Me cruzo a mi exnovia, ambos con pareja, nos dejamos llevar por la lujuria

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Follándome a mi ex –novia (I)

Mi nombre es Daniel, 47 años, físicamente me cuido, pero soy normalucho – controlo mi barriga en su sitio, pero ni soy un Adonis ni tengo la herramienta de Nacho Vidal- casado, con hijos, hipoteca… vamos, como miles de ciudadanos anónimos. Vivo en el norte de España, soy comercial, me gano razonablemente bien la vida, y aunque quiero a mi mujer y mi familia es lo que más quiero en el mundo, en los últimos años y pese a mis esfuerzos la monotonía se ha instalado en mi vida sexual – mi mujer es de mentalidad conservadora, con poca experiencia sexual previa a nuestra relación, y pese a mis intentos rechaza cualquier atisbo de cambio en nuestras relaciones sexuales tales como juguetes, fantasías, morbo, sexo anal, etcétera-. Por ello la monotonía y el aburrimiento han ido acabando con la libido, nuestras relaciones sexuales se han ido espaciando con el tiempo hasta limitarse a los típicos polvos de fin de semana, y como yo pese a todo mantengo el apetito sexual elevado, en los últimos años he tenido un par de aventuras extraconyugales. La que a continuación paso a relatar está teniendo lugar a día de hoy, y es la historia de cómo he vuelto a entrar en contacto con mi exnovia de la juventud y cómo me la estoy follando….

Han pasado más de veinte años desde que lo dejamos – éramos muy jóvenes, pero ella quería abandonar de la casa paterna para huir de un padre alcoholizado y maltratador, y me presionaba para irnos a vivir juntos a los pocos meses de conocernos, y yo no estaba en absoluto por la labor, lo cual enfrió la relación hasta que al cabo de un tiempo me dejó porque “no cubría sus expectativas de avanzar en nuestro noviazgo”… Si he de ser sincero me jodió que lo hiciera – a nadie le gusta que le den la patada-, pero tampoco hice ningún intento por recuperarla, y así terminó todo entre nosotros, sin rencores pero sin contacto posterior, salvo que al cabo de unos meses supe que estaba conviviendo con un compañero de trabajo y se iban a comprar un piso y todo…. Como dije, no hubo ni celos ni escenas ni malos rollos, y aunque en el aspecto sexual tardé un tanto en olvidarla – era un yogurín de aspecto físico angelical pero una golfa en la cama, a la que le gustaba follar más que a un tonto un lápiz, que pese a su juventud tenía más experiencia y más vicio que yo por aquel entonces, y a la que le ponían cachonda el sexo duro, el vocabulario obsceno… además era, y aún continúa siendo, muy calculadora, y no se cortaba en hacer lo que fuera para conseguir lo que quería… – pero como reza el dicho, un clavo saca otro clavo, y a los pocos meses estaba yo liado de manera más o menos continuada con una amiga con la que salía de copas, lo pasaba bien y follaba con cierta regularidad sin ataduras de ningún tipo. Luego de un tiempo mi empresa me ofreció un ascenso y me fui a vivir fuera por motivos de trabajo durante varios años, quedando una y otra apartadas de mi vida y casi en el olvido. Pasados unos años vinieron el regreso a mi ciudad natal, conocía a la que ahora es mi esposa, nos hicimos novios y con los años llegaron el matrimonio etcétera.

Como dije, no había vuelto a ver a mi ex – se llama María- desde hacía casi veinte años, pero la vida da muchas vueltas, y más en las ciudades de provincias como en la que resido, en la que antes o después es más fácil coincidir todos con todos.

