Mi llamo Joela y esta es la historia de mi primera vez, la cual no voy a olvidar jamás
Hola a todos.
Mi nombre es Agustina Joela. Vivo en Cuautla, Morelos. Para darse una idea de cómo soy, puedes verme en https://www.facebook.com/joelaagustinavalenciadelacruz
Bueno, esta es mi historia personal, y sí, la viví, no es cuento ni inventado, quizás muchos no lo van a creer, ya que mi inicio fue muy prematura para la inmensa mayoría, por eso, no lo creen. Esto me sucedió cuando iba en 2º de primaria, no recuerdo bien la fecha exacta, pero habre tendio entre 7 y antes de cumplir los 8 años. Mi «victiminario» también tendría ésa edad, no sé, porque él supo del sexo a esa edad, ni me pregunte, porque nunca le pedí esa información; pero para mí, fue ahí que conocí el sexo.
Todo comenzó cuando entramos a la escuela, iba en el turno vespertino en aquella vez. Mi madre por alguna razón, no me llevó a la escuela, y tuve que irme solita, no era tan lejos de mi casa y tampoco peligroso. El chiste que cuando entramos, la política de la escuela, es que si no llegaba la maestra, los niños saldría sin la compañía de sus padres. En ésa época, tampoco contábamos con línea telefónica en casa, y al llegar a la hora del recreo, tan sólo quedaba un compañero del salón, Edson y yo. Al terminar el recreo, nos fuimos al salón como es normal y común ese día. Estuvimos sólo en el salón, platicando a gusto, y en eso, me sugirió que fuéramos a jugar el clásico juego de «la casita».
Obviamente, no pensé nada fuera de lugar, ni sabía en esa época lo que era el sexo real. Obvio, éramos la pareja del padre y madre del hogar, imaginando teniendo la familia. En eso, comentó, que «hiciéramos, lo que hacen los padres», yo supuse que pensaba que nos besáramos, y la idea ésa, me pareció bastante normal aceptarlo, ya que tenía la curiosidad a que se sentía besar a alguien en la boca. Fueron unos piquitos normales. Después de darnos unos pares de besos, se le ocurrió decirme, que fuéramos a la puerta, de tal manera que si alguien viniéra, al abrir la puerta, se obstaculizará con nosotros ahí. Me puso entre la pared y él. En eso, veo que se acerca a mí, se me pega mucho desde la cintura para abajo, veo que se baja el cierre, se saca su penecito con sus manos, y fue tan rápido que lo metió debajo de mi falda, y lo frotó en mi calzón a la altura de mi clítoris. Así estuvo, poco rato, quizás medio minuto, pero en ese momento, sí sentí vario tiempo.
En eso, me dijo que me recostará encima de la banca (en la parte donde se ponía los cuadernos para poder escribir) cercana, que daba a la ventana. Obviamente que la mesa de la banca quedaba debajo de la ventana, de tal manera que si me acostada ahí, no me veía afuera del salón. Me comentó que estando ahí, no nos vería. Yo ilusamente, a pesar de que me puso su penecito en mí, ¡debajo de mi falda! No dudé en hacer caso su recomendación, no sabía que iba a hacer, yo acostada boca abajo en la banca. Al hacerlo, veo que él se incorpora encima de mí, otra vez se saca su penecito, me dejo que se mete sus manos en mi falda, me baja los chones, y siento que intenta introducirlo dentro de mi ano. No dije nada, ni me opuse, tan sólo me quedé en disfrutar, primero el dolor, que recuerdo que no fue mucho, y después sentí algo extraordinario a esa edad, sentí maravilla, y tan sólo recordar como su empujoncito en mi nalga y la penetración, me se humedece mi pussy.
Así estuvo un rato, no tuve noción del tiempo, de cuanto tiempo fue la acción, después sentí como que se mió (obviamente se vino), en vez de molestarme, me quedé pensando en la sensación que sentía mis nalgas, esa sensación que sentimos cuando nos penetra.
Curiosamente, nadie llegó a entedarse, después de la acción, nos quédamos mirando, uno al otro, y en eso, llegaron unas compañeras de 6º, entrando al salón, nos quisieron jugarnos la jugarreta de que nos iban a darnos clase, pero todo cotorreo; mientrás que Edson y yo, sólo nos quedábamos mirando uno al otro, sacando nuestra sonrisa complice de lo que habíamos hecho. Y lo bueno, no lo notaron los compañeras.