Me encantan los disfraces por eso es que elegir esta vez ser una colegiala putita a la que le gusta mucho tener sexo

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Mientras el agua se calienta, preparas un poquito de picar, antes de ver algo en la tele y meternos en la camita. Me cuelgo de tu cuello, cosa que me encanta poniéndome de puntillas para llegar a tus labios. Haces una broma sobre mi altura y te saco la lengua. Un besito tras otro mientras sigues preparando lo que vamos a picar, y te sonrió pícaramente porque esta será una ducha compartida… Esos besitos te saben a miel, y siempre son bien recibidos. Preparamos algo de picar que devoramos con la tele de fondo y debatiendo la última carrera de F1. Tras la cenita, preparamos la duchita. Vas calentando el agua mientras me desnudo y n o puedes dejar de mírame embobado al darte la vuelta. «Eres preciosa»

«Claro, me amas para ti soy hermosa» digo de nueva cuenta. Tomas mi rostro entre tus manos con esa mirada que a decir verdad es el motivo de mis suspiros, lo que no cabe duda es el amor que nos tenemos y lo mucho que me encanta besarte, te ayudo a desnudarte también admito que tienes razón nada como «desenvolver a tu liante» digo pensando en voz alta y me sonrojo al notar que me has escuchado perfectamente. Sonríes ante mi confesión, y me tomas de la mano para acompañarme a la ducha. Pocas cosas te gustan más. Me apuntas con el chorro de agua caliente que empapa mi cuerpo y mi arranca un escalofrió. Me salpicas la cara a modo de juego sabiendo que es algo que no me gusta demasiado. Estando ambos empapados, tomas el champú y lo aplicas en la esponja para jabonar mi cuerpo. Te encanta jabonar mí cuerpo. Tus manos se deslizan siguiendo a la esponja repasando mi cuello, mis brazos y mis perfectos senos en los que te entretienes más de la cuenta. Mi pancita y mi espalda también requieren tu atención. Mis firmes piernas y mis delicados pies para volver a trepar por mis piernas. Mi mirada y mi oculta sonrisa delatan mis pensamientos. “Si. Siempre dejo lo mejor, para el final”

«Es la zona en la que más te esmeras» respondo en una risita floja mientras tus dedos avanzas muy despacio por mi zona íntima, arrancándome un suave gemido y tu sonrisa de satisfacción es única. Te abres paso por mí rajita que destaca por su ausencia absoluta de vellos, algo se perfectamente te enloquece y la erección que va irguiéndose de manera descarada solo logra sonrojarme. La producción de saliva se dispara cuando me tienes tan cerca y tu verga, siempre sufre una erección. Dominando tus instintos, te dedicas a limpiar bien toda la zona. Me volteas con suavidad dejando mis nalgas frente a tu cara, que las cubres de jabón. Tu mano se cuela entre mis piernas y llena de blanca espuma toda la zona perianal, buscando mi perfecto culito. Siempre te dices que no debes hacerlo, pero tus dedos, con vida propia, se adentran en mi interior arrancándome un respingo. Te miro sobre el hombro, estas extasiado como siempre y suelto una risita que te hace volver a mi lado y salir del trance en el cual te encuentras, tus dedos siguen abriéndose paso por mi anito «sin duda mi culo es tu debilidad» suelto con en una voz más mezclada con un suave ronroneo causante de tu labor en esa zona tan preferida por ti.

«¡¡Tu culito es perfecto, perfecto!!» susurras mientras sigues acariciando mis nalgas y sacas tu dedo de mi interior para llevártelo a la boca. Me das una suave mordidita en mis nalgas acompañada de varios besos. No puedes evitar abrirme de nuevo las nalgas y besar mi apretado anito anegando tu boca de agua. Te incorporas con la verga dura y potente tendiéndome la esponja «Tu turno» Muerdo mi labio mientras veo como se levanta esa potente erección, mi instinto lleva a mi mano a rodearla suavemente y darte una suave paja. Me dedico entonces a jabonarte por completo, disfrutando de tu espalda donde mis manos se notan mucho más pequeñas y tiene muestras de nuestros encuentros. Una suave nalgada en tu culo no lo puedo evitar me gusta y continuo con mis manos paseándose por todo tu cuerpo. Las duchas son sumamente placenteras. Te encanta sentir mis manos en tu cuerpo junto con la espuma y el agua caliente. El olor a lavanda y el calor, envía mensajes contradictorios a tu mente, que relaja la excitación, mientras que mis manos, cada vez más cerca, la levantan de nuevo. No puedes evitar encogerte de cosquillas cuando mis manos enjabonan tus ingles, y me escuchas suspirar.

Tu cuerpo reacciona a mis caricias de la manera que tanto me gusta, y me aprovecho de tus cosquillas para hacerte reír otro poco. De los dos tienes muchas más cosquillas que yo y suelo sacar eso a mi favor, en especial acariciándote. Noto esa leve erección cuando mis manos se dedican a esa zona, cierras los ojos perdido en las sensaciones. Te entregas totalmente a mí, a mis manos, a mis caricias. Te encantan las cosquillas que te hago y la fogosidad de mi mirada cuando lo hago. Tu cada vez más evidente erección me apunta, amenazante. «Mmmm. Soy todo tuyo.» «Lo sé… siempre mío» susurro, esos susurros suaves que se te desquician porque tu reacción inmediata es un suave beso acompañado de un levantamiento total de tu zona. Río suavemente diciéndote que no tienes remedio, me culpas a mí de ser la que provoca ese efecto. Nos relajamos y seguimos disfrutando de la ducha y cuando me das la espalda un suave cachete en tu nalga suena más de lo debido.

«Pagaras por esto, y lo sabes, bwa ha haa» No sabes de donde has sacado fuerzas para decir eso, po que el agua caliente está haciendo su efecto y el día ha sido duro. Aunque tu verga no piense lo mismo. Mis manos recorren tu espalda arrancándote gemidos de placer. Entre el vapor de agua de la ducha y los potentes chorros de agua caliente, sientes como todo tu cuerpo se relaja. Todo tu cuerpo excepto una parte. «Creo que tu amigo se niega a darte tregua liante» sonrió de oreja a oreja mientras me dedico a darte un suave masaje, recordando lo que un compi me enseño en la uni aplico esa técnica para causarte un máximo relax, siento como tu respiración se relaja, pero creo debo colaborar al máximo relax de tu cuerpo, así que pego mis senos a tu espalda rodeándote con una de mis manos y acariciando suavemente tu miembro, mientras el agua nos empapa por completo.

«Mmm. Que delicia. Me encanta» Te dejas llevar por mis manos, por mis acciones. Por una vez, te dejas llevar por mi iniciativa, a ver a donde nos lleva. Mis manos recorren con picardía tu miembro, apretándolo suavemente, y sintiendo mis pezones se endurecen y se clavan en tu espalda. Sueltas un gruñido de placer cuando intensifico el movimiento y me dedico a darte placer de una manera tranquila para que disfrutes de las sensaciones, del agua, de nosotros. Sientes mis pezoncitos clavados en tu espalda, mis manos recorriendo tu cuerpo que va aumentando su excitación, luchando contra el elemento relajante del agua caliente. Mis hábiles manos, recorren la longitud de tu verga pero controlas tu respiración, para poder seguir disfrutando y otorgándome el control. «mi vida, mi diosa, mi ninfa del agua» Sonrío y suelto una risita cuando me dices esas cosas, mis manos te recorren mucho más rápido ejerciendo la presión justa. «¿te gusta mi príncipe?» tus gruñidos son la mejor respuesta. La sensación de tranquilidad y sosiego dejándote hacer por mis manos, contrarrestan la excitación de mis caricias. Una parte de ti, quiere tomar el control, voltearse y empezar a besarme, a recorrer mi cuerpo con tu boca, bebiendo el agua tibia de mi piel pero otra, quiere ver lo que deseo, quiere dejarme hacer, quiere dejarse llevar por mis manos y simplemente disfrutar.