Hace un par de meses Julián, un conocido común de nuestra época de novios con el que sigo manteniendo contacto y una cierta amistad, me comentó que se la había encontrado cenando con sus amigos en un restaurante donde ella trabajaba de camarera, se habían puesto a charlar un rato de los viejos tiempos y que entre otras cosas ella le preguntó por mí… a mi amigo le pareció intuir que no pasaba por un buen momento – problemas económicos y quizás algo más, según me dijo-, aunque me comentó que pese a los años transcurridos seguía siendo muy atractiva. Hice como si el tema no me interesase y cambié de conversación, pero una idea empezó a germinar en mi mente… En los días siguientes hice una búsqueda de María en las redes sociales y vi que efectivamente seguía estando bastante buena, averigüé donde trabajaba, y decidí buscarla y echarle una mano, a la vez que el anzuelo…

Pasadas unas semanas – para no levantar sospechas y desligar mi visita de la conversación con mi amigo-, y para una de las habituales cenas de trabajo de mi empresa sugerí ir al restaurante donde trabajaba María por cambiar de ambiente. Mis compañeros aceptaron la propuesta sin dudar, y así fue que María y yo volvimos a encontrarnos. Ciertamente Julián no me había engañado porque seguía teniendo un buen polvo – aunque acaba de cumplir los cuarenta-: en torno a 1.65 metros, pelo negro cortado a lo Cleopatra, ojos marrones y almendrados, tetas firmes cuyo discreto canalillo lucía terso y sugerente, y un culo que pese a los años aún te hacía perder la vista: se notaba que como me indicara nuestro amigo común ni había sido madre ni se había descuidado físicamente– lógico, pues siempre fue muy de cuidar su apariencia, fanática del gym y de la moda-. Tras la cena, a la hora de los cafés y los chupitos, aproveché que el local estaba medio vacío para saludarla, acompañarla afuera a fumar y charlar un rato con ella: se interesó por mí y se rió de lo que en su momento había rechazado la idea del compromiso, y por su parte supe que sigue con la misma pareja de entonces, pero ni se han casado ni han tenido niños, que hace un par de años perdió su trabajo de auxiliar administrativa, y que tras agotar el paro hace unos meses y a falta de otra solución tuvo que ponerse a trabajar de camarera por días sueltos para obtener algunos ingresos. Como estaba trabajando hubimos de interrumpir la charla, pero quedé en pasar a recogerla más tarde, cuando saliese de trabajar, para tomar un café y charlar otro rato.

Tras salir del restaurante y tomar un par de copas en un pub cercano, me despedí de mis amigos alegando cansancio y volvía a buscarla a la hora señalada. Nos fuimos a un café tranquilo y semidesierto próximo al restaurante, y allí nos fuimos poniendo al día de nuestras vidas… le comenté mi acomodada pero rutinaria vida sin alicientes, ella estuvo de acuerdo conmigo en que el tiempo mata las relaciones, afectivas pero sobre todo sexuales, y me ofrecí a ayudarla a buscar trabajo, pues por mi profesión conozco a un montón de gente bien relacionada, pequeños empresarios, jefes de departamento de grandes firmas y así. No me insinué ni nada parecido – aunque cuando se inclinaba hacia mí a través de la mesa y su blusa ahuecaba un poco más el escote dejando entrever sus estupendas tetas se me hacía muy difícil no dejar escapar la vista, procurando además mantener la mirada clavada en sus ojos pues sus sensuales labios me recordaban inevitablemente las mamadas que en el pasado me habían realizado… como digo no quise insinuarme esa misma noche para no espantar la presa, y alegando una cita de trabajo temprana al día siguiente di por finalizada la velada, no sin antes ofrecerme acercarla a su casa en mi coche de alta gama. Cuando nos despedimos ante su portal intercambiamos los teléfonos y quedamos en llamarnos algún día para tomar un café y charlar, prometiéndole que si me enteraba de algún trabajo la avisaría.

