Mi exnovio me chantajea para volver con él

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Hace unos tres años, cuando tenía 24 y aún vivía en casa de mis padres, estuve una temporada con un anuncio en internet para sacarme un dinero rápido. Me ofrecía a practicar sexo oral (y solo sexo oral), por una cantidad alta, posiblemente en el coche del hombre o bien en un apartamento por horas. Nunca en su casa y por supuesto en la mía tampoco ya que no vivía sola.

Una amiga con quien tengo mucha confianza me contó que lo hacía y que no era peligroso, aunque había que saber con quién juntarse y ser lista. Y era cierto, solo había que fijarse bien en el perfil de la persona que me escribía, luego charlar un poco por mensaje o teléfono, y si todo iba bien y daba confianza quedar en un sitio público y de ahí ir al coche. Además cada vez que lo hacíamos nos dábamos los datos una a la otra por seguridad.

La verdad es que no me costó ni fue traumático para mí, esos hombres por lo general eran gente normal, limpios, algunos atractivos y otros no tanto, pero eran respetuosos, y hacer una mamada era rápido y fácil. Normalmente pedían acabar en mi boca y tampoco era un problema para mí, luego era simplemente abrir la puerta del coche y escupir. Además ya había hecho cositas en un coche con mi ex y ya le había perdido el miedo a que nos viera alguien. Incluso me daba algo de morbo el riesgo, que alguien nos pudiera ver, siempre que no fuera alguien conocido, claro.

Mi ex, Jorge, había sido mi primer y único novio, desde la secundaria hasta los 23. Era muy autoritario y posesivo, quería controlar todo mi tiempo, me revisaba el móvil y el correo electrónico, y se ponía agresivo cuando había la más mínima sospecha de que yo hablara con otro chico, aunque fuera simplemente un amigo de clase. Y ya cuando se sobrepasó el límite, el primer día que me agredió físicamente, dije basta y le dejé. Se lo tomó muy muy mal y acabamos llamándonos de todo, hablando mal del otro a familia y amigos, etc. Estuvo meses escribiéndome para que volviera hasta que al final lo dejó por imposible. Así que después de eso disfruté de la libertad, de conocer a otras personas, ligar estando por ahí de fiesta con amigas, y por qué no, de ganarme un dinero gracias a mi físico.

Un día había quedado con un chico por lo del anuncio. Era más o menos de mi edad, lo cual me gustaba porque había más complicidad y me gustaba charlar con mis «clientes» y que hubiera buen rollo. Me dio la descripción de su coche, y el caso es que me pareció verlo pero no se paró, y a la media hora de estar esperando nadie llegaba. Le llamé y no contestaba. Todo indicaba que realmente pasó con el coche y no se había querido parar, lo cual no me cuadraba, ya que aunque esté mal que yo lo diga, tengo muy buen cuerpo y soy guapa de cara. Me volví para casa sin más, bastante frustrada.

Dos días después quedé con otro chico joven y este sí que apareció. Quedamos a la puerta de un bar y no quiso tomar algo sino ir directamente al coche, pero no me importó, parecía normal, limpio, formal y esas cosas. Además habíamos hablado ya por teléfono y al hablar con una persona se ve si es normal o hay algo raro. Me llevó a un sitio que conocía el, y por suerte ya empezaba a oscurecer y además no se veía a nadie, y si alguien se acercaba él lo vería.

Una vez allí no quiso pasar al asiento de atrás, solo echamos un poco para atrás los asientos, y ya directamente me incliné sobre él y empecé a besarle. Unos buenos besos con lengua ayudan a que se le ponga dura rápido. Al principio besos más tímidos pero pronto los dos sacamos las lenguas y empezamos a calentarnos. Por mucho que fuera por dinero, el sexo siempre te pone cachonda, y aparte está el morbo del riesgo y de someterme por dinero. Sus manos pronto fueron a mis pechos. Yo llevaba shorts vaqueros y una camiseta verde sencilla, que hacía fácil magrearme por encima de la tela. Él se estaba calentando ya bastante. Llevé mi mano a su paquete y pude comprobarlo, además acariciarle ahí ayudaría a que todo fuera más rápido.

