Mi alumno no me respeta. Me veo obligado a hacerme respetar
El sonido del despertador se incrustó en mis oídos como cada mañana. Intenté eludir las responsabilidades dándome la vuelta, y no fue la mejor idea, allí estaba ella, mi mujer, si no es la causa de mis mayores problemas en mi vida poco le faltaba.
Pero bueno,es que hoy era el último día de clases y por fin me podría ir de vacaciones, así le llamaba ella por lo menos, para mí era una forma de evadirme del agobio de trabajar en ese puto colegio concertado, en el que cada día que pasaba, iba perdiendo la vocación de enseñar. Y no era para menos, cada vez los alumnos tenían menos ganas de aprender y mis frustraciones personales no ayudaban mejorar eso.
Me levanté sin ganas y me dirigí al baño, quedando frente al espejo, quedando frente al reflejo de lo que fui y de lo que no llegué a ser. Con 25 años empecé a trabajar como profesor de Filosofía, y llevaba casi 15 años intentando inculcar a los chavales algo en lo que ni yo mismo creía, mi cara dejaba entrever todas estas circunstancias, apagada, sin sueños y atado a esta vida que cada día detestaba más. Me lavé la cara para intentarme despertar lo suficiente para poder afrontar el día, pero siendo insuficiente, me tuve que duchar con el agua lo suficientemente fría para evitar que mi mente siguiese cavilando sobre mis desdichas.
Encendí la radio que se encontraba al lado de la ducha y subí el volumen lo suficiente para no despertar a mi «amada» esposa, no quería discutir ya desde la mañana. Y mientras sonaba “Sympathy for the Devil” de los Rollings, simplemente me dejé llevar.
Podía notar como el agua rompía contra mi cuerpo consiguiendo que me olvidase todo por un momento. Solo volví al mundo de los mortales cuando la canción acabó y salí del baño, no os voy a mentir, con mejor humor del que esperaba. Cogí mis gafas de el lavabo, me puse el albornoz y me fui directo a la cocina a prepararme un café mientras leía las últimas noticias en la tablet. Y tras ver que el mundo seguía igual y degustar ese delicioso capuccino de la Nespresso, que debió ser lo único bueno que ha hecho mi parienta desde que envió a su madre a una residencia. Me fui a vestir, cogiendo una camisa de seda azul que dejé con un par de botones abiertos, con un jeans claros y cubierto con una americana negra que sin animo de parecer pretencioso, me quedaba como un pincel, por que evadirse de la “vida” en familia en el gimnasio traía consigo una merecida recompensa.
Me retoqué la barba y disfracé con ese anti-ojeras mis pocas horas de sueño del día anterior, porque eso sí, disimular se me daba de puta madre, no llevaba desde antes de casarnos poniéndole los cuernos a mi mujer, cada vez que se me presentaba la oportunidad de ello. Aun que ella debía hacer lo propio, ya que llevábamos sin follar juntos desde tiempos inmemoriales.
Bajé hasta el garaje y me senté en el coche, no sin antes conectar el móvil para poder seguir escuchando un poco de rock, ya que en el recorrido hasta el instituto siempre me encontraba retenciones, y hoy no estaba por la labor de estresarme con los bocinazos de los toca pelotas de turno.
Y a pesar de los tres cuartos de hora de viaje, entre parada y parada debido al cuello de botella que se formaba antes de entrar a Madrid, pude disfrutar y relajarme durante este, era increíble con que poco me conformaba en estos momentos.
Aparqué el coche en el parking del instituto, y cuando me bajé no pude evitar como un grupo de chicas del curso que llevo me sonreía, así que las saludé, quitándome las gafas de sol y cambiándolas por las otras , y es un subidón que a pesar de mi edad aún siga levantando pasiones entre las jóvenes, pero si ellas supiesen que mojar bragas no es lo que más me gustaba se llevarían una bonita sorpresa. Cogí el maletín con las notas del curso, en las que se decidían el futuro de muchos de mis estudiantes, algunos más brillantes que otros, siempre con alguna excepción, pero de eso nos encargaremos más adelante.
Entré al lugar por la puerta que daba directo a la sala de profesores para tomar un último café antes de afrontar las clases, coincidiendo con la adorada, jefa de estudios, de unos 47 años que llevaba años intentando conseguir algo conmigo, dios como babeaba la hija de perra cada vez que tenía ocasión. La saludé con mi falsa sonrisa, y no pude evitar que entablar una conversación trivial con ella, que ganas tenía de perderla de vista. Me zafé tomándome el café lo más rápido posible, mientras ella insistía en prolongar nuestra conversación, mientras me acerqué a su oído susurrándole que después de clases ya seguiríamos, pero tenía que ir con mis alumnos. Algunos tenemos que trabajar zorra, fue lo que recorría la cabeza mientras me despedía de ella con una sonrisa.