«Relájate escorpión» susurro, esos susurros que se perfectamente te estremecen, te dejas llevar por mis caricias, disfrutando de cada una de ellas con suma tranquilidad, la tranquilidad que te han dado mis palabras, mis manos toman un poco más de libertad y se encargan de recorrer toda tu envergadura con más deseo, apretando un poco más de vez en cuanto y como respuesta tus gruñiditos, me encanta darte placer y que disfrutes mucho del momento, de dejarte llevar por mí que no sucede tan a menudo como desearía, así que mi otra mano baja un poco más acariciando tus huevos. Cuando mis manos rozan tu zona intima, no puedes evitar un respingo. Siempre te sucede lo mismo. Tomas aire, y lo exhalas de forma controlada para mantener el control y buscando el relax. «mmm, eres toda una experta. Soy tuyo» «La experiencia viene de la práctica» te susurro nuevamente en un tono pícaro, sonrío mientras sigo notando tus reacciones, totalmente entregado, un poco más de presión es lo justo y necesario, eso te arranca otro gruñidito y el masaje a tus huevos sigue en escala, disfruto sobremanera darte placer, ver que gimes por mí y el agua en nuestros cuerpos hace todo muy erótico. «Mmmm ¡¡sigue!! No te detengas ahora ¿O prefieres terminar en la cama?» Consigues pronunciar esas palabras con un gran esfuerzo, pues el relax del agua caliente, relajan tu cuerpo, pero mis manos lo excitan. Las contradictorias señales embotan tu mente que se deja arrastrar por la situación.

«Si quieres mejor aquí mi arbolito» pronuncio con suma calma, mis dedos te recorren con un poquito más de intensidad, mis pezones clavados en tu espalda marcada. Estas tan perdido en tu placer que pienso no me has escuchado. «Mmmm. Como quieras.» Estas decidido a dejarme hacer. Tan solo bajas un poquito la temperatura del agua para no sufrir un colapso por una baja de tensión debido al calor y el vapor. La temperatura del agua ha quedado ideal, mis dedos siguen recorriendo tu verga con suaves apretones desde la base hasta la cabeza mi ritmo es lento y muy sentido porque dedico cada movimiento hecho con maestría que se te descoloca aún más. Tu excitación es máxima, sintiendo el roce de mis manos sobre tu piel. «mi niña, deseo hacerte el amor. ¿Vamos al cuarto? Así voy a poder ponerte la cremita» Mis manos se detienen suavemente y te das la vuelta, puedo ver el brillo en tus ojos, leo tus sensaciones, deseo, amor, lujuria. Puedo afirmar que en cada uno de nuestros encuentros honramos la definición del eros en todo su significado. Me coloco de puntitas para así llegar a tus labios los cuales recorro suavemente con mi lengua hasta que abres y me das paso a explorarla «como desees mi príncipe» una sonrisa juguetona y dulce se refleja en tu rostro y tu erección queda atrapada entre nuestros cuerpos.

Lleno de excitación, me rodeas con tus brazos pegándote a mí. La erección es tan fuerte que la presión con mi cuerpo, se acerca al dolor. Besas mis labios, besas mi cuello y cierras suavemente el grifo del agua. Tomas una toalla y dedicas unos largos y deliciosos minutos a secar mi cuerpo con extrema suavidad. Saliendo de la ducha, tomas mis cremas corporales y muy suavemente comienzas a aplicármelas. Muy despacito. Empezando por los hombros, la espalda, los brazos y mis delicadas manos. Lentamente, regresas al cuello y con tus manos expandes la crema por mis tetitas. Tus manos recorriéndome, sigo sin poder definir tal sensación es un completo vicio para mi cuerpo, mi respiración se relaja pero a la vez mi corazón se acelera, es esa mezcla extraña que solo tú puedes lograr. Te miro de reojo, la dedicación que le impones a ello es sublime, digna de admiración incluso los masajistas te envidiarían, pero es de esperarse soy yo, eres tú, somos nosotros. Siempre nos dedicamos el máximo y lo mejor es que es natural, sonreímos una que otra frase juguetona, rompo tu concentración cuando tomo una gotita de una de las cremas y te hago un gracioso punto en la punta de tu nariz que no se escapa de un suave beso y continuas en tu labor.

