Me dejo follar por el maestro de mi sobrino para que apruebe una materia

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Un día estaba viendo la televisión esperando a que Arturo llegara, estaba mirando un programa que me empezó a aburrir, empecé a recordar a algunos de mis amantes, para no variar me puse caliente, quería una verga, aunque siempre quiero una verga. Sonó mi celular, lo contesté era mi sobrino José.

P –Hola mi amor, ¿Cómo estás?

J –Extrañando a mi puta favorita.

P –No me extrañes, mejor dime cuando me vas a coger.

J –Tengo ganas de cogerte, pero hoy te hablo para pedirte un favor.

P –Dime mi amor.

J –Un maestro me quería reprobar, negocie con él la calificación, me pasó, yo le prometí la mejor puta, y no conozco mejor puta que tú, así que por favor coge con él.

P –Sí mi amor, lo que tú digas para eso soy tu puta, ¿cuándo y dónde será?

J –El viernes, en el departamento del maestro.

Nos terminamos de poner de acuerdo, llegó mi esposo le serví de cenar y platicamos sobre nuestras familias, después de todo un poco, al final me dijo como siempre me dice, lo mucho que me amaba, lo feliz que es de que yo sea su esposa, la mujer que lo apoya en todo, una mujer fiel, que se desvive por atenderlo bien. Yo le dije que era un excelente esposo, que lo amaba, que era el amor de mi vida, que si él era feliz yo era feliz. Nos besamos con mucho amor. Y nos fuimos a la cama, hicimos el amor por un rato, pero como siempre me dejo con ganas, le falta muchísimo para satisfacerme, pero por todo lo demás es un excelente esposo.

El viernes después de que acabaron las clases de José llegó por mí, yo vestía un pantalón negro muy pegado, marcaba perfectamente mis piernas, mis nalgas, una blusa roja, tacones de aguja negros, a José le gustó mucho como me veía. Mientras íbamos a casa de su maestro le pregunté, que que sabía el maestro de mí, José me dijo que solo sabía que yo era una prostituta muy cara, que atendía a un grupo selecto de clientes. Yo le dije que pero si no cobro y cojo con todo el mundo, él me dijo que eso podría hacerle creer a su maestro que se agarró a cualquier mujer, además me dijo que no sabía que era su tía.

Llegamos a unos edificios muy viejos, muy descuidados. La zona estaba un poco sola, pero los pocos hombres que vimos no dejaban de verme las nalgas. Llegamos al departamento del maestro, donde me lo presento era un señor de barba, calvo, algo gordo, se llamaba Servando.

S –Muy bien José veo que tienes palabra.

J –Sí maestro, cree usted que pueda conseguir una puta mejor.

S –No muchacho, realmente me trajiste a la mejor. ¿Cómo te llamas princesa?

P –Pamela, y no quiero ser tu princesa, quiero ser tu puta.

S –Que bien perra, así me gustan las mujeres.

J –Recuerde maestro que solo tiene una hora con ella, así que aprovéchela.

José se fue, y me dejo con su maestro.

S –Vamos al cuarto putita.

P –Sí guapo ya quiero que me cojas.

Fuimos a su cuarto, el tocaba mis nalgas, yo acariciaba su verga, las ropas ya nos estorbaban, el me besaba el cuellos mientras me iba quitando la ropa, él se desnudo, su enorme estomago no me dejaba ver bien su pene, me agache para mamarselo y verlo, medía como 14 cm a lo mucho, muy delgadito, lo chupe pasaba mi lengua por todo su pito, el gemía, chupe su cabeza, el ya gritaba por lo visto el señor no era de tener mucho sexo.

Saqué de mi bolsa un condón, se lo di para que se lo pusiera, realmente este pobre hombre no tenía nada de atractivo, pero tenía que ayudar a mi sobrino.

P -¿Cómo me quieres coger?

S –Ponte de perrito.

Así me puse, abrí mis piernas, él acerco su pene a mi vagina, la metió lentamente pero sin detenerse, cuando la tuve adentro por completo, él no se movió, como si me hubiera metido una enorme verga, estuve a punto de reírme.

Él comenzó a moverse, lo hacía como si me estuviera metiendo la verga del tamaño de un burro y no la suya. Este hombre se movía muy mal, lo hacía pésimo. Volteé a verlo, el ya estaba sudando, yo quería que ya acabara, no me hacía hacer sentir nada. Yo sin mucho entusiasmo comencé a hablarle.

