Mi hermana es mi pareja, teníamos que ir al cumpleaños de Nuria que ahora es mi amiga y paso lo impensado

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– Rubén & Alba. Jugueteos en el cumpleaños de Nuria

Me despiertan los rayos del sol de buena mañana. He dormido de lujo, siete u ocho horas del tirón. A mi lado, Alba -no quiero acostumbrarme a llamarla “novia”, “pareja” ni nada por el estilo para que nunca se me escape una de esas palabras en referencia a ella cuando esté con alguien que nos conozca- aún duerme con la cabeza en mi pecho. Mientras acaricio y hundo mis dedos en su pelo dorado, brillante por la luz, cojo mi móvil y veo que tengo una notificación que me recuerda el décimo octavo cumpleaños de Nuria, que es en apenas unos días, justo antes que acabar el mes de junio.

La verdad es que me había olvidado por completo. Ahora que somos amigos, tendré que ir. Solo espero que no me haya pedido a mí como regalo de cumpleaños.

Quitándome estos pensamientos de la cabeza, me quedo un rato más en la cama leyendo el libro “Patria”, de Fernando Aramburu. En esas estoy cuando mi hermana abre ligeramente los ojos y me mira, con una expresión risueña y somnolienta.

-Buenos días, Rubén.

-Buenos días, hermanita.

Levanta un poco la cabeza y sus labios se posan sobre los míos. Lleva una mano a mi mejilla y yo otra a su espalda.

-Mmm… -suspira, con los ojos cerrados.- Cómo me gustas…

-Y tú a mí, pequeña.

Dejo el libro a un lado y me centro en ella, en hacerla disfrutar. La beso en los labios, en las mejillas, en la oreja, bajo por su cuello y vuelta a empezar. Por su parte, juega con los pelitos de mi pecho y me hace cosquillitas. Cojo su trasero y se lo amaso a gusto haciéndola gemir levemente.

-Aaahhh… Tócame el culito… Siii… Ummm… Qué bien…

Me levanto un poco y me pongo sobre ella. Duerme desnuda, así que no tengo a pedirle que se quite los sujetadores. Me mira expectante, sonriéndome picarona, adivinando lo que voy a hacer.

-Quiero trabajarte los pechos, Alba -le explico.

-Adelante jiji dame placer. ¿Mi hermanito mayor me dará mucho gustito?

-Mucho no, muchísimo. Te haré gemir y haré que se te humedezca el chochito.

Dicho esto, me pongo manos a la obra. Primero masajeo un ratito sus tetas, haciendo que se acostumbren al tacto de mis manos amables, se enrojezcan y se pongan duritas.

-Mmmmmmm… Rubéeenn… Qué riicooohh… -Retorciéndose de placer, cierra con ojos con una sonrisa placentera y se pone las manos en la nuca, usándolas como almohada.

Conseguido esto, le beso un pezón y comienzo a trabajárselo: le doy suaves mordisquitos, lo succiono como si de una pajita se tratara, lo chupeteo, hago círculos con la lengua sobre él, a su alrededor…

-Oooooohhh… Mmmmmm… Pfffffff… Ummmmmm… Qué bieeeenn…

Cuando llevo ya un rato con uno, me voy al otro. Voy cambiando y al final los tengo a los dos durísimos y pidiendo guerra. Y mi Alba, cómo no, gozando, suspirando, jadeando sudorosa por todo el placer recibido.

-Hay que ver cómo gimes, ¿eh?

-Ufff, sí… Es que me das mucho gustituto, cielo… Aaaammm… Siiiguee…

-¿Estás cómoda?

-Uummm… Siii… Nada como que tu hermano mayor te coma las tetas de buena mañana… Pfff… Y encima tan bien… Con tanto cuidado… Aaahh…

-Disfruta, mi reina… Disfruta… Lo hago por ti… Oumm… Y me encanta ver cómo gozas por mis cuidados… Uummm… Qué ricas están…

Paro un rato y me echo a su lado a descansar. Me abraza y su lengua juguetea con mis labios. Me pone morritos y le como la boca despacito, dándole de mi lengua para que la bese y chupetee tanto como quiera.

-Mmm… Qué rica tu boca, Rubén… -me dice entre besos.

No quiero contarle el rollo, pero tengo la polla como un garrote por la excitación y no me acuerdo de la última vez que me masturbé. Necesito ir al baño.

-Alba, tengo… tengo que ir al baño un momento, ¿vale? Ahora vuelvo.