Subí mientras el tropel de estudiantes recorría la escalera del lugar como una manada de ñus, pero gracias a dios, el último día solo tendríamos dos horas de clase y podría librarme de ellos.
Entré a clase, coloqué mi americana en el respaldo de la silla y dejé mis cosas en la mesa mientras esperaba a que llegasen los últimos rezagados, que tras 5 minutos, que era el tiempo que puse de límite para la entrada, me levanté a cerrar la puerta. Un pie me impidió conseguir mi objetivo, y era verdad faltaba un alumno, mejor dicho “el” alumno co-protagonista de esta historia.
Abrí la puerta y allí estaba con su uniforme, bueno siempre hacía lo que le salía de los huevos, así que llevaba la camisa remangada y la chaqueta amarrada a la cintura, y con su pose de chulito se apoyó en el marco, retandome.
—¿No dejarás fuera a tu alumno favorito? — mostraba esa sonrisa perfecta, que dividía mi mente entre soltarle un sopapo o entrar de lleno en ella.
—Más quisieras. — hice un gesto con la mano para que pasase a su sitio. — Venga pasa, Guti. — los chicos empezaron a reírse mientras él me dedicaba una mirada asesina, y es que, su parecido con el ex-jugador del Real Madrid, ya no solo por ser rubio con media melena y tener esos rasgos aniñados, si no por ser el capitán de su equipo e fútbol, consiguieron hacer que no tuviese contestación posible a mi vacile.
Pasamos la primera hora y media hablando, les preguntaba que iban a hacer en vacaciones, y hacía como que les escuchaba, hasta que al acabar de hablar todos, pude ver como la cabeza de Fran, que así se llamaba el proyecto de futbolista, se asomaba desde el fondo de la clase mientras levantaba su mano con una sonrisa en la cara.
— Dime Fran. —dije con desgana, esperándome que soltase alguna burrada como es costumbre en él.
—Y tú. ¿Que vas a hacer en vacaciones? — me dijo, mientras intenté ocultar la sorpresa por esa pregunta, no les podía decir que iba a pasarme las vacaciones en el pueblo de mi mujer en León yendo a visitar a sus hermanas. Ni de coña. Valiente hijo de puta el niñato.
—Supongo que iré con mi mujer a Lanzarote como todos los años. — mentí, pero parece ser que se lo tragaron todos y cada uno de ellos.
—Que suerte tienen algunas. — se escuchó por el otro lado del aula con una voz femenina mientras, el murmullo de risas inundaba la habitación.
Fran aprovechó para seguir por su linea. — A si puede aprovechar para echar un polvo con la señora Gonzalez. — su descaro estaba a punto de hacerme perder la compostura, se estaba aprovechando de que era la última vez que le iba a ver, pero no me va a joder tan fácilmente.
—Por lo menos algunos follamos sin tener que pedirles el carnet de identidad. — esa le tuvo que doler, porque la fama que tenía de ir a por chavalas que rozaban el límite de edad era conocida de sobra por todos los profesores.
—Que hijo de p… — se podía leer en sus labios mientras tenía que aguantar el murmullo general de la clase.
Mi sonrisa de victoria era reluciente, y no os voy a negar que bajarle los humos me gustaba, me gustaba demasiado. Y más si supiese lo que le tenía preparado con las notas. Iba a ser mi momento de gloria.
La última media hora fui dando las notas a todos los alumnos dejándole a él específicamente para el final. Y tras despedirme del último alumno. Le mandé acercarse a la mesa. Y como si estuviese en su casa cogió una silla, le dio la vuelta y se sentó a horcajadas sobre ella apoyando sus brazos en en respaldo. Le miré negando con la cabeza y riendo por la chulería que desprendía mientras me centraba en coger la carpeta con sus notas.
—A ver… —apoyé mi codo en la mesa y empecé a jugar con la patilla de mis gafas mientras apoyaba la cabeza.
No pude evitar y notar como su pierna golpeaba el suelo en señal de nerviosismo, sabía que algo no iba bien, y no era para menos, su rendimiento durante el curso fue muy mediocre. Sus notas casi no llegaban al 6 por no decir que eran 5 raspados la mayoría.
