Me encanto sentir la polla de Carlitos entrar en mi culo

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Hace 50 años las familias era tradicionales…formadas por una madre, padre e hijos de ambos, sin embargo hoy en día esto es una rareza. Mi madre me tuvo muy jovencita soltera preñada de un desconocido, con la ayuda de mis abuelos pudo salir adelante y luchar por tener un puesto en esta sociedad marcada por el machismo…mi madre es una vencedora del sistema y como tal ejerce su profesión de especialista en calidad para obras públicas en una empresa muy importante de España “ETOSA”. Hace solo dos años conoció a un hombre divorciado con dos hijos, Isidro, un buen tipo que me trata cordial, no tanto sus hijos, la mayor se llama Eugenia y Carlos el pequeño come pollas.Tras casarse,“¡¡que a saber para qué le hacía falta a mi madre hacerlo a sus 36 años!!”, lo lógico era compartir con ellos temporadas de asueto en las largas vacaciones de verano. Cuando ocurrió mi primer encuentro vacacional con mis “hermanastros” o como se le quiera llamar a los hijos del esposo de mi madre, que no son hijos de mi madre, comenzaba a descubrir el mundo al igual que Eugenia algo mayor que yo… su hermano Carlos es de mi edad, además de un tanto raro…, porque cuando eres un adolescente es casi tan difícil enfrentarte al sexo cómo caminar sobre las aguas, y si eres de la acera de enfrente ya es un milagro, pero Carlos era las dos cosas. Algunos chavales suelen tener bien callada su orientación sexual si no querían acabar marginados por el bullying…en esta familia había de todo…ninfómanas, homosexuales e incestuosos, entre los que me contaba yo…me llamo Fulgencio, pero todos me llaman Pencho. Mi “hermanastra”Eugenia es una chica preciosa, con tetas medianas y un buen culo redondo con un largo pelo rubio natural, una niña un poco egocéntrica y vanidosa. Esa mañana se encontraba sentada sobre una roca donde daba la sombra una enorme encina, parecía vigilar las cabras que rondaban por la ladera de aquel pueblo. Yo iba acoger un saco de piñas tras una discusión con mi madre de quien debía de hacer una u otra tarea, mientras mis “hermanastros” se tocaban las bolas, a mí me tocaba currar porque mi madre era la que imponía carácter en aquel matrimonio. Los vi en la colina sentados en la gran roca, pasé a unos diez metros de ellos. Eugenia me llamó…

– ¡Ven aquí un momento, Pencho!No le hice caso. Era una puñetera mandona y a mí las chicas feminazis no me iban.

– En otro momento será.Mi respuesta le sentó cómo un tiro, acostumbra ser obedecida por Carlos.

– ¡Vete a la mierda!

– Mejor voy a recoger las piñas que debías haber traído tú.

Era una tarde del mes de Julio y el sol apretaba. Pero a mí me apretaron las ganas de otra cosa. Me metí entre dos grandes rocas, y a la sombra, saqué la polla, ya empalmada, pues cuando se me pasaba por la cabeza hacer una paja la polla ya se me ponía dura. Esa paja iba a caer pensando en Eugenia. Meneando la polla pensé que la besaba en mi cama. Que le quitaba aquel vestido azul que llevaba puesto y que se quedaba con las tetas al aire, las imaginé grandes, duras y con gordos pezones, se las comía mientras mi mano bajaba y se metía dentro de sus bragas. Encontraba su coño mojado y le metía un dedo, ella me cogía la polla y me la meneaba. Ya la palma de mi mano estaba mojada con el líquido pre-seminal. Le quitaba las bragas y le comía el coño, ella gemía, le comía el culo y aún gemía más… Ya a punto de correrme imaginé que se la metía en el coño. Apreté la polla con mi mano derecha, la sacudí más aprisa, se me cerraron los ojos y de mi polla salió un tremendo chorro de leche, y luego otro tras otro. Me quedé grogui después de eyacular la buena dosis que eyaculo… la leche bajó por mi polla y me pringó la mano.A acabar, y cuando me iba a limpiar con el pañuelo, miré para arriba y vi las piernas largas rematadas en las bragas de Eugenia. Me había estado espiando. No se cortó un pelo la muy cabrona con todo el descaro que le caracterizaba…

Mirando hacia abajo, me dijo… – Así es como os hacéis las pajas los chavales, cómo si le estuvierais dando cera al mango de una raqueta.

