirada de encima a la mujer que acompañaba a Roberto.
– ¿Os gusta lo que estáis viendo, chicos?- preguntó Jenny con su clásica sonrisa pícara.
– Ya lo creo- respondió Guillermo, que pese a ser un año más joven que Roberto era mucho más lanzado.
– Pues lo siento, esta noche ya estoy cogida- dijo pasando sus mano por la espalda de Roberto para apretarse contra su cliente de aquella noche.
– Si te cansas de él mi habitación en las 508.- informó Guillermo.
– Y la mía la 511- añadió Julián, el inseparable compañero de Guillermo que a medida que pasaba el tiempo se estaba convirtiendo en un clon suyo.
– Lo tendré en cuenta, pero creo que Roberto será capaz de darme guerra toda la noche.- el ascensor de detuvo y Roberto despidió a sus compañeros al tiempo que caminaba con la que sería su amante agarrado a él- puedes tocarme si quieres, vas a pagar, puedes presumir de llevarte a una mujer como yo a la cama- le dijo la mujer mientras bajaba su mano hasta el trasero del chico y lo apretaba con fuerza.
Roberto haciendo caso de la mujer, y confiando en que sus compañeros serían discretos, pasó su brazo por la espalda de Jenny para acabar agarrando su firme seno derecho con su mano diestra, por encima de la ropa.
El muchacho comenzó a sentir un gran calor cuando entró en la habitación con aquella despampanante mujer, desde que lo había dejado con su novia hacía ya tres meses el chico no había tenido ni una sola relación sexual habiendo tenido que recurrir al placer solitario de la masturbación en varias ocasiones.
Roberto se quitó la parte de arriba del chándal y la camisa, dejando a relucir su vientre plano y su pecho depilado ante la atenta mirada de su acompañante. El joven contento de ser observado comenzó a bajarse los pantalones, mostrando una erección de unos 15 centímetros de la que no se sentía excesivamente orgulloso, Roberto siempre había deseado poseer un pene como el de los actores porno que veían en algunos de los videos que usaba para inspirarse.
– Para una simple mamada no hacía falta que te lo quitases todo- comentó Jenny con una sonrisa acercándose a su amante para acariciar el corto pelo negro del chico y de ahí ir bajando poco a poco acariciando con sus morenas y suaves manos la piel clara del chico.
– ¿No te gusta lo que ves?- preguntó Roberto, que a excepción de su pene, que le parecía un poco escaso, se sentía muy a gusto consigo mismo.
– Para nada, estás estupendo- dijo la mujer sonriendo- ¿cómo quieres la mamada?, ¿yo de rodillas? ¿tumbado en la cama?
– De rodillas me encantaría, mi novia nunca quiso chupármela de rodillas- dijo el chico deseoso de sentir la experta boca de Jenny sobre su hinchado y rosado pene.
La mujer al oír la petición tan solo se quitó los zapatos, para acercase a su cliente. Una vez estuvo a su altura, Jenny, le dio un beso en los labios y comenzó a bajar lentamente acariciando, lamiendo, besando y mordiendo todas las partes del cuerpo que habían desde sus labios hasta su erecto pene.
Jenny estimuló un poco el rosado glande que coronaba la mediana polla del muchacho, haciendo gemir de placer a Roberto, que acarició con cariño la larga melena de pelo negro de la mujer.
A la señorita de compañía le gustó aquel detalle, le gustaba que sus clientes fusen delicados y cariñosos con ella, había tenido alguna que otra mala experiencia con hombre excesivamente rudos, a los que había incluido en su lista de clientes no deseado, salvo que necesitase mucho el dinero.
Jenny no tardó en meterse el miembro entero del muchacho en su boca, mientras sentía como las manos de este comenzaban a jugar con los tirantes de su vestido, hasta que este acabó por caer quedando a la altura de su abdomen y dejando al descubierto sus medianos y firmes pechos.
