Yo me acerqué a él, y acogiéndole la mano, la metí bajo mi braga hasta que pudo con sus dedos tocar la humedad de mis labios

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Como la calentura y la necesidad me llevo a ponerle los cuernos a mi hija

Con la calefacción a tope hacía un calor asfixiante, por este mes era mi ultima noche de guardia, la planta estaba tranquila, la auxiliar y yo habíamos dado la vuelta de las doce, nos sentamos a descansar en el puesto de enfermería una frente a la otra, leyendo como siempre revistas de cotilleo. Marta la auxiliar era de mi edad, andaba sobre los 40, a ella su marido le llamaba todas las noches para ver que tal estaba, a mi no, yo llevaba diez años viuda. Era de esas mujeres atractivas que sin ser guapas llamaban la atención, y ella lo sabía, le gustaba que la mirasen, siempre arregladita y siempre llevaba el primer y el ultimo botón de su bata sueltos. Yo de vez en cuando la miraba, la verdad estaba muy bien, sentadas como estábamos en los sillones del puesto con sus botones sueltos dejaba ver hasta sus muslos unas piernas preciosas, siempre llevaba bragas y sujetador oscuros, creo que le gustaba que se le marcasen con la bata rosa de auxiliar. Me estaba gustando mirarla, veía sus braguitas cada vez que cambiaba de postura sus piernas, el canalillo que con el botón de arriba suelto dejaba ver un comienzo de unas tetas hermosas, mayores que las mías y uso una 100. No se que me pasaba, si el calor, la noche, el tiempo que llevaba sin relaciones o que pero me estaba calentando mirándola. Notaba un calorcito tan agradable entre mis muslos, sentía endurecerse mis pezones, al mirarme noté que se me marcaban bajo mi bata, y sentía como iba mojando mis bragas poco a poco, no se que me pasaba yo no era lesbiana y nunca me había fijado en mujeres pero aquella noche me estaba poniendo muy caliente. Con disimulo mientras sujetaba la revista robaba mis pezones, duros que agradecían la caricia, notaba mi coño chorreando, no se creo que ella me notó agitada y vi que me miraba tras su revista. Se puso de costado y al hacerlo dejo todo su muslo al descubierto, no se que me pasaba pero me pegó un sofocón instantáneo. No pude más estaba tan caliente, me levanté y me fui al baño, según entre me abrí la bata, hice saltar mis tetas sobre el sujetador que parecían que iban a explotar de duras que estaban, me baje la bragas hasta debajo de la rodillas, estaban empapadas, me senté en la taza, y metí mis dedos en mi coño, mis labios estaban calientes, abiertos y mojados, busqué mi botoncito y comencé a acariciarlo, mis dedos subían y bajaban entre mis labios rozando mi clítoris en cada pasada, mis tetas parecían que iban a explotar, empecé a hacer círculos sobre el botoncito hasta que una explosión de placer me sacudió por todo el cuerpo como un latigazo, me corría y me corría como una loca tratando de ahogar mis suspiros para que ella fuera no los oyese. Así me miraba, mis bragas mojadas, manchadas en la toallita bajo mis rodillas, con mis tetas y los pezones aun duros saltando sobre el sujetador, iba tranquilizándome. Cuando el sofocón hubo pasado me levante, me limpié y sequé con papel higiénico, me subí las bragas y metí mis tetas dentro del suje, terminé de atarme la bata, me dí un poco de agua en la cara y salí.

Marta no estaba, había ido a atender a un enfermo, la verdad yo no había oído el timbre de llamada, espero que ella tampoco mis suspiros y jadeos.

La noche continuó pasamos la ultima vuelta con la medicación a las 6, la verdad ahora veía a Marta de otra manera me fijaba en como enseñaba las tetas, en su culo que ahora me parecía precioso en sus piernas, en fin no se que me había pasado. Terminamos el turno a las 8 y marché para mi casa, que esta apenas 10 minutos en coche del hospital. Seguía aun caliente.

Tenia ganas de llegar, de pegarme una ducha, de lavarme, en fin de dormir y relajarme, no habría nadie en casa, mi hija y su marido, que Vivian con nosotros, y mi hijo se habrían marchado ya. Entré derecha a mi dormitorio, tire sobre la cama el abrigo y la bufanda, me quité los zapatos, me solté el vestido que cayó a mis pies, me solté el sujetador liberando mis tetas por fin, con mis medias y mi braguita me miré al espejo, la verdad tampoco yo estaba mal. Mis tetas a pesar de mis años y de usar una 100 tampoco estaban tan caídas, aun se tenían, y tenía unos pezones grandes y oscuros y un culo aun respingon. Vi en el espejo mis braguitas blancas manchadas, pensé en Marta, que me pasaba

si nunca me habían gustado las mujeres, de camino al baño me fui quitando las medias sorprendida de mis pensamientos, abrí la puerta del baño sin pensar, que susto estaba mi yerno dentro, desnudo frente al lavabo se terminaba de dar la crema para después del afeitado, me quedé paralizada, no esperaba encontrarme nadie alli, sin decir palabra y con cara de susto me quedé mirándolo, el apurado, poniéndose la toalla del lavabo en la cintura para taparse, me dijo : ” ¡Vaya susto Carmela!. Es que voy mas tarde, tengo una cita y voy directo sin pasar por el taller” Entonces me di cuenta que estaba allí parada en medio de la puerta del baño, en bragas con las tetas al aire y con las medias en la mano. Me tapé como pude las tetas, mientras balbuceando trataba de disculparme a la vez que pensaba en la enorme polla que tenia mi yerno y a la que no había visto nunca: “Perdona no sabía que estabas en casa” El saliendo, con la toalla a la cintura, me dijo que pasara que había terminado, al salir noté el roce de su cuerpo desnudo en el mío y sentí un escalofrió, me giré y vi su culo que me pareció hermosísimo, no pude evitar hablarle con la disculpa de preguntarle algo sobre mi hija, para que se parase y se volviese. Cuando lo hizo, seguía intentando taparse su miembro con aquella pequeña toalla de manos, yo había bajado las manos dejando mis tetas a su vista, mientras hablábamos, a un metro de distancia el uno del otro, notaba como me estaba mojando de nuevo, como mi concha se calentaba y palpitaba. No sabía que hacer, no sabía que debía hacer, luchaba entre lo que quería y debía, me iba a despedir y meterme al baño cuando sin poder evitarlo eché una mirada hacia el lugar de su polla y mi sorpresa fue que la vi como se levantaba bajo la toalla, nuestras miradas se cruzaron y bajándola hacia su bulto, trato de disculparse.

