Laura en cuatro, boca abajo y con su culito preparado para ser penetrado

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Vivo en un barrio de lo que antes eran las afueras de Madrid y ahora está integrado en la ciudad, Carabanchel Bajo.

Cuando necesito ir al centro de la ciudad, subo a uno de los autobuses de línea que se acercan a él.

En esta ocasión estaba yo sentado en el primer asiento que hay en la plataforma a mitad del autobús, donde los viajeros van de pie agarrados a las barras verticales y horizontales del habitáculo. Para no caer del asiento en caso de frenada brusca hay una barra baja horizontal a la que se puede agarrar el viajero que va de pie y el que va sentado en mi sitio, esta es la única separación existente entre las dos zonas.

El autobús en un principio no iba muy cargado de viajeros pero en dos paradas más si subió bastante gente, de tal guisa que junto a mí se colocó una mujer agarrándose a la barra que he descrito anteriormente para sujetarse.

En la siguiente parada volvió a entrar otro golpe de viajeros por lo que se apretaron contra esta mujer y el resto de personas que viajaban en el bus, ella para estar más cómoda se dio la vuelta de forma que ahora me daba la espalda quedando su trasero por debajo de la barra y apretando mis rodillas.

Con los movimientos del bus, las personas se ajetrean, se rozan y empujan entre si, incluida esta señora con mis rodillas.

Es una señora de tamaño medio 1,60 mts. más bien fuerte pero no llega a estar rellenita, rubia de pelo rizado, de muy buen ver, vestida con falda más bien corta para su edad de unos 35 años, no parece casada pues al agarrarse a la barra no vi el anillo en su dedo, luce un gorrito de lana, polo con abertura dejando entrever un canalillo bien pronunciado de sus senos, cinturón suelto, más bien de adorno y un bolso tipo mochila pequeña.

Bueno pues entre vaivenes del viaje, paradas y arranques los muslos de la señora restregaban constantemente mis rodillas, empecé a pensar que a veces lo hacía a propósito provocándome por lo que como no me corto un pelo en la siguiente curva que se inclinó toda la gente hacía un lado aproveché y puse mi mano delante de la rodilla con la sana intención de ver su reacción. Como no dijo nada y la notó claramente en sus muslos, dejé la mano en ese sitio así como disimulando en espera de la siguiente curva.

Efectivamente, llegó la siguiente curva y la apretaron contra mis rodillas de nuevo, en esta ocasión me atreví un poco más y moví mi mano acariciándole el interior del muslo.

La respuesta es que se volvió y donde yo esperaba una ostia, me obsequió con una sonrisa.

Faltaría más, no esperé a la siguiente curva, bache o frenazo, directamente metí la mano entre sus muslos, acariciándolos suavemente. Ella seguía de espaldas a mí. Mi polla estaba a estas alturas dura como os podéis imaginar, me molestaba un poco por la postura de sentado y la dureza de mis vaqueros pero no era de recibo además de lo que estaba ocurriendo entre bastidores levantarme para colocármela mejor.

Seguí acariciando la entrepierna de esta mujer cada vez con más confianza ya que se prestaba a ello y notaba como dejaba descansar una pierna y después la otra con movimientos haciéndome entender que le gustaba.

¿Que si le gustaba? , note un líquido caliente sobre el torso de mi mano y eché la mano hacia arriba para detectar de donde venía.

¡¡¡ Joder ¡¡¡ a través de la braguita palpé el coño empapado, se había corrido la cabrona en mi mano, le agarré el coño con fuerza a lo que ella como pudo se abrió de piernas para dejarme sitio y le apreté con mi mano restregándosela por esos labios carnosos y húmedos llegando hasta el agujero del ojete y así estuve durante un corto periodo de tiempo hasta que se volvió a correr en mi mano.

De pronto paró el autobús y junto con un grupo de gente se apeó en una parada cercana al centro. Yo me bajé en la siguiente.

Pasó un buen periodo de tiempo y volví a coger el mismo autobús, a la misma hora y a sentarme en el mismo sitio con la esperanza de que se repitiera la jugada, lo que no volvió a ocurrir. Esta mujer había dejado marca en mí y desaparecido de mi vida sin más, pero yo no dejaba de darle vueltas a la cabeza pensando en quien sería esta misteriosa dama que me utilizó de consolador humano cuando más falta le hacía.