P –Sí papi que vergota, cógeme duro, que bien lo haces.

S –Te gusta putita, no hay mujer que se me resista.

Yo ya no aguantaba la risa, comencé a reírme.

S –De que te ríes puta.

P –Del placer que me das, dame duro semental que bien coges.

Él me cogía más rápido, sentía como su estomago pegaba contra mis nalgas. Él comenzó a venirse, me la sacó.

S -¿Qué te pareció puta?

P –Riquisimo, que bien lo haces.

S –Me gustaría verte otra vez, cuanto cobras.

P – 6000 pesos la hora.

S –Es muchísimo.

P –Lo sé, pero es lo que cobro.

Me dijo que iba a ahorrar y me llamaría, yo invente un número telefónico y se lo di. Como a los 20 minutos llegó José, nosotros ya estábamos vestidos. Se despidió de su maestro y nos fuimos.

J –¿Como te fue con el pendejo ese?

P –Horrible, coge muy mal y piensa que es el mejor amante del mundo y que tiene una vergota.

J –Es insoportable.

P –Oye no me vas a dejar con las ganas no, quiero una verga de verdad, un buen macho que me coja, llévame a un hotel.

J –Claro tía aún tenemos tiempo.

Llegamos a un hotel que yo no conocía, enfrente de la cama tenía una pequeña pista con un tubo en medio, a la izquierda de la cama un jacuzzi. José lo llenó, me pidió que le hiciera un baile y me quitara la ropa, mientras él me veía desde el jacuzzi, el se metió y yo baile en la pista, me quite la ropa, seguí bailando ayudándome del tubo, el gritaba y aplaudía. Camine al jacuzzi, ahí estuvimos fajando por más de treinta minutos, el acariciaba mis piernas, mis nalgas, mis tetas, yo acariciaba su pecho, su verga, sus testículos. Salímos del jacuzzi, nos secamos y nos fuimos a la cama. Ahí comencé a mamar la verga de José, mi lengua pasaba por parte de su pene, después le chupé la cabeza, mi lengua dibujaba su forma, José gemía, podíamos escuchar como en el cuarto de a lado se estaban dando una rica cogida.

Hice que se acostará, me subí en él, me deje caer en su verga.

P –Aaaahhhh esto si es verga no como la de tu maestro.

Me movía sobre él, pero los gritos y gemidos de la pareja de a lado me ponían muy caliente así que comencé a darme unos fuertes sentones en la verga de José.

J –Así puta así, acabate mi verga.

P –Sí, metele la verga a quien quieras pero jamás olvides que la primera fui yo.

J –Sí tía eres mi mejor puta.

P –Sí, sí soy tu puta, cógeme, dame verga.

Yo brincaba, se escuchaban los golpes de nuestros cuerpos, él trataba de meter muy profundo su verga en mí. Me agarraba de las tetas mientras yo seguía bajando y subiendo. Me jalo hacía el y me chupó los senos, no aguante mucho y me vine.

P –Me vengo, me vengo, que rico coges, necesitaba un verdadero macho.

Me agarró y me puso en cuatro, con mis propios jugos me lubrico el ano.

P –Sí dámela por el culo, necesito una buena verga en mi ano, dale duro a tu puta.

Me la metió y comenzó a cogerme muy rápido, se escuchaba el rechinar de la cama, el golpeteo de nuestros cuerpos, los dos gemíamos, estuvimos así como unos 10 minutos, cuando mi ano se llenó de su semen.

P –Sí lléname de tu rica leche, cuando acabo de eyacular me quite y me puse a limpiarle la verga.

Nos estábamos vistiendo cuando sonó mi celular, era Arturo me decía que quería ir al cine que pasaba por mi en media hora. José y yo nos apuramos, al llegar a mi casa faltaban unos minutos para que llegará Arturo, solo me dio tiempo para lavarme la boca y peinarme nuevamente.

Llegó Arturo, nos fuimos al cine, mientras estábamos en la fila para entrar a la sala, sentí como el semen de mi sobrino empezaba a salir de mi ano, eso me puso muy caliente. Durante toda la película no dejé de pensar en José.

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