—Toma. — le entregué las notas y me apoyé en la silla para esperar a ver su reacción.
5… 4… 3… 2… 1… Ahí viene.
—¿No seras tan cabrón? — su mirada era de odio en esos momentos.
—Vigila tu boca chaval. — me puse serio sin apartarle la mirada.
—Yo flipo, ¿Un 4 en filosofía? — tiró las notas encima de mi mesa.
—No sé porque te sorprendes… — dejé mis gafas encima de la mesa, a esa distancia podía verle perfectamente sin ellas. — Y eso tirando por lo alto.
— Tu lo que quieres es joderme las vacaciones. Eres un hijo de puta. — me dijo levantándose de la silla apoyando sus dos manos en mi mesa retándome con la confianza típica de alguien que siempre ha sido un niño de papa.
—Mira Fran. — me levanté de la silla y le imité, eso sí, mi 1.86 de estatura me sirvió para observar como su cara quedaba bastante por debajo de la mía, a la par que su actitud chulesca comenzaba a atragantarsele. — Me tienes hasta los cojones. Te portas como un niñato, y se te permite por ser hijo de quién eres. Pero no te voy a consentir que me vuelvas a faltar al respeto.
—¿Y que coño vas a hacer? — Su mirada seguía desafiandome. — Chasqueo los dedos y te largan de aquí. No eres nadie.
Os juro que estaba a punto de que se me cruzasen los cables. Respiré hondo e intenté hacerle entrar en razón. — No puedes pasar de curso con estas notas. Apostaría lo que fuese a que no has cogido un libro en todo el curso.
Su cara me hacía ver que acababa de dar en el clavo. Pero pronto se tornó en una sonrisa pícara. —¿Te crees que con esta carita necesito estudiar? — cuando dijo eso puso una de las caras mas sexys que había visto en la puta vida. Seguro que el cabrón la practicaba frente al espejo.
—Eso te funcionará con tus ligues pero no te va a servir para la vida real. — casi tuve que contenerme para no morderme los labios. Odio esa gente que sabe que esta buena y recurre a sus armas para conseguir cualquier cosa.
—Venga no me jodas. — estaba sin escapatoria, solo le quedaba arrastrarse. Y lo siento pero no iba a caer en su juego.
—Estudias este verano y me demuestras que estoy equivocado. — y con eso di por zanjada la conversación. Quería irme ya de allí.
—Muy bien. — se fue sin decir nada hacia la puerta de salida. Pero al llegar a ella se paró en seco y cerró la puerta para quedarse apoyada en ella, empezando a desabrocharse los botones de la camisa poco a poco, ante mi, con mis ojos como auténticos platos.
—Que cojones estas haciendo. — pero la verdad, es que mequedé piedra, y cuando se acercaba a mi mostrando esa impresionante tableta no pude evita echarme hacia atrás, tropezando y quedando sentado en la silla.
—¿Que pasa? Te pones nervioso. — su mirada lasciva era puro morbo. Dios, si alguien nos pillase ahora mismo se iría todo a la mierda. Tenía que hacer algo. Pero no me dio tiempo.
Puso su mano en mi paquete y lo agarró con fuerza mientras se apoyaba en la asas de la silla.
—Para Fran. — ni puto caso me hacía el niñato. — ¡Te he dicho que pares coño! — le aparté la mano de un guantazo mientras intentaba recuperar el mando de la situación.
—He visto como me miras. — joder y era cierto, pero tenía que salir de esa situación. — He visto como has ido a verme jugar. — y realmente iba a ver a su equipo por él. — Se que esto te vuelve loco. — se agarró la polla que se marcaba completamente erecta debajo de su pantalón.
Joder me tenía contra las putas cuerdas, y no sabía que hacer. — Fran… — en ese momento se acercó a mí y me empezó a comer el cuello. Ahora si que la habíamos jodido bien, mi cuerpo no reaccionaba y podía notar como mi polla se estaba poniendo dura.
El aprovechó para sentarse encima mía en la silla y se acercó a mi boca sin que yo mostrase la más mínima oposición. Empezó a darme pequeños besos por la mejilla para después besarme en los labios. No pude aguantarme y lo correspondí.
Y en cuanto notó como le dejaba paso empezó a pasar una de sus manos por mi pecho sobándolo por encima del algodón. Cuando de repente oí como el picaporte de la puerta empezaba a girarse.