Le bajé la bragueta y me apartó la mano, evidentemente él no quería que esto acabara rápido, además se había gastado un buen dinero en poder tener a su merced a una chica guapa. Poco de mi cuerpo quedó sin tocar por sus manazas, prácticamente solo mi culo al estar sentada. Me dijo que me desabrochara el sujetador, me daba un poco de cosa estar en tetas ahí pero por suerte no me dijo que me quitara la camiseta, solo quería meterme las manos por debajo y sentir la suavidad de mis pechos piel con piel. Todo esto sin dejar de morrearnos lascivamente.

Entonces él sí que estaba ya deseando descargar, y me indicó con la mano en mi cabeza que ya me agachara. Le desabroché el pantalón y la saqué. No era muy grande, casi mejor, y parece que se acababa de duchar antes de venir. Me la metí entera y empecé a subir y bajar, deseando que no fuera de esos que duran media hora y te quedas con la espalda hecha polvo. Cuando le creció un poco más ya me incomodaba tenerla entera en la boca así que puse la mano en la base de su polla para masturbarle y lamerle solo la punta pero me apartó la mano, quería solo con la boca. Era un poco seco conmigo. Afortunadamente en un par de minutos descargó por completo en mi boca. Al fin y al cabo esa estimulación es tan placentera que es imposible aguantar más. Cuando iba a escupir me dijo que si me lo tragaba me daba un poco más de dinero, pero dije que no con la cabeza, abrí la puerta y lo escupí en el suelo, y me limpié con un pañuelo de papel.

Ya no cruzamos casi palabra, me llevó a donde me había recogido, cosa que le agradecí, me dio el dinero y bajé del coche. Cuando ya estaba fuera bajó la ventanilla y me dijo «Hasta luego, Elísabeth» y arrancó y se fue.

Me quedé absolutamente helada. Sabía mi nombre real, a pesar de que en el anuncio pongo otro nombre. Además lo dijo con retintín y sonriéndose. Me quedé ahí parada, seguramente totalmente pálida, pensando y repensando en lo que había pasado. Al final conseguí moverme y caminar hacia casa, pero no podía parar de pensar en ello. Y peor se pusieron las cosas más tarde cuando me llegó un mensaje de mi ex: «Mañana a las 6 y media en la cafetería El Balneario» Ya me empecé a imaginar de qué se trataba la cosa.

Le tenía bloqueado en Whatsapp así que me lo mandó por SMS. Esa noche apenas dormí y se me hizo eterno hasta que al día siguiente llegó el momento de quedar. Desde luego estuve allí puntual, estaba claro que me interesaba ir. Él llegó un poco tarde. Solo verle me dio asco, me recordaba a todos esos malos momentos durante nuestros últimos años de relación.

Estaba antipático pero conversador. Fue bastante directo al grano: un amigo suyo que me conoce de vista (no dijo quién) fue el que quedó conmigo el otro día y no sabía que era yo, pero al verme en el lugar donde habíamos quedado me reconoció, pasó de parar y siguió conduciendo, y al momento llamó a Jorge y le dijo lo que había pasado. Jorge lo estuvo comentando con los amigos (yo ahí ya me quería morir, cuanta gente lo sabría ya?) y decidieron tenderme una trampa. Con otro amigo (el del día anterior al que se la chupé) que no me conocía ni yo a él, le dieron mi número para que quedara conmigo. Me dijo que había grabado la conversación, donde se me identificaba perfectamente por la voz, se me oía lo que yo ofrecía y cuánto dinero cobraba. Y que luego en el coche cuando yo estaba agachada mamando, él tenía el móvil en la mano derecha y grabó un vídeo donde se me veía perfectamente haciendo la felación.

El corazón se me salía del pecho. Quería levantarme y huir de allí pero sería peor. Jorge primero me expresó con todo lujo de detalles lo guarra y puta que yo era de vender mi cuerpo por dinero, que le daba asco, y que estaba pensando difundir las llamadas y vídeos, pero que por ser yo y porque me quería que se lo iba a pensar. Que el material estaba a buen recaudo, solo lo tenía su amigo, no él, así que era tontería denunciar a Jorge, no habría pruebas, además a donde voy yo diciéndole a la policía que me ha pasado esto por prostituirme? Además mis padres se enterarían si denunciaba. Jorge me aseguraba que si me portaba bien no me pasaría nada. Por otro lado, mi hermano mayor es concejal del ayuntamiento y es una persona pública, y seguro que Jorge utilizaría también eso para presionarme. Solo me faltaría arruinar la carrera política de mi hermano.

