Mamá me sorprende jugando con un dildo

1/5 - (2 votos)

Si miro atrás, no acierto a adivinar cómo ni cuándo fue naciendo ese morbo de querer ver a mi madre comiéndose una polla. Aún ahora, y al plasmar lo que me sucedió en este relato para compartir otras chicas u otras madres que puedan vivir alguna situación similar, me resulta algo increíble. Tener sexo con tus padres no es algo que esté presente en la mente de nadie, y solo pensarlo despierta el rechazo de cualquiera. Hasta que le sucede a uno y todos tus prejuicios cambian o desparecen, cuando no se vuelven especialmente lujuriosas.

Antes de contaros lo que sucedió dejen que les sitúe. Soy una chica de 26 años bastante abierta en lo que al sexo se refiere, y no tengo pareja estable. Mi madre es una mujer divorciada de 55 años con una genética increíble que la mantiene delgada y muy atractiva, y no solo para mis ojos, a juzgar por sus frecuentes citas que alguna vez que otra acaban en su cama. Mis padres están divorciados desde hace casi 10 años y no tengo hermanos, así que durante mucho etapa solo estuvimos madre e hija, ya que mi madre tampoco tiene hermanos.

Tere, que así se llama, es una mujer guapísima de ojos vivos y boca carnosa. Le encanta pintarse los labios de intensos colores que resaltan la sensualidad de esa boca. Tiene el cabello corto, lo que resalta aún más las facciones de su rostro. Como decía, es delgada y tiene poco pecho, a diferencia de mi que soy bastante tetona. Yo soy morena de pelo ondulado y largo y adoro jugar con peinados y con looks que me sugieren amigos y conocidos. No soy muy alta y sin estar rellena ni nada, no soy una chica delgada. Como digo, me fascina jugar con peinados y con la ropa para satisfacer y agradar a otras personas. No se si ese morbo por mis looks comenzó al volcarse mi madre en mi cuando mi padre la dejó. Fue duro para las dos y traté de ayudarla todo lo que pude y eso hizo que nos uniéramos mucho. Jugábamos a que fuera ella quien me aconsejaba qué ponerme en mis primeras citas con chicos y esas cosas. Algunas lo comentaban con amigas y mi mejor amiga la encontré en mi madre. Incluso había veces que me decía, esta ropa es mejor para cuando un chico te quiera tocar las tetas, o así podrá llegar más fácilmente a tus bragas. La verdad es que siempre ha sido más amiga que madre, salvo cuando hablábamos de notas y calificaciones. Ahí salía la madre auténtica.

El caso es que conforme las citas daban paso a mis primeras experiencias sexuales, descubrí que lo que más me gusta es hacer una mamada. Me encanta sentir una polla en mi boca, jugar con ese caliente trozo de carne con mi lengua, dejarlo deslizar hasta mi garganta y, por supuesto, sentir esa mano que algunos chicos te ponen en la cabeza “ayudando” a los movimientos. Tanto es así que hace un tiempo me compré un dildo de 20 centímetros con ventosa que se ha vuelto un gran amigo. La verdad es que me pongo muy caxonda cuando juego con él y admito que mi técnica ha mejorado a juzgar por los comentarios de algunos amigos y por la frecuencia con la que acabo alimentada de leche.

Aquella mañana de sábado estaba justo en uno de esos momentos, en mi habitación, aún en camisón, cuando mi madre abrió la puerta sin avisar y me sorprendió con más de medio dildo dentro de mi boca y el pelo medio cubriendo la cara y las tetas colgando, puesto que lo hacía pegado sobre la mesa y me imaginaba mi cabeza subiendo y bajando por la polla del último amigo que conocí y que me dejó alucinando con el rabo que tenía.

¿Qué haces, hija, practicando? – me soltó antes de que me diera tiempo ni a taparme las tetas ni a terminar de sacar la polla de mi boca. Cuando la miré aún tenía parte del dildo en mi boca y nuestras miradas se cruzaron
Y saliendo de la habitación sonriendo de manera pícara añadió:

Ese pelo, Sara, recógetelo para hacer eso.
Durante los instantes posteriores a que mi madre cerrara de nuevo la puerta fui incapaz de reaccionar. No podía creer lo que me había pasado. Me moría de la vergüenza y pensaba que no volvería a salir de la habitación. Me quería morir.

