Madre e hijo son obligados a follar por unos delincuentes pervertidos

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Eva, era una mujer de 43 años, muy bien cuidados. Tenía el pelo largo y moreno, liso, era morena de piel, con ojos oscuros, unos labios carnosos y una cara muy guapa, sin arrugas, Tenía unas piernas largas y torneadas por el ejercicio, un culo gordo y respingón, duro por el ejercicio, unas caderas algo anchas con una cintura de avispa con algo de grasa, gracias al ejercicio y unas tetas grandes y gordas, aún bien puestas. Tenía un hijo y vivían solos. Ella se dedicaba a vender casas en una inmobiliaria. Ángel, su hijo, tenía 18 años, era alto y atlético gracias al ejercicio diario que practicaba con su madre, a ambos les gustaba correr y hacer pesas, tenía el pelo negro y corto, con los ojos más claros que su madre, no tenía mucha suerte con las mujeres. El padre de Ángel los abandonó cuando se enteró que Eva estaba embarazada y ambos salieron solos adelante con el trabajo de ella. Vivían a las afueras de la ciudad, en un chalet.

Desde que su hijo Ángel empezó la pubertad, notó que la espiaba y la miraba mucho cuando se duchaba o se cambiaba de ropa, incluso cuando iba ligera de ropa por casa. Nunca se habían escondido el uno del otro en lo que a mostrar su cuerpo se refiere, tenían mucha confianza. Eva siempre encontraba sus tangas usados o los calzoncillos de su hijo llenos de semen y eso le parecía muy halagador y bonito, que un hijo empiece a experimentar su sexualidad con su madre. Ángel siempre tuvo a su madre como un objeto sexual en su adolescencia, musa de innumerables pajas, pero nunca pensó ni intentó propasarse en tocamientos con su madre, mucho menos follársela. Pero ocurrió algo que cambió su relación para siempre. Un día de verano, estando ambos en casa, solos, entraron unos ladrones a robar. Era de día y ambos estaban viendo la televisión, tranquilos, en pantalón corto y camiseta ambos, cuando unos encapuchados entraron por la ventana abierta del salón y los apuntaron con sus armas.

Encapuchado 1: ¡Manos arriba! ¡Esto es un atraco! ¡Vamos, las manos dónde pueda verlas! – dijo el más fortachón de los encapuchados.

Encapuchado 2: ¡No queremos movimientos raros o mato primero a tu hijo – le dijo a Eva – y luego a ti!

Eva: ¡No, no por favor, no nos hagáis nada! ¡Llevaros lo que queráis, pero no nos hagáis daño! – dijo poniendo las manos en alto, tal y cómo le ordenaron.

Un total de 5 encapuchados entraron en la casa y los encañonaron contra la pared a ambos, poniéndolos con las manos en alto. Ángel estaba asustado y temblaba, al igual que su madre que estaba en estado de pánico. Tres de los encapuchados fueron al despacho de Eva a buscar algo, pero regresaron a los pocos minutos cabreados.

Encapuchado 1: ¿Dónde están los papeles que firmaste ayer? ¡Dilo! – dijo apuntando a su hijo.

Eva: ¡No los tengo! – dijo desesperada – ¡Se los llevó mi jefe, de verdad! ¡No nos hagan nada, por favor! – rogó.

Encapuchado 3: Espero por el bien de tu hijo que sea verdad, de lo contrario, ¡te arrepentirás! – dijo golpeando a su hijo.

Eva: ¡No, Ángel! – dijo asustada – ¡Él no tiene la culpa de lo que hay en esos papeles! ¡Dejarlo ir! – rogó.

Encapuchado 1: No, así nos aseguramos que no nos engañes – dijo sonriendo.

Eva lloró mientras volvían a desaparecer para terminar de poner la casa patas arriba. Al rato regresaron al salón y encontraron a madre e hijo en la misma posición.

Encapuchado 4: ¿Dónde están los papeles? ¡Habla! – dijo cogiéndola de los pelos.

Eva: ¡No lo sé! – dijo asustada – ¡Los tiene mi jefe! – lloró.