Cubrir mi cuerpecito con aceites y cremas es algo que disfrutas muchísimo. Es la mejor excusa para poder papal y disfrutar de mi cuerpo sin impunidad. Tus manos, casi siempre traviesas y juguetonas, se centran ahora en realizar un trabajo meticuloso, con la firme intención, de que mi cuerpecito siga siendo, suave, sedoso y totalmente deseable. Cuando terminas tu trabajo, es cuando empiezas a ser malo, y propasarte en tus funciones de masajista, adentrando tus dedos en mi pequeño agujerito de tu perdición. De mis cosas preferidas en este mundo, tus masajes. La dedicación con la que cuidas mi piel es envidiable, en cómo te centras a que cada parte quede correctamente hidratada, me sumerjo en un estado de éxtasis, cuando lo siento tu dedo perfectamente lubricado por los aceites y la cremita se ha adentrado en mi anito, abro mis ojos dedicándote una mirada lujuriosa. Te colocas sobre mí con tus piernas a cada lado de mis caderas. Tu otra mano acaricia mi espalda y va bajando hasta que se dedica a masajear mi nalga y el movimiento de tu dedito hace que eleve mis caderas pidiéndote más. En definitiva ambos perdemos los papeles cuando tocas esa zona, un compañero a tu dedo, dos dentro y el masaje a esa zona continua, arrancándome esos suaves gemidos que se te ponen a tope y que tanto te encanta escuchar.

Llegados a este punto, te sacuden las dudas. Por un lado, te encantaría verme con ese delicioso conjunto de lencería que me hace parecer una nenita, junto con esa pequeña falda escocesa de colegiala y el mini top. Con ese atuendo, me transformo en una auténtica lolita, una nenita pre adolescente con ganas de guerra. Me lo sugieres con un poquito de indecisión, consciente de que esa indumentaria, duraría puesta muy poco tiempo. Tienes esa mirada suplicante, retiras sin mucho ánimo tu dedito de mi interior. Y me levanto dando saltitos por la habitación. Tu mira embobada se fija en mis caderas, en mi cuerpo el cual va completamente desnudo. Tomo las braguitas que dicen “Yes Daddy?” que tienen una abertura muy particular, estas no las has visto y el conjunto de colegiala que me trajiste de Japón. Me dirijo rápido al baño y me coloco el conjunto. En un abrir y cerrar de ojos tienes a tu lolita, la vestimenta y mi carita me restan muchos años, sumándole mi forma menuda. Mi risita no se hace esperar cuando te hago un pase de modelos, con una de tus manos te pajeas y con la otra me atraes hacia ti dejando a la vista las braguitas.

«Luego dices que te violo….» Acercas tu cara a mis braguitas, olfateando, buscando impregnarte en mí aroma, limpio y fresco esta vez. «delicioso, pero me gusta más sudadita y llena de leche…» Un coscorrón por mi parte no se hace esperar. «NIÑA, ¿cómo te atreves a faltar el respeto a tu profesor? ¡Esto lo tendrás que pagar caro!” «Lo lamento profesor» me acercas a ti, sentándome en tus piernas y dándome un par de azotitos en mis nalgas, mis quejas no se hacen esperar, pero tus dedos aprovechan la abertura para pasearse por mi empapada rajita. Pero lo que me está enloqueciendo es lo duro que siento tu miembro sobre mi abdomen y las ganas que tengo de mamártela «¿Puedo compensarlo profe?» digo en ese tono pervertido que se te pone a tope y te descontrola, al parecer vamos a divertirnos mucho «No. No puedes. Debes hacerlo.» Tomas mi carita entre tus manos y besas mis labios con suavidad y firmeza. Besas mi cuello, dándole suaves mordisquitos. Te separas levemente de mí, mirándome a los ojos y fuerzas mi cabeza hacia abajo, lentamente sin romper nuestra conexión visual.

Mi lasciva mirada hace que tu erección no pueda ser mayor. Intento resistirme, pero sin mucha convicción. Cuando mi cabeza queda a la altura de tu polla tanteas con tu glande, presionando mis cerrados labios. «¿Vas a ser una niña buena?» «Si profesor» mi mirada lo dice todo y mi lengua recorre mis labios de manera provocativa, necesito saborear tu verga, debo admitir que tengo debilidad por mamártela. Presionas suavemente contra mis labios, los abro un poco y aprovechas para deslizarla, la fricción es la justa, aprieto tu verga un poco más que en otras ocasiones, puedo verlo en tu mirada, tu mano guía mí cabeza para llegar hasta el fondo. Te retiras un instante y aprovechó para hacer mí labor «oh profesor que polla tan deliciosa tiene» antes de permitirte responder ya estoy succionando, arrancándote gemidos y en todo momento mirándote a los ojos. «Si nenita, sigue así. Vas muy bien» Consigues pronunciar entre gruñidos y gemidos «Pero solo con eso, no te servirá» Metes tu polla dentro de mi boca, hasta el fondo, presionando tus huevos en mis labios y sacándola para dejarme respirar, repitiéndolo una y otra vez. La habitación se inunda de ruidos de succión y saliva. Mordiendo tus labios, deslizas tu polla por mis labios, por mi nariz y por mis ojos hasta dejarla cruzando mi preciosa carita, acercando los huevos a mi boca. En esa posición, logras alcanzar el móvil y saco unas cuantas fotos así.