El resto de la mañana lo pasé en mi dormitorio diciéndole a mi madre que estaba ordenando el armario y haciendo un poco de limpieza, que hacía mucho que quería subir algunas cosas a Wallapop.

La verdad era que me daba muchísimo corte y no era capaz de salir de allí y volver a mirar a mi madre a los ojos habiéndome visto mamando una polla.

Sara, ¿te vas a saltar el almuerzo también? – me pregunto mi madre a eso de las dos y media de la tarde cuando seguía sin salir. Se notaba en su voz esa ironía de saber perfectamente el moti o de mi enclaustramiento.
Voy, mamá – conteste con algo oprimiéndome la garganta, y no era el glande de mi dildo precisamente lo que me la oprimía.
Finalmente sali del cuarto y me senté a la mesa que ella ya había preparado en la cocina. No levantaba la mirada del plato y sentía la mirada de mi madre en mi.

Mamá, respecto a lo de antes … siento mucho que… bueno, que siento que me hayas pillad- comencé a decir sin mucho convencimiento ni decisión en mi voz. Y eso, a pesar llevar más que ensayada la disculpa que había estado preparando.
Mira Sari – mi madre me llama Sari habitualmente – por lo de antes no te preocupes que eso lo hemos hecho todas, así que come y no le des más vueltas. Yo también soy mujer, he sido joven, y no me voy a asustar ahora por algo así.
La verdad es que eso me tranquilizo bastante y el resto de la comida estuvimos hablando como si nada hubiera pasado, pero, la verdad, no podía dejar de imaginar a mi madre con una polla como la mía en la boca.

Normalmente ese pensamiento no es algo que los hijos tengan, siendo más bien todo lo contrario; desechamos la idea de ver a nuestros padres como actores de una película porno. Sabemos que han follado porque los hijos estamos aquí, y algo han tenido que hacer, pero no queremos reconocer que se corrieron o que pueda que nos concibieran a cuatro patas o quizá empotrando a tu madre contra la pared. Sin embargo, cuando una situación nueva te coge por sorpresa, nunca sabemos la reacción que podemos tener.

Ni que decir tiene que los siguientes días no tuve relaciones con mi dildo porque no podía evitar recordar el incidente o más bien no quería reconocer que tanto recordar el momento de estar delante de mi madre mamando polla, por mucho que fuera de goma, como sus comentarios, su sonrisa y su reconocimiento de que todas lo hemos hecho, me calentaba y no lo podía entender.

A la tercera noche, abrí el cajón de mi mesita y saqué mi dildo a fin de volver a sentirlo y quizá, también, tratar de entender qué era lo que me excitaba realmente.

Cuando empecé a mamarlo solo podía ver la imagen de Tere, de mi madre, con esta polla en su boca mirándome a los ojos como diciendo “así es como tu madre se come una buena polla” ….” mira la Zorra que tienes por madre, Sari” “¿acaso piensas que tú eres la única que sabe mamar un buen rabo?”

Era increíble como dejar aflorar mis pensamientos me estaba mojando tantísimo. Llevé mis dedos a las tetas y mis pezones estaban durísimos, buena prueba de lo cachonda que me estaba poniendo pensar en mi madre. ¡No me lo podía creer !

Seguí mamando sin dejar de ver esos ojos lascivos que seguro serían la delicia de esos amigos que mi madre había traído a casa y que habían pasado la noche con ella en su cama. No soy tonta y claro que sabía que se la follaban, pero nunca visualicé como estaba haciendo ahora lo que podría suceder en esa habitación. Ya sabéis, como cuando escucháis jaleo en la habitación de vuestros padres y rápidamente pasas página mentalmente.

