Mi hijo vuelve a mi

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EL RETORNO DE MI AMADO HIJO

CAPÍTULO 1: UNA NOCHE PARA EL ARREPENTIMIENTO

Mis ojos estaban intensamente cerrados, la espalda arqueada y las manos tras de su cabeza, tratando de adosar la boca de mi amante hacia mis pechos, intentando en vano de agenciar más de él.

– ¡¡OOOOH, SÍ, CHÚPALAS …. CHUPALAS …!!!

Me sentía tan bien al volver tener los labios de un hombre en mis pechos por primera vez desde hacía 4 años y medio, entonces él bajó por mi cuerpo, besándolo… necesitaba abrevar el hambre de mi vagina, que llevaba tantos meses sin probar el pene de un hombre. El único problema era que el hombre que me estaba haciendo gozar no era del que realmente estaba enamorada. En mi mente fingía que era otro hombre el que me estaba haciendo el amor, esa imagen prohibida, que me orillo a meterme con este desconocido, ese hombre prohibido era ¡¡MI HIJO!!

A mis 43 años, aún tenía un buen cuerpo. Mis pechos, incluso se mantenían bastantes turgentes, no muy disminuidos ni tampoco caídos quizás, con unas areolas grandes y oscuras. Gracias al ejercicio que practicaba, la celulitis aún no había aparecido y mis glúteos junto a mis muslos permanecían firmes. Cuando salía del gimnasio, no había hombre que no se giraban a mi paso y eso me hacía sentir deseada.

La mano de Manuel se movió de uno de mis pechos a mi conchita y empezó a acariciarla. A insistencia bajo su boca a mi panocha y empezó a comérmela, jugaba con mis labios, buscaba mi clítoris. ¡Dios! Era todo un experto. Yo me agarré a las sabanas y me retorcía de placer. Traté de aclarar mi mente y concentrarme en él, pero no podía hacerlo. Tan caliente como estaba, empecé a inventar de nuevo. Sólo pude pensar en mi amante ficticio y eso hizo que mi deseo de gozar se hiciese irrefrenable.

– HAZME TUYA MANUEL, Gemí

– SÍ, LAURA, ERES TAN ARDIENTE, jadeaba mi amante en mi atención.

– LO SÉ, CARIÑO, LO SÉ. TE QUIERO HOY. QUIERO QUE ME HAGAS CORRER. QUIERO TU HERMOSA PINGA EN MI CONCHITA HOY.

Le rogué en voz alta mientras abrí mis piernas al máximo. Me penetró con suavidad, una excitación me recorrió todo el cuerpo. Empezó un bombeo lento pero excitante. A cada acometida yo lanzaba un lamento, clavé mis uñas en su espalda y le apretaba contra mí para que me penetrase más adentro. Aumentó el ritmo, el cabecero de la cama golpeaba mi vagina rítmicamente, el colchón empezó a emitir en un chirrido incesante, mis pechos se movían al compás. La combinación de los gemidos de Manuel y mi calentura me llevó velozmente a la cima de ese placer tanto tiempo deseado…. entonces llegó mi momento de clímax, me corrí con un grito que se oyó en toda la casa.

– ¡AAAAAHHHHH!

El cabrón siguió embistiéndome como un posído, inclusive que empezó a correrse dentro de mí. Se quedó quieto sobre mí, jadeando, mientras me besaba en los pezones. Se bajó de mí y recostado me miraba con una ligera risita mientras me los pellizcaba burlonamente. Notaba como su leche salía de mi conchita en un correr calmoso pero duradero.

– ¿QUÉ TE HA PARECIDO? ¿HAS DISFRUTADO?

– SIN DUDA, ME HAS HECHO DISFRUTAR COMO HACÍA TIEMPO QUE NO LO SENTÍA,

– TENGO MÁS PARA TI. DÉJAME QUE ME RECUPERE UN MOMENTO Y TE LO DEMOSTRARÉ.

Asentí con la cabeza. Recostó su cabeza sobre mis pechos, con sus labios les daba besitos y con sus dedos jugaba con mi vagina introduciéndolos suavemente y masajeándolo. Me iba a correr otra vez y exclusivamente con la acción experta de sus dedos.

_ ¡AAAHHH!,

Tuve otro espasmo, él se reía.

– ¿ESO ES TODO?

– NOOOOO, – me respondió-, esto solo ha sido el inicio. Ahora sin duda que viene lo bueno. Mi hizo levantar de la cama y me puso de espaldas, a comerme el culo. Empezó a masturbarse hasta tener su pinga en completa erección.

