Le cumplí la fantasía a mi marido de tener un novio
Después de que mi marido me prestó con uno de sus compañeros de trabajo en una fiesta para que me pusiera un faje de antología, comenzó a tener fantasías de intercambio cada que estábamos en la intimidad.
La verdad al inicio me incomodaban un poco sus fetiches pero me fui acostumbrando, al fin y al cabo mejoraron nuestra vida sexual que se volvió más intensa y sobre todo más frecuente.
Después de ver a otro hombre manoseándome, comenzó a imaginarse cómo sería que otro hombre me penetrara, cosa que yo le aclaré que iba a quedar en estricta fantasía porque no me apetecía estar con alguien más.
Para satisfacer su fantasía, fuimos a comprar un dildo que se supone tendría que simular al tercero en discordia.
Llegando a la sex shop, agradecí que fuera una chica la que atendiera el local y nos mostrara todas las opciones que habían ahí, no hubiera sido lo mismo con un hombre, seguramente me hubiera dado mucha pena y habríamos salido con las manos vacías.
Me sorprendí de toda la variedad que había ahí, en tamaño, en forma, colores e inclusive vibradores muy pequeñitos supuestamente para llevarlos de incógnito en el bolso – caray, piensan en todo – murmuré.
Mi marido, que en realidad era el más entusiasmado pidió ir a la sección de dildos realistas, ¡y vaya que lo eran!
Hechos de un material que simulaba casi a la perfección la piel humana, flexibles como un pene de verdad, con textura y tonos de piel.
– ¿Cuál te gusta de estos amor? – Preguntó mi marido muy entusiasmado
Di una segunda evaluación a los modelitos y definitivamente mi atención se centró en uno en especial, que de lejitos se veía bastante grueso.
Debo aclarar que aunque el pene de mi marido es largo, es muy delgado y recordé lo que mi mejor amiga me había dicho respecto a que son mucho mejores los que son anchos.
– Creo que éste – señalé tímidamente al de mi elección
– Excelente elección amiga, tiene una base con ventosa muy poderosa para que lo fijes a casi cualquier superficie, es del material más realista que existe, hipoalergénico y por sus medidas es ideal para alguien que empieza – explicó la experta de la sex shop
– ¿cuánto mide? – pregunté
– 18 centímetros insertables y 2 pulgadas de ancho, mira tócalo – Y entonces hizo lo impensable…. lo sacó de la caja y me lo puso en las manos. Era suave, con venas, de color moreno, flexible pero lo suficientemente rígido para simular una erección real. Pero sobre todo….. era tan deliciosamente grueso, que de solo imaginarmelo adentro me empecé a mojar
– Sssi, este está bien – dije tímidamente
Mi marido condujo de regreso como salido de película de la saga de rápidos y furiosos, verdaderamente ya quería llegar a casa a que estrenáramos al nuevo amigo.
Y pues en efecto, apenas llegando a casa corrimos y cerramos las cortinas, apagamos las luces, descolgamos el teléfono y pusimos en silencio los móviles.
Increíble pero yo me sentía igual que el primer día que nos fuimos a vivir juntos y hacíamos el amor varias veces al día. Igual con esa emoción que me hacía palpitar el corazón muy fuerte
Ya desnudos en la cama le pregunté a mi marido – bueno, ¿y ahora qué?
– Vamos a hacer esto, me voy a acostar con la espalda recargada en la cabecera, voy a abrir las piernas para que tu te acerques y me hagas un oral, pero quiero que mientras lo haces, te sientes en tu novio y te imagines que es de verdad, ¿te parece?
– Ok, pero primero vamos a darnos unos besos y te hago oral, y ya que esté más cachonda uso el dildo, ¿va?
Tuvimos un juego previo alucinante, como si fuéramos novios otra vez, yo me mojé muchísimo por lo que ya no tuve que usar el lubricante que normalmente acerco cada vez que tenemos sexo.
