Mi madre descubre cuando me masturbo y ahora esta obsesionada, no puede dejar que lo haga sola. Por eso empezamos una relación más intima
Cómo casi todos los días, en la tarde noche, estaba pajeandome frente el lavamanos del baño. Me gustaba esa hora porque no estaban mis padres en casa, justo antes de que llegaran de sus trabajos. En mi teléfono miraba un vídeo de una tetona madura montando una gran verga. Me excitan de manera extrema los vídeos de maduras con grandes tetas naturales fornicando como poseídas. Las del vídeo eran exquisitas tetas grandes, blandas, algo caídas (más me calientan) y con grandes aureolas rosadas, culeando con un gasfiter en la cocina. Culona y tetona follaba como experta a una verga joven. Era uno de mis videos favoritos («Busty Housewife Fucks The Plumber», por si quieren buscarlo).
Apoyándome en el borde del lavatorio, en la base de mi pene, dejando mis bolas apretadas abajo y mi falo arriba, hacia que se estira hacia atrás el prepucio y tensara más la piel de mi miembro. Y con mi mano me pajeaba enérgicamente, absorto en el vídeo.
Repentinamente, y justo en el momento en que estaba punto de explotar, abren la puerta de sopetón. ¡Era mi madre!. Llegó antes de tiempo a casa con ganas de orinar y yo confiado no había cerrado con seguro la puerta.
Ahi nos quedamos, unos segundos, mirándonos a los ojos. Yo, con mi verga erecta en mi mano y mis pantalones en los tobillos, y los exagerados gemidos del vídeo sonando de fondo. Ella, parada en el umbral de puerta con cara de sorprendida, con sus manos en el cierre posterior de su falda, abriéndola.
Deben haber sido unos 2 o 3 segundos, que se sintieron eternos. Los que pasaron antes de que ella hiciera algo. Sin hablar, cerró la puerta tras ella, se bajó su falda y calzones, y se sentó en el Wc. Sin dejar de mirarme a los ojos y mi verga de manera alternada. De alguna forma ver su enorme y blanco culo desnudo antes de que se sentará, me calentó y sin poder controlarme seguí con mi paja mirándola.
Después de orinar, secó su zorra. Yo no perdí detalle de su performance, masturbándome con la situación. Y se fue sin decir nada. Cerrando la puerta tras ella.
Los gemidos de la pérfida madura en el vídeo seguían sonando. Cuando eyacule sobre el lavamanos. Cerré el vídeo, limpie el lavamanos, me limpié y salí del baño. Mamá estaba en la cocina, tranquila. Al acercarme me dijo:
– Debiste haber cerrado con seguro.
– Si lo sé, fue mi descuido, que vergüenza.
– No te avergüences, es algo normal. Además debes estar estresado por tus estudios así que no hay problema.
– Si ha estado pesado el semestre – dije tratando de justificar el tema.
– Está bien que busques relajarte – dijo sonriendo – ahora anda a comprar pan para la cena, que ya viene tu Padre.
Luego de eso no hablamos del tema, y en realidad, no hubo mayores cambios en lo cotidiano, salvo algunos momento donde notaba actitudes extrañas en mamá. Ciertas miradas a mi entrepierna, o palmadas en mi pene cuando estábamos cerca, a ratos se arrimaba hacia mí y me apoyaba sus tetas en el hombro. Siempre ha sido cariñosa pero esto era distinto.
Mi madre era una mujer normal, no una milf de porno, pero si tenía sus atractivos. Tenía una piel blanca, llenas de pecas, sobretodo en las zonas más expuestas al sol (mejillas, frente, nariz, pecho, hombros y brazos. Sus ojos eran verdes, su pelo oscuro y ondulado. Media como 1,6 m. Tenía algo de barriga, pero no tan grande. Sus pechos eran copa «D». Y su culo era enorme, redondo y blanco. Era una mujer linda y muy bien dotada, una Curvy.
Pasaron los dias sin mayores novedades, salvo algunos episodios de estos «acosos» de mamá. A mí no me molestaba que me tocará el paquete, de hecho me calentaba.
Una tarde, estaba caliente, muy caliente. Con 18 años estaba con mis hormonas disparadas. Tomé mi teléfono y me fui al baño. Quería pajearme. Busque algún vídeo en internet, de alguna madura tetona natural, quería una cabalgando, moviendo sus tetas y gimiendo como loca.
No cerré la puerta, y la verdad, al propio, quería que apareciera mamá. Una sensación de nervios también me invadía, aumentando aún más mi excitación.
Desenvainé mi herramienta sobre el lavamanos, posicionándome de la forma que más me gusta. Y comencé a menearmela concentrado en la imágenes de la hermosa madura de ojos claros y senos generosos que fornicaba en el vídeo. Era una paja lenta, como haciendo hora, como esperando.
Sentí la puerta del departamento cerrarse, era mamá, siempre llegaba un par de horas antes de papá. Subí el volumen del teléfono al máximo, quería que ella supiera que me está masturbando.
Pasaron unos segundos y se abrió lentamente la puerta. Nos miramos a los ojos, sin detener mi paja. Ella se acercó por detrás de mí, pasó su brazo derecho por debajo del mío. Y con su mano comenzó a correrme la paja.
A través del espejo me miraba a los ojos fijamente, con su cabeza apegada a mi brazo derecho, con su mano izquierda acariciaba mi abdomen bajo mi ropa. La paja se sentía exquisita, con la presión perfecta recogia mi prepucio con la expertiz que solo dan los años de experiencia.
La sensación de su cálida mano jalando el forro de mi verga una y otra vez, estaba llevando al cielo. Mi falo como fierro absorbía estoico los tirones que esa hermosa dama ejecutaba, aumentado la fuerza con delicadeza. Yo cerré los ojos y eché mi cabeza hacia atrás, entregándome a sus caricias. Ella aumentó la frecuencia y la presión en mi tronco, de manera maestra. No fueron más de 30 segundos, pero fueron los necesarios para sumarme en uno de los orgasmos más fuertes de mi vida.
Mis testiculos se retrajeron y mi verga comenzó con las contracciones propias de un pronta eyaculación. Mi madre muy acertada, tiro todo lo que pudo la piel de mi pene, con la fuerza precisa. Para luego, eyacular borbotones de semen en el lavamanos. Tres disparos fuertes primero que impactaron en el muro sobre el lavamanos y luego de eso varios de menor intensidad que se fueron atenuando junto con mi orgasmo, que incluso hizo que mis piernas flaqueran.
Abrí los ojos justo cuando ella soltó mi verga. Llevo a su boca los restos de semen que quedaron en su mano, y mirándome a lo ojos dijo:
– Espero que te hayas podido relajar mi amorcito – Luego de eso salió del baño sin decir más.
Sin poder articular palabras, me quedé en silencio.
La encontré en la cocina luego de que salí del baño. Entré para conversar con ella por lo ocurrido.
– Oye mamá, encuentro que tenemos…
– No te preocupes – me interrumpió – dejemos que las cosas solo sucedan así. No hablemos de lo que ocurrió.
Dijo sin mirarme, enfocada en unos platos que lavaba.
– Pero… Estás segura?
– Si – volteó a mirarme con sus ojos llorosos – No puedo controlarme, desde que te vi masturbándote, no he dejado de pensar en el sexo y en lo insatisfecha que he estado desde hace tiempo con tu padre.
– Pero mamá, estás bien? – preocupado, tomé su hombro.
– No quiero hablar de esto, entiende!. Solo déjalo pasar. Además así aprovechas de relajarte. – lo último lo dijo con una sonrisa, disimulando el conflicto interno que tenia. – Ahora anda a comprar al supermercado.
Era parte de la rutina que me mandara a comprar a esa hora. A la vuelta, ha estaba papá en casa y todo era normal.
La conversación con mi madre me había dejado con un sentimiento de culpa. Por lo que solo me limité a hacer como que nada había pasado y me encerré en mi dormitorio temprano.
Al día siguiente llegó mi madre de su trabajo, una hora antes, como todos los viernes. Yo estaba en el estar viendo televisión. Llegó algo alterada, a juzgar por su respiración, y sus mejillas coloradas. Llegó con su cabello suelto y su blusa algo desabotonada, dejando ver el canal entre sus senos.
– Hola – me dijo, dejando su cartera y chaqueta en una silla del comedor.
– Hola, le respondí indiferente – la verdad es que no sabía cómo reaccionar.
Se sentó a mi derecha, con su escote apuntándole y abrazándome con su brazo izquierdo.
– cómo estuvo tu día? – preguntó.
– bien, bien, sin mucho que contar.
– luces un poco estresado – posó y cargo su mano sobre mi pene.
– Emmmm… Tú encuentras? – desconcertado.
– Uy siii… Se te nota en tu mirada amorcito.
Mi pene comenzó a reaccionar inmediatamente bajo su mano. Ella respondió a mi dureza cargando restregando aún más fuerte mi miembro, cada vez más duro.
– Si mamá, necesito liberar tensiones – entendí el juego y me deje llevar.
– Quieres que mami te ayude?
– lo necesito con urgencia.
Sin decir más ella desabrochó mi pantalón, apartó mi calzoncillo y liberó a mi verga. Para comenzar a menearmela. Como experta jugaba con mi miembro cada vez más duro y puso su escote cerca de mi cara.