Un día volviendo a visitar el centro de Madrid al subir al autobús, la vi, sentada en uno de los asientos traseros, la miré fijamente y ella desvió la mirada como si no quisiera saber nada de mí, esto me desilusionó pues me parecía una tremenda mujer muy guapa, creo que me estaba enamorando y no me sentó muy bien que me ignorara, aun así no dije nada cogí mi asiento de costumbre sin la esperanza de que volviera a ocurrir nada similar a lo de aquella mañana, estaba desilusionado, esperando a que llegásemos a su parada para poderla ver de nuevo por detrás por última vez.

Poco antes de llegar a su parada se levantó y al pasar junto a mí me cogió la mano que agarraba la barra delantera y metió un papel en ella volviéndola a cerrar. Después bajó y desapareció entre la multitud.

La miré hasta el último momento como se contorneaba en sus andares hasta que desapareció, a continuación y sin perder tiempo abrí la nota que me había dejado.

“Laura, C/ del bucanero, 32 – 6º A”

Lo raro es que no hubiera dejado un número de teléfono, pero que coincidencia que vivía en la calle que está a espaldas de la mía tras un descampado del tamaño de un campo de futbol.

La ventana de mi salón está enfocada directamente a la fachada del edificio donde al parecer vive ella.

Esto era una invitación formal para un futuro y bestial polvazo, pero… no sé qué tenía esa mujer que yo no me corto un pelo y con ella me retraía.

Antes de presentarme en su casa, investigué para saber a qué lado de la calle daban sus habitaciones y sorpresa, las viviendas de la letra “A” estaban enfocadas justo frente al descampado por lo que si los dos nos pusiéramos en nuestras respectivas ventanas podríamos saludarnos si nos reconociéramos por la distancia.

Ahora que sabía la casa donde habitaba, aunque desconocía exactamente cuál era, me fui de nuevo al centro a comprar un telescopio.

Lo instalé en el salón de casa y por las noches me dedicaba a investigar en las casas de los otros.

Con este aparato era como estar dentro de las habitaciones de las casas. La primera noche otee el horizonte porque me parecía demasiado fácil la forma en que había ocurrido toda esta historia y no quería presentarme en su casa y llevarme alguna sorpresa inesperada.

Durante varias noches estuve espiando a los vecinos hasta encontrar las habitaciones de Laura un día en que ella entraba a una de ellas.

Todas las noches y a diferentes horas, entraba visualmente en su habitación hasta que la vi. Salía del baño y se quitó el albornoz en la habitación quedando totalmente desnuda, vaya cuerpazo joder.

Se tumbó boca arriba en la cama quedando a mi vista por la altura de la ventana desde los muslos hacia el cabecero.

Encendió la tv. y apagó la luz, aún quedaba luz suficiente como para iluminar toda la habitación por lo que yo podía seguir viendo lo que ocurriera en ella.

Se incorporó sobre la almohada y miraba la tv., en esta postura estuvo un buen rato. Se masajeaba el coño, creo que estaba viendo una peli porno yo estaba de frente mirando por la ventana por lo que el coñito lo tenía a la vista en primera plana, estaba rasurado y se veía como pasaba su dedo anular por entre los labios y se masajeaba el clítoris, se contorneaba y agitaba moviendo las piernas y el culo, se estaba haciendo una paja en toda regla, lo que al no haber nadie más en la casa reforzaba mi teoría de que no estaba casada, vivía sola.

Al cabo de un rato de sobeteo chocil, se levantó y se encendió la luz de lo que parecía ser el salón, al estar los visillos echados no podía distinguir nada solamente podía ver la silueta de lo que parecía una mujer con un gorro de policía americano y blandiendo una porra, parecía estar desnuda paseándose por el habitáculo.

Seguidamente se apaga la luz y veo a Laura encima de la cama boca abajo con el culito en pompa y la cabeza ladeada encima de la almohada. La porra se paseaba por el coño húmedo lentamente frotando el agujero del culo al mismo tiempo. Se paraba en la entrada de la vagina amenazando con meterse dentro pero no, solamente se movía circularmente frotando los labios vaginales humedecidos cada vez más.

Dejó de juguetear y dejando el coño al descubierto con el culito en pompa se llevó la porra a la boca queriendo chuparla toda, desde la punta hasta el final, tremenda porra. Con el dedo anular por debajo se acariciaba el coño finalizando en un masaje en el clítoris y ayudada por los otros dedos de la mano dejaba al descubierto ese penetrable agujero rosado que yo estaba deseando comerme. Jugueteaba moviendo los labios vaginales de un lado a otro y apretando al llegar al punto “G” con movimientos circulares. Desde mi posición podía ver como subía y bajaba levemente el culito tentador reaccionando estremecidamente a los masajes proporcionados con el dedo y el deseo de comerse algo que se imaginaba en vez de la porra.