– AGÁRRATE LAS NALGAS Y ÁBRELAS,

Me imaginé lo que venía ahora, me agarró de los glúteos y suavemente me hizo dar un salto. A pulso y muy lentamente me fui abriendo, todo mi ano y de un golpe quería clavarmela, pero no me dejé. Entonces clavó su pinga de nuevo en mi concha, hasta el fondo. Paulatinamente inició un suave movimiento arriba-abajo, con la alianza de sus fuertes brazos en mis caderas, se mobía y soltándome, me bajaba inclusive que todo su miembro se clavaba en mi sexo.

– ¡DIOOOSSSSSSSS!

Mis gritos eran continuos con aquel mete-saca, él no hablaba, solo gemía. No mirábamos con nuestras caras marcadas por la excitación. Estábamos cubiertos de sudor, disminuido a escaso noté que el ahínco hacía mella en él y el ritmo era menor, pero yo estaba a punto de correrme y eso era lo único que me importaba. Por suerte, antes que él se cansara, llegué al orgasmo. En ese segundo se detuvo y aflojando los brazos hizo que me bajara. Vi que su miembro estaba tieso no obstante y poniéndome de rodillas, me lo introduje en la boca. Suavemente empecé a chupársela, haciendo pequeños giros con la cabeza a la vez que me la metía o la sacaba. De vez en cuando me la sacaba por completo y le daba lengüetazos en el glande, a lo que el respondía con gemidos más fuertes. El tipo no se corría, así me tuvo muchos minutos inclusive que un gruñido me indicó que lo iba a hacer. Me preparé para ello, quería tragarme su esperma. Noté la leche golpeando mi garganta varias veces, me lo terminé tragando todo. Le di un repaso con la lengua a todo lo que quedaba para que no quedara rastro ni de su semilla ni de mis fluidos.

Me incorporé y le besé en los labios, quería que el también sintiera su sabor de su leche y no lo rechazó. Nos tumbamos en la cama a recuperarnos.

– LAURA, HA SIDO MARAVILLOSO. CREO QUE LOS DOS LO NECESITÁBAMOS.

Me puso la mano en la mejilla y sonrió dulcemente.

– SI, HA SIDO MARAVILLOSO, LO NECESITABA dije con una falsa sonrisa en los labios. Pero por dentro me estaba arrepintiendo de haber caído tan bajo, con un hombre que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a mi difunto marido.

_ ¡DIOS!, si mi hijo se llegara a enterar…

– ¿PUEDO PASAR LA NOCHE AQUÍ?

– NO, MANUEL, ES IMPOSIBLE. No quiero que los vecinos hablen y pueda llegar a oídos de mi hijo.

_ LO ESTAS DICIENDO EN SERIO.

_ SÍ. MUY EN SERIO

_ LAURA, ya te dije que mis sentimientos por ti, son muy serios.

_ MIGUEL, ENTIENDELO. No puedes quedarte.

_ NI QUE FUERA LA PRIMERA VEZ, QUE TU HIJO TE VE CON OTRO HOMBRE. YA OLVIDASTE LO QUE PASO ESE DÍA ENTRE TU EX JEFE Y TÚ

Ni bien escuché estas palabras y fue cuando me levanté de repente y fui al cuarto de baño, quería eliminar el olor de Manuel de mi cuerpo, con la esperanza de que también podría limpiar todo el episodio de mi mente y más aun lo que me hizo recordar aquel domingo maldito.

CAPÍTULO 2: AMARGOS RECUERDOS

Lo que voy a narrar sucedió precisamente siete meses después de haber enviudado. La muerte de mi marido fue un episodio bastante trágico en mi vida y en especial en la de mi hijo, ya que siempre entre su difunto padre y Luis Enrique, siempre hubo una amistad a prueba de balas. Con mi marido que les puedo decir. Era mi felicidad plena, el hombre que toda mujer anhela: caballero, galante y sobre todo un amante en la cama. Por eso cuando Enrique murió de aquel infarto fulminante, el mundo se me fue con él en su ataúd. Solo me dediqué a mi trabajo ya que, a pesar de la tragedia, debía ser fuerte ya que era la jefa de personal en la empresa donde trabajaba. Pero aquella noche que era la fiesta de aniversario, yo no quería ir, pero mi jefe Patricio un hombre de casi 50 años, muy fornido, bastante varonil y sobre todo muy serio, me pidió (mejor dicho, me exigió) que fuera a la fiesta. Esa noche le pedí a mi hijo que me acompañé ya que Luis era mi soporte, mi brazo fuerte, en especial, mi confidente. Pero esa noche, él no podía ir ya que quedo de estudiar en casa de uno de sus compañeros.