Cortado y guardando la polla… – ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

– Desde que la sacaste… Tienes una buena polla para tener 15 años solo.

– A ti qué te importa… ¿Y ahora qué quieres…? ¿Me quieres hacer otra paja…?

– No, ahora vienes a jugar a las cartas conmigo. Aquí en este pueblo me aburro mucho.

Por ver si se cortaba un poco, le dije… – Te estoy viendo las bragas.

Abrió más las piernas… – Ya lo sé tontorrón.

– ¿Y no te importa?

– No, yo a ti te vi la picha y correrte como un salido.

– Esto es una polla, verga, cipote, badajo o tranca, pero no una picha…, eso será lo que tenga tu hermanito, él si debe tener una pichita.

– Polla, picha, falo… qué más da cómo la llames, el caso es que te la vi y que vi cómo echabas la leche ¡Creo que se lo contaré a tu madre!! Sabrá que eren un pajero salido…

Me enfadé… – Cabronaza. ¿Y tú eras la que no decía tacos porque eres una niña muy educada?

– Todos tenemos dos caras, pajillero Poco después, al lado de la roca donde estaba antes mi “hermanastra”, sentados sobre la hierba, Eugenia, daba cartas a la brisca. Con una chulería que tiraba para atrás… – ¿Que nos vamos a apostar?

Creí que le iba a dar donde le dolía… – ¿Un beso?

Me iba a sorprender… – Eso es poco. Si ganas te dejo que me chupes las tetas.

– ¿Y si pierdo?

– Le dejas a mi hermano que te chupe la polla. ¿Hay trato?

– No, si gano me dejas que te comas las tetas y el coño.Lo pensó poco para decirme.– Vale.

Aquel vale, y la sonrisa que se dibujó en sus labios me decían que algo no iba bien, seguro que había trampa. Estaba muy segura de que me iba a ganar. Media hora más tarde perdía seis a cero. Con unos aires de superioridad que me incomodaron… – Vete a coger el saco de piñas y vuelve aquí que mi hermano no tarda en llegar.

– ¿No me das la revancha?

– Te la doy, pero si pierdes le tienes que poner el culo a Carlitos.

Ni loco iba a jugar… – Voy a llenar el saco de piñas.

Cogiendo las piñas me comía el coco. ¿Cómo haría para coger casi siempre los ases y los treses? Solo podía haber una manera. Tenía las cartas marcadas. Al volver le iba a pedirle la baraja y mirar. Y si estaban marcadas le pondría el culo morado.Con el saco lleno de piñas volví al lado de Eugenia. Su hermano aún no había llegado… – Acabaste pronto la tarea… ¿Jugamos otra partida?

Iba a saber si las cartas estaban marcadas o no… – ¡Jugamos!

Eugenia me dio la baraja, barajé y fui mirando. Vi un puntito rojo en la esquina de una carta, le di la vuelta y era un as. Otra carta tenía un puntito azul, le di la vuelta y era un tres. Mire para Eugenia. La chavala se dio cuenta de que la había pillado. Nerviosa… – No es lo que parecePencho…

– Sí que lo es, apuesto lo que quieras que todos los ases y los treses tienen puntitos rojos y azules. Eres una tramposa y lo voy a demostrar…

Entregó el equipo… – ¿Cómo arreglamos esto?

– Hazme una oferta.

– ¿Te gustaría que te la chupara yo también? Lo digo para que no te resulte tan violento que te la chupe un hombre.

Me puse serio… – Ni hablar ¡A mí no me la va a chupar ningún maricón! Pero tú te vas a llevar una buena tunda de palos en tu bonito culo

Se asustó… – Se te va hacer tarde… te estarán esperando con las piñas para encender el fuego.

Ya era tarde, sí pero me dio lo m ismo… la puse sobre mis rodillas. Pataleaba cómo una gata. Era igual, le levanté el vestido, le bajé las bragas y le calenté sus duras nalgas. ¡¡Plassssssss!! ¡cabróóoóóóón!Plasssssss, plasssssss, plasssss,¡ayyyyyyyyy¡Plasssssss, plasssssss, plasssssss, plassssss¡desgraciadooooo! ¡¡Plassssssss, plassssss!! ¡Déjame cabróoooooon!

– ¿A quién quería engañar tú, pardilla?