Encapuchado 1: No nos vamos a ir hasta saber la verdad, y la conseguiremos al mejor precio – dijo acariciando su cara.

Eva: ¡Quita tus asquerosas manos de encima! – dijo gritando con asco.

Encapuchado 2: Entonces nos pagarás con tu cuerpo, preciosa – dijo agarrando sus tetas por encima de la ropa.

Eva: ¡Nunca, asqueroso! – gritó cabreada – ¡Déjame en paz!

Encapuchado 1: Solo nos tienes a nosotros para darte placer, putita – dijo acariciando sus piernas y recibiendo una patada.

Eva: ¡Antes muerta! – dijo gritando con asco.

Encapuchado 3: Tiene carácter esta zorra – dijo riendo.

Eva: ¡No soy una zorra! – dijo asqueada – ¡Iros de mi casa!

Encapuchado 1: No nos vamos a ir, ya te lo he dicho. Así que hagamos un trato.

Eva: ¿Cuál?

Encapuchado 1: Nosotros nos vamos y aquí no ha pasado nada a cambio de que te dejes follar por todos nosotros – dijo señalando a todos los encapuchados.

Eva: ¡Ninguno de vosotros me va a tocar! – gritó.

Encapuchado 1: Vamos, solo nos tienes a nosotros para darte mucho placer – dijo riendo – A no ser que prefieras a tu hijo – dijo señalándolo, que se había mantenido callado y asustado.

Eva: ¡Prefiero que mi hijo me folle antes de que vosotros me toquéis! – dijo gritando.

Encapuchado 1: ¿Lo dices en serio? – dijo anonadado.

Eva: ¡Muy en serio! – dijo decidida – ¡Si alguien de aquí me va a follar va a ser mi hijo!

Encapuchado 1: Esta bien – dijo mirando al chico, que estaba sorprendido – Este es el trato, si tu hijo te folla como nosotros digamos y sin que se le baje la erección, aunque se corra, nosotros no te tocaremos y nos iremos.

Eva: ¡Hecho! – dijo muy segura, ganándose una mirada sorprendida de su hijo y anonadada, pero divertida de los delincuentes.

Encapuchado 1: Pero si no lo consigue, nos la follaremos de uno en uno y todos a la vez con su hijo mirando – dijo sádico.

Eva: ¡Eso no pasará! – aseguró – ¿Puedo hablar con mi hijo?

Encapuchado 1: Claro, volveremos en 5 minutos – dijo haciendo una seña a sus compinches.

Eva: ¡Cariño, mírame! – dijo asustada – ¿Estás bien? ¿No te han hecho daño?

Ángel: No mamá – dijo asustado – ¿Por qué has hecho eso? – dijo pensando que su madre tenía algún plan.

Eva: Porque lo prefiero, cariño. Antes de que me toque cualquier otro hombre, prefiero que me toques tú.

Ángel: ¡Pero soy tu hijo!

Eva: Ya y eso no impide que me espíes y te hagas pajas a mi salud – dijo socarrona – No te estoy regañando – dijo rápidamente al ver la cara de su hijo – es más me halaga mucho y me parece muy bonito – le aclaró – Y para este caso me viene perfecto.

Ángel: ¿Qué quieres hacer? – dijo curioso.

Eva: Mira, tú cumple con todo lo que digan esos asquerosos, yo me dejaré hacer encantada, pero no pierdas la erección, ¡por favor! – le suplicó – Si lo haces, seré tu puta, tu esclava, tu mujer, por el resto de nuestra vida – le aseguró.

Ángel: ¿En serio? – dijo anonadado.

Eva: ¡Completamente! – dijo seria – ¿Hay trato?

Ángel: Hay trato, mamá – dijo seguro – Te prometo que ningunos de esos hijos de puta te van a tocar ni un pelo – le aseguró.

Eva: ¡Gracias, cariño! – dijo alegre – Y yo te prometo que te complaceré en todo con mucho placer.

Ángel: Gracias, mamá.

En ese preciso instante entraron de nuevo los delincuentes y se colocaron rodeándolos.

Encapuchado 1: ¿Ya estáis listos? – dijo sonriendo.