Los días siguientes estuve intentando imaginar lo que me iba a suponer esto. Supongo que sexo de vez en cuando con Jorge. Pero iba a ser algo más, ya que él añoraba mi cuerpo pero también añoraba que yo fuera su chica, y por supuesto también que le amara. Pero eso último iba a ser muy difícil. Pronto supe lo que me tocaría hacer, y es que me llamó (ahora ya no me mandaba ni un mensaje, solo llamadas) y me dio la dirección de un apartamento por horas en la ciudad, me dijo un día y una hora, que me pusiera guapa, que fuera allí, pagara el apartamento (incidiendo en que con lo puta que yo era que debería pagar yo todo)

El día acordado apenas podía creerme lo que estaba haciendo. Pero no me quedaba otra, y pensaba que si le complacía y le dejaba bien satisfecho se quedaría a gusto y me dejaría en paz. Me duché, me depilé entera, me di crema hidratante para tener la piel bien suave sabiendo que las manos de Jorge la iban a recorrer entera. Me puse un vestido de verano estampado, con un escote que resaltaba lo mejor de mi anatomía, unas cuñas y el pelo suelto. Por entonces lo llevaba negro aunque mi color natural es castaño. Me puse poco maquillaje, como hago siempre. Por esa época del año estaba ya algo bronceada, y bastante en forma ya que iba al gimnasio 3 o 4 veces por semana. Desde luego, por físico Jorge no iba a tener de qué quejarse.

Llegué al sitio y pagué el apartamento, ya conocía el lugar aunque nunca había pagado yo. Dentro ya solo tocaba esperar y dejarme hacer. Jorge llegó 15 minutos tarde, y cuando oí abrirse la puerta me empecé a poner muy nerviosa. Cerró la puerta y echó el pestillo, fui a darle dos besos pero me apartó con la mano. «A ver, zorra, no te me acerques, siéntate ahí», indicando la cama.

Una vez me senté se acercó, me cruzó la cara de una bofetada, y me tiró del pelo hacia atrás haciendo que mi cara quedara mirándole. «Cómo puedes ser tan zorra? A mí ni me contestas los mensajes y luego vas por ahí chupando pollas a desconocidos?» Yo tenía ganas de llorar pero el miedo y la tensión y el dolor me lo impedían, no sé porqué. Como no contestaba me dio otro tirón del pelo, «Contesta, por qué lo haces?» Al rato me armé de valor y contesté «Tu y yo ya no somos pareja, soy libre de hacerlo»

Me soltó, pensó un poco y dijo «Me has puesto en ridículo delante de mis amigos, aunque ahora no seamos pareja saben que he sido pareja de una puta. Y tiene tela el vídeo, no veas lo zorra que se te ve, chupando hasta el final como si no hubiera un mañana sabiendo que te van a untar bien con billetes». Pensó otro rato y dijo «Y lo de bloquearme y no contestarme cómo lo justificas? Es que no soy una persona digna de merecer tu atención?» Hizo una pausa, me dijo «Pon la cara», asentí, me aparté el pelo por detrás de la oreja y le mostré mi mejilla, y me soltó otras dos bofetadas bien fuertes, «eso por marcharte y por ignorarme durante meses, para que aprendas a ser una persona digna por mucho que haya terminado nuestra relación»

Me di cuenta de que cuando éramos pareja no le consentí que me pegara más que una vez, pues a la primera vez que lo hizo le dejé. Y sin embargo ahora, me acababa de pegar dos veces y sabía que iban a venir más, y ahí seguía yo esperando a recibir sus próximas órdenes.

«Sabes lo que viene ahora, verdad?» dijo, y yo solo asentí con la cabeza.

Continuó, «Tu coñito ya me lo conozco así que me vas a dar otras dos cosas que antes nunca querías dar. Adivina cuáles son»

«Tragármelo», respondí.

«Bien, pero he dicho dos cosas, zorra. Por qué no contestas a la segunda? Si sabes perfectamente lo que es»

«Hacerlo por detrás», al pronunciar esas palabras me lo imaginé y no quería ni pensar el dolor de tener su polla en mi recto… estaba bastante bien dotado y lo único que había entradó ahí alguna vez había sido algún dedo, y aún así me había dolido.