—No me jodas. — dije casi en su oreja mientras le empujé hacia el hueco de debajo del escritorio y acerqué mi silla todo lo que pude a la mesa.
—Vine a ver si te habías perdido. — fue lo primero que dijo la jefa de estudios cuando cerró la puerta tras de sí. Se acercó lo suficiente para sentar su enorme culo en una de las mesas de los chavales quedando enfrente mía.
—Estaba repasando todo, para dejarlo bien atado. No quiero olvidarme de nada. — mi sonrisa era forzada a más no poder. Encima el puto niñato me estaba sobando el paquete debajo de la mesa. Imaginaos mi cara conteniendo los gemidos.
—¿Estas bien? — la voz de ella, hacía ver que yo no estaba disimulando una puta mierda.
—Si-Si… — me estaba desabrochando el pantalón, la madre que lo parió. — So-Solo es que he pasado mala noche y tengo ganas de acaba-a-a-r. — Se acababa de meter mi polla en la boca.
Ella se levantó y se acercó a la mesa mientras el puto chaval seguía comiéndome la polla, pasando su lengua por mi glande dibujando círculos con ella.
—¿Quieres que te traiga algo? — ella se mordía los labios al oír mi gemido, era lo que me faltaba.
—Tengo un dolor de estomago horrible. — junté mis piernas despegando la boca del chico de mi polla, que estaba completamente tiesa debajo de la mesa.
— Te voy a preparar una manzanilla si quieres, no tardo. — joder, joder, joder. Tenía que librarme de ella.
Y no se me pasó otra cosa por la cabeza. — Mira Carmen, ahora no tengo humor para aguantar a nadie. Quiero acabar esto de una puta vez e irme a mi casa. Así, que si no te importa. ¿Me puedes dejar en paz? — se quedó callada unos segundos mientras pude oír el leve sonido de la risa que emitía Fran mientras se tapaba la boca.
—Perdón. — su cara mostraba tristeza, pero se fue casi llorando de la clase cerrando la puerta tras de sí.
Hubo unos segundos de silencio hasta que eché para atrás la silla viendo como el niñato se estaba descojonando.
— Creo que le pones algo burro a la “Pikachu”. — os juro que no pude evitar soltar una carcajada, y es verdad que la tía tenia las mejillas rojas como el emblema de Nintendo. Los chavales son unos hijos de puta de verdad. —Entonces… ¿Como va mi nota? — me dijo mirándome con esa cara de perra que hizo que me pusiese jodidamente cachondo.
— Te la voy a bajar a un 3 como no sigas chupando. —le agarré del pelo e hice que se la metiese por completo en la boca, estaba casi seguro que nadie iba a volver a aparecer por aquí, y sinceramente, nunca me la habían chupado así de bien y no iba a desaprovechar el momento, además el chaval podía haberse puesto a gritar y arruinarme la vida.
Así que si quería polla, le tocaba ración doble.
Puse mis manos en su pelo y le agarré la cabeza empujándole lo mas profundo que podía, algo se estaba apoderando dentro de mí y por una vez, no iba a evitar que saliese. Notaba como mi polla entraba hasta lo mas profundo de su boca provocándome un enorme estallido de placer, tenía al puto “Guti” comiendo de mi puta palma, y lo iba a disfrutar como no estaba escrito.
El chaval lo hacía de puta madre la verdad, supuse que no era su primera vez. Y quería calentarlo más. Tiré de su pelo y aparté su cara para poder ver como sus labios estaban cubiertos de mi presemen dejando los hilos cuando los juntaba y los separaba. Tenía las mejillas completamente rojas, dejándome ver esa cara de chulo que no se le borraba.
—Me da que tu eres la putita del vestuario, a que sí. — me estaba poniendo demasiado humillarlo. pero no rechistó, simplemente me miraba con esa cara de cordero degollado. — ¿Te la ha chupado un tío alguna vez?
Asintió. — Vamos a ver de que estas echo. — cuando se puso de pie, lo levanté y dejé caer su espalda contra la mesa. Giré mi cabeza hacia las ventanas de los edificios de enfrente y bajé la persiana lo suficiente para que no nos viesen, pero dejando algo de luz para ver su cara.
Se estaba desabrochando los pantalones. — ¿Te he dicho que hagas algo? — me miró y negó con la cabeza. Con esto aparté sus manos y comencé a apretar sus abdominales con mis manos extendidas, joder eran como una puta piedra.