Entonces decidí ir sola y cuando llegué todo el mundo me quedo mirando (Ya que vestía todo un vestido enterizo negro, sin nada en los hombros y mi cabello lo recogí de modo que me resalto como toda una mujer elegante) En la fiesta varios de mis compañeros, se me aventaron con el fin de sacarme a bailar, pero yo solo permanecía sentada y bebiendo (la verdad lo necesitaba)

Entonces mi jefe se me acercó y me pidió bailar, entonces comencé a hacerlo y sumado los efectos del trago (me sacó de la cordura) bailaba muy apegada a él. A esto se sumó su aroma de colonia bastante fuerte y los toqueteos que no se hicieron de esperar. Sería como dos horas después que aprovechando lo oscuro de la fiesta y me dio un beso en la boca a la cual le correspondí. Pero media hora después le dije que me iba a mi casa, pedido que él aceptó y pidió acompañarme. Yo acepté con el fin de demostrarle que no pasó nada grave, en el camino le dije que extrañaba a mi marido y que me deje llevar por el momento, mientras un calor intenso me aprisionaba, como si estuviera en mis días de ovulación. Estaba muy excitada, me tocaba los pechos, las piernas, en fin, estaba hecha una zorra en celo. Patricio no dijo nada y cuando llegamos a mi casa, yo estaba aún arrecha (ahora sé que Patricio me puso algo en la bebida). Me ayudó a ingresar, pasamos las dos puertas de la casa y una vez en la sala, me tocó por la cintura y subió a mis pechos, mientras me devoraba los labios. En ese momento solo me dejé llevar, mientras sus besos recorrían no solo mi boca, también todo mi cuerpo.

Como seguía muy excitada, le di un beso muy locamente. Bajé por su camisa, sus pechos (él gemía) y de pronto le dijo que se callara. Lo llevé a mi recamara, donde viví muchos años dormí con mi marido, entramos y seguía comiéndole su linda boca, me quitó la blusa y mi sostén y esta vez a lamer mis ricas tetas que en ese momento eran de mi amante, yo gritaba como loca y me saqué toda la ropa de un golpe, al igual que él, quedándose solo en bóxer, luego me lancé a lamer esos pectorales (a pesar de su edad, se conservaba muy bien), me tumbé en la cama y comenzamos con un 69 muy riquísimo, donde saboreamos nuestros sexos y en especial, el pene de mi jefe, era más grande y grueso que la de mi ex marido (de hecho ha sido una de las pingas más ricas que me he comido en mi vida) Me quería quitar los tacos, pero me dijo que no (que así me hacía ver más puta) y comenzó a comerme mi conchita carnosa, que en menos de cinco minutos me corrí rápido, porque eche mis jugos en su cara.

Luego puse sus dedos y comenzó a pajearme muy fuerte, Yo casi estaba al borde del desmayo de tanto placer, hasta que no aguanté, me volteé de espalda, y me clavó de perrito, toda su pichula de golpe en mi delicada panocha.

Él estaba de pie y yo al filo de la cama y comenzó a embestirme rápido, yo gemía como una poseída y se podía escuchar el sonido que hacía su pinga y mi conchita cuando se unían (estaban muy lubricados nuestros sexos) luego puse mis piernas en sus hombros y seguía dándome más duro, (y ese sonido rico que sonaba, me arrechaba más) me lamía el taco y mi pierna desnuda, lo que me obligaba a meter mis dedos en mi boca.

Luego de eso se echó en mi encima y me penetraba en pose de misionero y nos comíamos la boca (estábamos cachando como si fuera nuestra última vez) su pene entraba y salía con rapidez, y el contacto con mi bello que tenía en mi conchita le excitaba más. Hasta que me volteó y dando un escupitajo en mi culito, lo comenzó a penetrar, sin dilatarlo. (Era la tercera vez que me lo metían allí, desde que me casé con mi marido) Yo gritaba y le despacio por favor, pero mi jefe estaba tan arrecho que me dijo

_ ¡YA MI AMOR, ¡MAMI, LO QUE TÚ DIGAS, TÚ ERES MI REINA, MI MUJER!

Y yo respondía: “SÍ SOY TUYA MI AMOR, VAMOS CÁCHAME MÁS

Seguía penetrándola encima de ella, hasta que me levanté, como si me fuera sentir encima de su espalda, y seguía dándome por el culito tan rico. Su pene entraba y salía y sentí como mi agujerito, empezó a dilatar muy rápido.

De pronto sacó su pene y comenzó a correrse, pero con una mano le detuve y le dije:

_ ¡NO METEMELA, CÓRRETE EN MI, EN DOS DÍAS VIENE MI REGLA, VAMOS CÓRRETE EN MÍ, ¡QUIERO SENTIR TU LECHE DENTRO!