Se acercó, me puso la mano por detrás del cuello y empezó a besarme lascivamente, más que besarme me lamía la boca, la lengua y la cara, de forma muy sucia. Su otra mano se fue directamente a mi pecho, magreando fuerte ambos alternativamente. Dejó de besarme, me miró, y me escupió en la cara y en la boca, y me dijo que me lo tragara. Preguntó, «qué eres??» y supe qué contestar: «una zorra», a lo que respondió «Así me gusta».

Parece que le había gustado lo de escupirme, me abría la boca con una mano, acumulaba saliva en su boca y me la echaba en la mía, tras lo cual yo por supuesto tragaba. Me empujó hacia atrás quedando yo boca arriba sobre la cama, se tumbó encima y siguió con los besos y magreos. Luego me puso a cuatro patas, me quitó los zapatos, me subió el vestido y me quitó las bragas y las tiró por ahí. Escupió en mi culito y con una mano esparció la saliva por mi culo y coño. Pensaba que ya había llegado el momento, pero solo quería jugar. Oí cómo se bajaba la bragueta, y pronto noté su lubricado glande frotándose por mi esfínter, labios vaginales y perineo. Nunca me había sentido tan expuesta, así sometida, a cuatro patas, con mi intimidad abierta hacia él, y teniendo que decir que sí a todo. Entonces oí, «Desnúdate»

Me incorporé, obedeciendo (no quería recibir más golpes), me puse de pie frente a él y me quité los tirantes del vestido, dejándolo caer hasta mis pies, quedando solo con las braguitas blancas que pronto cayeron también al suelo. Cabizbaja esperé a la siguiente orden. Él se quitó los pantalones y siguió sentado en la cama, y dijo «De rodillas», apuntando con el dedo delante de él. Aparentemente llegaba el momento de comérsela y tragar el semen por primera vez en mi vida. Obedecí, me arrodillé y su polla enhiesta quedó delante de mi cara. Agarré la base con una mano y empecé a dar lametones de abajo arriba, intentando lubricarla bien y a la vez estimularle. Muy pronto ya me metí el glande dentro de la boca, bajando hasta casi la mitad. Alterné entre subir y bajar hasta media polla, con tener el glande en la boca y jugar con su suavidad con mi lengua mientras le masturbaba con la mano. Así se calmó un poco y estaba menos autoritario. Por mí hubiera estado así hasta que se corriera pero con su mano me apretó más hacia abajo. Sabía que eso no me gustaba, de cuando éramos pareja, no me cabía entera, pero esta vez era diferente. Siguió apretando y tuve que tragármela entera, relajando la garganta para que entrara. No pude evitar alguna arcada, y es que era la primera vez que hacía eso. Los chicos normalmente solo quieren estimulación y correrse, pero Jorge quería humillarme y hacerme pasarlo mal.

Decidí a ratos metérmela hasta el fondo y luego a ratos descansar, pudiendo respirar, y mamaba normal solo hasta la mitad. A veces me la sacaba, lamía el tronco con la lengua, besaba sus huevos y me los metía en la boca. Tardó bastante en correrse, mis rodillas ya dolían bastante. Por suerte para mí noté cómo ya le quedaba poco (son muchos años de relación y esas cosas se saben), luego se puso tenso y finalmente empezó a soltar chorros de leche caliente en mi boquita. Nunca le había visto correrse tanto, yo creo que se había reservado durante días para este momento, sabiendo que me lo iba a tener que tragar. Me la sacó de la boca y me dijo que se lo enseñara. Me costó abrir la boca sin que se me cayera nada por la comisura de los labios. Era copiosa, caliente y espesa. No hizo falta que me dijera nada, cerré la boca, tragué de una sola vez y le enseñé mi boca limpia y vacía. «Buena chica», contestó complacido. Le ví una tímida sonrisa y eso me hizo sentirme mejor al verme más cerca de mi libertad y de su perdón.

Se tumbó en la cama relajado, yo fui al baño a enjuagarme y recomponerme un poco el pelo. Notaba que echaba de menos mi cariño, así que me tumbé detrás de él y la abracé por detrás. Le gustó y puso también su mano sobre el brazo que le abrazaba. Creía que al final, estando de buen rollo los dos, la cosa iba a fluir.