Antes de que pueda decir nada, me levanto y me dirijo a la puerta del cuarto. Sin embargo, sus palabras roncas me hacen detenerme:

-¿Vas a masturbarte, verdad?

-Ehh… -Iba a decirle que no, pero entonces me doy cuenta de lo absurdo que sería mentirle en esto, teniendo en cuenta que ahora es mi novia. Así que decido serle sincero.- Sí, tengo ganas… Me apetece.

-Si quieres… Si quieres, puedes masturbarte a mi lado… Así te puedo ayudar.

Aunque parezca increíble después de todo lo que hemos hecho ya, lo cierto es que me da un poco de vergüenza meneármela delante de mi hermana. Después de una encarnizada lucha con mi yo interior que dura unos pocos segundos, acepto su oferta.

Me acomodo a su lado y saco a mi soldadito, que está hinchado, palpita y apunta al techo. Alba abre los ojos como platos al verlo.

-Dios, es… ¡es enorme!

-Jajaja sí, así es cómo se pone un pene cuando se empalma.

Me empiezo a masturbar y mi hermana me besa con amor, haciéndome disfrutar de sus labios húmedos. Teniendo en cuenta que muy probablemente llevo semanas sin hacerme una sola paja, tengo que estar al loro de cuando vaya a correrme, más que nada porque la cantidad de semen que saldrá no será poca, precisamente, y no quiero dejarlo todo manchado.

Alba va combinando labios con tetas. Primero me besa un ratito y luego me planta sus pechos en la cara. Entonces, entre lametones y succiones de pezones duritos, meto la lengua justo entre sus senos y la hago reír.

-Jijiji para, tonto.

Me masturbo lentamente, sobándome también los testículos: los masajeo, los aprieto, les doy leves golpes con los dedos… Soy un poco masoca con esto, la verdad. En mi caso, el orgasmo siempre es mejor después de hacerlo.

-Aaahh… Mmmmmm…

-Uffffff… Cariño… Hermanito… Las tetas… Mmmm… Qué bienn…

-Aaaahhh… Hhhmmfff…

Noto que me voy a correr, así que aumento la velocidad.

-Ahh… Aahh… Aaahh… Aaaahhh… -gimo.

La descarga no se hace de rogar y tengo que usar mi propia mano como recipiente para no poner todo perdido de leche caliente. Eso sí: al terminar me quedo súper relajado, como una nube. Me echo en la cama, disfrutando el orgasmo, mientras mi hermana saca pañuelos y recoge la corrida.

-Gracias por esto… -agradezco su ayuda, dándole un cariñoso piquito.

-No es nada, mi amor jiji.

***

A Alba no le hace ni pizca de gracia que vaya a asistir al cumpleaños de Nuria… pero menos gracia le hace todavía que le pida ser mi acompañante. Al principio se niega en redondo, alegando que la anfitriona se me va a estar insinuando todo el rato, pero poco a poco voy convenciéndola de que desista en su afán por mantenerse alejada de la que ahora es amiga mía.

-Mira, hagamos un trato -empieza, poniéndose tierna-: yo voy al cumpleaños de Nuria si mañana hacemos más cosas en la cama. ¿Qué me dices?

-¿Solo eso? Pues acepto.

-No me has entendido -me mira picarona-. Cuando digo “más cosas” me refiero a ir más lejos en la cama. Hacer más cosas además de besarnos, acariciarnos y sobarme los pechos… Quiero hacerte una paja, Rubén.

-¿Una… Una paja? ¿Estás segura? Quiero decir… Por mí, perfecto, ¿eh?, pero… No sé… Pensaba que no querrías, que tendrías reparos o algo así…

-En absoluto. ¿Aceptas, entonces?

-Sí, sí, claro.

Nuria se pone contentísima al ver a mi hermana en la cena. Hay unas cuantas compañeras de clases, varios tíos, nosotros y, por supuesto, ella misma. De primeras se muestra reacia a mantener conversación alguna con los allí presentes, pero al rato se suelta y llegan a hacerla reír. Parece que ya se va sintiendo más cómoda en el ambiente.

Mis sospechas se confirman a la hora de pagar, en un momento que mi amiga se ausenta para ir al baño antes de salir.

-¿Cómo te lo has pasando, hermanita?

-Pues bien, la verdad. Creía que querría marcharme a la media hora, pero me lo estoy pasando bien.

-¿Y Nuria?

-Pues muy simpática. Se nota que tenía ganas de verme. Aún no me cae lo que se dice “bien”, pero desde luego la trago mucho más que antes.