Me escuché y en el acto me la metió de nuevo, por mi conchita, seguía dándome más fuerte, hasta que de pronto dijo “ME CORRO, ME CORRO” y empezó a botar todo su semen dentro de mí. Él seguía expulsando más y más, hasta que después de dos minutos sacó su pinga y vi como corría su leche por su panochita. Nos besamos y me dijo que lo había gozado como nunca y que sobre todo quería algo más serio conmigo, pese a estar casado. La excitación era tan grande que le respondí que yo era su mujer y que mi culo y mi conchita, eran suyas y que aceptaba lo que me decía (En ese momento ni siquiera pensé en mi hijo)

Era como las 4 de la madrugada y los dos nos quedamos dormidos hasta las 7 am. Luego a esa hora, Patricio se levantó, vistió y yo con una bata, lo acompañé hasta la puerta. Aunque estaba medio somnolienta y a la vez que mierda me habían puesto en esa bebida, que seguía con más ganas de sexo. Al llegar a la segunda puerta de la casa (la que comunica a la calle) nos despedimos dándonos un beso en la boca, quedando vernos al día siguiente en la oficina.

Cuando ingresé a la casa, y cerré la puerta, me coloqué sobre ella con los ojos cerrados y suspirando. De pronto unas palmadas bien fuertes me sacaron del trance y ¡NO PODÍA CREERLO! Mi hijo Luis estaba en medio de la sala, de pie y aplaudiendo cínicamente. Yo ese momento no supe que decir, el corazón me aceleraba muy rápido. Fue él quien rompió el silencio.

_ ¡BRAVO, BRAVO! LA DIGNA SEÑORA QUE ENVIUDO HACE MENOS DE 1 AÑO Y AHORA YA CONSIGUIÓ REEMPLAZO DEL DIFUNTO.

_ LUIS, POR FAVOR ¡NO ES LO QUE TU PIENSAS! ENTRE ÉL Y YO NO PASÓ NADA

_ JAJAJAJAAJA. AY MAMACITA LINDA, LAS CÁMARAS DE LA CASA NO MIENTEN.

Y era verdad, las malditas cámaras instaladas en la casa, lo delataban todo. Yo no quise seguir con la charla y me metí a mi cuarto avergonzada y cerré la puerta, para no verle la cara a mi bebé (Sabía que no creería nada, ya estaba delatada al 100%) Ese mismo día mi hijo se la pasó aplaudiendo más y más, lo que provocaba que mi histeria aumentará. Por la noche las palmadas cesaron y en la casa reino el silencio. Ninguno de los dos probó bocado durante la vigilia.

A la mañana siguiente mi hijo se fue a la universidad y yo me quedé en la casa. No tenía fuerzas ni deseos de verle la cara a mi jefe (a pesar que me llamó como 20 veces en todo el santo día) Lo que hice fue revisar el sistema de cámaras y pude grabar en un cd la hora que mi amante de esa noche entró y la hora que salió. Por la noche mi hijo llegó, con síntomas de haber bebido, pero no le tomé importancia y mucho menos me preguntó cómo estaba yo, como en otras ocasiones.

A la mañana después, me puse mi ropa de oficina y fui directo a la oficina con el cd y con mi renuncia en la mano. Al llegar fui directo a la oficina de Patricio y una vez cara a cara, él me preguntó porque no había venido el día anterior, pero sin darle respuesta le dejé la renuncia con el cd.

_ ¡QUIERO QUE ACEPTES MI RENUNCIA AHORA MISMO, SINO QUIERES QUE LA COPIA DE ESTE CD LLEGUÉ A MANOS DE TU QUERIDA MUJER! APARTE QUIERO MI LIQUIDACIÓN COMPLETA EN MI CUENTA BANCARIA EN MENOS DE TRES DÍAS. ¡POR MI PARTE ADIOS Y HASTA NUNCA!

Patricio se aterró y aceptó sin chistar. Salí de la oficina y me pasé todo el día por la calle buscando nuevo empleo. No fue difícil ya que a mí me conocían porque era una excelente relacionista pública y en menos de dos horas ya tenía nuevo trabajo y nuevo grupo a dirigir.

Me quedé casi todo el día buscando despejar mi mente, cuando a la noche llegué a mi casa y observé que mi hijo no estaba. Como si un presentimiento me anunciase algo, fui a su cuarto y no estaba su ropa ni sus cosas personales. Entonces había una nota sobre la cama que decía

“COMO VERAS, YA NO PUEDO SEGUIR VIVIENDO EN LA MISMA CASA, DONDE UNA VEZ TE TUVE RESPETO, AMOR Y SOBRE TODO CONFIANZA. ESA NOCHE ME HAS DECEPCIONADO, MAS NO TE TENGO ODIO NI RENCOR. ME VOY DE TU LADO, PARA QUE ASÍ HAGAS LO QUE GUSTES CON TU VIDA Y YO LA MÍA. NO TE PREOCUPES, ME CAMBIARÉ DE UNIVERSIDAD Y SI GUSTAS NOS COMUNICAREMOS POR FACEBOOK O LLAMADAS. HASTA PRONTO”

No supe cómo reaccionar. Solo apreté la carta e inmediatamente eché llave por toda la casa. No quería ver a nadie en ese momento. Así comenzó este periodo de soledad y abstinencia en mi vida.