Eugenia se subió las bragas y el vestido, se sentó sobre la hierba, y llorando me dijo… – ¡Si fuera un hombre te daba de hostias, abusón!

– Eso te pasó por tramposa.Se fijó y vio el bulto en mi pantalón. Se endemonió aún más de lo que ya estaba.

– ¡Encima te empalmaste! ¡¡Te pone cachondo pegarle a una mujer, desgraciado!!

– No fue por eso, fue al ver tu culo. Tienes un culo precioso.

Estaba realmente furiosa… – ¡Maricón!

– Si tú lo dices…No paraba de llorar. Me senté a su lado, le di un beso en la mejilla. – ¿Me perdonas? No pensé que te iba a doler tanto.

Me dio un empujón…. – ¡Aparta, abusón!

Lo que realmente le dolía no fueron las nalgadas, sino haberla dominado. Le di otro beso. Me gustaba besar su mejilla, las lágrimas le daban un sabor saladito. Le supliqué…– ¡Anda, perdóname!

Limpió las lágrimas con el dorso de su mano derecha… – Solo si dejas que te la chupe mi hermano.

– ¡Qué obsesión! ¿Te gusta ver cómo un chico se la chupa a otro?

– Es una fantasía que tengo.

Me eché encima de ella y le sujeté las muñecas con las manos… – Te voy a hacer las tres cruces.

Se revolvió debajo de mí… – ¡Déjame! ¡¡Tú sí que eres una cruz!!

La besé en la frente, en el mentón, en la comisura de los labios y después la besé en los labios. Eugenia me escupió en a boca. La volví a besar, esta vez con lengua, nada más besarla me espetó…

– ¡Me das asco!La besé en el mentón, en el ombligo, en los pezones de las tetas y de nuevo en la boca y con lengua. – ¡Esa no fue una cruz, cabrón!Me volvió a escupir en la boca. La volví a besar con lengua. Le solté las muñecas, la besé en el ombligo, en el coño y después las caderas. Eugenia cerró los ojos y estiró los brazos a lo largo del cuerpo… – ¡Que sepas que me estás forzando!

– ¿Quieres que pare?

– Sí, hombre, para que me pegues por no dejarte.

– No te voy a pegar.

Eugenia ya tenía ganas de guerra… – Si no me amenazas no me dejo.

– ¿A qué te pellizco las tetas?

– Esa no es una amenaza.

– ¡A que te vuelvo a calentar el culo!

– Esa tampoco es una amenaza.

Ya me estaba cansando… – ¡A qué te mando a tomar por culo, Eugenia!

– Esa sí que es una amenaza.

Le bajé la cremallera del vestido. Se puso de lado y le quité el sujetador. Estaba colorada y los pelos de sus brazos se erizaron. Se puso boca arriba y cerró los ojos. Le bajé el vestido hasta la cintura. Volví a hacer las cruces. La besé en la frente, en el mentón, en la comisura de los labios, la besé en la boca y le metí la lengua dentro, Eugenia me la chupó. Luego besé su mentón, su ombligo, los pezones de sus tetas erectos y volví a besarla con lengua. Eugenia me la volvió a chupar. Después le eché las manos al vestido, Eugenia arqueó el cuerpo para facilitar que se lo quitara. Quité el vestido y las bragas de un tirón… Le besé el clítoris, el ojete, moví mi lengua hacia los lados dentro de su coño y después se la metí dentro. Eugenia levantó la pelvis excitada al extremo que gritó… – Me corro.Pensé que lo decía en broma. Casi no le había tocado, pero no, no estaba bromeando, comenzó a jadear y a temblar, supe que se estaba corriendo… De su coño salieron flujos blancos en cantidad.

Al acabar de correrse se repuso todo digna… – Me forzaste, cerdo cabrón… abusón de niñas.

– No digas tonterías, te dejaste.

– ¡Porque me amenazaste!

Sentí la voz de su hermano Carlitos, un chaval delgadito y muy guapo… – ¿Forzaste a mi hermana, Pencho?

Lo miré con rabia, a punto de darle dos hostias a mano llena… –¡Qué cojones iba a forzar!

Carlitos miró para su hermana, para sus tetas, para su coño peludo y le preguntó… – ¿Te dejaste?

Eugenia se enfadó con su hermano… – ¡Carlitos!

– Te dejaste, bajó la cabeza. – Habías dicho que serías solo mía.