Al día siguiente por la mañana me puse manos a la obra con la siguiente parte de mi plan: yo sabía que un conocido necesitaba buscar una nueva oficinista porque la que tenía iba a despedirse próximamente tras haber encontrado otro empleo. Como sabía que la empresa era pequeña y el trabajo fácil y llevadero, pasé a saludarlo con la excusa de estar de visita por la zona y tras invitarlo a comer intercedí con él para que contratara a María – que por otra parte es perfectamente capaz de desempeñar ese puesto- diciéndole que era una prima de mi mujer, a la que él no conoce. Le pareció bien hacerle un contrato eventual, y agradeciéndole el favor quedé en avisarla para que fuese por allí y se entrevistase con él. Dejé pasar un par de días – para que pareciera que me había costado más- y llamé a María para contarle lo del trabajo y acompañarla a conocer a mi amigo. Quedó muy contenta y agradecida con mi ayuda – se sonrió pero estuvo de acuerdo en mantener oculta nuestra relación disfrazándola de parentesco-, y tras una breve entrevista que terminó de forma satisfactoria le propuso firmar un contrato de seis meses de duración, el primero de los cuales sería en prácticas – contrato que se firmaría en un par de días, cuando la gestoría redactase el contrato-. Al salir de la oficina María me propuso invitarme a comer para agradecerme mi ayuda – es lo menos que puedo hacer por ti, me dijo-, pero yo, que tenía otros planes en mente, tuve que declinar su invitación alegando compromisos laborales, y logré cambiar la comida por una cena esa misma noche, con la condición inexcusable de que fuese yo quien invitase, y escogiese el sitio, a lo que con una sonrisa acabó accediendo…

Pasé a recogerla a su casa – no llames al portal, me dijo, me mandas un whatsapp y ya bajo- y antes de ir al restaurante elegido propuse ir a tomarnos unas cervezas. Estaba muy guapa, se notaba que se había arreglado con esmero, como para una cita, con una falda de volantes blanca a medio muslo que realzaba sus morenas y estilizadas piernas y una blusa negra semitransparente bajo la cual se adivinaba un sujetador de encaje del mismo color. Lucía elegante y sexy, y mis ganas por follármela se incrementaron nada más verla. Al principio estábamos los dos un tanto incómodos, pero tras unas cuantas rondas por la zona de vinos cercana al restaurante nuestra actitud se fue volviendo gradualmente más normal y desinhibida, y ya durante la cena – regada con champán, al que la recordaba muy aficionada- la conversación se tornó más íntima: pasamos de charlar del trabajo y de la vida en general a hacerlo sobre las relaciones de pareja, de las nuestras actuales y de nuestra antigua historia. Le reiteré lo frustrado que estoy en mi matrimonio, le dejé entrever que pese al tiempo transcurrido no había podido dejar de pensar en ella – es falso, pero sonó convincente- y que todavía la echaba de menos…. Ella por su parte me reveló que su relación está actualmente en crisis por la negativa de su pareja a tener niños o casarse, que esa negativa había ido minando su vida poco a poco su vida en común, y que ahora incluso temía que él – Ricardo, se llama- se hubiera echado una amiguita, ya que últimamente, me confesó bajando la vista al mantel, sus relaciones sexuales era casi inexistentes, cada vez buscaba más excusas para llegar tarde a casa o salir de cena con los amigos, estaba todo el tiempo pendiente del teléfono móvil, e incluso una vez que ella lo quiso fisgonear se encontró con que lo había bloqueado con un PIN y una clave de acceso nuevas… yo vi ahí el momento de empezar a jugármela y le contesté

– Más que echarse novia lo que debe es de haberse vuelto ciego, porque teniendo en casa una mujer como tú nadie necesitaría ir a buscar nada fuera

Ella me agradeció el piropo con una sonrisa y poniendo su mano sobre la mía me dijo

– Muchas gracias, eres muy amable, pero o bien me mientes o es que me miras con los ojos de antaño. Pero lo cierto es que ya no soy aquella joven de veintiún años con la que saliste… el tiempo no pasa en balde

Yo fingí ofenderme y con una sonrisa le repliqué

– ¿tan mal me ves pues? y yo que procuro hacer deporte, cuido de no excederme con la comida ni el alcohol, y hasta he dejado el tabaco… ja ja ja

Ella me contestó

– Lo digo por mí, no por ti. Sé que las mujeres a partir de los treinta y tantos perdemos atractivo de forma gradual en favor de las jovencitas, mientras vosotros cogéis un punto de madurez que os hace incluso más interesantes si os cuidáis… lo que por cierto es tu caso – añadió con un hilo de voz-

Yo me incliné sobre ella a través de la mesa hasta acercar nuestras caras a apenas un palmo, y bajando la voz le repliqué