Ahora volviendo al presente, todo el incidente se produjo debido a lo que yo pensaba que era una buena idea, pero cuando me di cuenta que había cometido un error, estaba tan caliente que ya era demasiado tarde para echarme atrás. Me di una ducha rápida, mientras me dirigía de vuelta a la cama, me preguntaba cómo deshacerme de Manuel con tacto. Entre de nuevo a la habitación, Manuel ya estaba completamente vestido y a medida que me acercaba a él, me sentía más sucia, me tomó en sus brazos y me besó. Pensé que iba a vomitar.

– ¿CUÁNDO PUEDO VOLVER A VERTE? – Me susurró mientras acariciaba mi pecho izquierdo.

– ¡QUÍTAME LAS MANOS DE ENCIMA Y VETE! Grité en mi cabeza, – No lo sé. Luis estará en casa en pocos días para pasar las fiestas de fin de año. Ya te llamaré más adelante.

– NO PUEDO ESPERAR. – Susurró mientras me besaba de nuevo.

– TENDRÁS QUE HACERLO, dije, pero sin embargo lo que pensaba realmente era que “Antes el mar se seca, que volver a acostarme contigo”.

Cuando se fue, me serví una copa de vino, me acurruqué en el sofá de la sala de estar y comencé a reflexionar sobre mi dilema. Luis Alberto, mi marido, había fallecido hacía más de cuatro años dejándome viuda con 39 años y con un hijo de 19 años, después de sufrir una grave enfermedad durante más de un año. Alberto y yo nos amábamos mucho, era mi amor de toda la vida, desde adolescentes. Por suerte mi marido tenía un buen seguro de vida y nos dejó en buena posición, sumado a mi excelente trabajo como relacionista de un consorcio inmobiliario, que tenía contactos con el estado. Vivíamos en una pequeña ciudad del norte, de cara a nuestros amigos y conocidos éramos un matrimonio conservador, pero nuestra vida sexual era un volcán. Nos encantaba practicar sexo muy a menudo y nuestra imaginación no tenía límites. Pero desde que enfermó nuestras relaciones sexuales se resintieron en gran medida hasta en los últimos meses desaparecer completamente.

Fue sin duda el 2017, el año más duro de mi vida.

Y ustedes se preguntaran ¿Quién es Manuel? Él es un amigo de la familia que había estado coqueteándome, incluso antes de que Alberto muriese. Yo sabía que estaba listo para saltar a mi cama en cuanto se lo propusiese.

Unos seis meses después de que mi hijo se fuera de mi lado, Manuel empezó a invitarme a salir con él. Yo sabía que lo que él quería era meterse en mi cama, pero yo me resistía a aceptar sus invitaciones. Después de todo, lo que viví con mi ex jefe, y peor cuando mi hijo se enteró de lo sucedido, (comprendí que nunca me lo perdonó, por eso su disimulo al irse de la casa) me impulsaron a rechazarlo muchas veces.

Con el tiempo, la insistencia de Manuel para salir con él aumentó y decidí aceptar su invitación. Yo no estaba especialmente emocionada, pero por salir una noche a cenar, no pasaría nada. Me llevó a un buen restaurante, muy tranquilo y por suerte nadie de mi entorno nos vio. Al regreso a casa, a la entrada, me pidió tomar una última copa, a lo cual yo me negué.

– NO ES BUENA IDEA, le dije. TODAVÍA ES MUY PRONTO.

– LO COMPRENDO, me dio un beso en la mejilla y se alejó en su auto.

Cada cierto tiempo salíamos a cenar o al algún otro lugar, pero todas las veladas acababan igual, en una de esas citas, le conté lo que pasó con mi ex jefe y comprendió porque yo le decía que era muy pronto y él se iba. Hasta que llegó esa noche, estaba tan caliente que le invite a tomar esa última copa. Y por fortuna lo fue, ya que nunca más saldría con él y mucho menos me acostaría con él. Lo que pasó, ya lo conté al inició de este relato.

CAPITULO 3: LA LLEGADA DE LUIS

Luis, mi hijo, estaba preparándose para la universidad cuando su padre enfermó. Siempre ha sido muy maduro para su edad, por lo que cuando su padre cayó en cama, él decidió posponer la universidad para poder quedarse en casa y ayudarme en todo lo posible. Durante ese año se convirtió en el hombre de la casa, haciéndose cargo de todas las tareas que su padre solía realizar, además de algunas de las mías. Fue un verdadero sostén para mí en esas circunstancias, creo que fue durante ese tiempo cuando comencé a verlo, no como a un hijo, sino como un hombre y esa sola idea me daba escalofríos.