Como mi coño estaba ya empapado deje salir la polla de mi boca para deslizarla suavemente dentro de mi coño. No le hizo falta saliva porque estaba super caliente. La empuje hasta el fondo haciendo que la boca de mi madre se abriera al dejar salir el gemido de placer que yo sentía, pero puesto en su cuerpo y en su boca. No sabía por qué mi placer lo estaba reflejando en su cuerpo, o quizá por qué quería sentir en mí el placer que igual querría proporcionarle a ella. Sin apenas tomarme el tiempo necesario para decidir qué era lo que sentía, lo que recorrió mi cuerpo fue un tremendo orgasmo que me hizo gritar. Ahogue mi grito en la almohada pensando que era la cabeza de Tere la que estaba ahogada contra ese blanco almohadón. Quizá le gustaba que una mano sujetara fuertemente su cabeza contra la almohada mientras ella gritaba corriéndose. Igual disfrutaba de sentir una mano sujetando firmemente su cabeza o su cabello. Estaba empapada de jugos.

Tere, mi madre, me había proporcionado un orgasmo increíble aunque también pudiera ser yo quien estaba soñando con dárselo a ella.

A partir de ese momento todo mi pequeño mundo cambió y empecé a sentir cosas que jamas pensaría que me sucederían. Cada escena habitual se convertía en algo diferente y erótico sin comprender que resorte se habría activado en mi. Entrar en la ducha, por ejemplo, se convertía en un momento evocador de la desnudez de mi madre mojando su cuerpo con el agua caliente. Reproducía en mí cada escena que mi mente urdía con mi madre como protagonista, así que si mi pierna se elevaba para permitirle al intenso chorro de agua de la ducha acariciar mi clitoris con la abierta boca, era mi madre la que terminaba mordiéndose el labio inferior cuando el orgasmo la invadía en esa transmutación entre mi orgasmo y el suyo.

Justo en el climax de mi ducha estaba aquella tarde de viernes después de venir del trabajo cuando mi madre pegó en la puerta de la ducha:

¿Sales esta noche, Sara?
Aún jadeante tras mi orgasmo, no era capaz de articular aún una respuesta a mi madre, que esperaba al otro lado de la puerta sin imaginar que ella aún seguía desnuda en mi mente y yo aún sentía contraerse algunos de mis músculos como resultado del climax conseguido en esa ducha que habíamos compartido ella y yo de alguna manera. Aunque teníamos dos baños, éste era el que tenía plato de ducha y el que solíamos usar la mayoría de las veces ambas.

¿Estás bien, Sari? – insistío.
Si, mami estoy bien. Esta noche no he quedado. Me apetece quedarme tranquila en casa – conteste – He comprado algunos quesos para picar y un poco de vino que me han recomendado; bueno, he comprado un par de botellas que estaban muy bien de precio.
Pues siento aguarte tu noche; me han dejado plantada y ya no me apetece salir con mis amigas las “abuelitas” – escuche a mi madre al otro lado de la puerta.
Mamá, ya te he dicho que tú no entras en categoría “abuela” – le repliqué. Primero porque yo no tengo hijos y segundo, hay por ahí más de un hombre que más que hacerte abuela a ti follándose a tu hija preferiría hacerte madre a ti.
Ja ja ja , ya será menos – dijo con un marcado sarcasmo – al menos el de hoy no parece que tuviera esa intención.
Para ese momento de la conversación yo ya había salido de la ducha y tenía la toalla liada en el cuerpo. Como no era una toalla muy grande la ajusté de manera que apenas tapaba las tetas enteras y dejaba asomar un poco de pezon para que hubiera toalla que me cubriera por abajo.

Lo siento mami, parece que tenías esperanzas en esta cita – dije dándole un beso
Bueno, no pasa nada. Es solo que a veces se le hacen a una más larga las abstinencias que otras veces – me guiñó un ojo mientras me miraba de arriba a abajo – Que sexy está mi nena con esa toalla. Menos mal que hoy no traje a nadie a casa porque me arruinabas el plan. Además te voy a fastidiar tu noche de de vinos, tendrás que aguantar a la pesada de tu madre y pienso emborracharme.
¿Y si yo soy tu cita de esta noche? Me arreglo y nos sentamos en el sofá a disfrutar de una noche de amigas – le dije intentando animarla.
Pues me encantará. Eres un sol, nena. Gracias
Me encanta charlar contigo y siempre hay cosas que una hija puede aprender de una madre y a veces, también se la puede enseñar algo.
Eso me suena a que tú tenías algo planeado…, Sariiiii… – dijo alargando mi nombre como siempre que se da cuenta de que intento sacar provecho de alguna situación.
¡Pero qué malpensada eres, Madre! – le dije sonriéndola y dándola otro beso.
Me fui para mi habitación mientras le decía:

Abre el vino que se vaya oxigenando. Y saca la decantadora, me han dicho que a los vinos se les trata como a un buen amante: lo despojas de su ropa y lo apuras hasta la última gota.
Si no fueras mi hija te diría que eres una ….
¿Una Zorra, jajaja? – le completé la frase yo.
Esa boca, Sara
Muchos no le encuentran defectos a esta boca, mami.
Dejemos esta conversación, anda.
Ya en mi cuarto abrí el armario y me quite la toalla, viendo mi cuerpo desnudó en el espejo del armario mientras elegía algo que ponerme. Me decanté por un ligero vestido de tirantes bastante suelto que dejaba mis piernas bastante a la vista y al que debo prestar atención según donde me siente si no quiero dar un espectáculo. Y prescindí de ropa interior. Me apetecía sentirme libre, y sentir que no hay bragas ni sujetador me ayuda a sentirme así.

Me puse un poco de color en las mejillas y me pinté los labios. Como de costumbre, me perfume cuello y escote y me puse unos tacones. El peinado no fue muy elaborado. Esa noche tan solo me recogí los lados atrás con un pasador bajo, dejando suelto un pequeño mechón a cada lado.

La verdad que toda esa semana llevaba que ardía y esa noche no sabía qué acabaría pasando; no llevaba nada planeado, salvo una escena que se repetía en mi imaginación y que quería llevar a la práctica. Abrí el cajon de mi armario donde guardo el dildo, y una cosa sí que tenía clara: quería que el dildo me acompañara a mi cita con mi madre en el salón. Pensé rápidamente algún modo de transportarlo y tenerlo allí sin que mi madre me denunciara por escándalo público, y reparé en una caja de madera de un vino que me regalaron y que ahora guardaba cables y cargadores de móviles, de power banks y demás porqueria tecnológicas en desuso. Lo vacié de cables y, una vez alojado en su interior, cerré la caja y usando la rugosa cuerda incrustada mediante dos orificios en la madera de la parte superior abrí la puerta y salí de mi dormitorio.

Al llegar al salón mi madre ya había preparado la mesa , con la decantadora sobre la mesa, dos copas ya servidas y había añadido a la tabla de quesos que yo había comprado unos

nueces y un poco de embutido.

Mi madre lucía espectacular sentada en el sofá con su copa en la mano. Al entrar la pude ver dándole un buen trago. Llevaba puesta una blusa negra, quizá con algún botón de más abrochado para mi gusto. Abajo llevaba una falda también oscura y cubría sus piernas con unas finas medias con pequeños motivos florales que hacía que la vista se dirigiera a sus delgadas y bien formadas piernas.

Mamá, no me seas monja !!- le dije mientras le soltaba un par más de botones de su blusa – así estás mejor.
¿Lo de arreglarse entonces iba en serio? – dijo mi madre sorprendida al ver mi look.
Gracias, mamá. Lo tomaré como un cumplido, pero solo me he puesto un vestido.
Bueno, digamos que no es un cumplido sino un piropo. Con esas piernas y esas tetas esta noche arrasarías. Me encanta el peinado este, te hace más adolescente.
¿Tú crees? – dije cogiendo la copa que me había servido mi madre – Adolescente no mola, mamá. Si acaso más Lolita, jajajajaja. Eso sí te lo admito.
Bueno, pues eso, te da un punto Lolita. ¿Y esa caja? ¿Traes refuerzos por si las dos botellas que has comprado se nos quedan cortas? – dijo mi madre al verme soltar la caja de vino sobre la mesa.
Pues por esta Lolita y la madre de la Lolita, que cada día está más guapa. Deja la caja ahí y ya veremos si necesitamos refuerzos o no – dije cuando vi que mi madre echaba mano a la caja, imagino que con intención de sacar la botella.
En ese momento pensé qué podría argumentar si abría la caja y viera un dildo de goma de 20 centímetros en el lugar que debería ocupar una botella de vino.

