Me encontré a Sonia en las mismas circunstancias cocinando unos huevos, solo tenía puesta su camiseta
Soy un tipo común y corriente mido 1.70 y peso 70 Kg., ojos aceitunados, tez blanca y el pelo castaño, tengo 33 años, no soy atlético, pero procuro siempre estar en forma, he estado casado dos veces, actualmente estoy casado con Lilia, una mujer especial, morena de muy buen cuerpo y unos ojos negros que hacen perderse, además de ser muy inteligente.
Tengo una hermosa amiga a la que llamaré Sonia para evitar conflictos, con la cuál hemos tenido una amistad por diez años, siempre salíamos juntos, ya sea con nuestras parejas o nada más ella y yo, ella es de piel muy blanca, pelo negro ojos grandes y una boca que hace soñar con perversidades, senos firmes, pero normales nada espectacular, una cadera amplia y nalgas bastante apetecibles, no es muy alta más bien bajita, como 1.65 mts. De unos 53 Kg., 28 años, pero es de las mujeres que en cualquier parte que se pare hacen voltear a más de un hombre para seguirle los pasos con la mirada, también es muy risueña y su sonrisa es muy bella.
Cuando me casé por segunda vez, ella se alegró mucho porque tenía mucho tiempo que estaba solo; ella estaba viviendo con su novio de toda la vida Enrique, tiene más de ocho años con él, es también mi amigo de hace mucho tiempo y cuando decidieron vivir en pareja me alegré.
Cada semana nos veíamos los cuatro para jugar cartas y tomar cerveza, mantenemos esa rutina porque como nuestros trabajos son muy absorbentes solo tenemos esos días para relajarnos un poco, a veces salimos a algún bar con algunos amigos más ó a la casa del que se ofreciera a pagar la borrachera.
Uno de esos días que nos quedamos de ver para ir al bar, llegó Sonia sola, yo estaba con mi esposa y algunos amigos, entre ellos unos amigos que vinieron de visita, Guillóm e Ilian, el primero francés y ella italiana además de Pedro, Rodolfo y Ángel que son mexicanos como nosotros; a todos nos extrañó que llegara sin su inseparable Enrique, pero no hicimos comentario alguno.
Nos dirigimos al bar, solicitamos mesa nos sentamos Sonia, mi esposa y yo, los demás frente a nosotros, sobre todo Guillóm enfrente de Sonia que sabíamos le gustaba mucho, pero ella siempre fiel a su Enrique no le hacía el menor caso, nos tomamos varias rondas.
Ya entrados en copas Sonia me confesó que se había peleado con Enrique, -¿Por cuestiones de dinero?- le pregunté, a lo que contestó ella que tiempo atrás ya tenían problemas porque ella había descubierto que le era infiel con una mujer mucho menor -…Como de 18 años, ¡maldita flaca!- exclamó ella cuando la música dio un cambio de rápida a lenta, ya que estaban por cerrar el antro, todos voltearon hacia nosotros extrañados, mi esposa ya estaba bastante tomada y muy entrada en plÁtica con Pedro por lo que no se dio cuenta, Sonia reaccionó con una risita sonora que hizo que mi cuerpo se electrizará, ¿por qué había tenido yo esa reacción? Es mi amiga y casi mi hermana, pero bueno pasó rápido, continuó diciéndome que le quería “poner en la madre” (en México significa que quería vengar ojo por ojo y diente por diente), que lo quería hacer sentir mal.
Yo le dije entre risas –Lástima que somos como hermanos, porque si no fuera el caso te ayudaba-, a lo que contestó –No importa seamos incestuosos- seguido de esa risita que me volvió a tomar desprevenido y empezaba a tener una erección imaginando la escena entre los dos; para que no se diera cuanta Sonia de mi reacción me hice el disimulado, como que no escuché ese comentario, a lo que ella insistiendo susurró en mi oído y poniendo la mano en mi entrepierna, el mismo comentario, pero ya sin risas, más bien con una voz que me pareció tremendamente sexy, solo alcancé a decirle cuando me necesites ahí estaré para eso son los amigos y me reí, pero la verdad estaba muy nervioso.
Nos tomamos varias rondas más, pero el bar estaba por cerrar, Pedro nos ofreció su casa y como el que ofrece paga, pues tuvo que pagar dos botellas más de tequila para tomar ahí. Llegamos y nos distribuimos en la sala nos servimos y retomamos la plática todos, incluyendo a mi esposa con Pedro que no se despegaban, por supuesto Sonia se me acercó –no tengas miedo que no te voy a hacer nada que no te guste- yo la verdad ya estaba bastante caliente, Pedro puso música y ya alcoholizados nos pusimos a bailar yo con Sonia y mi esposa con Pedro que la verdad los veía bastante pegaditos bailando música moderna, lo mismo hice con Sonia para que Lilia viera que no me afectaba y no me afectaba por que las caderas de Sonia pegadas a mi me hicieron olvidarme de todo lo demás.
Así seguimos hasta el amanecer, ya cansados nos fuimos a dormir, mi esposa y yo tomamos una recámara contigua a la de Pedro, Sonia se quedó en la sala y los demás se fueron. Como a medio día desperté con un tremendo dolor de cabeza, giré despacio para que no me doliera más y observé que mi esposa no estaba, no me preocupé y me dirigí a la cocina para comer y tomar algo que me aliviara un poco la resaca.
Me encontré a Sonia en las mismas circunstancias cocinando unos huevos y preparando café, solo tenía puesta su camiseta se había quitado los pantalones para dormir más cómoda deduje, -¿Quieres desayunar hermanito?-, -Si, por favor que me estoy muriendo de esta resaca- contesté, me costaba mantener los ojos fuera del alcance de sus bien torneadas piernas, estaba descalza a lo que me parece tremendamente erótico en una mujer.
