Lucas pudo hacerlo, pudo estar con los dos chicos de su clase que le gustaban, aunque nunca se imaginó que sería al mismo tiempo

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Esta será la primera parte de una serie de relatos protagonizados por tres personajes  diferentes que caracterizaré lo mejor posible.
La historia girará en torno a ellos y a las «aventuras» que irán viviendo e iré alternando entre los personajes según cada capítulo para centrarme más en los detalles de cada uno.
Espero que mi estreno con los relatos sea lo menos torpe posible y con la mejor calidad que dé mi calenturienta imaginación, espero que os gusten y si tenéis alguna sugerencia o tip de escritura no dudéis en dejarlo reflejado en los comentarios =)
Sonó el despertador, y en lo que me levanté de cama, me estiré un poco y me espabilé me dije a mi mismo:
– Y aquí llega lo que promete ser otro día más de mi insustancial vida.
Después de ducharme y arreglarme para ir a clase me miré una vez más en el espejo.
El reflejo me muestra la cara de un joven de diecisiete años, con el rostro del típico adolescente en desarrollo, cara redondeada pero con alguna facción como la barbilla o la mandíbula empezando a destacar, el pelo negro en media melena con mi característico flequillo, un poco despeinado de venir de dormir y completamente afeitado eso sí, no me gusta nada llevar barba, aunque sí como les queda a otros chicos.
El cuerpo es el típico cuerpo delgado de un chico de mi edad, sólo que al no practicar ningún deporte pues no estoy ni musculado ni fibrado siquiera, pero al menos tampoco estoy fofo.
El espejo también me devuelve la mirada, debe ser la parte del cuerpo que más me gusta de mi mismo, esos expresivos ojos color miel.
– Bueno, deja de hacerte el presumido que vas a llegar tarde y aún tienes que desayunar.
Después de acicalarme un poco me preparé un cafelito (realmente no me gusta mucho desayunar, es sólo que sin mi café de la mañana no soy persona) y al poco de terminarlo cogí la mochila y me puse en marcha.
Una vez en clase se me pasó la mañana volando, no me gusta la rutina en la que estoy sumido, pero al fin y al cabo soy un buen estudiante y segundo de bachillerato no se me está dando mal del todo, como si tuviese otra cosa mejor que hacer la verdad…
El año pasado nos mudamos por cosas de la vida, y claro, yo he tenido que dejar atrás todo, y la verdad que aquí no termino de encajar, apenas he hecho una par de amigas en clase y para los chicos parece que no exista, de hecho llevo desde el año pasado sin salir con nadie o hacer algún amigo al menos.
En lo que me perdía en mis pensamientos  fueron pasando las horas y llegó la última clase, educación física.
Como esta semana estábamos preparando una prueba de resistencia física nos pasamos la mayor parte del tiempo corriendo, pero el calor húmedo de la primavera empezaba a resultar insoportable al final de la clase y acabamos todos bastante acalorados y sudados.
A pesar de lo molesto que pueda resultar esto en un principio ver así a más de uno de clase no tenía desperdicio.
Una vez terminado el entrenamiento el profesor nos mandó a las duchas, debe ser de los pocos momentos que más me gustan de este curso, al menos me alegra la vista ver a los chicos en las duchas y como hacen el tonto en los vestuarios.
Cuando ya todos estaban acabando de vestirse para marcharse yo todavía seguía en la ducha.
Una vez hube terminado de ducharme fui hacia el banco de los vestuarios donde había dejado mi mochila con la ropa.
Y allí estaban, Erik y Nico, el rubio y el moreno, los dos chicos más guapos de la clase en boxers y a medio vestirse, viendo algún tipo de video y riéndose a carcajadas.
Erik es el prototipo de chico guapo del norte de Europa, rubio, ojazos verdes, con el pelo largo por la parte de arriba y atado en una coleta al final y rapado a los lados, barbita incipiente pero muy sugerente, cuerpo definido y bonito y bastante simpático, lo malo es que se le ve bastante inaccesible, ya que sólo se relaciona con el grupito de los populares.
Por lo que tengo entendido su madre es de aquí, el que trajo esos buenos genes fue su santo padre, al que tampoco me importaría conocer.
