Luis aprovecha que mi esposo se va y me folla en la sala
Primero los agradecimientos. Muchas gracias a todos aquellos que dejaron sus comentarios respecto del cuento anterior, y ahora continuemos juntos con la historia.
-Luis, siéntate, tomemos un café mientras llega la modelo. Es nueva, bonita y alegre, te va a gustar. Inés acompáñanos, mientras esperamos.
La mesa era pequeña, había solo una silla junto a Luis, por educación no la cambié de lugar y me senté allí. Luis se movió como separándose, pero no lo hizo, y quedamos muy cerca, sentados uno junto al otro, y mi marido enfrente.
-Se llama Amanda, viene en tren hasta el pueblo, y allí toma el bus hasta la urbanización.
Inmediatamente sentí la mano de Luis que avanzaba por debajo de mi falda y por el lado externo de mi muslo, subió por la cadera y tomó el lateral de mi tanga, tirando fuerte de ella, hacia abajo.
-Si no coordinara con el bus, que parte cada hora, me llamará, e iré a buscarla a la estación de tren.
-¡Ayy!!!!
-¿Que pasa querida?
-Creo…. que me picó un mosquito en el brazo. Dije mientras me frotaba una picadura inexistente.
El bruto tiraba fuerte del lateral de mi braga, y me hacía daño en el otro lado, y en la ingle. Y no iba a ceder, por lo cual con la excusa de tomar el azúcar, levanté un poco mi culo, e inmediatamente tenía mis bragas a la altura de las rodillas, y sin soltar el lateral, terminó de bajarlas por mis piernas.
-Si tuviera que ir a buscarla a la terminal, es un solo un momento, porque demoro 10 minutos en ir, y otros en venir.
Y ahora su mano estaba sobre mi coño, y tratando de meter un dedo en él. No lo iba permitir, pero el bruto cambió a una caricia suave y lenta sobre la parte superior de mi coño, apenas rozando el clítoris. ¿Cómo podía ser tan duro y luego tan tierno y suave? Mierda, lo que faltaba es que mis pezones se encendieran, no tenía sujetador, y mi marido podía darse cuenta.
-Hola. Sí te escucho.
Mi marido atendió la llamada a su móvil, eso desvió su atención de nosotros, y para mi desgracia también hizo que me olvidara por un momento de la mano, y cuando reaccioné, ya tenía el dedo mayor de Luis dentro de mi coño, y lo introducía y lo sacaba muy suavemente…
-Si, ya salgo a buscarte. Como les dije, el bus ya había pasado cuando llegó el tren. Voy a buscarla en un momento.
Tenía que hacer algo, no podía continuar con aquello, entonces dije: Que Luis te acompañe, para que se conozcan entre él y la modelo.
-No, prefiero que Ustedes verifiquen que las luces están correctas, y todo pronto, de esa forma, inmediatamente empezamos con las tomas.
Mi marido salía de la sala, cuando Luis tomaba mis bragas y las escondía en su espalda. Acompañe a mi marido al inicio de la escalera hacia el garaje, y cuando regresé a la sala, Luis se había quitado su camiseta, y estaba sentado en el amplio sofá con mis bragas a un lado. Allí estaba yo, parada, sin bragas, frente a un tío 10 años menor que yo, que me miraba con deseo y sin temor, y por el contrario, yo sí estaba un poco asustada. ¿Qué tenía este niñato que lograba que mis pezones estuvieran duros casi a estallar, y un suave temblor bajaba hasta mi entrepierna? Yo sabía lo que era, pero no quería pensar en ella, ni imaginármela siquiera.
-Ven, siéntate a mi lado.
Mierda, mierda. Caminé hacia el sofá, y me senté. ¿Qué me pasaba?
-Luis, que quede claro, no va a pasar nada entre nosotros.
-Inés, quiero follarte, sin preservativo, quiero sentir el interior de tu coño contra mi polla al natural.
Era como un mago, mientras con una mano acariciaba suavemente mi mejilla, como a una madre, y lograba que yo prestara atención a ello, su otra mano se había metido bajo mi camiseta, y apretaba, también suavemente mi pecho izquierdo.