Cuando me puse en cuclillas en la cama para darle oral, mi marido me sorprendió acercándome el dildo y diciéndome – danos sexo oral a los dos, alternadamente
Y al chupar el dildo ¡oh sorpresa! no solo se sentía prácticamente idéntico a un pene de verdad, además era tan ancho que tuve que abrir muchísimo la boca para metérmelo, y después de un rato hasta la mandíbula se me cansó.
Yo estaba tan entusiasmada que de plano me puse a chupetear el dildo y olvidé completamente el pene de mi marido, quien por supuesto no se molestó en absoluto ya que estaba literalmente embelesado imaginando que yo me estaba comiendo a otro hombre.
– Ya siéntate en él mi vida, y me lo chupas – me suplicó mi marido
– a ver pues – dije mientras trataba de encontrar una manera cómoda de sentarme en mi novio
Lo puse entre mis piernas y lo acerqué a la entrada de mi vagina. Comencé pasando la punta por mis labios para estimular mi clítoris y la sensación fue electrizante, esa cabeza tan grande se sentía deliciosa como no lo imaginé.
Me animé a insertarlo y dejé caer mi peso en el de manera gradual para sentir como iba entrando.
La experiencia fue indescriptible, de verdad agradecí la iniciativa de mi marido de comprar ese juguetito.
Era tan pero tan ancho que podía sentir como me iba abriendo conforme entraba.
Me tardé mucho por dos razones, la primera porque de verdad era tan ancho que no quería lastimarme, y la segunda porque verdaderamente estaba gozando la sensación de penetración lenta y gradual.
Estaba mojadísima y lo que comenzó como una respiración muy agitada se convirtió después en ligeros y breves gemiditos de verdadero placer.
Cuando por fin lo tuve totalmente adentro de mí no aguanté más y dejé escapar un sonoro y ruidoso gemido – OOOOOHHHHHH
La sensación de sentirme total y absolutamente llena era nueva para mí, juro que no quedaba el más mínimo espacio entre mi novio y las paredes de mi vagina. La punta tocando mi útero, el tronco dilatando mi vagina a límites que no pensé que tenía….. eso….. eso es algo que de todo corazón les deseo a todas y cada una de las mujeres en el mundo por lo menos una vez en su vida.
Cuando logré recomponerme y regresar a la realidad, miré a mi marido quien me observaba fijamente sin parpadear, con la boca abierta y cara de imbécil…. supe entonces que él a su manera también lo había disfrutado mucho.
– ¿quieres que te la chupe? – le pregunté con un hilo de voz
– si, pero no te lo saques, cógetelo mientras me la mamas por favor
Y obedecí como la buena esposa que soy.
Tuvimos algunas dificultades porque yo quería simular el mete-saca subiendo y bajando en mi novio, pero no se quedaba en su lugar, obviamente la ventosa no funcionaba en la sábana.
Luego de intentar muchas posiciones que no funcionaron, encontramos una muy buena, mi marido fijó el dildo a la cabecera de la cama, mientras yo me acosté boca arriba, acercando mi vagina al dildo y poniendo mis piernas arriba recargadas también en la cabecera.
– Imagínate que le has puesto las piernas a los hombros amor – dijo mi marido
Y entonces empezó la diversión, yo movía mi cadera al ritmo que me daba la gana, primero lento, luego rápido, suave luego fuerte, de verdad estaba en el puto éxtasis con ese pene descomunal taladrándome mi, hasta ese día, apretada vaginita.
Mi marido fastidiaba tanto con sus preguntas que no me dejaba concentrarme en lo mío
– ¿te gusta? ¿te llena? ¿quién estás imaginando que es? dime lo que sientes, ¿es muy grande? ¿no te lastima?
– YA CÁLLATEEEEE!!!! – tuve que decirle
– Amor, de verdad me está gustando, pero me distraes con tanta pregunta y además ¿cómo quieres que te conteste mientras te la mamo? o sea….