Chin chin, amor – dijo mi madre chocando su copa contra la mía- Gracias por acompañarme esta noche. Me has alegrado la noche, a pesar del cabreo que tenía.
No lo pienses más, y pica algo, a ver qué te parecen estos quesos.
Me encantan, pero me parece que tendría que haber preparado algo de cena. Mucho vino y poca picoteo veo yo aquí .
Mientras decía eso, yo rellenaba un poco más su copa, que ya había bajado del nivel que me había propuesto que tuviera durante toda la noche. Se notaba que debía haber empezado a beber mientras yo me cambiaba.

¿Qué haces rellenando mi copa tan pronto? ¿Pretendes emborrachar a tu madre?
Mamá, no te preocupes por eso que la cama está cerca y lo único que puede ocurrir es que te caigas desde esos tacones – dije yo – mientras elegía una de mis playlist favoritas, Sensual Music Jazz Blues.
Música y todo – estás muy atenta hoy, Sara.
Mientras me preguntaba por mi vida amorosa y yo hacía lo propio con la suya, las copas iban vaciándose hasta que termine por abrir la segunda botella. La conversación sobrevolaba sobre situaciones morbosas que nos habían pasado a lo largo de los años con amantes y con amigos con derechos.

Sara, no me pongas más que puedo empezar a decir tonterías, Cielo – me soltó mi madre cuando vio que casi terminaba nuestra segunda botella en su copa – o a contar algunas cosas que una hija no debería saber de su madre.
No querrás que me la beba yo sola y sea solo yo quien diga tonterías – replíqué, viendo cómo mi madre levantaba la mano de su copa permitiéndome rellenarla no se ya si por séptima u octava vez. Justo esas cosas que una hija no debería saber de su madre son las que me encantaría que me contaras. Además, Mamá, te pones muy guapa cuando bebes.
Zalamera – me espetó.
Para nada. Es verdad, este muy guapa esta noche y además, hacia tiempo que no te veía tan relajada – dije mientras cogía el último trozo de queso que quedaba en la mesa llevándolo a mi boca.
Gracias, tesoro – me respondió sonriendo. Creo que estamos un poco borrachas, ¿no crees, Sara? Tendría que haber puesto algo más para comer.
¿Crees que estamos un poco borrachas, mami? – le devolví la pregunta sintiéndome ahora un poco más valiente de cara al paso que estaba a punto de dar – ¿tienes ganas acaso de comerte algo en especial ahora?
Quizá de haber salido esta noche ahora si pudiera estar comiendo algo – dijo con una sonrisa pícara.
Ya entiendo, y ahora también me entiendes a mi cuando el otro día me pillaste como me pillaste – le devolví la sonrisa cómplice.
Ah, te estás refiriendo a cuando te pille jugando con tu amiguito de plástico – me soltó mientras llevaba un dedo a su boca y lo metía y lo sacaba sensualmente imitando una felación.
Ajá
¿Así que no practicabas sino que disfrutabas? – me preguntó.
Bueno, dímelo tú – respondí devolviéndole, en realidad, la pregunta – ¿tú disfrutas cuando te comes una polla?
Sari, creo que deberíamos dar esta conversación por concluida – dijo mi madre sin querer mantener la mirada.
No veo el motivo, mamá, somos dos mujeres adultas que no se deben asustar por usar las palabras adecuadas. Yo no me asusto y pensaba que tú tampoco. Al menos eso me pareció el otro día. Y ademas, llevamos ya el número de copas perfecto para no preocuparnos por las palabras que usemos. Y no me preguntes cuántas copas son que no lo sé jajajaja
No me asusto de escucharte hablar así, ni tampoco me asusta decir que disfruto muchísimo comiéndome una buena polla – respondió con toda naturalidad – Tan sólo es que yo no tengo una polla como tú a la que lanzarme en cuanto llegue a mi dormitorio y no se si es este vino el que me tiene así o soy yo la que tenía otras expectativas para esta noche.
Y ¿cómo te tiene este vino? – le pregunté directamente.
Pues me tiene como a tí, ¿o acaso no te das cuenta como tienes los pezones, Sari? – me dijo mirándome directamente a la tetas.
Cuando baje la vista en la dirección en la que mi madre miraba me sorprendió lo marcados que estaban los pezones en el vestido. Esa escena y el hecho de que mi madre me lo estuviera diciendo me puso aún más caliente de lo que yo ya me notaba.