Eva: ¡Sí! – dijo muy segura.

Encapuchado 1: ¡Desatadlos! – les ordenó – Veremos de lo que es capaz este niñato para satisfacer a una mujer como su madre – dijo riendo.

Los delincuentes obedecieron a su cabecilla y desataros a madre e hijo, que rápidamente se abrazaron.

Encapuchado 1: ¡Empezad! – les ordenó.

Eva empezó a acariciar la cara de su hijo, mirándolo con amor. Ángel la besó en un impulso y Eva aceptó encantada los besos suaves y llenos de ternura de su hijo. Ángel acariciaba a su madre suavemente todo su cuerpo, desde sus piernas hasta su cuello, arrancando suspiros de placer a Eva. Ambos, entre besos y caricias, tranquilamente, se desnudaron el uno al otro sin apartar la mirada de los ojos de ambos, con una sonrisa cariñosa en la cara.

Encapuchado 1: Muy tierno, pero queremos ver como este niñato te mete mano – dijo con burla.

Ángel, con decisión, comenzó a tocarle las tetas a su madre, esas tetas que tanto deseaba mientras no paraba de mirárselas y Eva se dejaba gimiendo de morbo y de deseo. Eva, sin que nadie se lo ordenase, cogió la polla de su hijo, morcillona.

Eva: ¿Te gusta lo que ves, cielo?

Ángel: Mucho – dijo con deseo – ¡Estás tremendamente buenísima!

Eva: Gracias, cariño – dijo besándolo tiernamente en la boca – Soy toda tuya – dijo sugerente.

Eva, besó con dulzura a su hijo, mientras le acariciaba su pecho y abdomen suavemente, con las uñas. Ángel le daba besos suaves en el cuello sin dejar de acaricias las tetas de su madre, su abdomen y su culo suavemente, arrancando suspiros de placer a Eva.

Encapuchado 1: ¡Tumbaros en el sofá! – les ordenó.

Ambos, se acostaron en el sofá como les ordenaron, Ángel boca arriba y Eva encima de su hijo, mientras se restregaba contra él.

Encapuchado 1: ¡Cómele la polla a tu hijo! Veremos si aguanta – dijo burlón.

Eva bajó a la polla de su hijo entre besos y lametones desde su cuello, pecho y abdomen, obedeciendo encantada al delincuente, mientras estos no dejaban de observarles burlones, pensando que no iban a hacerlo o que el muchacho no duraría nada.

Ángel: Mamá, ¡me encanta! – dijo suspirando – ¡no pares!

Eva: Así me gusta, cielo, que disfrutes de las caricias de mami – dijo lamiéndole los huevos mientras le agarraba su polla – pero ahora viene lo bueno – dijo guiñándole un ojo con una sonrisa pícara.

Ángel: ¡Oh sí mami! ¡Me encanta que me la comas – dijo suspirando de placer – no pares mami!

Eva: Vamos cielo, disfruta de las atenciones de mami – dijo lamiéndole la polla de arriba abajo mientras empezaba a pajearlo lentamente.

Eva comenzó con ese doble estímulo, ante la sorpresa de los delincuentes, que la veían disfrutar de la polla de su hijo, de sus caricias. Ángel se dejaba hacer, con su mayor autocontrol para no correrse. Después de tanto tiempo, de tantas pajas pensando en su madre, ahora la tenía desnuda y chupándole la polla, pajeándolo. Los delincuentes estaban cada vez más asombrados, pero también excitados.

Encapuchado 1: ¡Vamos, puta, cómele ya la polla! – le ordenó.

Eva comenzó a tragarse la cada vez más dura polla de su hijo mientras le miraba a los ojos pícara. Ángel estaba en el cielo, con su madre comiéndole su polla. Eva llegó hasta la base de su polla y la volvió a sacar, pero sin dejarla salir volvió a metérsela hasta la garganta, comenzando una comida de polla profunda. Los delincuentes, cachondos, se habían sacado sus pollas y se estaban pajeando despacio.

Ángel: ¡Oh sí mamá, no pares, cómeme la polla! ¡Eres una buena chupa pollas, mami!