Yo metí mi rostro entre sus hubiese y besaba la poca piel que mostraba.
– Así me gusta mi niño, durito por su mami.
Yo no decía nada, solo me dejaba masturbar por mamá en el sillón.
– Ahhhh… Libere un gemido.
– vamos al baño que acá vas a dejar todo manchado.
Se levantó y comenzó a caminar moviendo su gran culo. Me levanté raudamente siguiéndola, en el pasillo ella se detuvo y se volteó delante mío dándome la espalda. Tomo mis manos y las cruzo delante de ella, para apegar su culo a mi falo. Acto seguido caminamos lentamente. Yo la besaba en su cuellos, mientras ella levantaba su culo. Subí una de mis manos para tomar una de sus tetas, lo evitó, reubicandola en su cadera. Agarrandola fuertemente de las caderas restregaba mi verga en su redondo culo mientras caminaba. Empeñones a los cuales ella respondía levantando y cargando su trasero para atrás.
Llegamos al baño y ella apoyó sus manos en el lavamanos, empinando su culazo. Entre punteadas y refregones, intenté subir su falda pero apartó mis manos. Repentinamente se enderezó me tomo la verga y me tironeo para acercarme al lavamanos. Solo fueron necesarias un par de paradas para que liberara borbotones de semen en el artefacto de baño. Lamió el resto de lefa que quedó en su mano, beso mi mejilla y me dejó solo.
Lo ocurrido después fue lo mismo, como si nada hubiese pasado.
Eran las 3 am y unos ruidos extraños me despertaron. Provenían del dormitorio de mis padres. Era obvio, estaban teniendo sexo, y juzgando a la claridad con que se escuchaba, había quedado la puerta abierta.
Antes los había escuchado, pero no me había despertado la curiosidad. En cambio, con los últimos acontecimientos, quería ver a mi mamá culiando. Ojalá ver sus tetas saltando mientras se lo meten.
Me levanté en silencio y caminé como un ninja por el pasillo oscuro. La luz tenue de la televisión iluminaba la alcoba de mis padres y salía un poco de luz por la puerta a medio cerrar.
Agachado me asome apenas, para evitar ser detectado.
Y ahí la vi. Montada sobre mi padre, dándole la espalda, subiendo y bajando en la verga de mi progenitor. El lecho nupcial estaba orientado con sus pies hacia la puerta. Por lo que, la vista de mi madre era frontal.
Ella con sus rodillas a ambos lados de la cadera de mi padre, con su culo respingón apuntando a la cara de papá y sus manos apoyadas en las rodillas de el. Sus enormes tetas se bamboleaban alborotadas con cada movimiento. La luz del televisor era la precisa para distinguir sus delicados pezones erectos rodeados por unas anchas aureolas rosadas. No había imaginado como serían las gordas tetas de mamá. Y la verdad, es que al verlas en plena faena sexual, se convirtieron el mayor fetiche para mí.
Ella gemía despavorida con cada estocada, con su cabeza hacia atrás. Era una fiera montando, que con cada uno de sus movimientos. Luego de unos minutos ella se volteó, volviéndose hacia el y brindándome una completa vista de sus carnosas nalgas, que se movían adaptándose al cuerpo de mi afortunado padre. El catre sonaba víctima de la dinámica amatoria.
Yo estaba de espaldas en el piso, asomado solo con mi cabeza, en un ángulo preciso para que mi padre no pudiera verme. Me pajeaba furiosamente ante el espectáculo maravilloso de mamá, como la más caliente actriz porno.
Entre esas blancas masas, su raja, subía y bajaba engullendo esa verga. Yo lo seguían sin perder detalle.
Coordine mi paja al ritmo de ella, así que cada vez que ella se tragaba la tranca de papá, yo tiraba mi prepucio lo más atrás. Al cabo de unos cuantos tirones, estaba sumido en un éxtasis exquisito y morboso. Ella comenzó a acelerar el ritmo, y yo con ella. Sus gemidos aumentaban y yo comensaba a sentir mi corrida acercarse. Al instante ella cambio a penetraciones lentas, profundas y fuertes. Yo la seguí en mi paja. A la primera casi me vine, resistí la segunda con un hormigueo en mis testiculos, a la cuarta sentía que mis genitales interiores estaban a punto de reventar. Y a la cuarta explote al mismo momento en sus nalgas aterrizaban en mi padre, engullendo al maximo su pene, con ella gritando un largo gemido que se fue apagando lentamente.
El nivel de calentura fue tan alto que los primeros dos disparos no vi donde quedaron, los siguientes los sentí caer en mi pecho y barriga. Seguí meneandomela mientras miraba a ese culo, objeto de mi deseo, seguir moviendose sobre la verga de papá, ya de manera más lenta y suave, reclinada sobre el.
Antes de que detuvieran o se levantarán, volví a mi habitación en silencio, me limpie con unos calzoncillos botados junto a mi cama y me acosté.
Desperté como a eso de la 9 am, con algo de sed. Así que fui a cocina a buscar algo para beber. Gran sorpresa fue la mía al ver a mi madre en el pasillo limpiando unas manchas en el muro del pasillo junto a la puerta de su recámara. Solo llevaba una camisa de dormir, algo traslúcida y muy corta, que solo alcanzaba a tapar, a penas, sus nalgotas.
Al verme se me acercó decidida, y muy seria. Me empujó hacia una pared del pasillo y mirándome a los ojos me dijo.
– Supongo que disfrutaste mucho el show de anoche. – cambiando su expresión seria a una de calentura – te lo dediqué a ti.
Yo estaba callado, entre asustado y caliente. Su poca ropa, la situación y sus pezones marcados; me tenían desconcertado.
Metió su mano bajo el pantalón de mi pijama y me agarró el pene ya algo erecto. Comenzó a jugar con mi forro mientras me dijo al oído.
– Que te parecieron las carnes de mamita?… Al parecer te calientas harto con mami ah…
Con su mano izquierda bajo mi polera, y con la derecha no soltaba mi fierro bajo el pijama.
Yo seguía callado pero disfrutando sus caricias.
– Así me gusta, entregado a los cariños de mamá.
Liberó mi verga para seguir pajeandola cuando escuchamos.
– María… Donde estas? – María, su nombre.
Desde el dormitorio, era papá que había despertado.
– Acá en el pasillo, voy altiro – sin soltar mi herramienta, ni dejar de mirarme a los ojos.
– vas a traer desayuno? – preguntó.
– No la metas – me susurró al oído, dándose vuelta, apoyando sus manos al otro lado del pasillo y levantando su prenda junto con su culo. – VOY PARA LA COCINA AHORA!! – respondió a papá.
Ella cargó su culo desnudo sobre mi pene, dejando el glande apuntando para arriba entre sus nalgas. Y comenzó a restregar su raja en mi pene empujandose con sus manos desde la otra pared del estrecho pasillo. Aproveche de meter mis manos por debajo de su camisa de dormir para llegar a sus tetas.
En el instante en que mis manos sintieron la suave y caliente piel de sus pesadas tetas, me corrí. Las sujete con fuerza dejando sus duros personas aprisionados contra mis palmas y mis dedos enterrandose en su blanda anatomía. Mi corrida, no tan abundante, termino en su espalda baja, como 3 o 4 goterones.
Ya cuando me relajé, mi cuerpo y solté sus tetas ella se reincorporó, y se fue a la cocina. Mirándome y haciendo una señal de silencio con uno de sus dedos en la boca.
Cuando llegue a la cocina, disimuló, como si nada hubiese pasado. Entendí su juego así que solo tome un vaso, lo llené de agua y volví a mi habitación.
Luego de eso todo volvió a la normalidad. Mamá era la misma de siempre, su relación con papá era la acostumbrada. Al menos por ese día.
Esa tarde, salí con amigo y llegue de madrugada algo borracho. No escuché ruidos en la alcoba de mis padres, ni tampoco vi nada sospechoso. Por lo que solo me acosté. Y con lo bebido que estaba no demoré en dormirme.
Con una jaqueca terrible desperté temprano. Con una sed extrema. Pensé en ir a la cocina, y junto con eso, comencé a recordar la escena de la mañana anterior. Mi erección no demoró en manifestarse. Por lo que cruce los dedos y me animé a salir de la habitación. Quería encontrarme con la hembra caliente de la casa para que jugar con ella.
Eran las 8 am aproximadamente. Solo se escuchaban los ronquidos de mi padre y la puerta del dormitorio la tenían abierta. Me asomé y solo vi a mi padre durmiendo. Ella no estaba. Caminé hacia el estar, tampoco la vi, miré en el baño, no estaba. La busque en la cocina, tampoco. Pero escucho movimientos en la logia. Me acercó lentamente y la veo. Metiendo ropa en la lavadora, agachada con su culo en pompa y sin nada que lo tapara, ya que su camisa de dormir era cortísima. No llevaba bragas.
Me fascinó la vista, por lo me quedé inmóvil admirandola en silencio. Salvo por mi mano derecha que tenía a mi verga fuera de mi pantalón, pajeandome lentamente. De la nada se quedó quieta, se quedó ofreciéndome la vista posterior de su raja, agachada sin flectar las rodillas. Luego tomo un de mis calzoncillos. El sucio con semen, con el que me había limpiado la corrida la noche en que la espie.
Se dio vuelta con la prenda sucia en su nariz. Luego lamió los restos de semen y se me acercó lentamente. En su caminar trataba de mover lo más posible sus carnes para provocarme. Y claro que lo lograba, mi verga estaba como mástil y yo no paraba de cascarmela.
Sus pezones eran apenas tapados por su prenda de tirantes de tela delgada. Sus tetas bamboleaban amenazaban en cualquier momento, ya que tan solo una pequeña parte de ellas estaba tapada.
Solté mi verga para que ella la tomara. Y así lo hizo. La tomo como una experta me pajeo un par de veces y dejo mi glande lo más expuesto. Dirigió la cabeza de pene hacia su ingle para refregones suavemente. Luego levanto su ropa y se dio vuelta para volver a agacharse sin doblar las piernas. Llevo la punta de falo a su raja y comenzó a rozarla sin penetrar. Movía su culo acompañado con el recorrido de mi glande por su húmedo canal. Las veces que fueron suficientes para que todo quedará empapado con sus jugos.
Acomodó mi verga entre sus labios vaginales, sin metérsela. Estos abrazaban la parte superior de mi pene. Tomo mis manos y las llevo a sus caderas. Entendí su intención por lo que la tomé fuerte y comencé a rozar mi verga en su raja lentamente. Más tarde comprendí que estaba en realidad estimulando su clitoris, en este sexo sin consumar.
Mis manos se hundían en su hermoso y curvilíneo cuerpo como asegurando fuertemente cada empeñon de mi sexo. Así fueron varios minutos de roces constantes. Donde sentía el calor de nuestros sexos mezclarse. Pero sin que fuera algo completo.
En un momento me retraje un poco más y mi glande se acomodó en la entrada de su lubricada cueva. Al reincorporarme comencé a penetrarla suavemente. Antes de eso era virgen, por lo que ese instante fue un descubrimiento. La sensación más placentera de mi vida, fue la que sentí al notar como su cavidad ardiente me recibía acomodándose a la forma de pene. Sus labios menores me envolvieron con la mayor de las suavidades en un caliente abrazo, casi quemándo a mi ansioso ariete. Su hambrienta vagina, completamente lubricada no estaba poniendo resistencias a mi incestuosa internación en su misterioso interior.
La penetré lentamente, un poco temeroso al no poder asimilar en ese momento con claridad los nuevos sentires que estaba viviendo. Luego de que entrara mi glande continúe entrando un par de centímetros, con mi excitación a los más altos niveles. Mi pene comenzó con los espasmos previos a la eyaculación. Las cosquillas, la presión entre mis testiculos y el retraimiento de estos. Mi madre se percató y se dio vuelta, sacándome de su interior. » Ese fue solo un adelanto» dijo.
Se agachó delante de mí y comenzó a pajearme rápidamente apuntando a su cara y pecho. Sacó sus tetas por sobre su escote y me cascó la verga hasta que comencé a eyacular sobre ella, los primero llegaron sobre sus cejas, los segundos a su boca y luego en su pecho y tetas. Las últimas horas de semen ella las tomo directamente con su lengua desde mi uretra. Si mirada estaba clavada en mi verga.
Siguió unos segundos más meneando mi pene hasta que ya no salió más.
Con uno de sus índices tomo el semen que estaba en su cara y se los llevó a la boca, chupándose el dedo se los trago, hizo lo mismo con el material que quedó en su pecho y senos. Yo estaba fascinado mirando como disfrutaba la morbosa situación.
Luego de eso se limpio con mi calzoncillo sucio que había tomado y lo metió en la lavadora. Ya compuesta, arreglo su camisa de dormir, prendió la lavadora y dijo «ya, lavadora andando». Con una sonrisa y mirada coqueta se fue de ahí, bamboleando sus curvas y dejándome solo.
Me quede pegado mirando su culo cuando se alejaba. Con mi pene ya flácido fuera de mi pantalón.
Tomé un vaso de agua en la cocina y volví a acostarme.
Desperté solo para almorzar. Todo normal, como acostumbraba a disimular mamá luego de cualquier morbosidad. Y volví a mi dormitorio a estudiar, era domingo y se venía una semana de pruebas en el instituto.
Tengo un escritorio en mi dormitorio, suelo estudiar. Y es en ese lugar precisamente donde estaba en la tarde del lunes siguiente al episodio de la logia. Eran las 7 pm, hora en la que mamá llegada regularmente, algo de ansiedad comenzó a apoderarse de mi. Los recuerdos de nuestras últimas aventuras afloraban entre los textos de las materias que estudiaba. Mi pene se estaba poniendo duro con los flashes de la suculenta anatomía de mamá. Quería que llegará luego y me masturbara y/o jugará con mi pene. Pero más que eso, la verdad es que deseaba penetrarla completamente, y llenar su interior de mi semen. La sola idea me excitó tanto que tuve que liberar mi herramienta y comenzar a pajearme lentamente, estimulaba mi glande corriendo el forro en esa área, con movimientos cortos con mi índice y pulgar izquierdos. Trataba de hacerlo mientras leía, pero la concentración en los textos se estaba tornando esquiva.
La puerta se abrió, era ella.
– Hola – dijo contenta.
– Hola
– Estudiando ah.
– Si mañana tengo prueba.
– Te veo un poco estresado.
– No imaginas cuánto.
Se acercó lentamente sonriendo con ternura.
– Parece que necesitas ayuda de mamá.
– La verdad es que estoy muy tenso.
– En serio? – arrodillándose entre mis piernas.
Sacó mi mano de mi verga y comenzó con sus caricias. Empezó con una paja y con su cara a escasos centímetros de mi falo.
– Espera – dije, levantandome y bajando mis pantalones para dejar despejados mis genitales.
Al volver a sentarme ella retomó su labor, masturbatoria con su mano derecha y con su pulgar izquierdo presionaba mi escroto hacia abajo entre mis testiculos. Estirando aún más la piel de mi pene. No fue necesario mucho rato para hacer que mi herramienta llegará a sus dimensiones máximas.
Luego de lograr un erección completa, tiro el forro para dejar descubierto y tenso, el rosado y brillante glande. Para proseguir con pequeños besos en la punta, muchos y suaves, provocándome pequeñas cosquillas. Y de a poco siguió con lamidas cortas y suaves, para continuar con unas más largas y cargadas, hasta lograr lamerlo en toda su extensión, soltando su mano derecha. Besó mis bolas y volvió lamiendo mi tallo desde la base hasta la punta. Para engullirlo finalmente en un ritmo frenético, profesional, con sus manos en mis caderas. Lo tragaba como experta.
Mis manos estaban en los brazos de la silla. Extasiado miraba como se perdía mi verga en su boca con cada chupada. Su lengua envolvía cálidamente mi pene dentro de su boca. Sus labios envolvían con la presión justa mi rabo, adaptándose en cada bajada y subida, a la forma de este.
A pesar de lo placentero de su actuar no estaba logrando hacerme venir.
– Mamá… Necesito algo más de ti, con lo de ayer… No puedo sacar de mi cabeza lo que sentí…. al momento en que entre en tu vagina…. – dije entre jadeos.
Ella sacó mi falo de su boca y sonriendo dijo:
– A si? … Parece que te estás poniendo más exigiente.
– No se trata de eso, es que quiero sentir el placer que significa penetrarte.
– mmmmm…. Aún así, creo que es muy pronto… Pero puedo ofrecerte otra cosa antes.
Se puso de pie y desabrochó su blusa, dejándola caer al piso. Dejando a la altura de mi cara sus rebosantes tetas atrapadas en su corpiño.
– Te gustan?
– Me encantan.
– Y como sabes que te encantan su aún no las has probado como debes.
Llevo sus manos a broche en su espalda para soltar su sostén.
Apenas soltó la prenda sus senos se descolgaron pesados según su caída natural, tras las copas del brasier. Mi ansiedad hizo que por mi cuenta soltara los breteles moviéndola por sobre sus hombros para que cayeran hacia los lados. Y sus pechos maravillosos quedaron al descubierto. Eran hermosos, gigantes, blancos, con unas aureolas de unas 3 pulgadas de diametro y unos pezones grandes y erectos de unos 2 CM de largo. No aguante y con uno en cada mano los tomé desde abajo sintiendo como reposaban estás enormes masas a medida que las levantaba. Los junte en el centro y me acerque a besarlos con hambre. Sus pisones apuntaban a mi llamándome a chupar y lamer. Disfrute del contacto cálido de sus pechos con mi cara, el sabor de su piel y su suavidad al colarse entre mis dedos.
La abrace con mi brazo izquierdo, atrayéndola con fuerza mientras mañana su pezón derecho y amasaba su teta izquierda. Ella se sentó encima de mis piernas con su brazo derecho en mi cuello y con su mano izquierda bajo a seguir ordeñando mi verga.
La sujete con mis manos en su culo, mientras seguía mamando sus tetas y ella continuaba con la paja.
– Avísame cuando te estés por correr – dijo.
– Ahora me vengo!!.
Se bajó y volvió a arrodillarse entre mis piernas. Para volver a engullir mi pene. Mamó un par de veces y espero chupando el glande como si fuera un sorbete. Con una de sus manos tiraba de mi prepucio y con la otra mi escroto.
