Me convertí en toda una sumisa gracias a un viejo policía ruso
Salgo a pasear el perrito que me dejo un amigo unos días para se lo cuidase tras marchar de viaje y me dirijo a un parque con espacio para estos animalillos.
Lo dejo suelto dentro del recinto en el cual no había ningún otro perro en su interior y me siento en uno de los bancos que hay junto a la puerta, cuando veo se acerca un hombre ya entrado en años por lo canoso de su pelo aunque corpulento y fuerte, con un perro similar de raza al que cuidaba, saludándome en español pero con un marcado acento extranjero de los países del este, le devuelvo el saludo y me fijo que tiene que rondar sobre los 60 años largos pues su semblante serio de cara marcan esta con aspecto de hombre mayor.
Rápidamente los perros al estar solos se hacen amigos y comienzan a jugar provocando encontronazos y situaciones cómicas, que hacen nos echemos una carcajadas, rompiendo el hielo del momento, presentándose rápidamente el cómo Vasilic, diciendo no me había visto nunca por el parque ya que el venia dos o tres veces al día pues vivía frente a este.
Le conté que era la primera vez pues me habían dejado el perro a cuidar, a la vez que le dije me llamaba Rosa, y que también vivía cerca pero no frecuentaba este sitio, entablando una conversación en la que me conto que era Ruso que vivía aquí desde hacía dos años, cuando se vino su país tras jubilarse en su trabajo, diciendo había estado en la policía de su país y por diversos motivos se tuvo que jubilar algún año antes y venirse a las islas ya que le habían hablado bien de este paraíso.
Tras un buen rato fuimos a sacar a los perros cuando el sujo que era muy juguetón comenzó a intentar subirse sobre mis saltando con juegos y manchándome el vestido con sus patas de tierra y barro que había en el parque, disculpándose el a la vez que me dijo, ven un momento que vivo ahí frente al parque y de limpias un poco la ropa con un quita manchas que suelo usar yo.
No me pareció mala idea, pues así también tomaba agua el perrito en su casa y me lo llevaba más calmado.
Me fije en el camino algo más en su físico, notando lo fuerte que era pues sus brazos robustos de piel blanco pero con mucho vello no desentonaban con unas piernas fuertes y un trasero duro marcado por los estrechos pantalones que a la vez dejaban intuir un paquete de escándalo.
Al entrar me invito a pasar, diciéndole que no hacía falta que en el jardín me limpiaba y no quería ensuciar la casa a su señora… se rio rápidamente diciendo era soltero, que nunca se había casado por su trabajo aunque había tenido varias novias nunca se había casado y vivía solo.
Me decidí a pasar dentro dada su amabilidad y no parecer yo una sosa, indicándome donde estaba el aseo para limpiarme mientras el buscaba el quitamanchas.
Comencé a limpiarme con agua y una toalla viendo que extendía más las manchas y lo mojaba, por lo que entornando un poco la puerta me quite el vestido para intentar limpiarlo mejor, quedándome con mis braguitas solo, pues no llevaba sujetador, pensando él no iba a entrar, cuando sentí empujar la puerta a la vez que decía aquí te traigo el quitamanchas con su marcado acento ruso, quedándose medio cortado al verme que casi me caigo al abrir la puerta él y verme desnuda, girándome cómicamente de espaldas para ocultar mis pechos sin darme cuenta mostraba mi trasero casi desnudo por el uso de las braguitas tanguilla que llevaba ese día.
Ohhh perdón, dijo con cara ya más cómica, no sabía que se estaba desnudando, girándome con las manos en mis pechos ocultando estos cuando me ofreció alargando su mano el limpiador.
Lo agarre, sin darme cuenta mostraba un pecho al que dirigió el su mirada como un halcón en busca su presas, rompiendo un poco el hielo diciendo que era una mujer esplendía, muy atractiva y muy sexy.
No se fue del aseo a la vez que intentaba explicarme cómo usar aquel quitamanchas que tenía las etiquetas en ruso, dejando al final de ocultar mis pechos y relajando la tensión del momento.
Me indico como se usaba a la vez que me pregunto por una pequeña cicatriz que tenía en mi espalda, indicándole que era de una mancha que me habían quitado con cirugía, diciendo él pensaba que era por otro motivo pues él tenía varias cicatrices en su espalda pecho y en sus partes nobles.