Le bajé los pantalones mientras a la par besaba sus muslos que quedaban desnudos ante mí, hasta que me deshice de estos junto con sus zapatillas y sus calcetines. No pude evitar llevarme uno de sus dedos del pie a la boca mientras el me miraba pasando su lengua por los labios. Fui subiendo hasta sus boxers pasando mi lengua por toda la longitud de su pierna completamente depilada, para meter en mi boca uno de sus huevos por encima de la tela.
—Chúpamela — dijo mientras yo no podía evitar ver esos ojos azules suplicando.
Agarré su polla apretando con todas mis fuerzas, provocándole un grito de dolor que enmudecí poniendo mi mano en su boca.
— ¿Como dices? — solté y volví a apretar su polla completamente dura solo separada de mi piel por la tela del boxer.
—Que me la chupes. — estaba jadeando con una mueca de dolor cuando aparté la mano de su boca. — Por favor. — bingo, aprende rápido.
—Así me gusta, ves como no es tan difícil ser educado. — le sonreí mientras fui bajando su boxer, poco a poco.
Esto si que no me lo esperaba, esa polla que saltó ante mi, completamente húmeda, coronada por unos huevos totalmente depilados, con el capullo casi descubierto del todo pidiendo ser devorado por el enorme apetito que llevaba en esos momentos, de unos 17cm eso sí con un tronco ancho, vaya pollón se gastaba el niñato.
Con mi mano descapullé lo poco que quedaba de ese manjar, y de un solo movimiento me la metí en la boca por completo. Eso si, sin apartar mi mirada de la suya, pudiendo ver como sus pestañas tintineaban mientras sus labios eran apresados por su boca en un gesto no dejaba duda alguna de mis cualidades. La saqué y pase mi lengua por el contorno de su polla que cada vez estaba mas mojada, esparciendo los restos de su delicioso liquido preseminal a lo largo de esta. Y mientras le comía bien los huevos, empecé a pajearle. Sus gemidos eran continuos y unidos a esos jadeos cada vez más acelerados me hicieron ver que no podía aguantar mucho más a este ritmo. Así que apreté fuerte el tronco de su polla, provocandole un pequeño grito de dolor que rápido intenté acallar yasí cortar su inminente eyaculación.
Ya con todo el peso de mi cuerpo apoyado contra él encima de la mesa, puse mi mano tras su nuca enlazando mis dedos con su melena blonda, y empujando su cabeza para poder profanar su boca con mi lengua, dios a pesar de estar a punto de correrse no paraba de mover sus caderas todo lo posible mientras con su mandíbula descontrolada intentaba seguir el ritmo de beso. Y no os lo voy a negar, pero sentir como nuestras pollas se rozaban entre sus abdominales y mi vientre estaban consiguiendo que esos pensamientosque me estaban vedados desde hace tiempo, saliesen a la palestra.
Mientras seguía comiéndole la boca metí uno de mis dedos lentamente, no sin antes impregnarlo del del líquido que ambos estábamos segregando por el continuo roce de nuestras pollas. Y premeditadamente me separe un poco de sus labios para tener buena vista de su cara mientras iba metiendo ese dedo en contra de la resistencia que ofrecía su apretado interior. Esa mueca de dolor y como cerró los ojos para después clavarlos en mí me daban a entender que tenía ese culo virgen todo para mí.
—No. — intentaba cerrar los ojos mientras fruncía el ceño para atajar el dolor. — Para, por favor. — dijo mientras su respiración se agitaba por momentos.
Dudé si estaba haciendo lo correcto, pero estaba casi seguro que solo tenía miedo a pasarlo mal. Así que hundí mi dedo lo mas hondo que pude, provocándole un gemido mientras mi boca devoraba su cuello.
—¿Seguro que?… — le susurré mientras introducía esta vez dos dedos. — ¿Quieres que pare? — soltando ambos un pequeño grito, el suyo ahogado cuando clavó sus dientes en mi cuello.
A los pocos segundos su boca buscaba el lóbulo de mi oreja. — Quiero que me folles. — la ostia, podía notar esa respiración mientras me jadeaba en el puto oído.
Pero quería prepararlo bien así que bajé hasta su culo y pase sus piernas por encima de mis hombros dejándolo a la altura perfecta para empezar a pasar mi lengua por su agujero. Como gemía el puto Guti, con lo chulo que parecía hace unos minutos.