– Te equivocas: sí es cierto que hay hombres que cuando van entrando en la madurez de los cuarenta en adelante les entra el síndrome de la pitopausia, que creen estar entrando en la cuesta abajo, haciéndose viejos, y que como una ridícula forma de evitarlo empiezan a perseguir chavalas jovencitas, comprarse coches deportivos, apuntarse al gimnasio, vestir como presentadores de televisión…. Comportarse como mamarrachos, en una palabra, pero no es menos cierto que los hombres mínimamente inteligentes preferimos a las mujeres en la plenitud de su madurez, que saben lo que quieren, que son libres de disfrutar su cuerpo y de sus vidas, y que no tienen miedos ni complejos a pedir lo que desean, coger lo que quieren, y gozar sin remordimientos estúpidos

Ella se quedó mirándome a los ojos durante unos instantes, pensativa, como queriendo ver en mi interior, o tal vez valorando mis palabras, a mí o a la situación, y al cabo de un rato me contestó

– Sabes, es muy interesante oírte hablar así. He de confesarte que cuando Julián me confesó que al final te habías dejado cazar, que te habías casado y tenías una familia, mi mente ha llegado a imaginar cómo hubiesen sido nuestras vidas si tú y yo hubiésemos continuado juntos… posiblemente aquel no era nuestro momento, pero quizás me equivoqué forzando la situación y obligándote a elegir de aquella manera

Yo esbocé una sonrisa cortés, y apretándole la mano le repliqué

– Como bien dice el refrán agua pasada no mueve molino, así que romperse la cabeza con lo que pudo haber pasado y lamentarse por ello no lleva a ninguna parte, además para mí el pasado es inamovible y el futuro desconocido, por lo que solo me preocupa disfrutar el presente…

El breve silencio que sobrevino a mis palabras lo quebró su teléfono móvil, ella miró la pantalla, puso un gesto de fastidio y me dijo

– Es Ricardo, he de contestar o se pondrá pesado… ¿te importa pedir la cuenta mientras salgo fuera a hablar con él? Luego te invito yo a tomar una copa, si te apetece….

Yo asentí con una sonrisa mientras le sonreía y levanté la mano para llamar al camarero viéndola marchar y recreándome en observar su culo, que lucía respingón y apetecible, muy similar sino casi idéntico al que yo recordaba de nuestro tiempo de noviazgo. Dejé volar mi imaginación a los recuerdos de cuando la follaba a cuatro patas en un hotel próximo a la ciudad especializado en parejas, y en lo perra que se ponía cuando le nalgueaba y la ponía de golfa para arriba… por fortuna, el mantel disimuló mi instantánea erección, pero tuve que ir al lavabo a refrescarme antes de salir fuera a reunirme con María. Cuando lo hice, ella estaba en la acera hablando con su pareja, y con una mano me hizo un gesto para que guardase silencio mientras me dirigía un gracioso mohín con sus labios y sonreía divertida con sus ojos chispeantes… Tras unas cuantas trivialidades – gracias a las que intuí que le había engañado diciéndole que estaba de cena con unas amigas- ella se despidió de él con un “no me esperes despierto cariño, llegaré tarde” que a mí me sonó muy prometedor.

– Discúlpame, me dijo nada más colgar, pero ya soy toda tuya. ¿Dónde quieres tomar esa copa?

Yo le sugerí un disco-pub muy discreto y elegante que había abierto recientemente en el paseo marítimo, con unas vistas fantásticas, unas bebidas acordes y que además tiene siempre la luz tenue y cuenta con unas cuantas mesas discretamente dispuestas para gozar de la suficiente intimidad. Ella me dijo que no lo conocía pero que se fiaba de mi elección, y allá nos fuimos pues. En el trayecto, y aprovechando la intimidad que proporcionaba el coche, me chanceé

– ¿Así que de cena con las amigas, eh? No me dirás que le has ocultado a Ricardo mi existencia, ja ja

Ella sonrió divertida y me contestó

– No me apetece darle explicaciones, que se raye la cabeza y me venga con historias, así que se joda… además, ¿le has contado tú a tu mujercita que has quedado a cenar con una de tus ex?