Mira me dijo, mientras se abrió la camisa, mostrando su torso fuerte y masculino con unas dos cicatrices debajo del hombro y otra a la altura del cinturón, diciendo que fue por disparos, pues fue tiroteado en una operación, mostrando también en la parte alta de su trasero.
Me cogió la mano y dijo mira como quedaron estas, aun se nota la piel sobresaliendo, a la vez que llevo mi mano a las del hombro y luego a la cintura.
Por esto me vine aquí a vivir, me amenazaron e intentaron matarme dos veces… pero tranquila nadie sabe que estoy aquí no van a venir a por mí ahora, riendo tras su comentario….. Aunque a mí me dejo algo preocupada.
Deja el vestido a secar y toma te dejo una camisa mía si te quieres tapar aunque prefiero te quedes así estas más sexy…. Claro le dije inocentemente, yo estoy en desventaja….diciendo el rápidamente, esto lo arreglo rápido, retirando su camisa al completo y quitándose los pantalones quedándose con unos slips blancos que apenas podían contener el paquetón, aflorando por arriba de estos una palabrera espesa que continuaba hacia su pectoral.
Ves ahora andamos igual, acercando su boca a la mía y besándome sin que yo la retirara.
Separo sus labios me miro y volvió a besarme a la vez que me abrazaba y acariciaba mi espalda y mis nalgas.
Mis manos rápidamente fueron a su trasero para bajar con disimulo pero con rapidez sus slips, dejando al descubierto su gruesa y larga daga que cayó a plomo entre sus piernas por el peso de su enorme y gruesa cabeza descapullada.
Baje la mirada medio perpleja y separándome unos centímetros alargue la mano para tocarla y acariciarla, observada por su lujuriosas mirada que indicaba hiciera algo más.
La teste con mi mano empequeñecida por semejante tranca y aunque andaba aun flácida, aquello impresionaba y más aún su redondeada y voluminosa cabeza que destacaba notablemente invitando a degustarla.
Me agache medio sumisa arrodillándome ante aquella torre rusa y agarrando su daga aunque más parecía un torpedo transoceánico, comencé a besarla y devorarla no sin dificultad, pues meter su cabezón en mi boca era una tarea ardua complicada por su grosor y dimensiones, si bien tras un merecido esfuerzo dilatando mi abertura conseguí degustarla y hacer resoplar al gigante ruso que paso del frio al calor de mi boca.
Le agarre y masajee sus enormes y peludas pelotas que se contraían conforme fue creciendo y endureciéndose aquel enorme falo que ya recorría mi mano desde la base hasta su punta frotándolo y calentándolo, poniéndose este duro como el acero.
Lo agarro ahora él y golpeando levemente con tronco rígido en mis labios, me invito a levantarme, agarrándome con sus fuertes brazos como si fuese una pluma y llevarme a un cuarto con una cama enorme donde un ventilador gigante en el techo la refrigeraba, viendo que su frontal y cabecera la secundaban dos enormes espejos, como para reflejar las faenas que allí se hacían.
Me dejo caer con delicadeza si bien durante el trayecto me beso y devoro mis pezones, tomándome como si fuese una pluma, y tras depositarme sobre un lado de la cama, abrió mis piernas y comenzó a besar y jugar con mi rasurado y aseado conejito, haciendo me retorciera de placer entre sus brazos que agarraban con sus fuertes manos mis pechos, haciendo estos parecieran más pequeños tapadas por estas, que sabiamente pellizcaban mis pezones haciendo que en pocos segundos me encendiera como una antorcha.
Su lengua tenía experiencia pues no tardo en volverme loca tocando donde más nos gusta a las mujeres con una suavidad y a la vez con una decisión que tras unos minutos de gozo difícil de describir, explote regalándole en su boca mi primer orgasmo de la noche.
Se sentó en la cama con su grueso y largo vástago mirando hacia el techo, y tomándome como si no pesara nada, hizo me sentara sobre él, ayudándome con mi mano a dirigirlo hasta la puerta de mi sexo posicionando su enorme cabezón que entro abriendo mis labios como si de un taladro se tratase, pues el empuje por el peso de mi cuerpo hizo entrara hasta la base de sus huevos, cortándome la respiración durante unos segundos hasta que logre calibrar lo que acababan de meterme.
Me había puesto de espaldas a su pecho para que en el espejo de la pared de los pies de la cama visionara con toca claridad como entraba y salía aquel pollon de mi chochito cada vez que yo me levantaba y bajaba ayudada por sus manos y el apoyo de mis piernas en la cama.
La vista no dejaba lugar a dudas que lo que me metía era de unas dimensiones difícil de igualar confirmando con mi mirada perdida y emborrachada de placer que el espejo no tenía aumentos, pues momentos antes ya una había hecho la labor de catalogar y testar , calificando aquel musculo como uno de los más grandes que me habían metido.
Sus manos de vez en cuando subían a mis pechos y jugaban con estos si bien bajaban pronto a mi cintura para seguir levantándome y bajándome sobre su tranca, mientras me besaba en la nuca y me hablaba en español con acento ruso aunque también se le escapan palabras en su idioma que yo no entendía.
El placer fue en aumento con el paso de los minutos y como no podía ser de otra forma mi segunda explosión fue aún mayor tanto por el placer como por la duración de este, dejándome sin apenas fuerza y media anestesiada, notando el que apenas podía aguantar mi cabeza en pie tras aquel apoteósico orgasmo.
Me puso tumbada de lado frente al cabezal de la cama donde el otro espejo reflejaba mi cara de haber sufrido mucho placer, y tras levantarme una pierna con sus fuertes manos, dirigió nuevamente su enorme tranca hasta volver a penetrarme y comenzar un pausado pero constante ritmo de cadera metiendo y sacando todo el tronco de aquel largo miembro una y otra vez ante mi incrédula mirada en el espejo, así como la fija suya en su sabia tarea, si bien la mía estaba fijada en los bajos viendo como entraba y salida de mi aquel trozo rígido de carne.
Mi pierna se mantenía levantada gracias a sus brazo, notando que poco a poco iba acelerando el ritmo, aunque volvió a cambiarme de posición esta ves boca abajo con mi baja barriga sobre la almohada para montarme por atrás y volver a penetrarme otra vez mis sufrido conejito que ahora recibía a un ritmo más alocado y frenético su duro miembro, que acabo en un fuerte ronquido seguido por movimientos espasmiscos de su cadera, a la vez que inundaba mi sexo de su abundante y espesa crema.
Cuando pensé ya no me iba a correr en sus últimos movimientos me llego ante mis sorpresa un tercer orgasmo, si bien no con tanta intensidad como el segundo, pero si placentero, coordinándose con sus últimos empujes hasta que quedo desplomado sobre mi sufrida pero agradecida espalda y posaderas, comprimiéndome contra el colchón de la cama como si fuese una muñeca de peluche.
Conseguir sacar la cabeza por un lado de sus hombros para poder respirar pues con su enorme cuerpo, este, me tenía comprimida haciéndome sentir planchada debajo de semejante semental ruso.
Tras unos minutos viendo el mi estado, se dejó caer hacia un lado para mirarme con cara de placer y relajación como me sentía, riendo a la vez que me dijo que me había visto disfrutar como una tigresa.
Mi sonrisa sin articular palabra fue suficiente afirmativa y más cuando me abalance sobre el para besarlo dulcemente en los labios mientras sus fuertes manos apoyadas en mi trasero me atrajeron hacia su cuerpo para fundirme entre sus brazos y alargar el placentero beso.
Nos acordamos que los perros aún seguían en el jardín de la casa, saliendo el tras ponerse un pantalón y meterlos dentro si bien dijo que aún jugaban entre ellos.
Le dije que tenía que marcharme tras asearme y volver a ponerme mi vestido ya casi seco, aunque insistió en que me quedara algo más de tiempo y tomarme algo en su casa, pero le dije que tenía que irme pues debía de hacer un par de cosas hoy, si bien al día siguiente lo tenía más libre y si él quería podíamos quedar a comer.
Me dijo que se le daba bien la cocina y que me invitaba a una comida típica de su tierra, pues haber conocido una dama tan sensual, merecía ese esfuerzo.
Tome mi perrito y tras atarlo con la correa me despedí hasta el día siguiente, notando al caminar que aun mi conejito reflejaba las acometidas y embestidas había recibido, pues haberse tragado semejante daga y disfrutar con ella no fue una tarea fácil de digerir aunque enormemente placentera.