Después de repasar ese culito lampiño con mi lengua, me levanté y empecé a pasar la punta de mi polla, que casi se podía colar ya por el dilatado culo del chaval. Me apoyé en la mesa y empecé a meter muy poco a poco toda mi polla, disfrutando como su cara reprimía el dolor que estaba sufriendo a pesar de todo. Cuando tuve la polla completamente clavada en su interior apoyé mis manos en su pecho, podía notar sus pezones duros, y junto a la complexión de su pecho bien formado, me entraron ganas de empezar a follarlo, moviéndome lentamente, disfrutando de cada unos de los sonidos que emitía por su chulesca boca.
No tardó mucho en que su cara se transformase en la reencarnación del mismísimo Eros. Como estaba disfrutando el cabrón, creo que ni estaba en el mismo universo que yo en ese momento.
Lo saqué de su trance cuando me separé de él, y le mandé dejarme la mesa para mí. Tras lo cual me tumbé en ella a lo largo, y le hice gestos para que se subiese encima mía, y con que rapidez se quitó la camisa y estaba encima mio sentado sobre mi polla, con la suya apuntando al cielo. Este chaval no paraba de dejarme imágenes para el recuerdo.
Acerqué su cabeza junto a la mía para que pudiese comprender lo siguiente que le quería decir.
—Quiero que me cabalgues. — y cuando le dije eso, su cara parecía estar poseída por alguna droga desconocida para mí, porque el muy cabrón solo me dedicó una sonrisa, una sonrisa que hizo que mi polla diese un pálpito por lo que se avecinaba.
Puso una de sus manos en mi pecho mientras con la otra agarró mi polla y la dirigió hasta su culo, en lo que fue sin lugar a dudas, la sensación más jodidamente placentera que había vivido desde hace muchos años.
Tenerlo, en cuclillas, con mi polla atravesándolo mientras hacía todo lo posible para comenzar a mover sus caderas. Mostrándome ese cuerpo, que ni en mis mejores fantasías hubiese soñado catar, y ahora lo tenía completamente rendido ante mí.
Agarré su polla y comencé a pajearle, en ese momento se inclinó todo lo que pudo hacia atrás y comenzó a montarme cada vez mas rápido, solo parando para recuperar las fuerzas y el aliento, a este paso sabía que no iba a poder aguantar mucho más y aceleré el ritmo de la paja que le estaba haciendo. Sorprendiéndome, que a los pocos segundos me llenase completamente de leche, salpicando de blanco el celeste de mi camisa. Mientras su culo se aferraba desesperado a mi polla, dando intensos espasmos que comprimían el conjunto de esta, sin poder evitar correrme dentro de él, mientras se acercaba para comerme la boca para fundirnos en un beso con el que acabamos esa intensa sesión de sexo.
Aún tardamos en reponernos, hasta que yo ya vestido, intentaba ocultar las manchas de mi camisa lo máximo posible, mientras él se acababa de poner los pantalones. Le pasé la camisa que agarró al vuelo, y pude ver como su maravilloso cuerpo se iba perdiendo a la par que se abrochaba los botones de la camisa, mientras no me dejaba de mirar con una sonrisa.
— Supongo que ya estoy aprobado. — su cara mostraba la seguridad de haber conseguido lo que quería. — Y creo que me merezco un 7 por lo menos. — alzó una ceja mientras con su mano sujetaba la hoja de las notas.
—Pues yo estoy pensando en otra cosa. — le dije mientras me ajustaba las mangas de la americana. — creo que vas a necesitar clases de repaso durante el verano. — le sonreí. — Tienes que mejorar un par de cosas.
—Eres un cabrón que lo sepas. — me puso pucheros mientras nos dedicábamos una sonrisa cómplice. — Si fueses tu el que me dieses clases. — se acercó a mi y apoyó sus manos en la mesa.
—Todo se puede mirar. — y la verdad, era una idea de puta madre. — Tendré que decirle a mi mujer que suspendemos el viaje a Lanzarote. — mentí, pero algo me daba que no se lo había creído de todo.
—Seguro que la pobre se lleva una decepción. — intento contenerse la risa mientras se daba la vuelta para dirigirnos a la salida guiñándome un ojo antes.
Y justo antes de abrir la puerta se giró y me dio un beso en la boca, para después desaparecer por el pasillo mientras yo esperaba un tiempo para no salir a la vez.
Unos días después no me costó convencer mucho a los padres de Fran para conseguir ser el profesor particular de su hijo durante el verano.
Un verano en el que hicimos de todo, menos estudiar.
Pero eso lo contaré en otro momento.