Nico sin embargo es otro rollo, es el típico «malote» también bastante guapete, moreno, con el típico pelo que llevan todos ahora un poco largo y peinado hacia un lado, barbita recortada y un par de aretes plateados y un buen cuerpo la verdad, tiene pinta de ser de esos que se mazan un poco en el gimnasio, porque la verdad que está bastante fuerte.
De este chico lo único que sé es que es el repetidor de la clase, y que si hay alguna liada seguro que el está implicado.
– Y a ti que te pasa atontao? Llevas un rato mirando, te gusta lo que ves o que? – me suelta de repente.
– Nada, no te lo creas tanto, si levantas el culo verás que estás sentado en mis cosas, sólo quiero vestirme – le contesté.
Por lo que sea a Erik debió hacerle gracia lo que le dije porque no pudo evitar reirse.
– Ya bueno, pues menos bromitas conmigo, no te conviene tenerme de enemigo – me dice dándoselas de marchito.
– Venga déjalo estar que tiene razón, nos hemos puesto aquí de charleta y ni nos hemos fijado en sus cosas – intervino Erik.
Una vez aclarado el asunto se terminaron de vestir y se pusieron a recoger sus cosas y mientras Erik metía su ropa sucia en la mochila se le escurre la ropa interior y se cae detrás del banquillo del vestuario.
– Va, date vida Nico que quiero pasarme por la cafetería antes de que cierren que me muero de sed – dice Erik.
– Ya cansino, que pareces mi vieja con tantas prisas, estoy acabando – le contesta Nico.
Y yo allí en medio del vestuario con la toalla atada a la cintura esperando como si fuese la cola de la carnicería del super.
Al cabo de un rato se fueron apresuradamente sin percatarse de lo que habían dejado atrás y pude sentarme para terminar de secarme y vestirme.
En un vistazo rápido me aseguré de que no quedaba nadie por allí y me giré a recoger los boxers de Erik, eran unos Adidas negros, de estos deportivos, y yo claro, con lo salido andaba últimamente no lo dudé ni por un momento y me los acerqué a la cara y los olí profundamente…
Olían a una mezcla de su colonia, sudor y ese olor a macho que tanto me pone.
Menuda suerte la mía – pensé, quién me iba a decir que acabaría encontrándo la ropa interior del chico que más me gustaba de la clase y con media erección en camino.
De repente escuché a alguien acercarse, y dada la situación lo primero que se me ocurre es coger rápidamente la mochila con mis cosas y encerrarme en el baño, no es plan que me pillen con las manos en la masa, literalmente.
Hay dos opciones o que sea el profesor que venga a mirar que no quede nadie, o que sea el propio Erik que se ha dado cuenta de que se ha dejado algo.
Me quedé quieto un rato un poco asustado por la situación, si me llegasen a pillar como iba a explicar esto?
Pero al rato escucho los pasos alejarse y cómo se cierra la puerta, bien, estaba fuera de peligro.
Lo raro de todo esto es que me ha había dado un subidón curioso de adrenalina y me estaba gustando el rollo.
Saqué los boxers usados de Erik de la mochila y volví a olerlos.
– Buff, esto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo – pensé para mis adentros.
Me estaba poniendo bastante caliente, y dado el morbo del asunto decidí sacarle partido, me bajé los pantalones y me saqué la polla mientras seguía olisqueando ese embriagador aroma de hombre.
Sólo con oler esos boxers se me estaba empezando a poner dura y ya me salía una  gotilla de líquido preseminal.
Al poco de empezar a tocarme ya tenía una erección de campeonato y me empecé a masturbar con más ahínco pensando en Erik y en lo que le haría si lo tuviera delante…
Estaba tan excitado que sentí que me iba a correr en cualquier momento, así que me subí la camiseta por detrás de la nuca y seguí pajeándome como si no hubiera un mañana mientras seguía oliendo los boxers.
Ya que nunca había hecho nada parecido, y por miedo a que me pillaran me apresuré en terminar, pero todo esto era tan morboso que lo estaba disfrutando demasiado.
– Joder Erik como me pones… – dije en alto sin poder evitarlo.
E inevitablemente acabé corriédome como un animal, cubrí todo mi pecho e incluso me llegaron algunas gotas a la cara y el pelo.
Uff, no se que me ha pasado, pero me he dejado llevar demasiado – pensé.
Salí rápidamente del baño y me limpié como pude antes de huir de la «escena del crimen» no sin antes poner a buen recaudo esos boxers, claro.
Continuará…
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