Unos meses después que mi marido muriera, Luis retomó la universidad como estaba previsto en un principio. Pero cuando pasó el incidente con Patricio, Luis se marchó y solo me quedaba la esperanza de hablar con él por teléfono o por sus redes sociales. Allí veía sus fotos haciendo deporte, saliendo con sus amigos, en el gimnasio y cuando salía con algunas chicas. Me olvidé decirles que se trasladó a una universidad de Lima, y solo un celular nos unía.

Durante muchos días lloré casi todas las noches a causa de la soledad. Habían pasado más de dos años desde que Alberto murió, cuando empecé a sentir el deseo por el sexo de nuevo. Fue entonces cuando comencé a masturbarme con un consolador que compré, por primera vez desde que me casé. Cuando empecé, me gustaba imaginar a Alberto en mi mente, pero esa imagen sería reemplazada al poco tiempo por la de mi hijo. Con sólo mirar las fotos de Luis, que me enviaba desde la distancia, en especial las que veía en su Facebook, esto provoco que cuando hablaba con él por teléfono, me empezaba a masturbar suavemente, intentando que no me oyese gemir, empezaba a sentir un deseo irrefrenable, causándome una culpa terrible y haciéndome sentir sucia.

Cuando venía algún fin de semana (después de casi dos años de ausencia) a visitarme y me abrazaba, acariciaba o me daba besos, me costaba contenerme y no arrastrar a mi hijo a mi habitación y hacerle el amor salvajemente. No podía dormir por la noche, sabiendo que el objeto de mi deseo ilícito estaba sólo a un par de puertas de distancia. Me sentía culpable, después de todo, él era mi hijo y una madre no debe sentir eso. Finalmente decidí que la única cura era buscarme un amante ajeno a mi hijo, fatal error que ya una vez lo pagué y no quería volver a repetir eso.

El día que Luis decidió regresar a casa, después de 2 años, 8 meses, desde la última vez, para pasar las navidades, (y en el fondo rogaba, que se quedase definitivamente conmigo) yo me desperté más caliente que nunca. Mis pezones estaban duros como piedras, empecé a acariciármelos con una mano y con la otra me empecé a masturbar frenéticamente mientras miraba la foto de mi hijo que tenía en mi celular. “Luis, mi niño, mi amor” susurraba, hasta que tuve un orgasmo. Me quede jadeando en la cama.

– PERDÓNAME HIJITO, PERO TE NECESITO, – dije dirigiéndome a su foto, la cogí, la besé y me abracé a ella.

Me sentía como una chiquilla a la espera de su primera cita, no sabía cómo iba a actuar cuando le tuviera enfrente mío ¿Podría contenerme? Mientras que me duchaba, me volví a masturbar. Había quedado en ir a buscarle al terminal terrestre, estaba nerviosa, deseando abrazarlo y comérmelo a besos.

Mirando para la llegada de buses, uno de estos carros se detuvo y empezaron a bajar los pasajeros y allí estaba, el chico más hermoso del mundo. Me sonrío y fui corriendo hacia él, nos fundimos en un abrazo y empecé a besarlo, incluso llegué a besarlo repentinamente en la boca.

– Mi niño, mi vida, mi amor e intercalaba un beso entre cada una de las palabras.

El correspondió a mi cariño con más afecto todavía.

– Mama, por fin estoy aquí. Dijo con lágrimas en los ojos, mientras me acariciaba las mejillas. Fui un tonto al separarme de tu lado. Espero puedas perdonarme.

– Vámonos a casa, y allí hablaremos.

Mientras que andábamos por el terminal, yo le llevaba sujeto por su brazo, con mi cabeza apoyada sobre su hombro. Por fin le tenía a mi lado, iba radiante de felicidad. Una vez en casa, lo obligué a sentarse en el sofá mientras le servía una gaseosa. Me senté a su lado y volví a apoyar mi cabeza sobre su hombro.

– ¡MAMA! ¿ESTÁS BIEN?

– SI HIJITO, ES QUE ME ALEGRO TANTO DE TENERTE OTRA VEZ A MI LADO. ESTOY TAN SOLA SIN TI. Y me puse a llorar.

El me abrazó y se puso a llorar también.

– POR FAVOR, NO LLORES MÁS, TENEMOS DOS SEMANAS PARA ESTAR JUNTOS.

– YA, PERO DESPUÉS TE IRÁS OTRA VEZ.

– NO PIENSES EN ESO AHORA. OYE, ¿POR QUÉ NO TE CAMBIAS Y NOS VAMOS A CENAR POR AHÍ? MIENTRAS TANTOS ME DOY UNA DUCHA RÁPIDA.