– ¡Touché!, repliqué riendo. Mi mujer como te dije es muy clásica, y además celosa compulsiva. Iba a aguantar sus caras largas y sus reproches durante semanas, y además pensaría mal de nosotros de todos modos

– Eso será porque le das motivos, dijo Ana mirándome de reojo de arriba abajo, como valorándome… según me dices sales bastante fuera por motivos laborales, sigues siendo atractivo, tienes labia, y ella seguro que no las tiene todas consigo…

La llegada al pub supuso un impass en la conversación. Estacioné en un parking cercano, entramos al local – que a María le gustó mucho- y me dirigí con ella a uno de las mesas más oscuras y apartadas. Tras tomar la camarera nota de nuestras consumiciones, retomé la conversación, estando nuestros cuerpos y nuestras caras más cercanas que nunca con la excusa de escucharnos bien por encima del bullicio y de la música.

– Bueno, como tú, yo tampoco estoy satisfecho con mi vida sexual, mi mujer no folla, hace el amor, y además cada vez menos. He intentado reavivar nuestra vida sexual con juguetes, fantasías, etcétera, pero todo ello solo ha servido para que me tenga por un vicioso degenerado. Además ella, al contrario que tú, ha perdido sus encantos con la edad, físicamente está un tanto descuidada, y cada vez me pone menos.

Ana esbozó una sonrisa traviesa en sus labios, dio un trago a su combinado de ron y dijo

– A la tonta de tu mujer habría que juntarla con el imbécil de Ricardo… ninguno de los dos aprecian lo que tienen en casa, nos tienen tan descuidados que luego pasa lo que pasa… y por cierto, ¿alguna vez le has sido infiel?

Yo me incliné hacia ella, hasta casi rozar su oreja con mis labios, y le susurré al oído

– Pues sí, la verdad es que alguna aventura he tenido, nada serio ni continuado en el tiempo, pues no quiero más complicaciones que las del matrimonio, pero sí ha pasado. Sin buscarlo y sin planearlo nunca, salvo en una ocasión… ¿y tú, le has puesto los cuernos a tu pareja?

Ella me miró fijamente, pasó la lengua por sus labios y me contestó mirándome fijamente

– Pues sí, un par de veces, pero lo cierto es que he de confesar que lo mío si fue premeditado, aunque en mi descargo debo decir que fue por interés más que por necesidad. La primera fue para conseguir un aumento en la empresa en la que nos conocimos. A los tres años de estar allí, y ya viviendo con Ricardo, me follé al gerente – el señor Peláez, ¿te acuerdas de él? para que convirtiese mi contrato en indefinido, y varios años después repetí con su sustituto para evitar que me despidiese cuando empezaron los despidos en la empresa, aunque a posteriori de nada me sirvió… ahora que Ricardo me tiene tan abandonada he estado fantaseando estos últimos meses con follarme a un vecino, estudiante universitario que vive alquilado, y que está como un queso… pero el hecho de vivir puerta con puerta me ha detenido hasta el momento, pues no quiero que se sepa nada en el edificio, ser pasto de las cotillas y que Ricardo se entere. Y por cierto, ¿Cuál es esa ocasión en la que reconoces premeditación? Inquirió

Yo me incliné aún más hacia ella, de tal manera que nuestros labios se rozaban casi, puse mi mano sobre su muslo aprovechando el anonimato que nos daban la mesa y la semioscuridad, y susurrando con voz ronca le dije

– Cuando Julián me contó semanas atrás que te había visto y que le parecía que estabas en problemas, recordé lo bien que lo pasamos años atrás, sobre todo en la cama, y empecé a fantasear en volver a verte, y besarte, follarte… no me malinterpretes, la ayuda laboral que te he ofrecido ha sido sincera, y seguirá en pie aunque tú no quieras acostarte conmigo, pero tengo ante mí una mujer hermosa, desinhibida a la hora de follar, a la que sé que le gusta que le den caña, y mi polla está a punto de reventar

María sin dejar de mirarme echó la mano a mi entrepierna para palpar mi erección y rozando apenas mi oreja con su lengua me contestó

– Si que está dura, sí… seguro que te mueres de gana de que te la chupe y de follarme como antaño, eh, cabrón?