Sentía como dentro de su boca masajeaba con la punta de su lengua la parte inferior del glande, donde está el frenillo. Apretando y soltando contra su paladar. Tanto estímulo focalizado me hizo acabar de manera rotunda en su boca.
Todo lo liberado fue tragado por ella, sin dejar una sola gota. Jugó con su lengua y mi glande hasta terminara de eyacular. Y volvió a mamar un par de veces más hasta que fui perdiendo la erección.
Cuando lo saco de su boca, aún semi erecto, estaba brillante y limpio, solo mojado con su saliva.
– Ya, ahora que estás más relajado espero que puedas concentrarte.
– Lo intentaré.
– Ya pase al mercado a comprar, así que no tienes que salir … – hablaba mientras se ordenaba sus mamas dentro del sostén.
– que bien, gracias mamá.
– No te preocupes, todo por mi amorcito – abotonado su blusa y guiñendome un ojo.
Se fue, cerrando la puerta tras ella.
La verdad es que su intervención sirvió bastante para relajarme y lograr enfocarme en lo que tenía que hacer. Al día siguiente rendí mi prueba y rendí lo que esperaba. La tarde del día siguiente también la destine a estudiar. Solo con el detalle de que mi madre llegó tarde junto con papá, por lo que no pude disfrutar de sus «atenciones». Lo mismo paso el día miércoles y jueves.
Las cosas se pusieron complejas. Por un lado tenia la presion de mis estudios y por el otro sentia que no podia desahogar mis ganas sexuales. La verdad es que después de los acontecimientos descritos, la idea de solo masturbarme ya no me era llamativa. Lo intente durante esos dias donde no tuve «encuentros» con mi madre, y la verdad es que si lograba terminar; ya no eran tan placenteras, las pajas solitarias, sent�a que algo me faltaba. Queria seguir experimentando con ella.
Fue el viernes cuando mama aparecio temprano por casa y sola. Yo estudiaba para una prueba del lunes siguiente. Aparecio en mi habitacion muy sonriente.
– ¿Me extrañaste?
– ¿Tu que crees?. Me tienes abandonado.
– Hay que dosificar. No podemos ser tan golosos. Hace bien parar un poco.
– Mmmm… puede ser, aunque el stress me tiene complicado. Necesito relajarme un poco y la verdad es que las pajas en solitario ya no me ayudan.
– Que problema ah!… pero mami esta aquí para ayudarte.
Se acerco a mi, desabotonando su blusa hasta la mitad, dejando al descubierto su sostén burdeo con encajes y transparencias, muy erótico. Por el tipo de prenda, lo tenía planeado. Luego de eso me dio la espalda y abrió el cierre de su falta, para luego bajarsela regalandome una vista en todo esplendor de su culo a unos escasos 20 cm de mi cara. Llevaba puesto un colaless del mismo tono de su sostén, que se perdia entre sus contudentes nalgas. Se volteo hacia mi y me dijo:
– Tengo una idea – Sentándose en mis piernas – muéstrame uno de esos videos que te gustan.
– Porno?
– Si. Muéstrame como te gustan las mujeres.
– ¿Estás segura?… ¿Te gustan esas cosas?
– Me gusta el sexo como a todo el mundo.
Mi verga ya estaba como fierro con la situacion. Por lo que, fue difícil para ella saber donde tenia que apoyar su raja. Y aprovechando le pedi que se levantara para un poco para «acomodarme». Asi que apenas se levanto baje mi pantalón y calzoncillo, quedando desnudo desde la cintura para abajo.
Al volver a posar su ardiente zorra en mi verga el contacto fue casi directo de nuestros genitales, claro que solo separados por la delgada tela de su ropa interior.
– Me gustan voluptuosas, ojala maduras, grandes tetas y culonas. Asi como tu.
– Jajajaja – rio mirándome hacia atrás y restregandome su raja sobre mi verga, en movimientos cortitos, a un ritmo suave y constante
Busque un video donde saliera una mujer con proporciones y colores similares a ella, encontre uno de Katie Cummings que se llama «HOT BABE KATIE FUCKS PLUMBER»
. El video comienza con una dueña casa curvy que atiende a un gasfiter envuelta en una toalla.
– ¿Y ella dices que es como yo?
– Bueno si, encuentro que tienen un fisico parecido
– Pero es mas joven y un poco más morena.
– Pero no tienes nada que envidiarle.
– Mmm… asi que te gustan rellenitas.
– Me gusta tener donde agarrarme – le dije tomándola de las tetas por sobre su corpiño.
– Adelantalo un poco que hablan mucho.
Llegamos a la parte donde ella se desnuda mostrando su apetitoso cuerpo. Mi madre miraba el video concentrada. Y restregando su vagina contra mi pene. Seguimos avanzando hasta la parte en que la actriz estaba sobre el mueble de la cocina y mientras le comian el coño.