-Mmmm… No Luis, no quiero follar contigo, tengo a mi marido, a quien quiero mucho, no lo voy a hacer, no podemos hacerlo, no corresponde.
-Recuerda que fue él, quien te pidió que me follaras en la anterior sesión de fotos.
-No; él me pidió que te dejara follarme, que es distinto, porque tú lo necesitabas. No sigas, por favor, por favor no….
Su mano era suave, y seguía acariciándome el pecho, apretando mi pezón, que ya me dolía de gusto, y la otra volvía bajo mi falda, buscando nuevamente entrar en mi coño. Mierda, me estaba excitando más de lo que era conveniente. Yo no quería…..
-Entonces no te follaré, pero déjame chuparte el coño, siento su olor desde aquí, pero quiero sentir su sabor. Anda Inés, tranquila, déjame solo te chuparé y te correrás, solo eso.
Y mientras me decía eso, la mano que tenía aprisionado mi pecho, empujaba y me recostaba en el sofá, y la otra levantaba mi falda, para meter su cara entre mis piernas. En un segundo sentí su lengua suave, desde la mitad de mi coño, lamiendo hacia arriba, hasta el lugar del cual se llega al cielo. Volvió a hacerlo, con una cadencia que mataba de gusto, lento, al inicio su lengua era profunda en mi coño, y arriba golpeaba con su punta. Me iba a correr, no lo iba a poder evitar, un tenue calor bajó rápido, desde mi cerebro, recorrió todo mi cuerpo, aumentando la temperatura a medida que bajaba, y se unía desde todos los lugares hasta mi entrepierna, llegaba… llegaba, no podía más…..Luis tomó mi clítoris entre sus labios, colocó la lengua debajo, apretó, y chupó fuerte….. y ocurrió. Me estaba corriendo, mi coño, se abría para recibir lo que fuera, y se apretaba tratando de llevar hasta lo más profundo esa lengua, los espasmos fueron fuertes e intensos, empujé la pelvis contra su boca, lo tomé del pelo, y apreté fuerte contra mí, y me corrí soltando toda la presión y calentura, gemí y grité.
Se separó despacio, lo que hizo que inconscientemente me aflojara, mi cuerpo quedó laso, disfrutando la paz posterior.
-Date vuelta, ponte boca abajo.
Y lo hice, no me di cuenta en ese momento que estaba haciendo, descansaba, aflojaba todos mis músculos, y no supe que nuevamente estaba boca abajo, a su disposición, como cuando mi marido me pidió que lo dejara follarme, hasta que sentí que aflojaba su cinto y se bajaba los pantalones.
-¿Qué haces? Acordamos que no íbamos a follar. No quiero hacerlo, por favor, otra vez no.
-Tranquila. Puso una mano suave pero firme en mi espalda, y con la otra levantó mi falda hasta mi cintura, sentí el fresco en mis nalgas, ya desnudas, al aire y a su vista.
-Solo quiero sentir la piel de mi polla dentro de tu coño, en la oportunidad anterior tenía preservativo, ni yo sentí tu piel, ni tú la mía, solo quiero sentirlo.
-No, no, y no. No quiero follar, no quiero engañar a mi marido.
-El dejó que te follara una vez, no lo estás engañando, él te lo permitió, más aún, te pidió que me follaras, y te lo volverá a pedir.
Su mano acariciaba mis nalgas, se metía entre ellas, entraba fácil en mi coño que estaba rebosando de jugos, y volvía a salir para acariciar con sus palmas suaves mis nalgas. Me estaba matando de gusto. Primero la sentí sobre mis nalgas, dura y firme, muy firme, sin preservativo, caliente y rugosa. Sentí deseos de verla, me volví, y creo que él entendió, se separó apenas de mí, y la ví. Grande, con la cabeza rosada oscura, casi roja, fuera del prepucio, y un tronco perfecto, recto, grueso con apenas algunas venas sobresaliéndole. Volvió a colocarse entre mis piernas, quitándomela de mi vista. Entonces giré mi cabeza, apreté mi cara contra los cojines del sofá, abrí apenas mis piernas, y empecé a sentir como aquella gran polla iniciaba su trayecto hacia el interior de mi coño.