«Vamos jovencita, abre tu boquita y lame…» La sucesión de fotos no se hace esperar. Mi mirada te enloquece. Levantas tu pierna, apoyándola contra un mueble y te adelantas acercando tu culito a mi boca. «¿quieres subir de nota?» «Si profesor quiero un sobresaliente» me acerco a la entrada de tu culito, mi lengua recorre la zona perianal y luego se dirige a tu ano. Sueltas un gruñidito cuando sientes el contacto, mi lengua avanza con los movimientos que se te hacen perder la razón y llevarte al máximo placer. Mis dedos acarician tus huevos presionándolos suavemente y dedicándote lamiditas que te hacen perder los papeles. «uhm profesor usted sabe exquisito» «Ni se te ocurra parar. Sigue así» Con una mano en mi nuca, me acercas más me presionas contra ti, indicándome que siga.

Intentas sacar alguna foto, pero el ángulo lo hace imposible. Te lo anotas en la cabeza para solucionarlo. Quieres fotos de mi lengua perforando tu culo. «woow sigue así y tendrás matricula este trimestre.» Mi lengua sigue adentrándose con rapidez, entre movimientos rápidos e intensos y suaves lamiditas que te estremecen por completo. Tus gemidos cada vez son más sonoros es una total gratificación ver que puedo descolocarte de esa manera. «woow, nenita, estas muy cerca de la matrilucaaaa» Mi hábil lengua recorriendo tu más escondido agujero, una de mis manos, masajeando tus excitados huevos, a punto de explotar y la otra, enredando en tu anito, llamando a la puerta. Cuando el dedo se introduce poco a poco en tu interior, con suaves círculos, estimulándote por completo, tienes que recurrir a toda tu fuerza de voluntad para no correrte en ese momento. Tienes que aguantar un poquito más, disfrutar al máximo, pero mi aniñada voz, mi larga lengua y mis hábiles manos lo dificultan. Mi dedo se adentra más en tu culo y sientes como un mar de esperma recorre su camino hasta tu polla.

A duras penas, consigues moverte lo suficiente. Con mi dedo aun dentro de tu culo, una gran cantidad de esperma cae sobre mi cara chorro tras chorro. Varias líneas de leche espesa y caliente, cruzan mi carita, desde mis preciosos ojos hasta mis labios. Cuando las últimas gotitas caen sobre mis sonrosadas mejillas, ves como ha quedado mi carita, hecha un poema. «espera, no te muevas» con el móvil, sacas unas cuantas fotos. Te encanta fotografiarme con los faciales. «No creo que sea muy legal hacerle fotos a mi joven alumna, cuando acabo de regarle su carita con mi leche, pero no es posible contenerse» Poco a poco, saco mi dedo de tu ano, y mirándote con picardía, lo llevo hasta mi boca, lamiéndolo, haciendo que tu polla pegue un par de latigazos más. «Tienes un 9 señorita….» Dices, sin dejar de sacar fotos de todos mis movimientos. «¡¿Que?! ¡¿Un 9!? ¡Yo quiero un 10!» Hago un puchero sentándome a horcajadas sobre ti. «¿Cómo podemos solucionar el punto que me falta profesor?» Recojo todo los hilos de leche de mí rostro. Con mi dedo lleno de tu leche, la paso por tus labios, sacas tu lengua y saboreas el sabor de tu leche. Puedes sentir como mis flujos escapan y te mojan, me muevo sobre ti. Y antes de que te des cuenta me miras fijamente a los ojos, la escena solo puede excitarte más, me estoy masturbando con tu polla, con la fricción que género. Muevo mis caderas empapando tu miembro y mordiendo mi labio. Todo un espectáculo, cierro mis ojos y gimo en ese tonito aniñado, vuelvo a abrir mis ojos y veo tu cara que es todo un poema en emociones.