– Uyyyy eso me encanta, que me coman el coño, tu padre ya no me hace esas cosas.
Siguio concentrada en el video, sin parar de moverse sobre mi verga.
– Me dio un poco de calor – se sacó la blusa.
Aproveche para besarla en el cuello y hombros mientras que con mis manos la acariciaba por donde más pudiese. Ella no perdía detalle del cunnilingus. Así que aproveché de desabrochar su sostén. No dijo nada, solo lo arrojó a un costado cuando lo sintió suelto. Comencé a amasar sus tetas desde atrás, ella soltó un gemido suave cuando mis manos entraron en contacto con sus senos.
Baje con mi mano derecha hasta su vagina, metiéndome en su calzón, ya mojado por sus jugos, para estimular su clítoris, trate de seguir el ritmo del actor mientras jugaba con el botón de «Katie» en el video. Ella comenzó a gemir, primero suave y luego fuerte, acompasada por mis caricias.
Todo cambio en el instante en que el actor deja de comerle el chocho a la actriz y se pone de pie para penetrarla. En ese momento mamá cambio de su actitud pasiva a amazona. Se levantó, bajo su calzón y se volvió a subir sobre mi, ahora de frente. Acomodó mi pene en la entrada de su cueva y bajo fuertemente, me puso las tetas en la cara, sus brazos alrededor de mi cuello y comenzó a cabalgarme como poseída. Fascinado en sus carnes disfrutaba de sus asombrosas tetas golpeando mi cara. Sus deliciosos pezones eran el festín más sabroso que había probado. Pero el mayor placer estaba en cómo se siente su vagina cuando la penetró. El calor de su sexo envolvió a mi miembro de manera completa, con sus húmedas paredes de suavidad absoluta. Sus músculos vaginales recorrían la longitud de mi falo estimulandolo en toda su extensión.
Lo más delicioso era la sensación de mi glande apretarse en lo más profundo de ella cada vez que bajaba con fuerza. Mis manos ayudaban a llevar el ritmo sujetándola desde sus nalgas grandotas.
Sin dejar mamarle las tetas, estás chocaban con mi cara alternadamente. Estaba en el paraíso disfrutando uno de los mayores placeres que se nos fue regalado, el sexo ardiente, con una hembra ardiente y hermosa.
Me sentía envuelto por su cuerpo, usando me como su objeto de placer. Mi pene entraba y salía de su vulva empapado totalmente. Con empaladas más lentas y profundas siguió moviéndose, manteniéndose abajo apretando mi glande lo más adentro y apretando con sus músculos internos.
Yo sentía que acabaría en cualquier momento y la abrace, tomándola desde sus hombros. Para presionarla abajo. Logré que me entendiera y bajo para mantenerse un rato. Fue como presionar un botón en la punta de mi glande. Apenas sentí como éste se apretaba en sus profundidades, mi miembro inició sus convulsiones para comenzar con la eyaculación.
Mi orgasmo se gatillo al momento en que el primer disparo salió de mi uretra. La apreté fuertemente para que no se moviera. Ella apretó su abrazo en mi cuello y gritó gemidos de placer que seguramente se escucharon en la calle. Sentí que liberé litros de leche en sus entrañas. En varios disparos que no dejaban de salir de mi glande. Ella se estremecía con cada uno. Sentía como temblaban sus carnes sobre mi cuerpo. Todo se fue menguando pasado unos segundos, pero no nos movíamos. Quizás temíamos de lo que pudiera suceder después. Fornicar era algo que estábamos, sin duda, buscando ambos. Pero una vez concluido eso no habíamos pensado en que consecuencia nos traería.
Mi pene ya flácido había salido de su vagina cuando ella se enderezó y nos miramos a los ojos. Sin palabras nos besamos apasionadamente, pero también de manera tierna.
– Tu papá llegará en un rato, no sería bueno que nos encontrará así.
– Tienes toda la razón. Además debo seguir estudiando.
– Bueno, me voy de aquí para dejarte estudiar.
Se levantó y se fue desnuda, con su ropa en las manos. Lo último que vi fue su culo antes de que cerrará la puerta tras ella. La escuché entrar al baño, a ducharse, supuse.
Luego de una hora, llegó papá y las cosas siguieron como si nada hubiese pasado.
Con el tiempo acordamos que nuestros encuentros permanecerían en secreto hasta la muerte, que la frecuencia sería día por medio a lo más, previo acuerdo. Nuestros escenarios más recurrentes fueron mi habitación, el pasillo, el baño y la logia. Estuviese mi padre o no en casa, buscábamos la instancia.