– CLARO QUE SI, AMOR MÍO. AHORA MISMO

Mientras se duchaba, caí en la cuenta que no había puesto toallas limpias después de ducharme yo. Cogí dos y sin pensármelo dos veces entre en el baño y a través de la puerta semitransparente pude ver la figura de mi hijo. Se estaba enjabonando y cuando llegó a su pene, empezó a masturbarse. Yo estaba petrificada viendo la escena, en un momento dado dijo casi en un susurro, “MAMÁ, MAMÁ” e instantes después empezó a eyacular. Reaccioné a tiempo y al tocarle la puerta, dejé las toallas en un costado y me alejé. No me lo podía creer, mi hijo se había masturbado pensando en mí, ¿sería esta la primera vez? O ¿acaso lo había hecho más veces? ¿Qué hacía solo en la capital, en qué pensaba?

Cuando salió de la ducha, con la toalla alrededor de su cintura, yo todavía no me había cambiado,

– ¿NO TE HAS CAMBIADO TODAVÍA?

– NO, ¿POR QUÉ NO NOS QUEDAMOS EN CASA ESTA NOCHE? YA SALDREMOS MAÑANA, SI QUIERES.

– POR MI PERFECTO

Durante la cena estuvimos charlando sobre algunas cosas nuestras, yo no podía apartarme de la cabeza la escena de la ducha, él me miraba atentamente mis pechos. Me había puesto una blusa sugerente y debajo no llevaba sostén. Tenía mis pezones duros de la calentura que tenía y se marcaban perfectamente a través de la tela. Pasada la una de la madrugada decidimos irnos a acostar, en la puerta de mi habitación, me abrazó y dándome un sonoro beso en la mejilla me dijo:

– HASTA MAÑANA, MI REINA.

– HASTA MAÑANA, REY MÍO.

Permanecimos abrazados, sin decirnos nada. Y entonces sucedió, note su erección, que dura la tenía.

– ESTOY TAN SOLA, HIJITO

– LO SÉ MAMA Y LO SIENTO, NO DEBERÍA HABERTE DEJADO SOLA. PERO MIS CELOS, MI CÓLERA HICIERON QUE PENSARÁ EN IRME DE TU LADO. PERO AHORA QUIERO REPARAR ESE ERROR.

Le miré y sin pensármelo dos veces le di un beso en la boca que él no rechazó. Seguimos besándonos y nos introdujimos en mi habitación. Me empujo sobre la cama y yo quedé bocarriba mirándole. Él empezó a desabrocharse la camisa y yo hice lo mismo con mi blusa, se quitó los pantalones y el bóxer y quedó con su inmensa pinga erecto apuntando hacia mí. Por suerte había heredado el mástil de su padre, un miembro hermoso y de buen tamaño. Me desabroché la falda y el tiró de ella para quitármela, a continuación, me quito los calzones que llevaba, quedando mi conchita recién rasurada, a su vista.

– QUE HERMOSURA, dijo. Y abriéndome las piernas metió su cabeza entre ellas.

– ¡OH, DIOS!, exclame cuando note su lengua introduciéndose en mi vagina. ¡OH, DIOOSSSS!

Seguí exclamando agarrándome a la almohada por detrás de mi cabeza. Me estaba volviendo loca de placer, no paraba de jugar con mis labios, tiraba de ellos, de mi clítoris hasta que me corrí salvajemente. Él se quedó besándome la conchita, mientras que yo le acariciaba su pelo.

– HA SIDO BESTIAL, se nota que tienes mucha práctica.

– SÓLO A ALGUNAS MAMÁ y a todas les ha gustado, o eso han dicho al menos.

– TE PUEDO ASEGURAR QUE A MÍ ME HA GUSTADO Y A ELLAS SEGURO QUE TAMBIÉN. ÉCHATE

El me obedeció, me puse de rodillas sobre la cama y cogiéndole la pinga, empecé a masturbarle. Apenas me cabía la mano, me la metí en la boca y comencé a jugar con ella. “Mamá” dijo en un susurro, le daba lenguazos en el glande, me metía sus huevos en la boca y delicadamente tiraba de ellos. “Mamá” repetía constantemente. Tenía cerrados los ojos, y se agarraba a las sabanas.

– Ahora es tu turno, me dijo.

Se incorporó y me hizo tumbarme, se puso de rodillas en la cama. Abrí al máximo mis piernas, se agarró su miembro con la mano, empezó a restregarlo contra la entrada de mi vagina, yo lo miraba y suavemente me lo metió. “Ahhhh” gemí. Empezó a bombear y yo forzando el cuello miraba como desaparecía completamente dentro de mi concha. ¡Ahhhh! Lo sacaba hasta casi salirse y otra vez hasta el fondo. Yo gemía quedamente y le miraba a su rostro. Para aumentar mi placer, con mis dedos empecé a jugar con el clítoris, acariciándolo. Me sujetaba los muslos para mantenerlos completamente abiertos, perdí la noción del tiempo que duraron sus embestidas, pero fue bastante tiempo, supongo que gracias a la paja que se hizo en la ducha.