«Lo…vas…consiguiendo….A ver qué puedes hacer» Es impresionante como consigo hacerlo. A pesar de haberte corrido, tu polla sigue dura, como una roca, pidiendo más guerra, algo de lo que solo yo soy capaz de conseguir. Mi sonrisa lo dice todo, muerdo mi labio. Me acero a ti y muerdo tu cuello suavemente. Y como en muchas ocasiones mi rajita se encarga de succionar tu verga. Y disfruto de cómo se va adentrando hasta lo más profundo de mi intimidad. Gimo descaradamente y muevo mis caderas de esa manera que te desencaja en placer «Uhm profesor que dura tiene su polla, mire como me llena por completo» aprovecho para apretar las paredes de mi rajita para presionarte mucho más sé que soy estrecha pero cuando hago eso enloqueces. «Si, tu rajita está muy apretada. Muy poco usadita…» No puedes articular palabra. Ese movimiento de caderas que hago, mi forma de apretar mi rajita, te hace enloquecer de placer y lujuria. Tus manos se aferran a mis caderas, intentando marcar un ritmo, pero yo lo hago infinitamente mejor, y en esta ocasión, me dejaras marcar el ritmo. «enséñame lo que sabes hacer…»

Mis labios buscan los tuyos, mis caderas mantienen la misma intensidad en el ritmo. Vario en movimientos y siempre mantengo la presión sobre tu miembro, tus manos se posan en mis caderas, pero solo para sentirlas, me dejas marcar la pauta esta vez. Tus dedos se deslizan subiendo hasta que tus dedos aprisionan mis pezones, un suave tironcito y mis gemidos se hacen mucho más audibles, mucho más intenso y tu mirada me devora, tu boca se acerca a mi cuello mordiéndome suavemente. Sientes cada roce, cada caricia, cada presión de mis hábiles músculos vaginales en tu verga que manejo con maestría, dándole la presión perfecta que tendría la de una joven adolescente inexperta. El ritmo que llevo es delicioso y te cuesta dejarte llevar. «te estas ganando la matricula, jovencita”

Me apoyo en tus hombros para coger más impulso, tus manos siguen jugueteando con mis tetitas, tu lengua recorre el camino entre mi cuello y mis pezones los cuales succionas con fuerza y me haces delirar de placer. Mis suaves gemidos en tu oído sé que es la mezcla perfecta para hacerte perder los papeles, no hay nada que me excite más que esa mirada hambrienta de mí, de tu miembro perforando mi rajita con cada movimiento. «Mmmm nenita, lo heces muy bien. Te estas ganando esa matricula» En tu mente, se recrea la imagen perfecta de la situación. Una colegiala de instituto que va al despacho de su profesor en busca de una matrícula, y un profesor que no deja escapar la oportunidad de disfrutar de una lolita. Succionas tus firmes tetitas, presionando mis pezones con tu lengua. Tus manos, enclavadas en mi cadera, empiezan a deslizarse hacia mis nalgas, aferrándose a ellas y conteniéndose para dejarme libertad total de movimientos.

Siento como tus dedos recorren el camino. Como tus dedos se acercan peligrosamente a su objetivo. Te aferras a mis nalgas y tu dedito se abre paso buscando ese agujero que tanto te enloquece. Mi mirada lasciva se conecta con la tuya. Mis movimientos se intensifican como mis caderas te aprietan, la fricción de nuestros cuerpos es simplemente mágica, tu boca no deja mis senitos succionando de manera demencial «Nenita, menuda cabalgada. Veamos tu culito, como se comporta…» Tus dedos empiezan a redondear mi anito, apretado, excitado y tembloroso. Lentamente, se van abriendo paso, colándose en mi interior, sin detener nuestros movimientos. Cuando sientes que estoy a puntito, insertas el dedo dentro de mí, arrancándome un infantil gemido de sorpresa que ahogas con un beso. Tu dedo va desapareciendo en mi interior a ritmo de mi cabalgada.