Entró suave, lento y despacio, primero la cabeza, su piel era suave, muy suave, y cuando ya había entrado, llegó el inicio del tronco, con su prepucio arrollado, continuó, sin pausa, sentía su tronco que rozaba todo mi interior, arriba, abajo, en los lados, no quedaba lugar sin ocupar, me estaba llenando toda, nunca había sentido algo así, nunca había tenido dentro de mi coño una polla que ocupara todo mi lugar, sin espacios, sin aire; y llegó al final, lo sentí al mismo momento que tocaba lo más profundo, y que su pelvis se apoyaba en los bordes exteriores de mi coño. Y cuando llegó allí apretó más aún.
-No…, por favor, por Dios…., sácala.
Y así lo hizo, inició el trayecto inverso, comenzó a sacarla despacio y lento, tal como había entrado, sentía que se iba, sentía que la perdía.
-Es solo lo que pedí, sentir tu interior contra la piel de mi polla. Si quieres la saco y todo estará bien, y esperamos que tu marido te pida nuevamente que me folles.
Sentía que la perdía, y no quería, pero tampoco quería ser follada de nuevo, pero si quería tenerla toda adentro. Levanté más mi culo, buscándola, al mismo tiempo la quería….., pero no quería que me follara. Ese movimiento que hice, provocó algo que me quitó todo pensamiento, Luis esta vez empujó rápido, con mucha fuerza y su polla se enterró fuerte y hasta el fondo de mi coño.
-Ahhhggg !!!!! Luis, por favor….. No más, no me folles, no aguanto más…., si sigues me voy a correr…..no lo hagas.
Volvió a sacarla y meterla, ahora con un espaciado y cadencia perfecta, entraba toda y salía hasta la mitad, yo empujaba con mi culo cada vez que intentaba sacarla, y la volvía a meter, me tomó de las caderas, y continuó, continuó, y continuó, sin parar, sin cambiar el ritmo, me iba a correr, sin remedio, volvió a llegar el calor, esta vez bajó por mi pecho, pero también por mis nalgas, se concentró en mi coño, y comencé a correrme.
-Me corro…., me estoy corriendo toda…., me gusta…, me gusta….
En ese momento sentí, aunque estaba toda metida, que apretaba más, y se quedaba quieto, y surgió su leche, su semen, más caliente aún que el interior de mi coño, lo sentía salir al mismo tiempo que sentía los espasmos de su polla, perfecta, perfecta, que hermosa follada me estaba dando, se corría junto conmigo, sentí la necesidad de hacerlo gozar, apreté mi coño, lo contraje todo lo que pude para sacarle todo, todo… y en ese momento escuché el motor del portón del garaje. Mi marido regresaba, y automáticamente todo terminó.
Mientras él se subía su pantalón y se ponía su camiseta, yo me ponía las bragas.
-Pronto, ya llegamos.
-Nosotros también prontos, ya terminamos. Dijo Luis.
Corriendo hasta el pasillo, casi empujé a mi marido y la modelo para que subieran las escaleras hasta el cuarto de fotos, no podía dejarlos entrar a la sala, donde el olor a sexo estaba en cada rincón. Luis fue el primero en entrar al baño a cambiarse, supongo que para lavarse también. Hicimos las fotos, con todas las poses, yo no había podido tener la paz posterior al orgasmo, y era como si estuviera en otro lugar, deambulaba por el cuarto, como sin saber donde estaba, mis movimientos eran lentos y casi sin sentido.
Mi marido, casi en un susurro me dice:
-Has visto que Luis no se ha empalmado, quizás esta modelo no le sienta bien.
-Es cierto, no me había fijado…
Y en ese momento, la causa por la cual Luis no se empalmaba desbordaba mi braga, y bajaba despacio por el interior de mi muslo derecho.