Eugenia y su hermano eran novios, amantes o qué sé yo lo que eran, pero follar follaban. Le dije a mi “hermanastro”… – Me voy para casa, y tú, maricón. A ver cuando aprendes que las cosas de casa se quedan en casa, y no se van diciendo por ahí… Para acabar de leer la historia visita mi web https://sesionesorgasmicas.blogspot.com/o accedes desde mi perfil.

Eugenia no me quería que me fuera… – ¿Me cumples la fantasía, Pencho? Te dejé que jugaras conmigo… me has comido el coño y las tetas como me pediste.

– Ahora me dejaste. Te la cumplo, pero después me dejas que te folle por el coño.

– Me lo pensaré.

Me puse duro… – No, me dejas o no hay trato ¡Además tengo que follarte a pelo!

Eugenia, cedió… – Vale, te dejo como tú quieras.

Carlitos, le preguntó a su hermana… – ¿Que fantasía es esa?

– ¿No me dijiste mil veces que te morías por chuparle la polla a Pencho?

Carlitos me miró y me preguntó… – ¿Me dejas?

– El que algo quiere algo le cuesta.

Carlitos comenzó a dar saltitos y a mover las manos cómo las mueven los maricones al estar ilusionados…y si se follaba a su hermana, debía de ser bisexual. Qué suerte tienen algunos, que le pueden dar a pelo y a lana sin pudor ni remordimiento… y a además este se follaba a su propia hermana, lo tenía todo en casa y a mano.Eugenia vino a mi lado, se arrodilló, me quitó los pantalones y me sacó la polla, se la metió en la boca y al momento se me puso dura. Carlitos ya desnudo el torso, se agachó detrás de mí y me pasó la lengua por el culo. Joder con mis “hermanastros” ¡Qué vicio tenían! ¡¡Y qué peligro!! Poco después, Eugenia se levantó, rodeó mis brazos con los suyos y me metió un morreo que me hizo latir la polla. Sentía fenomenal los labios de Carlos en mi ojete, aún eran más tiernos que los de su hermana, y su lengua era deliciosa. No sé qué me pasó pero me dejé llevar. La lengua de Carlitos entrando y saliendo de mi culo y la de su hermana dentro de mi boca me pusieron de un cachondo subido, por eso cuando Carlitos se dio la vuelta y su hermana le bajó los pantalones ya no me puse ninguna barrera. Vi cómo le comía el culo a su hermano mientras me meneaba la polla. Luego se puso a cuatro patas con Carlitos delante mamándole la verga. Con las mismas me asió mi polla y se la llevó a su coño…, la puso en la entrada y cuando noté la boca mojada de su conejito pelado impúber… ¡Zas!, le metí la cabeza.Eugenia medio en cuclillas entre los dos, me tenía la polla agarrada y no la dejaba entrar más. Me sobó las pelotas con una mano y, me peló la polla con la cabeza dentro del coño. Me cogió una mano y la llevó a la polla de su hermano, se la agarré y se la masturbé, Carlitos giraba la cabeza y su hermana y yo nos comíamos la boca. Por fin soltó mi “hermanastra” la polla en todo ese trámite y, se la clavé hasta el fondo del útero… desapareció toda hasta los huevos. Ella se agachó delante de él y se la chupó dejándose joder como a una perra. Al ratito, sentí cómo Carlitos se estremecía y se corría en la boca de su hermana. Yo la agarré de las tetas arreciando las embestidas y llegó la gran eclosión… ¡Me corrí dentro del coño de Eugenia!La fui llenando de lefa, convulsionaba con temblores en las piernas, se me aflojaron del gusto que sentí en el orgasmo más feroz de mi vida. Al acabar de correrme saque la polla del apretado coño de Eugenia. En ese momento me di cuenta de que me gustaban tanto los culos cómo los coños, de maricones como de mujeres.

Le dije a Eugenia… – Esto ha estado bien, pero ahora toca follarte a ti sola.

– ¡Ya me has follado a pelo como a una perra!¡Y te has corrido a gusto dentrocomo un cabrón!

– Y he dejado a Carlitos que disfrute de mi polla y mi culo, pero quiero algo contigo nada más.

Estaba demasiado cachonda la puta de mi “hermanastra” cómo para hacerse de rogar. Se echó boca arriba sobre la hierba y le dijo a su hermano… – Vigila por si viene alguien, Carlitos.