– Perdón, es que no tienes una idea de lo rico que es verte gozar con esa vergota adentro
Le propuse entonces cambiar de posición porque esa ya me había cansado, no tenía mucha movilidad estando acostada de espaldas.
– ¿perrito? – me preguntó
– Ok, pero despacio!!!! no se te ocurra meterlo rápido porque me vas a lastimar – advertí muy seriamente
Y entonces me puse en cuatro con el culo bien empinado, empapada de los muslos de tanto que lubriqué.
Vi como mi esposo veía a mi novio con cierta curiosidad porque lo dejé completamente embarrado de mis jugos.
Y entonces volví a sentir en la entrada de mi vagina la punta enorme que prometía esa sensación de invasión a mi intimidad que ya estaba deseando volver a experimentar.
Glorioso, solamente por usar una palabra a falta de la correcta…. glorioso sentirme penetrada por ese delicioso tronco.
Mi marido obediente lo insertaba muy lento como se lo pedí, pero mi vagina anticipando lo que venía se expandió para recibir las dimensiones ya sopesadas, y entonces instintivamente eché para atrás la cadera ensartándome yo sola en ese delicioso pene que no perdía su erección, siempre excitado para mi….
Y de nuevo solté un sonoro y profundo gemido que fue una mezcla de súplica y agradecimiento – OOOOOGGGGHHHHH, MMMMMMMM SSSSSSIIIIII
– Cójeme, dámelo todo por favor – dije con un tono de voz más allá de lo sensual y cachondo, rayando en lo «puta en celo»
Mi marido comenzó una secuencia de penetración que ya tenía perfectamente ensayada durante años con su propio pene y que sabía que me volvía loca.
Si, fue algo familiar pero con la novedad de que ahora era con un pene gordísimo, yo seguía sin bajar del paraíso
No solo movía mi esposo a mi novio, yo tambén me bamboleaba hacia atrás y hacia adelante, gimiendo sin inhibición, resoplos, gemidos, gritos ahogados, convertida en una hembra en celo, viciosa totalmente enloquecida por un pito.
A saber la sarta de pendejadas que habré exclamado mientras era poseída por mi novio, las pocas que recuerdo son:
– Duro, duro
– Cógeme, cógeme, cógeme
– Párteme por la mitad
– ay que rico papi, que pitote
– ay que delicia cómo me coges
– Me llenas, me llenas toooda
Y por fin el tan esperado clímax….. juro que al cerrar los ojos vi destellos de luz cuando me vine, mis músculos contrayéndose, los violentos y rápidos espasmos de mi vagina en pleno orgasmo y por supuesto el grito que probablemente escucharon hasta los vecinos – AY ME VEEEENGOOOOOOOO!!!!!!!
Y para cerrar con broche de oro, el chisguete caliente del semen de mi marido chocando contra mis nalgas y escurriéndose por mis muslos traseros.
Pobrecito…. supongo que fue mucho para él y no aguantó, se vació afuera antes de siquiera poder entrar en su mujercita.
Nos quedamos tirados en la cama un buen rato, yo no conseguía recuperar mi aliento y me di cuenta de que se me habían salido hasta las lágrimas de tanto placer. Totalmente hecha guiñapo y totalmente satisfecha.
Es en esos momentos cuando de verdad comprendes frases famosas como la de Cerati: Gracias… totales!!!!
Mi marido se veía muy pensativo
– ¿qué pachó amor? ¿no te gustó? – pregunté cariñosa
– si, pero….
– ¿pero qué corazón? cuéntame mi vida – más cariñosa aún
– cuando te metí el dildo por atrás… ¿te gustó mucho verdad? hiciste algo que nunca has hecho conmigo. Te empujaste para atrás para metértelo hasta el fondo. ¿te gustó más que el mío?
– ay amor, amor!!!! no vayas a empezar a pensar pendejadas, tu me encantas, el tuyo no tiene comparación, además te amo
Está de sobra decir que esto lo hemos repetido cada noche, y ahora mi novio siempre está presente en nuestras sesiones de sexo.