Siento tu dedo abrirse camino con esos movimientos delirantes, solo consigues que gima mucho más fuerte pero callas cada gemido con tus labios, tus manos sujetan con firmeza mis caderas marcando un poco más de intensidad en el ritmo. Tras sacarlos de mi culito, llevas los dedos a tu nariz, a tu boca y los chupeteas para lubricarlos y enterrarlos de nuevo en mi culo, cada vez más profundos. Vuelves a sacarlos y esta vez, los llevas a mi cara: » así huele tu culito princesa. Lame mis dedos llenos de tu esencia» Mis labios se aferran los dedos que segundos antes estaban dentro de mi culo, y los succiono lanzándote esa mirada, mezcla de niña y gatita que te enloquece. “Estas a punto de recibir tu matricula » Muerdo tu labio muy despacio, mientras me dejó caer por completo. Me encargo de disfrutar tu sabor y mi sabor que se mezclan en un intenso beso, tus manos me acarician por completo y tus dedos adentran cada vez un poco más dentro de mi culito, aprieto tu polla con ganas queriendo succionarla por completo y para que sientas más succión aun.

Siempre te ha fascinado como consigo hacer esa presión en tu verga, dándote la sensación de que estas penetrando un coñito virgen. El placer físico, se ve multiplicado por la imaginación y el morbo del juego de roles. Mi almeja está empapando tu polla con su flujo caliente y saladito en un claro síntoma de que yo también estoy a puntito. «Mmmm, veo que te gusta esto, nenita…» «Si profe…» mis palabras se ven interrumpidas por un nuevo gemido. No creo resistir mucho más. Echo mi cabeza hacía atrás por el placer y siento la intensidad que recorre cada para de mi cuerpo con el orgasmo, disfrutó cada segundo para después quedar completamente sin fuerzas y cayendo sobre tu pecho. En ese momento sabes que puedes hacer lo que desees porque estoy completamente relajadita.

Mi orgasmo sacude tu cuerpo también, acelerando el tuyo que llega inmediatamente después inundando mi interior con una serie de deliciosas pulsaciones cargadas de semen. Tus labios se aferran a mi cuello intentando no morderme, y tu dedo se entierra dentro de mi culito impulsado por la excitación. Cuando todo cesa, agotados y jadeantes, nos miramos a los ojos, y, sin decir nada, somos conscientes de lo mucho que nos amamos. Pasados unos minutos, sientes las gotitas de tu propio semen resbalando por tus muslos. «niñita, tienes tu matricula. Ahora, limpia todo esto y sal de mi despacho» Te dedico un dulce beso, antes de escurrirme entre tus piernas, la peor parte es cuando toca separar nuestros sexos y se siente la ausencia de inmediato. Mi boca se encarga de limpiar cualquier rastro de mis flujos y de tu leche. Me tumbo en la cama «profesor es necesario limpiar esta parte pero yo solita no puedo» antes de terminar la frase ya te encuentras entre mis piernas saboreando por completo tu leche que sale de mi coñito. Cuando terminamos nos tumbamos muy juntos acariciándonos muy dulcemente «te adoro» susurro antes de besarte nuevamente.

Tras la estupenda sesión de sexo, ya completamente relajados en la cama, Morfeo empieza a rondar nuestras cabezas. «mi niña, antes de mimir, deberíamos darnos otra ducha, jeje. Una rapidita antes de meternos a dormir. Te suelto un ronroneo por respuesta y vas de nuevo hacia el baño a encender el agua. Cuando está en su punto te metes dentro, justo cuando aparezco por la puerta. Empapamos nuestros cuerpos, y nos enjabonamos con rapidez para volver a aclararnos de nuevo. Una vez secos, tomas mi liviano cuerpo en tus brazos y me llevas hasta la cama, donde me dejas con suavidad. Tapas mi cuerpecito y entras también en la cama, pegándote mucho a mí. Empiezo a ronronear cuando nos acoplamos, haciendo la cucharita, con tu cuerpo pegando al mío, con tus manos aferradas a mi pancita. Mis manos, toman las tuyas. Un nuevo besito en tu cuello me da las buenas noches, segundos antes de quedarnos dormiditos, agotados por el largo día.