“¿No me digas que se ha puesto así por mi?” le dije Con la cabeza, cabizbaja, asintió. Yo me acerqué a él, y acogiéndole la mano, la metí bajo mi braga hasta que pudo con sus dedos tocar la humedad de mis labios, ” No te avergüences, mira tu suegra como está también” Al decir esto notando el roce de sus dedos en mis labios vaginales y sintiendo como mis pezones duros se clavaban en su pecho, solté de mis manos las medias y me abrace a él. El me rodeó con sus brazos y al hacerlo cayo la toalla al suelo, notando como un palo duro , grande y caliente me golpeaba el vientre. Me apreté a él quería sentirlo clavándose en mi vientre, mientras nos empezamos a besar en la boca, me empecé a bajar las bragas necesitaba liberar mi coño de ellas para sentirlo mas y mas cerca. Con las bragas en mis muslos y abrazados fuimos empujándonos hasta mi dormitorio, caí de espaldas sobre la cama con las piernas colgando, se arrodilló frente a mi, terminó de bajarme las bragas, con suavidad me abrió los muslos, y con su lengua fue subiendo por el muslo hasta llegar a mis labios. Con la punta de la legua recorrió los labios subiendo por uno y bajando por el otro, cuando llegó abajo metió la lengua entre ellos y subiendo hasta el clítoris lo lamió, haciéndome contraerme de placer y deseo, mientras me lamía y clavaba sus lengua en mi vagina, con los ojos cerrados sujetaba su cabeza entre mis muslos, no quería que se fuese de ahí. Cuando creía que me corría ya, se paró, se puso de pie frente mi y me dijo que ahora le tocaba a él, me incorporé, sentada al borde de la cama llevé mis labios hasta su enorme polla, besé con mis labios y la punta de mi lengua su glande rojo, duro y mojado. Fui abriendo mis labios abarcándolo entero y suavemente lo fui metiendo en mi boca a la vez que jugaba en el con mi lengua, agarrada a su culo lo atraía hacia mi, y su polla iba entrando en mi boca hasta casi ahogarme. Empecé a mamársela mientras el agarrado a mi pelo miraba como su polla entraba y salía de mi boca, como mis tetas duras y excitadas bailaban al ritmo de la mamada. Estaba a punto de correrse notaba que su polla iba a explotar. La saqué de mi boca, y con ella empecé a acariciarme las tetas, los pezones y con ellos su polla.

Caí de espaldas, tumbada sobre la cama,, necesitaba que me penetrase, necesitaba sentir aquella polla llenarme la vagina, necesitaba sentir el calor de un hombre en ella. Se abalanzó sobre mi sentí su polla rozar mis labios, le agarre de sus nalgas y lo apreté contra mi, su polla fue abriendo mis labios, su glande comenzaba a entrar e

n mi, sentía un calor que me quemaba, sentí que mi vagina se iba llenado con aquella polla fantástica de mi yerno, dio un golpe de riñón y toda su polla entró en mi. Empezó a entrar y salir, su polla subía y bajaba por mi vagina, cuanto tiempo sin sentir esta sensación, cuanto tiempo sin ser penetrada por un hombre, quería aguantarme pero me iba a correr un calor me empezó a subir y grité, grité como una loca mientras me corría y parecía que no terminaba de hacerlo nunca, dando espasmos de placer, mientras el seguía entrando y saliendo, clavándome aquella polla enorme. Me di la vuelta, me puse a cuatro patas sobre el borde de la cama, el de pié con su polla agarrada con una mano la dirigió a mi vagina de nuevo, de un empujón la volvió a clavar en mi, la sentía tan dura, tan caliente recorrer las paredes de mi vagina. De nuevo sentí un calor que me inundaba, de nuevo sentí que me retorcía de placer, de nuevo sentí que me volvía a correr, de nuevo un grito acompañó mi segundo orgasmo pero esta vez fue un duo con el de mi yerno que empezaba a vaciarse en mi. Senti un chorro caliente, denso que iba vaciándose dentro de mi. Estábamos teniendo un orgasmo a la vez. Notaba en mi como seguía brotando leche como me iba llenado de ella mi vagina, no se que me pasó pero estas sensaciones hicieron que me corriese por tercera vez mientras él terminaba.

Luego se salió de mi, y yo con vergüenza me di la vuelta sentándome el borde de la cama, sin mirarnos ahora a la cara, me medió tape las tetas con el vestido que había dejado sobre la cama, el dijo que se tenía que ir, salió de la habitación. Me quedé sin saber que hacer, sin saber por que había pasado aquello. Sentía su leche que empezaba a salir de mi vagina, no quería, apreté mis muslos, quería sentirla, necesitaba sentir la leche de un hombre en ella, me metí en la cama desnuda sin lavarme y me quedé dormida con la leche de mi yerno en mi chorrenadome los muslos.

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