El chico miró con deseo los redondeados y morenos pechos de su lamedora, que botaban a cada movimiento que Jenny hacía, el chico intentó alcanzar los marrones y pequeños pezones que coronaban aquellos magníficos senos, pero desistió de la idea cuando se dio cuenta de que moverse hacía que la calidad de la mamada bajase.
Roberto siguió gimiendo de gusto cada vez que notaba como su polla llegaba hasta la garganta de la mujer y esta le aguantaba así durante unos gloriosos segundos, pero aquella increíble sensación no tardo en desaparecer.
Después de unos minutos con una profesional sobando sus puntos más erógenos, Roberto no pudo atrasar más la eyaculación y acabó por correrse en el rostro de Jenny, aquella era una fantasía que llevaba deseando llevar a cabo desde que vio su primera película porno pero ninguna novia antes se lo había permitido.
La morena no se sintió molesta ante aquello, más bien al contrario, la mujer prefería que sus clientes acabasen en su rostro que en su boca para evitar posibles atragantamientos.
– Que lechita más rica- comentó Jenny sonriendo mientras pasaba su dedos por la zona en la que más esperma había vertido su amante, para a continuación llevarlo a su boca.
– Los cien euros mejor invertidos de mi vida- dijo el muchacho extasiado contemplando como aquella bella mujer gozaba con su esperma.
– Me alegra que lo hayas disfrutado tanto- dijo la mujer levantándose del suelo con los pechos al aire y el vestido a la altura de la cintura.
– Ahora si quieres puedo ser tu putito- le dijo el chico deseoso de poder tener sexo con aquella morena escultural, aunque fuese ella la que decidiese cuando y como.
– Por mí encantada- dijo la mujer deslizando su vestido hasta por debajo de sus caderas y dejándolo caer al suelo de golpe, quedando la prostituta tan solo con un tanga bajo el que se intuía un pene. Jenny al ver la mirada de incredulidad de su cliente sacó su flácido miembro- ¿es un problema mi amiguito?- preguntó señalando su falo.
– No me lo puedo creer- dijo el chico con los ojos abiertos de forma exagerada.
– Si es un problema no tenemos porque hacer nada- se anticipó la morena al ver las dudas del chico- me quedo a dormir y mañana les cuentas a tu amigos lo que te parezca, si me cruzo con alguno de ellos les diré que estuviste muy bien. Me has tratado bien y no voy a hacerte quedar en evidencia por enrollarte con un transexual si no quieres que nadie lo sepa.- Roberto calló durante unos segundo hasta que finalmente rompió su silencio.
– La verdad es que estás más buena que la mayor parte de las chicas con las que he salido ¿Si fuera tu putito que harías conmigo?- preguntó el chico con media sonrisa que hizo sonreír también a la mujer.
– Tan solo te usaría para aliviarme sexualmente, si lo que temes es que te haga daño no tienes porque preocuparte he estado con muchos inexpertos y todos salen encantado.
– Entonces acepto, seré tu putito esta noche- dijo Roberto casi al instante.
Jenny al oír la confirmación del muchacho deslizó su tanga por sus esbeltas piernas quedando así totalmente desnuda. La mujer gimió de placer cuando se acarició sus doloridos testículos, los cuales había estado aprisionados en el minúsculo tanga durante casi dos horas.
– El cliente con el que había acordado verme esta noche adora que venga con ropa interior bien ajustada- explicó levantado su polla aún flácida para dejar expuestas sus grandes pelotas- dame una lamida suave para que me vaya poniendo a tono.
Roberto, tal y como Jenny había hecho cuando le había tocado lamer, se arrodilló en el suelo y alzó su cabeza hasta que esta estuvo a la altura de la entrepierna del transexual. El chico un tanto dubitativo sacó la lengua lentamente hasta que rozó el escroto de su amante comenzando así a lamer cada vez con más garbo.
Jenny gemía de placer cada vez que el joven se entretenía en chupar y besar alguno de sus testículos, sintiendo como su pene comenzaba a ganar envergadura. El miembro de la mujer no tardó en abandonar su estado flácido y adquirir una dureza y tamaño más que aceptables.