-Me alegra oír eso.

Después de cenar vamos al centro de la ciudad a dar una vuelta, y en un momento dado nos ponemos a hablar tranquilamente Nuria y yo, estando mi hermana unos metros adelante.

-Hay que ver lo rápido que Alba ha congeniado con los de clase, ¿eh?

-Ya ves. Me ha dicho antes que se lo está pasando bien. Mira, te seré sincero: me ha costado convencerla de venir. No quería. Pero antes, cuando has ido al baño en el restaurante, me ha confesado que ya le caes un poco mejor.

-¿De veras? -quiere confirmar, ilusionada.

-Te lo prometo, Nuri.

-Gracias por traerla, Rubén. -Y me planta un beso en la mejilla que, lejos de molestarme, me hace sentir por primera vez que realmente estoy recuperando, poco a poco, mi amistad con ella.

Damos un rulo, tomamos algo en la terraza de un bar y terminamos entrando a una pequeña discoteca llamada “Yeah!”, porque en inglés todo suena mejor -nótese la ironía-. Nuria ya va contentilla, y yo. también. Alba se mantiene sobria pero también está bastante desinhibida.

-Baila conmigo, Rubén -me pide.

La rodeo por la cintura con el brazo y nos ponemos a mover el esqueleto. Lo cierto es que va guapísima: se ha planchado la melena rubia, lleva un vestido negro sin mangas con escote y el perfume que emana de ella es embriagador. Noto sus pechos duros, su cuerpo restregándose contra el mío, las yemas de sus dedos acariciando mi espalda, su solor, su mirada picarona enfrente de la mía, sonriéndome.

-Te quiero mucho, Rubén. -Se acerca más a mí para lo que yo entiendo es besarme, así que en un acto reflejo aparto la cara. Sin embargo, voy errado: deposita otro cariñoso beso en mi mejilla y acurruca su cabeza en mi hombro.- No voy a besarte, tranquilo. He bebido más de la cuenta, pero no he olvidado nuestra conversación,

Para agradecérselo, la beso tiernamente en el pelo, en la cima.

Rato después me dirijo al servicio, en un intento de bajarme la cogorza ni que sea un pelín. Es entonces cuando me cruzo con mi hermana, que me mira con una falsa cara de enfado.

-¿Qué te pasa? -le pregunto.

-Te he visto con Alba… Estábais muy abrazados…

-Uy mi pequeña, que se pone celosita -le sigo el juego-. ¿Qué pasa? ¿Pensabas que te estaba poniendo los cuernos con Nuria?

-Sí… -me contesta, falsamente dolida, agachando la cabeza y fingiendo que solloza.

-Pues algo tendré que hacer para compensarte, ¿no?

-Sí…

Sin pensármelo dos veces, me meto con ella en una de las cabinas y echo el pestillo. La abrazo por el culo y la espalda, estrujándola contra mí, y la beso con lengua, juguetón. Ella gime.

-Aaaahh… Cabrón… Me engañas con Nuria… Mmm…

-Eso no es verdad… Ooummm… Y lo sabes…

-Demuéstramelo, venga… Pfff… Aaammm… Demuestra que me quieres más a mí…

La beso por toda la cara, las orejas, el cuello, las muñecas… Ella se deja hacer, cariñosa, mordiéndose el labio, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la pared de madera de la cabina.

-Mmmmmm… Hermanito… Siii… Hhhmmm…

Me agarra los huevos con la mano por encima del pantalón y me los aprieta.

-Aaaaaahhhh… Cabrona… Pfffffff… Qué mala eres, Albaaahhh…

-Déjame darte placer, mi amor… -me dice al oído, morbosa, ronroneando.- Mmm… Déjame hacerte una paja… Por favor…

-Pffffff… Está bien… Espera… -Pero justo cuando me la voy a sacar, la puerta del baño se abre de un portazo y reconozco la voz de una de las amigas de Nuria.

-¡Joder, tía, te he dicho que no bebieras tanto! ¡Mira cómo vas!

Alba y yo nos hemos quedado en completo silencio. No sabemos qué hacer. Si salimos los dos a la vez de la cabina, pueden olerse algo. A base de gesticular y hablar con señales, acordamos que salga yo primero, y un rato después, ella.

-¡Nuri! -me hago el sorprendido al verla, aguantándose como puede en su amiga.

-¡Coño, Rubén, me vienes que ni pintao’! Ayúdame, anda, que esta va fatal.

