Las ventajas de ser la secretaria de papá

Rate this post

La Secretaria de Papi, Ivonne.

Una mañana de sábado, como casi todas las mañanas, desperté cachonda. No se había soñado algo excitante, pero amanecí muy prendida. Mis pezoncitos me dolían, querían ser atendidos. Comencé a frotar mis senos tratando de calmar mi calentura, al tiempo que acariciaba mi sexo caliente y mojado. Hacerlo solita me gusta, pero definitivamente prefiero hacerlo con alguien mas. Algunos fines de semana vengo a casa de mis padres para no estar sola, cosa que ellos les complace; en especial a mi papi y hermano menor que todavía vive con ellos.

Estaba a punto de meterme a bañar cuando me encontré con mi padre en la puerta del baño, sin siquiera meditarlo me abrí la bata dejándole ver mis muslos y un poco más. Sonriendo le dije con descaro…

– «Tengo flojera de bañarme, ¿no me ayudas?».

Roberto se quedó atónito por unos instantes, pero sin dejar de ver mis piernas, y ante mi sorpresa me dijo…

– «Espera a que tu madre se vaya al supermercado a traer la despensa».

Pude ver como se formó bajo el pantalón de su pijama el «bulto» de su hermosa pija que reaccionaba ante mi procaz ofrecimiento. Había que aprovechar el momento, no siempre me quedo a dormir en casa de mis padres.

Armándome con el valor que me daba la cachondez que sentía, me quité la bata dejándola caer lentamente sobre mis pies y mis inseparables zapatillas altas; quedando solo en las breve tanguita que llevaba dejándole ver «todo lo que podía disfrutar» al revivir aquellos cachondos baños que tenía tiempo no disfrutábamos.

– «Te espero cuando mi madre se haya ido»… dije con voz sutil queriendo que sonara sensual y me metí al baño dejando la puerta entreabierta.

Estaba a medio bañar cuando mi padre entró a la ducha, estaba completamente desnudo y blandía orgulloso su rica y hermosa pija. Estaba enjabonada, Roberto enseguida se dio a la tarea de pasar sus manos por todo mi cuerpo, repegando insolentemente su viril miembro en mis partes intimas. No dejaba de repetirme…

– «Que buena estas mi vida, que rica estás Ivonne»

Mientras me besaba y chupeteaba el cuello. Frotaba mis tetas y amenazaba con bajar su boca a mi conchita apenas cubierta por un breve y depilado vello en forma de línea. Sus manos y sus dedos hurgaban entre mis nalgas buscando mi culito y mi rajita.

Me apoderé de su falo masturbándolo y diciéndole lo hermoso que lo tenía, en un arranqué de lujuria me incliné besuqueándoselo y dándole una cuantas mamaditas a la cabeza hinchada de su ricura. En tanto mi padre me hacia dedito en la rajita por entre mis nalgas, haciéndome llegar a un orgasmo excitante. Roberto no aguantó mucho más y un caliente chorro de leche bañó mi cuerpo.

Al día siguiente, domingo, en cuanto mi madre se fue a hacer la compra, repetimos lo mismo que el día anterior aunque con más calma. Esta vez Roberto pasó su boca y lengua por todo mi cuerpo, poniendo especial energía y atención en mis nalgas paraditas, culito y pezones. Me chupó increbile la conchita, tragando los jugos que escurrieron de mi al llegar al orgasmo. Por mi parte me di un banquete haciéndole delicias en su miembro, abarcando desde el glande hasta casi el ano; hasta hacerlo venirse dentro de mi boca para tragar su deliciosa leche.

Esa noche estaba que ardía de cachonda recordando y deseando estar con Roberto, pero eso no sería posible sino hasta el siguiente fin de semana que se planeara la visita. Me vino la idea de no esperar tanto y decidí darle una «sorpresita» a mi padre al día siguiente en su oficina.