– Para no haber hecho esto nunca antes lo haces realmente bien- comentó la morena pasando su duro miembro por el rostro de su putito- ahora te toca a ti hacerme una buena mamada.
El chico antes de poder aceptar o negarse recibió el duro y palpitante rabo de Jenny entre sus labios para al momento comenzar a cabecear sobre este.
La mujer al darse cuenta de lo inexperto que era aquel muchacho en aquel ámbito le agarró de las orejas para que se detuviese, y cogiéndole suavemente de la nuca comenzó a marcarle el ritmo que debía de seguir si quería complacerla.
Después de unos minutos de recibir la felación que ella deseaba, soltó al muchacho para ver si este había aprendido lo que ella había intentado enseñarle, viéndose gratamente sorprendida ya que no solo mantenía la velocidad que a la mujer le gustaba, sino que además el joven se esforzaba en tratar de llevar el glande de Jenny al fondo de su garganta.
La receptora de la mamada gemía de placer y acariciaba la cabeza de Roberto pese a que sabía que era muy complicado que la boca del chico abarcase todo su miembro. La transexual contaba con un pene unos pocos centímetros más largo que el de su amante y considerablemente más grueso, con los que para él no iba a ser tan fácil como había sido para Jenny.
– Ya vale, no quiero acabar en tu boca- dijo la mujer sacando su grueso pene, totalmente empapado, de la boca del muchacho- Quiero acabar en tu culito.
El chico le miró desde el suelo, con algo de líquido pre-seminal cubriéndole los labios y con su mano derecha agarrando su polla que poco a poco estaba comenzando a recuperarse del último orgasmo que había tenido.
– Échate en la cama con el culito en pompa, que quiero descargar- dijo Jenny una vez su amante se había levantado del suelo, caminando este hasta su cama individual para ponerse sobre esta a cuatro patas, con las piernas ligeramente separadas- no estés nerviosos- le dijo acariciando sus duras nalgas de deportista- no te voy a hacer daño y mañana no tendrás ninguna secuela.
Roberto, pensando que la mujer iría directamente a la penetración cerró los ojos, pero los abrió cuando notó como las manos de Jenny comenzaban a separar sus nalgas para a continuación notar las manos de transexual acariciando su ano con algo líquido y frío.
El chico se sorprendió a si mismo cuando al recibir el primer dedo dentro de él gimió de placer, era la primera vez que alguien le hacía una cosa así y desde luego no era nada tan traumático como había imaginado.
– Parece que ya estás lo suficientemente receptivo como para recibirme- dijo Jenny agarrando de las caderas al joven y pasando su miembro entre las nalgas del muchacho, desde la zona donde termina la espalda hasta los testículos, para apuntar al final sobre el ano de Roberto que esperaba nerviosos el momento de la penetración.
La mujer, que notaba perfectamente la tensión del muchacho se divirtió un rato haciéndole esperar hasta que finalmente lo penetró sin que Roberto lo esperase, haciendo que este soltase un gemido, más que de dolor de sorpresa.
Jenny, como siempre que daba rienda suelta al placer sobre su miembro, comenzó a embestir con violencia contra el culo que tenía delante, notando como este apretaba con fuerza su duro miembro, la señorita de compañía no tuvo dudas de que tal y como Roberto le había informado era virgen.
A medida que pasaban los minutos la mujer notaba como la presión que sentía sobre su miembro era menor, lo que a Jenny no la hizo ninguna gracias, la gustaba que su pene se sintiese apretado para poder llegar a un orgasmo satisfactorio.
– Aprieta el culo cabrón, hazme gozar- le dijo clavando los dedos sobre los costados del muchacho que rápidamente se puso a tratar de satisfacer las peticiones de la mujer.
Jenny no tardó en notar como su polla volvía a ser prensada dentro del ano de Roberto, aprovechando el momento para aumentar el ritmo en busca del tan deseado orgasmo, la mujer, que acostumbraba a atender un cliente diario no en todas sus relaciones podía penetrar a su pareja, siendo muchos de ellos curiosos que deseaban ver lo que se sentía al compartir cama con una transexual, pero la mayoría eran muy reacios a recibir nada por su trasero.
