Me invadió un deseo lujurioso y le separé los leggins de su cuerpo y le metí mi mano para acariciar su coñito

Valorar

Esta historia comienza una tarde domingo cuando fui a correr por el parque. Suele correr por la mañana pero esa mañana había tenido mucho que estudiar y no me había dado tiempo. Suelo correr los días que estoy muy estresado, me encanta darle caña al cuerpo sobretodo esos días.

Estaba corriendo como de costumbre ni muy fuerte ni muy flojo lo que se llama mundialmente el trote cochinero cuando me adelanta una chica rubia delgada con un camiseta de tirantes con motivos de camuflaje debajo un sujetador blanco de deporte, unos leggins negros que resaltan su bonito trasero y trotaba con unos botines blancos con cordones naranjas. A esa chica nunca la había visto correr por el parque, no es que sea un obseso del control pero la gente que solemos correr nos conocemos, desgraciadamente somos pocos.

Empecé a apretar el ritmo para que no se me perdiera, me encanta picarme con la gente que corre lo tomo como un reto. Ella mantenía su ritmo cosa que agradecí para poder seguirla, ya que pasar de trote cochinero a la carrera sin calentar es algo difícil. Estuve por lo menos un rato corriendo tras de ella por supuesto ella no me veía ya que mantenía la distancia y el ritmo para no ser descubierto. Tras tres cuartos de hora corriendo la chica paró de repente saltando a la pata coja, yo aminore la marcha llegando casi a pararme junto a ella.

– ¿ Estás bien?.- le pregunté.
– No,me acaba de dar un tirón en la pierna.- Me respondió.
– Ok, tranquila túmbate en el césped y levanta la pierna que te ayudó a estirar quizás así se te baje el músculo..- Le dije.

Ella se tiró en el césped y estiró la pierna, yo me fijé en su pierna, en su trasero y sobretodo en su pechos, aunque era delgadilla tenía un par de pechos que al estar tumbada se le salían la mitad por el escote. Me acerqué a ella, “ con permiso” le dije y puse su pie en mi hombro mientras empujaba con mi cuerpo hacia el cuerpo de ella para que el gemelo se le bajara y dejara de dolerle . Ella se quejaba pero poco a poco mis empujones la sofocaban.

Una vez que se le había pasado el dolor me pidió que parara y que la ayudara a levantarse, eso hice tirando de su manos hacía arriba, me estaba alejando dispuestos a seguir corriendo.

– ¿ Estás bien?.- le pregunté y ella comenzó a cojear.
– Ven apóyate en mí que te ayudo a llegar al banco ese.- la gente se paraba a preguntar pero viendo que ya la estaba ayudando yo se marchaban.

Caminando hasta el banco más cercano ella agarrada a mí, cuando llegamos ella me dio las gracias y me dijo que estaba bien que siguiera corriendo, en este tiempo se le había empapado más la camiseta y sus pechos bajo su escote brillaba más y además sus pezones habían empezado a marcarse.

Me senté a su lado.

– Simón.- me presente.
– Maria José.- se presentó.
– ¿ Quieres agua Maria José?- le ofrecí de mi botella.
– Si, gracias.- dijo ella mientras tomaba mi botella y bebió.

Quizás apretó mucho la botella o no le entro tanta agua en la boca que mucha del agua cayó sobre su escote haciendo que sus pechos se marcarán más, ella no se tapó y supongo que yo no disimule mucho al mirarle tanto los pechos.El caso es que ella se sacudió el agua del pecho ,mostrándome algo más de pecho y que su sujetador era de licra.

– A ver esa la pierna.- Le dije para separar la mirada de sus pechos, ella levantó la pierna y la puso sobre la mía.

Comencé a acariciarle la pierna mientras que ella se quejaba del dolor, luego ya no se quejaba es mas me decía que le dolía un poco más arriba en el muslo. Yo seguía mi masaje cada vez más arriba y ella no decía nada, subí por su rodilla masajeando, ella me decía mirándome a los ojos, “ Mas arriba” yo acariciaba su muslo y ella decía “ Más arriba”, yo le pase la mano por dentro del muslo y ella decía “ Más arriba”, estaba acariciando la parte interna del muslo y ella decía “ Más arriba” mientras que me miraba finalmente llegué hasta su entrepierna y ella y ella dijo “ ahí”. Me invadió un deseo lujurioso y le separé los leggins de su cuerpo y le metí mi mano para acariciar su coñito, mientras que ella había puesto su mano en mi polla ya erecta y me miraba deseosa de que la besara, pero no iba a darle ese placer aun. De repente pasaron dos corredores y nos quedamos quietos. aunque ya había atardecer aún había gente por el circuito del parque corriendo.

– ¿Nos vamos a otra parte?.- le pregunté. Ella asintió con la cabeza .

Nos levantamos, ya ella podía andar y nos fuimos tras unos setos altos y allí puse mi sudadera y ella se sentó encima de ella. Me tiré encima de ella y comenzamos a besarnos, le quité su camiseta de camuflaje y luego su sujetador blanco. Tenía unos pechos bien formados no muy grandes pero lo justo para hacerle un buen busto, no aguante más y comencé a besarle sus pechos ella gemía mientras que introducía su mano dentro de mi pantalón de deporte y agarraba mi polla ya erecta en sus manos para darle más brío y placer a mi erección. Estaba cachondo perdido y le bajé sus leggins junto con su bragas hasta las rodillas luego me bajé mi pantalón del chándal y sacando mi polla y comencé a meterle la polla en su coñito. Ella gemía de placer pero yo sentía que no estaba a gusto porque no podía abrir las piernas así que paré le quité sus botines para sacarle los leggins, sus bragas y sus calcetines, dejándola totalmente desnuda sobre mi sudadera, luego me quité mi pantalón con mis botines quedándome solamente mis calcetines y comencé a empujar mi polla hasta el fondo de su coño, y vuelta a empezar sacaba mi polla de su coño para coger fuerza y volver a meterle la polla hasta lo más profundo de sus entrañas, ella gemía y gritaba, yo le ponía la mano en la boca para que nadie la oyera pero era imposible contener esa excitación que ella sentía muy adentro de ella. Una tras otras fui clavando mi polla en su coño y cada embestida tenía el gemido correspondiente de María José. “ Dale más fuerte” me dijo apenas con un hilo de voz, Yo comencé a aumentar la velocidad manteniendo la profundidad a la que le metía la polla en su coño, veía su pechos moverse a cada embestida que le daba. Mi ritmo aumentó y aumentó hasta que ella ya no podía alternar respiración con gemido y acabó corriéndose sobre mi sudadera, yo puse su piernas sobre mis hombros y comencé a follármela con mas rabia ella me pidió que me pusiera debajo y eso hice, poniéndose ella arriba cabalgando como una amazona sobre mi polla llegó un momento que ella gemía, gritaba, se tocaba los pechos y cabalgaba con tal violencia que yo no pude evitar correrme dentro de ella, poco a poco bajó el ritmo hasta quedarse quieta encima de mi polla.

La tomé de su cintura para bajarla de mi, luego la bese, estuvimos un rato desnudos sobre mi sudadera y el césped cuando recuperamos el aliento, salimos del seto y miramos a los lados, nos dimos un gran beso y ella se fue por la derecha y yo por la izquierda. No he vuelto a encontrarme con ella pero todos los domingos voy a correr al parque para ver si entrenamos juntos otra vez.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *