Le pedí a mi primo enano que me muestre su verga, terminamos los dos desnudos y yo gritando del dolor por lo grande que la tiene
-Estate quieta Alba
-Déja que la vea.
-Me da vergüenza.
-Que no te de vergüenza. Ya sé que tienes la polla pequeñita. Eres un enano. Mi primo el enano.
-Tu primo Carlos.
-El enano. Venga, enséñamela.
Alba, una joven rubia, de 19 años, ojos verdes, tetona, alta y delgadita, estaba en casa de sus tíos (habían salido a cenar) en pijama, en la biblioteca, sentada en un sillón al lado de su primo Carlos, un enano moreno, de 20 años.
-No te la voy a enseñar, a no ser…
-¿A no ser, qué?
-A no ser que me enseñes tú las tetas y..
-Vale, te las enseño.
Alba levantó la parte superior del pijama y le enseñó las tetas. Eran grandes, puntiagudas, con grandes areolas y buenos pezones
-Ya está. Venga, enséñamela.
El enano no se esperaba que su prima le enseñara las tetas, y debió pensar: «Ya puestos…»
-Y me las dejes chupar, y..
-Vale, chupa.
El enano sabía chupar bien. Mas de 5 minutos estuvo magreando, chupando, lamiendo y mamando las tetas y chupando, mordisqueando y pellizcando los pezones sin que su prima lo parara. Se detuvó cuando quiso. Alba estaba colorada como una grana, cuando le dijo:
-Es tu turno. Enséñame la polla.
-Y si me dejas tocarte el chochito.
-¿Sólo tocar?
-Solo tocar.
-Toca.
El enano metió su mano dentro del pijama y de las bragas. Alba tenía el chochito chorreando. La masturbó con dos dedos, Alba se dejó.
El enano quitó la polla, que la había tenido todo el tiempo en posición vertical, agarrada por el cinto. Alba, a verla, exclamó:
-¡¡Pedazo de tronco!! ¡¡Es más grande que tú!!
El enano ya fue a por todas.
-¿Follamos, Alba?
-¡¡Sí, tengo curiosidad por saber si me entra!!
Le entró. ¡Vaya si le entró! A presión, pero le entró, y Alba tuvo el mejor orgasmo de su vida. Se lo proporcionó su primo el enano, sí, enano.
Se agradecen los comentarios buenos y malos.