– ¡Aprieta el culo fuerte, que me corro!- dijo Jenny, sintiendo como con un último esfuerzo Roberto estrujaba su miembro con más fuerza que nunca al tiempo que la penetradora descargaba toda su leche en el ano del muchacho, mientras sus gemidos de placer se solapaban, siendo los de Jenny mucho más acentuados.
La mujer, rendida, sacó su miembro del trasero del muchacho para a continuación pegar sus pechos a la fuerte espalda de Roberto y acariciar con sus manos el fuerte y sudoroso cuerpo de su amante.
– Buen muchacho- le dijo la mujer una vez estuvo en la cama acariciando su cada vez más flácido pene- ahora límpiamela bien y te dejaré que me la metas por el culito- dijo Jenny sonriendo al ver que el ser sodomizado había levantado una importante erección en el falo del chico.
Roberto, cegado por el placer que Jenny le ofrecía a cambio de lamer su polla se tiró a la cama para recibir en su boca el cada vez más blando y pequeño, pene de la transexual.
Después de unos minutos de chupar el pene y los colgantes testículos de la señorita de compañía, Roberto recibió permiso para sodomizarla. El chico ansioso por eyacular por segunda vez apuntó su miembro en el ano de Jenny, pero esta se separó de él antes de que llegase a embestirla.
– Eso no está bien- le dijo la mujer sonriendo- si quieres penetrarme has de ser un caballero y no hacerme daño, lo primero es lubricar mi culito- dijo acariciando sus nalgas.
– ¿Donde tienes el lubricante? – preguntó el chico buscándolo desesperado.
– Se me ha gastado, así que si quieres meter tu polla aquí- dijo separando sus nalgas y mostrado su pequeño ano a su amante- tendrás que lamerlo hasta que no sienta ningún dolor.
El joven, aparentemente dispuesto a todo agarró de los muslos a Jenny y coló su lengua entre las nalgas que esta misma estaba separando, sin mostrar ningún pudor a la hora de chupar y lamer su ano.
La mujer gemía de placer una y otra vez, si era inhabitual que sus clientes se dejasen sodomizar lo de recibir una buena lamida en el culo era algo aún más extraordinario, hacía meses que Jenny no era estimulada en aquella zona por nadie y sus exagerados gemidos eran muestra de lo mucho que le gustaba.
– ¿Puedo meterla ya?- preguntó el muchacho parando un momento en su labor.
– Adelante, pero se delicado- le pidió la mujer que no quería abusar del muchacho en exceso.
El chico tenía tantas ganas de descargar su esperma dentro de Jenny que no realizó ninguna clase de preliminar para meter su rabo en el trasero de la mujer, que gimió de placer al notar el duro, caliente y palpitante miembro del joven dentro de ella.
Roberto tan solo necesitó dos embestidas para clavar su pene hasta el fondo y sentir como sus testículos chocaban contra las duras nalgas de la transexual, que empleaba toda su fuerza en contrarrestar las rápidas penetraciones que recibía por parte de su amante.
Por fortuna para Jenny Roberto no estaba acostumbrado a aquella clase de situaciones y la sobreexcitación provocó que este acabase por correrse dentro de ella en apenas tres minutos, sintiendo la mujer el caliente chorro de semen dentro de su ano y la consiguiente reducción de tamaño y dureza del miembro que le había invadido.
– Ha juzgar por lo que veo que has quedado a gusto- dijo Jenny tumbándose junto a Roberto después del coito.
– Ha sido increíble- dijo el chico- ere la primera de con las que he estado que se deja dar por detrás.
– Por lo menos yo te he estrenado antes- dijo mostrando sus dientes perfectos- ¿Cómo te sientes?
– Muy bien la verdad- reconoció el muchacho- tan bien que creo que si se presenta la ocasión ficharé por el equipo de esta ciudad.- Jenny al oírlo rió complacida para proseguir acariciando el cuerpo de su amante de aquella noche hasta que ambos quedaron dormidos.
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