Mami, abre la caja esta que he traído.
Ya te he dicho que no creo que sea más vino lo que necesito esta noche.
Tú ábrela – insistí.
Mi madre deslizó la tapa de madera y metió la mano, agarrando el contenido y sacando el enorme dildo de plástico de la caja. Su cara de asombro era, al mismo tiempo, encantadora y morbosa. Sus ojos recorrían el enorme falo reparando en cada uno de los realistas detalles que se dibujaban en su superficie. Las marcadas venas, el remarcado glande, la sutil abertura… recorría cada detalle queriendo memorizar cada uno de ellos.

No entiendo qué hace esto aquí – acabó diciendo.
Quería pedirte algo tras nuestra conversación del otro día.
Bueno, yo también tendría algo que decirte y la verdad es que no sabía cómo empezar. Puede que el vino me ayude a decirlo
Espera mamá. Antes déjame decirte que desde el día que… ya sabes…que hablamos… después de que me vieras …
Comiéndote esta polla – completó ella – me acuerdo perfectamente. Y le intenté quitar importancia para que no te sintieras mal porque tú madre te hubiera visto así.
Lo sé, mamá, y no sabes lo que te agradezco que lo hicieras porque me sentía muy mal tras haber visto esa faceta de mi.
Y entonces, ¿qué significa ahora esto, Sara? – me preguntó mi madre mientras su mano seguía agarrada a la polla y su mano se deslizaba muy lentamente por ella.
Pues… – dudaba de si continuar con esta locura o daba marcha atrás sin atreverme a mirarla abiertamente a los ojos y mirando al mismo tiempo ese juego de su mano a lo largo del pollon de goma- es que….
Dime, Sara, es que qué… suéltalo ya.
Pues que quiero verte haciendo lo mismo que tú me viste hacer a mí. Siempre he tenido la fantasía de ver a otra chica haciendo eso a un chico, y nunca tuve una clara ocasión de hacerlo. Esta semana he pensado que a quién mejor que a ti puedo pedir ese favor. Creo que sin vino de por medio jamás me hubiera atrevido, pero disfrutaría mucho viéndote hacerlo.
Mi madre se quedó muda y tan solo miraba la polla con los ojos muy abiertos, así que al no haber recibido un no rotundo me animé a seguir:

Lame la base y apóyala firmemente en la mesa – le dije.
Ella, como si estuviera bajo el encantamiento de mi voz, sacó su lengua y la deslizó por la curvada ventosa del falo. Una vez hecho eso, y con la polla firmemente agarrada por su mano que apenas llegaba a cerrarse alrededor de tan generosa polla, la afianzó contra la superficie y me miró fijamente, creo yo que sin llegar a entender qué la había llevado a obedecerme sin cuestionar ninguna de mis indicaciones.

Quieres verme hacer esto – decía mientras sacaba la punta de su lengua y tocaba el glande – y verme abrir la boca para tragármela así …. – y abría enormemente la boca sin llegar a metérsela.
Mi madre jugaba delante de mi con su boca alrededor del dildo que pegado sobre la mesa desafiaba vertical mis ganas de ver a mi Madre inclinado sobre el, mientras que con la otra mano cogio la copa y de un sorbo la apuró del todo. Después, acercó de nuevo su boca a la polla, lamiéndose un poco el labio de abajo mientras lo miraba de arriba a abajo. Luego lamió sutilmente el labio de arriba. Dirigió de nuevo sus ojos hacia los míos, como esperando algún gesto por mi parte. Su boca entreabierta estaba a escasos centímetros del glande.