Yo comencé a mordisquear sus labios ardientes y a meter mi lengua en su boca mientras mi mano se introducía bajo su falda hasta llegar a su entrepierna y notar la humedad de su ropa interior. Busqué y jugueteé con su clítoris a través de la tela y separando mi rostro de ella me detuve a contemplar su cara sofocada por el placer, con los labios semiabiertos y los ojos mirándome entrecerrados con la lujuria y el deseo animal que yo le recordaba, y le repliqué

– No te equivoques, putita, aquí el único cabrón es tu novio, al que esta noche le va a llegar su amorcito bien follada y rellena de leche por todos sus agujeros… y ahora quítate las bragas, zorra

Tú me miraste con cara de susto y me dijiste

– ¿Aquí? ¿estás loco? Espera un momento, voy al lavabo y vuelvo en seguida

Y acto seguido hiciste amago de levantarte. Yo te sujeté por la muñeca mirándote fijamente a los ojos y te ordené

– Aquí y ahora, quítatelas y ponlas sobre la mesa, o me marcho y no vuelves a verme más… y por cierto, espero que todavía lleves recortados los pelos del coño

Ahogando un gemido de excitación, sin dejar de mirarme fijamente y mordiéndote el labio inferior de pura excitación, levantaste tus caderas discretamente de la butaca, remangaste tu falda y metiendo tus manos bajo la misma te sacaste las bragas, que se deslizaron a continuación por tus piernas hasta el suelo. Luego te agachaste rápidamente bajo la mesa mientras simulabas que te había caído el tabaco al suelo y apretándolas en tu puño me las tendiste rápidamente. Pero yo, inflexible, te insistí

– Te he dicho que las dejes sobre la mesa, guarra, ¿o es que además de golfa eres sorda?

Tú, respirando agitadamente fruto de los nervios y de la excitación, procediste a obedecer sin dejar de mirarme fijamente. Para aumentar tu sufrimiento, levanté una mano hacia el camarero reclamando una nueva ronda, y conforme se avanzaba tú no dejabas de mirarme suplicando en silencio que retirase tus bragas de la mesa… finalmente, y cuando estaba llegando a junto nuestra, adelanté mi mano tapándolas, y tras encargarle las copas, te dije

– Que María, ¿asustada? Igual un poco sí, pero confiesa que hacía tiempo que no estabas tan excitada como ahora mismo

Tú intentaste recuperar algo el control de la situación y me replicaste

– ¿Y tú qué sabes si estoy o no excitada? Lo que sí es cierto es que tu mujer tiene razón, te has convertido en un vicioso degenerado

Yo me eché a reír y dije

– Puede ser, pero no lo es menos que tú sigues tan guarra como siempre, y para salir de dudas te propongo un trato: mientras llamo a mi amigo voy a meter mi mano nuevamente bajo tu falda, y si tu coño no está encharcado le pediré que te haga un contrato de más duración y que te ajuste un poco más al alza el sueldo, y si por el contrario estás mojada le diré que te ha surgido otro empleo y que lo olvide todo… ¿Qué me dices, aceptas? Le dije mientras echaba mano de mi Smartphone…

Tú, sin abrir la boca, te arrimaste aún más a mí, me abriste la cremallera del pantalón, me sacaste fuera la polla, dura como una piedra, húmeda de precum, y mientras bajo la mesa empezabas a masturbarme contestaste

– Qué necesidad tenía de un buen macho que me folle y me ponga a mil, cabrón…. Y por cierto, la tienes tan grande y dura como recordaba, pero me encanta notar que ahora también te la depilas, mmmm

Yo di un sorbo a mi copa y le repliqué

– Aún has de descubrir muchas más cosas de mí que te gustarán, cerda… ahora apura tu copa, y mientras pago ve al lavabo y quítate también el sujetador, quiero que salgas de aquí semidesnuda, mojada como una perra y dispuesta a todo

Tú sonreíste , me diste un beso tan corto como intenso y tras acabar tu consumición te levantaste rauda en dirección al lavabo, mientras yo, tras guardarme el rabo en el pantalón, enviaba un whatsApp a mi esposa ´´los clientes insisten en continuar la fiesta, espero cerrar el trato esta noche. Buenas noches, te quiero`

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