Me calentó un chico gay
Empezó todo en la boda de una amiga, a los no familiares o invitados solos nos sentaron en una mesa juntos, y allí le conocí.
Cuando empezó el baile después de la cena, nos quedamos de pronto los dos solos, con el café y logicamente en una situación tan embarazosa, no nos quedó mas remedio que entablar conversación. al poco rato estábamos en una animada charla: el era pintor, apenas conocido, pero ya había expuesto en alguna galería y a mi me apasiona el arte.
Hablamos durante toda la sobremesa, coincidíamos en gustos pictóricos, en tendencias, en mil cosas que parecía increíble, al punto de que me invitó cuando yo quisiera a ver su taller, en su casa y por supuesto acepté, nunca había estado en ese mundo desde dentro.
Me recibió con una gran amabilidad, y encantado de que hubiera ido tan pronto a visitarle. Me fue mostrando sus pinturas: eran casi todo retratos, pero la mayoría de hombres, torsos desnudos, cubiertos con un lienzo, hombres desnudos en diversas posturas, parejas, y todos ellos guapos y bien hechos, de cuerpo perfecto.
La verdad es que a pesar del tema, me gustaron, el dibujo era perfecto, y el color a grandes pinceladas, con el detalle justo, y un gran vigor en cada trazo.
– Son modelos? – le pregunté
– No, gente normal, amigos, conocidos, o alguno que no le importa posar, que ve la colección y le pido que pose y acepta.
– La gente normal te pide un retrato desnudo?
– Si, por qué no? Es su cuerpo al fin y al cabo, les gusta verlo en tela, no solo en el espejo.
Me quedé callado mientras seguía contemplando la colección y él me iba mostrando más cuadros y más detalles en los que yo no caía.
– Te gustaría posar para mí? tienes un buen cuerpo, puede quedar bien, y si no quieres que te reconozcan puedo esbozar la cara solamente.
– Nooo, que vergüenza. Pero dime una cosa: ¿por qué hombres solamente o casi exclusivamente? Apenas se ven mujeres…
– Bueno, es fácil, me gustan los hombres
– Quieres decir que eres…
– Si, gay, no te molestará?
– No en absoluto
La verdad era que no me molestaba para nada, no era amanerado ni nada hacía presumir en su aspecto o trato sus gustos personales, pero era como sin darme cuenta me estuviera poniendo en guardia. Los típicos prejuicios…
– Mira, es fácil, siéntate ahí, no tienes que desnudarte, no te preocupes, solo haré un boceto, pero me gustan las caras nuevas y la tuya es fotogénica.
Bueno, le hice caso, no tenía nada que perder, pero además me daba corte rechazarle y que pensara que no lo hacía porque fuera gay, era como hacerle un feo después de lo atento que había sido, pero es que además me gustaba su estilo, y en el fondo pensaba que podía llegar a ser un gran pintor.
Me regaló la lámina, cuatro líneas pero que me describían perfectamente en diferentes posturas, luego me dijo que esperase, que me iba a hacer otro boceto para que me hiciese idea. En este me pinto desnudo, e unos pocos trazos me veía desnudo y no me parecieron mal ni provocativas, era muy bueno.
Se me quedó mirando, hasta que me dijo… qué, te animas? Solo serán unos minutos.
Casi igual que antes, me dio pena o prevención rechazarle, de nuevo las malas interpretaciones, pero le dije que de espaldas no me importaba. Dejé mi ropa sobre una silla y me coloqué en la postura que me indicó, de espaldas como le pedí. Inmediatamente colocó otra lámina de papel en el caballete y empezó a darle forma. Solo se oía el rasguear del lápiz, y nuestra respiración.
En un par de ocasiones me violentó un poco que se acercase a mí y me colocase a su gusto, apenas unos roces, y siempre sin forzar, pero se debió de dar cuenta, porque me dijo que estaba demasiado rígido, que acabaría cansándome si se alargaba un poco, tenía que relajarme.
– Bueno, nunca he estado desnudo delante de un hombre, me da un poco de corte, eso es todo.
– Ven, mira qué te parece.
Era realmente increíble y en unos pocos minutos me tenía allí con unos pocos colores y las sombras y luces marcando los músculos perfectamente. Entonces me dijo que para que se viese ese efecto de relieve, de fuerza, me tenía que colocar según la luz aumentaba el dramatismo y resaltaba las lineas, y por eso era el colocarme como él quería.
– ¿Por qué te molesta estar desnudo delante de otra persona? Es porque yo estoy vestido y te sientes cohibido? Quieres que me desnude yo también, y así estamos iguales?
Sin esperar mi respuesta se quito la camisa y el pantalón, lo único que llevaba puesto y nos quedamos los dos mirándonos. Estaba bien, era musculoso y tenía un cuerpo agradable, y al final, al percatarme de que lo estaba observando demasiado fijamente, me eché a reír para romper el hielo.
– Venga, posaré como tú me digas. Te haré caso.
Me previno que podía tardar una hora o más, que tenía que dejar todo mas o menos acabado en ese tiempo, luego seguiría de memoria y tendría que volver otro día para rematar los detalles.
Esta vez quedé sentado, frente a él, que con frecuencia se acercaba a corregir mi postura, o colocar el brazo o la pierna así o asa, y por supuesto me tocaba y me agarraba donde debía hacerlo sin percatarse de la sensación que me daba el estar siendo manoseado, mas o menos, por otro tío desnudo.
Acabando ya casi, cuando agarró mi pierna para separarla a su gusto, mi polla dio un salto y se quedó apuntando a su cara sin que su dueño, o sea, yo, pudiera evitar esa situación tan embarazosa.
Dejó un rato largo su mano sobre mi muslo, estaba ardiendo, no sabía muy bien si por verle desnudo tan cerca de mí, por el tacto de su mano, o porque me estaba excitando con tanto tocar aquí y allí, cosa a la que no estaba acostumbrado, pero me quedé sorprendido porque esa reacción la hubiese causado un hombre.
Cuando subió la mano por el interior del muslo, hasta la entrepierna, no hice nada, y él, tomando mi pasividad como un permiso, la agarró y se la llevó a los labios,
Su boca en el glande me enardeció aun mas, mi polla pegó de nuevo un brinco y esperé a ver como acababa aquello, entregado y sumiso.
Mi cuerpo se fue relajando, recostándome un poco más en el asiento donde estaba, y él continuó con sus manejos, mi polla estaba dura y roja, ardiendo de excitación y el gusto me empezó a recorrer todo el cuerpo, cerré los ojos y le deje que me acariciase todo el cuerpo, me manosease a su antojo mientras seguía chupando y chupando.
Cuando le intenté separar la cabeza porque veía que estaba a punto de llegar, no me dejó , siguió chupando y recibiendo todo en su boca, mientras yo me convulsionaba de placer, inerme entre sus brazos que se aferraron a mis caderas, hasta que quedé totalmente agotado.
– Creo que el próximo día tendremos que empezar por aquí si quiero que poses realmente relajado- me soltó -mientras yo con los ojos cerrados seguía aun avergonzado y tremendamente excitado por lo que había ocurrido allí.