Así que es eso, puedo cumplir una fantasía de mi hija. Dime una cosa, Sara, deseas ver a otra mujer mamando una polla o quieres ver la clase de Zorra que puede llegar a ser tu madre – preguntó justo cuando sus labios iban a rozarla – ¿es eso lo que quieres?
Sin darle tiempo a mi cerebro a procesar las consecuencias de mis actos, me incorpore y acerque mi mano a la cabeza de mi madre, agarrando la corta melena de mi madre por encima de su cabeza forzándola a abrir la boca mientras empujaba suavemente hasta que la polla entro hasta la mitad en su boca.

Vamos mamá, cómetela ya de una puta vez … ufffff
Y diciendo eso mi mano seguía agarrando el cabello haciendo ahora que su cabeza subiera hasta que la polla salió de su boca dejando colgado un hilo de baba entre la polla y su boca.

Vamos, otra vez, mamá
Por un momento mi mano soltó su cabello y ella quedó como suspendida sin moverse mirándome. Agarre nuevamente su cabeza estrujando su cabello en mi puño cerrado y comencé esta vez con un movimiento continuo de su cabeza subiendo y bajando por mi dildo. Escuchaba la boca de mi madre adaptarse a la polla succionando y tragando las babas que una mamada en esa posición produce cuando quieres que tu propia saliva la lubrique, y conforme repetía los movimientos, comencé a escucharla gemir con la ansiedad de querer sentirla más y más, de querer tragarla más y más, de querer meterla más y más profundo, hasta casi llegar a la garganta.

Ali, mamá, así…sigue más. …ummmm …. más profunda …. – decia mientras aumentaba la presión contra la polla, ahogándo sus gemidos aún más
Con el movimiento de mi mano y de mi brazo la tiranía del vestido que llevaba se había deslizado del hombro e iba bajando más y más por el brazo con cada enérgico movimiento. Estaba hipnotizada viendo la boca de mi madre engullir esa polla una y otra vez con hambre contenida. Ya no era mi mano la que movía su cabeza; tan solo la acompañaba dejando bien a las claras que ella estaba disfrutando casi tanto, si no más, que yo misma.

Llevaba no se ya cuanto tiempo apretando y contrayendo las piernas intentando calmar esa maravillosa sensación que desde mi coño reclamaba atención inmediata.

Mi otra mano tan solo tuvo que recorrer el corto camino desde el muslo donde había estado apoyada, para llegar al clitoris y sentir esa electricidad tras el leve contacto de mis dedos.

Cuanto más polla tragaba mi madre, más frenéticos eran mis movimientos sobre mi coño. Mis piernas ya se habían abierto para permitir un acceso más fácil y directo a mis dedos. Ya no solo se quedaban en el clitoris, sino que bajaban buscaban la raja de mi coño para introducir dos dedos en ella, moviéndolos dentro y esparciendo luego los jugos que empezaban a rebosarme en mis labios vaginales y en el clitoris. Me encanta masturbarme asi. Era delicioso sentir esa mezcla, ver a mi madre entregada a esa felacion soñada y al mismo tiempo, masturbarme así de rico.

Notaba que mi madre también me estaba mirando el coño y se daba cuenta de mis juegos. Con la boca algo brillante por la propia saliva derramada al separarse de mi dildo me miro a los ojos, luego al coño donde mis dedos acorralaban una y otra vez a mi clitoris y de nuevo a los ojos. Hacia un rato que una de las tirantas del vestido se me había descolgado del hombro a causa de los movimientos continuos empujando la cabeza de mi madre había llegado a superar el codo. La otra se había descolgado también al estar tan inclinada sobre mi madre para no perderme ningún detalle. Así que mi madre también tenía muy cerca mis tetas que ya tenían los pezones muy duros.

Mi madre seguía alternando su mirada entre mis ojos, mis tetas y mi descarado manoseo del coño.