Desayunamos comentando la borrachera del día anterior entre risas, de pronto nos quedamos en silencio y me acordé que cuando desperté no había visto a mi esposa, le pregunté por ella, -Me comentó que tenía que ir a la reunión de su Maestría en la universidad y que se llevaba el auto-,-Vaya, me dejó sin auto y abandonado, ¿Pedro donde está?,¿Durmiendo?-,-No, se levantó temprano y fue a trabajar-, que aguante pensé, pero en fin, voy a seguir durmiendo le comenté a Sonia, -Te acompaño, jajajaja (otra vez esa risita)- extrañado le dije que sí, que si no tenía inconveniente en escuchar mis ronquidos, ella dijo que no.
Subimos a la recámara en la que estabamos, tomados de la mano, mi erección se notaba en mi pantalón, ella la vio y sonrió. –No te preocupes, te la voy a bajar- acto seguido me besó hundiéndome su lengua, tratando de trenzar la mía, respondí de la misma forma, la abracé acariciándole la espalda en círculos, muy despacio fui bajando hasta esas tremendas nalgas que siempre me han gustado, echó la cabeza hacia atrás ofreciéndome su cuello para que se lo comiera, yo lamía la cosa más dulce que había probado, con sus manos ya en mi pantalón tratando de quitármelo, llegamos a la recámara. Ahí me quité el pantalón y mi camiseta, ella con urgencia se quitó la suya, nos abrazamos nuevamente; al sentir el contacto de su piel se encendieron mis ansias y empecé a lamer sus senos, saboreándolos, mordiéndolos, trazando ligeros círculos en sus pezones rosaditos y erectos, mientras su mano izquierda ya estaba masturbándome y con la derecha me tomaba el cuello apretándome contra su pecho quejándose suavemente.
Me separé de ella y la empujé a la cama, ella quedó sentada en el filo de esta observándome, sonrió levemente al ver mi erección, me acerqué a ella e inmediatamente empezó a lamer mi falo, bajé la vista y me deleité con los ojos de aquella mujer que momentos antes solo consideraba mi amiga casi mi hermana, me succionaba de tal manera que sentía que el alma se me salía, la tomé del pelo jalándola hacia mí, besándola la acosté en la cama y de nuevo empecé a lamer su cuello bajando hasta sus pezones, ahí estuve un rato disfrutando de esos senos tan hermosos, tan deliciosos, después seguí bajando hasta su vientre y luego hasta los labios vaginales, los cuales besé y lamí hasta que estuvieron hinchados de tan excitados, los separé suavemente con mis dedos hasta encontrar su clítoris, me fue fácil ya que estaba bastante durito y erecto, lo lamí introduciendo mis dedos en su vagina, su respiración se volvió más rápida a medida que aceleraba el jugueteo con la lengua y mis dedos que eran ya tres dentro de ella, no aguantó más y tuvo un orgasmo violento, tirando de mi cabello hundiendo mi cabeza en sus muslos dulcísimos.
Me desprendí de ella y tomándola de las caderas hice que se diera vuelta, ella estaba muy presta en mis manos, levanté un poco su cadera colocando un cojín abajo, estaba admirando sus hermosas nalgas, tersas y firmes, las besé, las acaricié, las lamí, le abrí las piernas y comencé a lamer su ano, estaba delicioso, nunca había hecho eso con nadie, incluso solo había visto videos o fotografías en donde lo hacían, con mi esposa lo quise intentar una vez pero ella no quiso, dijo que era algo asqueroso, pero con ella, con esta mujer, con Sonia parecía que ya lo habíamos hecho muchas veces, lo hacíamos como acoplados, como si adivináramos lo que cada uno necesitara, ella empezó levemente de nuevo a emitir quejidos, esto me animó a seguir, metí mis dedos otra vez en su vagina y a jugar con su clítoris, esto la excitó más y empezó a lubricar de nuevo, saqué mis dedos y estiré mi mano hasta su boca para que se probara, ella lamió mis dedos con éxtasis, los volví a meter dentro de ella, pero esta vez en su ano ensalivado por mi boca, dio un gritito, como más bien un reclamo, pero segundos después movía las caderas al ritmo del mete y saca de mis dedos.
-Ya no puedo más, ¡métemela!, ¡quiero ser tuya!- me dijo entre jadeos, así que me levanté, me puse en posición detrás de ella e introduje mi falo en su vagina, es tan bella y excitante que en ese momento sentí que tendría un orgasmo demasiado rápido así que me reprimí lo más que pude, ella seguía el movimiento rítmico de sus caderas más y más rápido, me detuve cuando ella tuvo otro orgasmo, lo introduje en su recto poco a poco para que no le fuera doloroso porque sabía que lo tenía virgen, ella solo estiró sus brazos hacia atrás tomándose las nalgas y abriéndoselas, aceleró de nuevo el movimiento, más y más, nuestro sudores y líquidos se mezclaron cuando por fin no pude contenerme y la llené de mí, tuve uno de los más prolongados orgasmos de mi vida, segundos después ella tuvo el tercero, jadeantes, sudorosos y cansados nos rendimos al sueño abrazados.
Cuando despertamos, casi era de noche, nos despedimos quedando de vernos después para repetir la experiencia; dimos gracias a la suerte de que Pedro ni mi esposa llegarán en esos momentos, después me enteré de que ese mismo día ellos tuvieron su aventura, creo que se calentaron los ánimos desde la noche anterior, ¿no se había ido Pedro a su trabajo y mi esposa a la Universidad?, pero ojo por ojo y todos contentos…