Yo por mi parte tengo la polla más dura que un militar en prácticas, me la he sacado del pantalón y me la estoy meneando ferozmente, sacando la lengua y babeando como si me fuera a comer ese chochito empapado y jugoso que tenía en mis narices, la diferencia de no estar en la habitación era que no podía notar el olor característico de ese coñito humedecido por la primera corrida que se había pegado la tía y no poder agarrar esas nalgas para penetrarlo con mi dura y gran polla. La verdad es que la diferencia es abismal.

– ¿Qué haces cariño? –

Oigo la voz de una amiga que estaba en casa y se había quedado dormida un rato antes de llegar yo al observatorio.

– Pues que tengo la polla más dura que la porra de un guardia –

– ¿y eso por qué cariñooooo? –

– pues porque estoy leyendo el Quijote, no te jodes, ¿a ti que te parece? –

– Huy de que mal humor estás cariño –

– que te jodan, ven y cómeme la polla, asquerosa –

No perdió el tiempo, se arrodillo y se la metió en la boca, a la segunda chupada se desbordo el semen por toda la barbilla cayéndole en los pechos y llenando esa profunda garganta que no daba abasto a tragar los chorros del blanco elemento, con las mano se restregaba el semen en sus pechos acariciándose los pezones mientras seguía saboreando mi morcillona polla en su boca.

Ya más calmado y con una cervecita en la mano, volví al observatorio para ver como seguía el asunto.

¡¡¡ Joder ¡¡¡, tiene la porra metida en el culo, está boca arriba con las piernas dobladas y abiertas, la porra a medio entrar en ese culito que ha dado de sí todo lo que ha hecho falta y con una mano se masajea el clítoris mientras que con la otra se sube una teta hasta comerse el pezón y lengüetearlo dulcemente. El coño lo tiene empapado de haberse corrido alguna vez más, es una viciosa y a mi me está poniendo la polla como un cañón.

– Ven guarra ponte aquí – le dije a mi amiga y la coloqué de rodillas en una silla mirando por encima del respaldo con lo que me garantizaba que el culito estaba a pedir de boca, le hice que me escupiera en la mano para después pasársela por el coño de lleno enjugándoselo para darle unos pollazos que la iban a reventar el culo.

La enjugue todo desde el culo hasta el clítoris por dentro de esa raja espectacular, los pelillos se apartaron solos no hubo que hacer esfuerzos para que se retiraran, ahora estaba a mi merced con ese humedecido chochito y mientras miraba la sádica escena de la señora le clave los ventidos centímetros de polla en el coño y más cachondo que nunca viendo como se lo hacía ella solita le daba violentos pollazos a mi amiga que jadeaba y gemía como enloquecida.

Nunca me la había sentido tan gorda y dura dentro de ella.

La señora se sacó la porra del culo y se la paseó por el coño disfrutando de esa lubricada porra policial que estaba haciendo sus delicias y las nuestras.

Mi verga entraba y salía de ese caliente chocho con una potencia descomunal, le daba unas arremetidas que la silla se movía del sitio, a veces tambaleándose amenazando con caer al suelo.

Siguió masajeándose con la porra entrando y saliendo de su cavidad vaginal al tiempo que se corría de nuevo, se le notaba en la cara, abría la boca y cerraba los labios como si estuviera silbando hacia dentro, que gustazo le daba esa porra entre la que se veía salir el jugoso flujo vaginal de la corrida. Terminó extasiada soltando la porra encima de la cama y cayendo las piernas sobre el colchón.

Yo más cachondo que nunca golpeaba cada vez más fuerte por la tensión que me estaba causando ver a la señora, hasta que en una arremetida le di tan fuerte que se volcó la silla cayendo mi amiga al suelo.

No ahora no, me agarré la polla salí corriendo y me corrí en sus nalgas.

Después la ayudé a levantarse, la llevé al sofá la senté, me arrodillé ante ella, no precisamente para pedirle disculpas sino para comerle el coño de tal manera que rápidamente se le olvidó la desafortunada caída, le babeaba, le metía la lengua hasta dentro, le lamía el clítoris , ella jadeaba, ahogaba gritos de placer, lloriqueaba y me apretaba la cabeza contra su coño sin dejarme respirar…

Me levanté y le clavé la polla en ese precioso y caliente coño penetrándole hasta que los jugos de los dos chorreaban por entre sus piernas hacia el sofá, saque la polla y se la puse en la boca, la lamió y chupeteó hasta quedarse dormida.

Yo volví a mirar por el telescopio y solo se veían las estrellas…

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