La voz de Carlitos sonó lastimera… – Yo también quiero jugar contigo, Eugenia.

– Tú y yo lo podemos hacer cuando queramos. Vigila tontorrón… esta noche hablamos.Carlitos, se resignó. Iba a echarme encima de Eugenia, pero me paró… – Desnúdate entero, quiero verte en pelotas. ¡Vamos, quiero ver funcionar esas pelotas!

En nada estaba desnudo. Vi que a Carlitos se le volvió a poner la polla dura, pero no me preocupé, lo que tuviera que ser, sería. Me iba a hartar de tetas y de coño, pero no del modo que había imaginado.Me eché sobre Eugenia, y cuando la iba a besar me dio la vuelta y se puso ella encima. Puso su coño sobre mi polla, la aplastó contra mi cuerpo y lo frotó despacito desde la base al glande. Su coño se deslizaba hacia arriba y hacia abajo dejando mi polla empapada de jugos vaginales. Me dio un pezón a chupar, pero cuando quise mamar la teta me la quitó de delante, hizo lo mismo con la otra teta sin parar de masturbarse con mi polla. Después me puso el coño en la boca… – Saca la lengua.Saqué la lengua e hizo lo mismo que estuviera haciendo con la polla, acariciar lentamente con ella sus labios vaginales, su clítoris y ahora también su ojete. Así estuvo más de diez minutos. Sus gemidos hacían latir mi polla. Llegó un momento en que no pudo más… – Abre la boca.Guardé la lengua y abrí la boca. Eugenia frotó el clítoris con dos dedos, y al correrse… – ¡Bebe, cariño!

Se corrió soltando una pequeña cascada de fluido más espeso que mi lefa. Sentí como una mano cogía mi polla y la mamaba. El cabrón de Carlitos se estaba aprovechando, pero estaba tan cachondo con ella encima dándome coño, que no reparé en quién me la mamaba y le llené la boca de leche.Eugenia no se enteró de lo que hizo el beneficiado de su hermano. Al acabar de correrse, puso mi polla en la entrada de su coño y metió el glande. Le entró muy apretado… – Ahora te voy a follar hasta que te corras otra vez. Y ya sería la cuarta en menos de una hora. Me dio las tetas a mamar, esta vez enteras. Me harté de tetas mientras mi glande entraba y salía de su coño atravesando todo el conducto vaginal meramente lubricado. Al final ya entraba y salía el glande produciéndole un placer inmenso, lo mismo que a mí, ya que lo que me follaba era la corona.

– ¡Eres duro! Mi hermano ya se hubiese corrido. Aunque parece maricón, le encanta follarse a su hermana… me da varias folladas semanales y no aguanta ni cinco minutos en cada una.Cuando sentí que me iba a correr, le di la vuelta a la tortilla siendo yo quien elevaba mi cintura para clavársela… la clavé a fondo y le di caña brava. En nada, pero en nada, exclamó…– ¡¡Me corroooo!!

Eugenia echó sus manos a mi cuello y me comió la boca sin sacarse la polla del coño. Me había olvidado de Carlitos… el muy maricón siempre pescaba en aguas revueltas. Sentí su polla entrar en mi culo, la tenía delgada y bastante dura. Me excité tanto que me gustó dejándome joder… mi primera y última experiencia gay. La quise quitar pero no pudecon ella, era como tener un pulpo encima de mí, era cómplice de todo aquello, amaba a su hermanito por encima de todo y no le iba a dejar sin su regalo, follándome en tan clara oportunidad. El “menaje a troi” me gustaba, no veía a Carlitos, solo a su hermana que al notar mi verga dura otra vez se empezó a agitar moviendo las caderas… finalmente el maricón e hijo puta de mi “hermanastro” me llenó el culo de leche y,poco despuésme corrí dentro de Eugenia por tercera vez, que al sentir mi esperma dentro de su coño chupó mi lengua de tal forma que parecía que me la quería arrancar. Más tranquilos conversamos sobre el polvo, me vestí, cogí mi saco de piñas y volví a casa.Por si te lo preguntas, no, Eugenia, no se quedó preñada de mí.Pero poco le faltó a la muy zorra, en cuanto a su relación con Carlitos no dije nada, en el fondo lo veía bien porque he de reconocer que el incesto no me parecía una aberración como nos lo hacen ver… El por qué lo veo así “El primer coño que probé fue el de mi madre…”.