Eva, viendo que le gustaba a su hijo como se la chupaba y notando lo dura y gorda que se le había puesto en su boca, aumentó el ritmo de la mamada, morbosa de que su hijo llegara a su límite y se corriera en su boca, no le importaba, lo deseaba, y no dejaría que se le bajara la erección. Luego de unos minutos, en los que Eva aumentaba el ritmo de la mamada, los delincuentes, sin dejar de pajearse, le ordenaron a Ángel que le comiera el coño a su madre, haciendo un 69.

Encapuchado 1: ¡Haced un 69! Queremos ver cómo tu hijo te come el coño, puta – dijo sin dejar de pajearse.

Eva se dio la vuelta y se colocó con el coño a la altura de la boca de su hijo. Ángel pronto tuvo a su disposición el encharcado coño de su madre y empezó a lamerlo, suavemente, mientras le acariciaba el clítoris y el culo, arrancando gemidos a su madre. Eva volvía a comerle la polla a su hijo con pausa, mientras acariciaba sus huevos y los lamía. Estuvieron así varios minutos, notando Eva como su hijo le comía el coño con ansia y gula después de unos minutos de torpeza y cómo le metía un par de dedos en su coño.

Eva: ¡Oh sí, cariño, no pares, que bien lo haces! – dijo sacando la polla de su hijo de su boca – ¡Me encanta como usas tu lengua y tus dedos, cariño, sigue, así, sí, más, me corro! ¡Demuestra a estos imbéciles como se da placer a una mujer! ¡Me corro, cariño, no pares! – dijo viendo como los delincuentes se pajeaban.

Ángel: ¡Oh sí mami, voy a hacer que te corras como nunca, me encanta tu coño y como me comes la polla!

Eva: ¡Tienes mejor polla que esos estúpidos, me encanta! – dijo con burla a los delincuentes.

Encapuchado 1: Si tanto te gusta, ¡pídele que te folle! – dijo retándola.

Eva: ¡Vamos, cariño, folla a mami, dame toda tu polla por todos mis agujeros, lo deseo! – dijo mirando a la cara a su hijo con deseo y lujuria – ¡Hazme tuya!

Eva se levantó y Ángel se levantó como un resorte con la polla bien dura apuntando al cielo. Eva se tumbó boca arriba en el sofá con las piernas bien abiertas y Ángel se tumbó encima suya, entre sus piernas, y comenzó a rozar su polla con el encharcado coño de su madre.

Eva: ¡Vamos, cariño, no hagas sufrir a mami, folla mi coño, quiero tu polla en le interior de mi útero! – gemía ansiosa mientras notaba la polla de su hijo en la entrada de su coño.

Ángel: ¡Eso quieres y eso tendrás, puta! – dijo metiéndole la polla poco a poco en su coño.

Eva: ¡Oh sí, métele la polla a mamá en el fondo de su coño, sí, así, dame fuerte, folla a mamá, dame duro, cariño, así, no pares, soy tu puta, solo tuya, oh sí!

Ángel: ¡Toma polla, puta, que ganas tenía de follarte, oh sí!

Eva agarró a su hijo del culo y le hacía la pinza con sus piernas mientras él empezaba a follarla, al principio torpemente, pero luego la follaba más duro, más acompasado, haciéndola disfrutar como nunca a Eva mientras le comía las tetas. Los delincuentes se pajeaban anonadados y cachondos por el espectáculo que daban madre e hijo, follando cada vez más duro. Luego de unos minutos de follada madre e hijo en el sofá, les pidieron que se colocaran encima de la mesa del salón.

Encapuchado 1: ¡Poneros en la mesa del salón para veros mejor! – les exigió.

Ángel, envalentonado, cogió a su madre en vilo y la colocó encima de la mesa del salón con las piernas abiertas y sus tobillos en sus hombros, como les pidió el encapuchado, sin sacarle la polla de su coño a su madre, que gemía sorprendida y mas cachonda por el atrevimiento de su hijo.

Eva: ¡Vamos, mi semental, folla bien follada a mami, folla a tu puta, así, sí, más fuerte, dame más, me corro, así sí, más más, me corro! – gritaba extasiada.

Ángel: ¡Toma polla, puta, te voy a dejar bien follada, puta, toma rabo, guarra!

Ángel y Eva empezaron a follar como locos en la mesa del salón, dándoles a todos los delincuentes una visión en primera plana de la follada de madre e hijo. Eva, estaba tan cachonda, que quitó de un empujón a su hijo, lo sentó en el sofá y se colocó a horcajadas sobre él, para clavarse su polla entera en su coño y empezar una violenta cabalgada. Ángel aguantó un rato las embestidas de su madre, hasta que empezó a acompañar los movimientos de Eva, sacándole gritos de placer.

Eva: ¡Oh sí, mi semental, eres un dios del sexo, dame más polla, cariño! – dijo morreándolo – ¡Dame más, me vuelves loca, eres el mejor que me ha follado!

Ángel: ¡Oh sí, toma rabo, guarra, te voy a reventar el coño a pollazos! – dijo besando a su madre apasionadamente.

Eva: ¡Oh sí, sí, me llevas al cielo, cariño, no pares! ¡Dame más, más, quiero más de tu polla, así, enterita en mi útero!

Eva besó con dulzura y pasión a su hijo, mientras le acariciaba su pecho y abdomen, con las uñas. Ángel le daba besos y lametones en el cuello sin dejar de acariciar las tetas de su madre, arrancando suspiros de placer a Eva. Luego de unos minutos así, el encapuchado les ordenó que se colocaran en el suelo al estilo perrito. Ambos obedecieron y Eva se colocó a cuatro patas en el suelo mientras su hijo se colocaba detrás de ella y la penetraba el coño de una estocada mientras se atrevía a azotarle el culo.

Eva: ¡Oh sí, mi semental, azótame, folla a mami, a tu puta, dame duro, dame polla, me corro, sí, sí, sí!

Ángel comenzó a follar a su madre como un loco, de manera salvaje, cómo siempre se imaginó, su madre era muy puta en la cama. Luego de unos minutos así, los delincuentes se miraron cómplices y el encapuchado que les daba órdenes los indicó a cada uno un número, un orden para correrse. Sin que se dieran cuenta, los encapuchados se dirigían a Eva y se colocaron delante de ella pajeándose frenéticamente.

Encapuchado 5: ¡Toma leche, puta, te la has ganado, por guarra, oh sí! – dijo corriéndose en la cara de Eva que recibía la corrida sorprendida y asqueada.

Eva: ¡Para, cabrón, no te corras en mi cara! – dijo gimiendo por la follada que le daba su hijo y asqueada por que un desconocido se le corriera en la cara.

Encapuchado 1: No te vamos a tocar, puta, pero no he dicho nada de que no nos corramos en ti – dijo burlón – ¡Vamos chicos, bañémosla en leche caliente recién exprimida!

Encapuchado 4: ¡Toma leche, guarra, oh sí, me corro en tu cara!

Encapuchado 3: ¡Oh sí, toma leche, zorra!

Encapuchado 2: ¡Oh sí, toma mi corrida en tu cara, puta!

Eva: ¡Sois unos asquerosos, puercos!

Encapuchado 1: ¡Tú eres más puerca dejándote follar por tu propio hijo, puta, toma leche, que te la mereces, oh sí, toma mi corrida, guarra!

Eva recibió estoicamente la corrida de cada uno de los encapuchados, pensando que la polla de su hijo era más grande y gorda que la de cualquiera de ellos y que la única leche que quería era la de su hijo.

Eva: ¡Oh sí, mi semental, dame tu leche en mi coño, cariño! ¡Riégame el útero con tu leche caliente, oh sí, me corro, dame tu leche, dámela toda!

Ángel: ¡Oh sí, toma leche, puta, me corro en tu coño, oh sí, toma mi leche puta!

Eva recibía la corrida de su hijo en su coño con un enorme placer, haciéndola correrse por última vez mientras su hijo se corría como loco en el coño de ella. Luego de correrse ambos, se quedaron tumbados en el sofá, abrazados a expensas de las exigencias de los delincuentes.