Él solo estaba esperando a descansar y que le volvieran a entrar las ganas, y pronto se dio la vuelta y empezó a aprovecharse de mi cuerpo de nuevo, me metía mano en todas mis zonas más íntimas, olía mi pelo, chupaba mis pezones, incluso los mordía un poco. Me puso de nuevo a cuatro patas y con las manos seguía disfrutando de mis pechos, lo mejor sin duda de mi anatomía, y es que aunque soy bastante delgada son de buen tamaño, redondos y duros. Mis tetas no son grasa como las de algunas, no necesito engordar para tener de dónde agarrar. Aunque se empezó a pasar un poco cuando me apretó los pezones. Se notaba que quería hacerme daño. Ese dolor agudo es peor que un golpe o una bofetada, al estar tan concentrado en un solo sitio. Aun así, yo estaba mojada, y es que al fin y al cabo me gusta mucho el sexo en todas sus variantes. Estar completamente desnuda, a cuatro patas cual perrita en celo y expuesta es una situación en la que es difícil no sentirse super sexual y atractiva para el macho. Estoy segura que se dio cuenta de mi humedad, porque lo aprovechó para embadurnarse los dedos de mi denso líquido y pasarlos por mi esfínter anal. Pronto empezó a meter un dedo, hasta la mitad o así, luego dos, me dolía pero entrar, entraban.

Lo que no entró fue su tranca. Apuntó hacia mi entrada, me frotó con su glande y apretó hacia dentro dilatándome, pero solo entraba un poco. Lo hizo despacio y con cuidado, poco a poco pero la totalidad de su glande no entraba. Probamos entonces yo tumbada boca arriba, elevando mis piernas y agarrándomelas con las manos para mantenerlas arriba. En esa postura y usando un lubricante que había en la mesita, entró un poco más. Era una sensación desagradable, de dolor y sumisión a la vez, y de como tener algo extraño dentro, y de que tu cuerpo quiere sacarlo.

Una vez más dilatada, y lubricada volvimos a la posición más conveniente y más sumisa, de nuevo a cuatro patas abierta y dispuesta. Ahí ya si que me la metió bastante, tras un rato mi culito aceptaba un poco más de caña. Pero me dolía un horror, no pude aguantar decir que me la sacara, pero no tuvo piedad. Metía y sacaba solo la punta y en cada envión yo me abría un poco más. Si hubiera sido así, tardando mucho y con cuidado, igual habría sido placentero, pero se impacientó y me la metió hasta la mitad, bruscamente, y ahí grité, porque sentí como si me hubiera roto algo. Le supliqué que la sacara pero era como si no me oyera. Me folló fuerte durante minutos, él gimiendo de placer, yo de dolor. Al haberse corrido solo minutos antes, tardó mucho en volver a correrse. Se me hizo eterno, no veía el momento de que me dejara tranquila. Me percutió sin piedad hasta que de nuevo descargó, esta vez en mis entrañas. Hasta cuando la sacó me dolió.

Él sabía que se había pasado, y ese espejismo cuando estábamos tumbados abrazados en la cama se había esfumado. Pero supongo que a lo que él había venido es a gozar, a humillarme y a hacerme daño, y efectivamente lo consiguió. Por si a mí me quedaba alguna duda de si con esto yo estaba ya perdonada, una vez que se hubo vestido se acercó de nuevo, me escupió en la cara, me volvió a abofetear en la cara y varias veces más en la cabeza, dijo «Prepárate para la siguiente» y se fue sin más.

Al momento en que cerró la puerta rompí a llorar, por muchas cosas a la vez. Miedo, pena, humillación, dolor, preocupación… Estuve así un rato pero se terminaba la hora que había pagado en el apartamento y tenía que salir. Me arreglé un poco en el baño y salí, y sentí vergüenza cuando me miró la chica de la recepción, y es que se me notaba mucho que había estado llorando, y seguramente todavía tenía la cara roja de las bofetadas. Aunque noté cierta complicidad en su mirada. En ese momento me hubiera venido genial el abrazo de alguna amiga.

Caminando hacia casa pensé y pensé en cuanto podría durar esto, en si era mejor seguir un poco más hasta que se cansara, o denunciar, o incluso quizá volver con él y tendría que tener sexo con él pero al menos no me pegaría, … pero estaba hecha un lío y no me aclaraba.