Veo que lo estás disfrutando, Cielo – me dijo cuando paró haciendo que cogia aire, aunque lo que hacía era dejar caer babas sobre la polla, que brillaba de tan mojada que estaba.
Ufffff, no lo sabes bien, mamá.
¿Te gustaria alguna otra cosa? Alguna otra fantasía que puedas tener
Pues me encantaría estar ahora llena. La verdad es que me ha calentado muchísimo verte mamar así de rico, y también me ha puesto mucho agarrar tu cabeza y empujartela. Ahora entiendo por qué a los tíos les gusta tanto follarnos la boca.
La verdad es que a mi me ha puesto muy cachonda que me la follaras tú moviéndome la cabeza.
Ufffff mamá, ha sido supercaliente. Gracias por seguirme el rollo esta noche.
Creo que ahora te toca a ti disfrutar de tu juguete.
Supongo que por los efectos del vino y de lo caliente que estaba me atreví a pedirle lo que me apetecía:

Clávamelo duro, mamá, hazme gritar metiéndome esta polla. ¿Lo harías? – mientras lo decía me había girado hincando mis rodillas en el sofá y levantándome el vestido para dejar mi culo al aire y entreabrí las piernas.
Dudo unos instantes pero acercó la polla a mi coño colocando la cabeza en la entrada de mi vagina, pero en lugar de empujarlo y deslizarlo dentro de mi coño lo inclinó un poco haciendo que la cabeza recorriera el surco entre mis labios y llegó al clitoris. Luego recorrió el camino inverso colocándola de nuevo a la entrada de mi coño y apoyo su otra mano sobre mi culo acariciandolo y moviendo a un lado uno de mis nalgas le ofrecia mejor acceso aún a mi juguete.

Esta bien, nena, ahi voy.
Y diciendo eso empujó hasta ensartar la polla completamente en mi coño

ahhhhhh ummmmm siiiii ….mamá
Notaba cómo iba cediéndo mi cuerpo al paso de ese trozo de goma que mi madre manipulaba. La sensación de haber roto hacía ya rato cualquier tabú hacía que supiera aún más rico y fuera aún más caliente la embestida. Nada que ver con las que yo estaba acostumbradas a proporcionarme, incluso a aquellas en las que me siento sobre el cuando lo dijo en el suelo.

Mi madre llegó al fondo y en ese momento noté que al retirarlo el dildo iba palpando las paredes de manera irregular. Mi madre parecía estar haciendo pequeños giros de muñeca que hacía diferente la sensaciónes.

Dame fuerte, mamá, dame más …nunca he tenido una mano que me meta caña con el consolador como lo estás haciendo tú…uffff es lo más…
Las penetraciones se sucedían cada vez más rápido y más profundas. No había duda de que ella sabía cómo se disfruta con un buen rabo en el coño.

Incrementó el ritmo y casi sin darme cuenta, noté que me llegaba el orgasmo:

Mamá, me voy a correr ya, me corroooo …ahhhhh…
Si, nena, correte para mamá.
Y sin poder remediarlo me invadió una sacudida eléctrica como no recordaba hacía tiempo haber sentido. El morbo de que quien sujetara el dildo fuera ella, mi madre, después de toda la semana que llevaba pensando cosas obscenas con ella era lo máximo.

Uffff, Sara, me ha encantado ver cómo te corres y cómo te mojas.
Mi madre retiró suavemente el consolador mientras mi cuerpo aún convulsionaba y no podía mantener los ojos abiertos para mirar bien a la mujer que me había dado semejante orgasmo: mi madre.

Mamá, estoy empapada, verdad?
Mucho, cielo, mira como has dejado el dildo.
Y diciendo eso lo puso por delante de su cara y ante mi atenta mirada, abrió su boca y lo introdujo en su boca. Notaba por los movimientos de su boca que succionaba para limpiarlo de mis jugos.

Mamá !!!! Estás comiendote mi coño. Eso es muy morboso.

Tener tan cerca un coño tan mojado como el tuyo me recordó tantas cosas que necesitaba llenarme la boca de tu sabor. Ese olor me recordó tanto a mi amiga Elena…
Continuará…?