-Vale, vale. -Entre los dos la sentamos en el suelo para que vomite en la taza del váter.- ¿Pero cuánto ha bebido?

-No lo sé, la verdad. Demasiado.

-No dejes que se duerma, ¿eh? Voy a buscar un vaso. Necesito agua o algo azucarado.

Pido un vaso en la barra y cuando vuelvo está mi hermana a su lado, ayudándola a vomitar. La tiene agarrada por el pelo, echándoselo hacia atrás, mientras Nuria saca hasta la primera papilla. Al verme, me sonríe levemente y me guiña el ojo.

***

Tal y como suponíamos, nuestros padres ya duermen cuando llegamos a casa. Nos metemos en el baño y meo mientras Alba se cepilla los dientes. Lo cierto es que, frente al espejo, está súper sexy: se ha hecho una coleta de caballo y tiene algunos mechoncitos rubios por la cara, se ha quitado el top y en los sujetadores se marcan unos pechos duros, también va sin pantalón y su braga realza el trasero y esos deliciosos y torneadas piernas que tanto me gustan… Está divina de la muerte.

-¿Qué me miras tanto?

-Lo guapa que eres.

Sonríe y me da las ganas.

-Tampoco soy tan atractiva, no sé… -se mira de arriba a abajo, modesta.

Termino y me acerco a ella por detrás.

-Para mí eres preciosa. -La abrazo y beso su cuello con suavidad.

-Y te lo agradezco, pero yo no me veo así.

-¿Y cómo te ves, entonces?

-Pues no sé, pero… no soy ninguna modelo.

-¿Conoces a alguna rubia de ojos azules?

-No.

-Yo tampoco. Alba, hermanita, te lo digo muy enserio: tienes que aprender a valorarte más. Me parece perfecto que no seas creída, pero si estás como para levantárselo a un muerto, pues acéptalo.

-Me estoy poniendo roja por tu culpa.

-Lo sé, y estás monísima. Es lo que quiero. ¿Quién más tiene unas tetas así de bonitas? -le pregunto retórico, tocándoselas.

-Mmmmmm… -suspira.

-¿Te gusta, eh?

-Mucho… Uuuffffff…

La levanto por el culo y la siento en la encimera, al lado de la pica. Se quita los sujetadores y pasa a disfrutar de mis cuidados en los senos: primero se los toco con suavidad para después pasar a masajearlos al ritmo que ella me indica. Voy despacito, notando cómo se van endureciendo más y más y cómo los pezones se van poniendo de punta.

-Hhhmmmmmm… Aaaahhh… -respira de forma entrecortada y se muerde el labio para no gemir.

Beso sus pechos, succiono los pezones… Cada vez le cuesta más ahogar sus gemidos. Vuelvo a tocarla con las manos y nos besamos. Sus labios me reciben alegres, juguetones, dándome leves mordisquitos. Mi lengua se abre paso dentro de su boca y danza con la suya.

-Ooouummm…

Me fijo entonces en que sigue estando roja.

-¿Aún tienes vergüenza? ¿Te he puesto nerviosa al decirte esas cosas?

-No, es que… me das mucho calorcito. Por las noches suelo tener frío, y es una de las razones por las que me abrazo a ti… Mmmmmm… Además… Están cositas que me hacemos… Que hacemos… Me dejan muy calentita… Uuummm…

Se acurruca en mi hombro y, viendo que le apetece más relajarse conmigo que jugar, la cojo en brazos otra vez y esta vez vamos a nuestra habitación. La verdad es que esta noche mucha calor no hace, así que abro la cama -las sábanas finas-, la ayudo a ponerse el pijama y nos metemos dentro.

-Mmm… Rubén… Gracias por meterme en la cama…

-De nada, peque. -Y la beso tiernamente en los labios.

-Qué bien me cuidas jiji.

-Claro. Soy tu hermano y tu novio. Me preocupo por ti.

Esta vez es ella quien me besa. Me pongo sobre ella y le voy comiendo la boca sin prisas, provocando sus suspiros, ronroneos y satisfacción. Sus delicados labios están enrojecidos y piden ser besados, llamada a la que yo respondo con mucho gusto. Le doy lengua y ella la chupa encantada de la vida, como si fuera un helado.

-Aún no me hago a la idea de que estamos juntos… Ummm…

-Pues háztela, mi niña, háztela. Soy tuyo o solo tuyo…

-Jijiji.

Y así, abrazados y entre besos, despedimos el mes de junio.

– Twitter:  @VMTMFTR. Valora y comenta. Muy gracias por leerme. –

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