– MI NIÑO, AMOR MÍO DECÍA MIENTRAS LE MIRABA A LOS OJOS.

– MAMA, MAMA RESPONDÍA CON LA VOZ ENTRECORTADA.

De improviso me corrí sonoramente, sacó su pinga y me la acercó a mi pecho. Se la agarré y empecé a masturbarle hasta que se corrió sobre mis tetas, la acercó a mi boca y se la chupé unos instantes. Resoplando se acostó a mi lado, nos abrazamos.

– MAMA, TE AMO, REPETÍA DE VEZ EN CUANDO.

– MI VIDA, YO TAMBIÉN TE AMO.

DE REPENTE ME MIRÓ CON GESTO SERIO.

– ¿QUÉ HEMOS HECHO, MAMA? ¡DIOS!, SI ALGUIEN SE ENTERASE.

– ¿Y QUIÉN SE VA A ENTERAR, AMOR MÍO? ADEMÁS, NO VEO QUE HAYAMOS HECHO NADA MALO. NO HACEMOS DAÑO A NADIE.

– YA, PERO LA GENTE NO LO ENTENDERÍA.

– QUÉ LE DEN A LA GENTE, YO TE AMO Y NADIE ME VA A IMPEDIR AMARTE COMO YO QUIERA. BUENO, PERO NO TE PREOCUPES MI VIDA, QUE PROCURAREMOS QUE NADIE SE ENTERE.

Nos quedamos en silencio y abrazados nos dormimos. A la mañana siguiente Luis seguía dormido cuando me desperté, levante la colcha que nos cubría y pude contemplar su magnífico cuerpo, me fije en su miembro que se encontraba relajado. Se lo agarré suavemente y empecé a masturbarle lentamente para que no se despertara. Cuando se pudo un poco erecto me lo introduje en la boca y empecé a chupárselo, me costaba metérmelo todo, pero lo conseguí.

– ¡OH, MAMÁ!, – Dijo con un quejido.

Yo seguí chupándosela hasta que se corrió en mi boca, no eyaculó mucho porque no había tenido tiempo de recargarse del todo, pero algo sí que me comí.

– PENSÉ QUE LO DE ANOCHE HABÍA SIDO OTRO SUEÑO DE LOS QUE TENGO CONTIGO, PERO NO, HA SIDO REAL. Dijo.

– Y TAN REAL, AMOR MÍO. TE LO PUEDO ASEGURAR.

Nos quedamos un buen rato en la cama abrazados, a las diez de la mañana me dijo:

– HOY HE, QUEDADO CON LOS AMIGOS DEL BARRIO SALIR A ALMORZAR. SI NO BAJO ME VENDRÁN A BUSCAR Y ME HARÁN SALIR A LA FUERZA.

– DE ACUERDO MI AMOR, ¿VENDRÁS PARA CENAR?

– ESTA NOCHE SÍ QUE CENARÉ CONTIGO, NO TE PREOCUPES. Y ME BESÓ EN LOS LABIOS.

El día se me hizo muy largo, solo podía pensar en mi hijo y en lo que habíamos hecho. Por supuesto que no estaba arrepentida y deseaba que llegase la noche para que me volviera a poseer. A eso de las nueve de la noche, me envió un WhatsApp con el mensaje: “PREPÁRATE, QUE YA VOY DE CAMINO Y VENGO CON EL TANQUE MÁS LLENO QUE ANOCHE”. Nada más recibirlo, la puerta de la casa se abrió, y allí estaba mi hijo, mi hombre.

– NO ME HAS DADO TIEMPO A PREPARARME.

– ES QUE HE VENIDO VOLANDO. Y SE ABALANZÓ SOBRE MÍ.

Me arrastro de la mano hacia mi habitación y sin pérdida de tiempo me empezó a desnudar. Cuando me tuvo completamente desnuda empezó a besarme por todo mi cuerpo, yo cerré los ojos y me dejaba hacer. Me dio la vuelta y me pasó la lengua desde mi culo hasta el cuello, nunca me habían hecho eso. Un frío recorrió mi espalda y noté como mi conchita ya se humedecía.

– ¿TE GUSTA?

– SÍ, ME ENCANTA, SIGUE, POR FAVOR.

Me besó las nalgas y me volvió a voltear. Apoyó su cara en mi pubis y aspiró profundamente.

– QUE OLOR MÁS DELICIOSO Y ME LO BESÓ.

– AHORA ME TOCA A MÍ

Le desnudé y repetí todo el proceso que él me había hecho. Cuando llegué a su miembro, sin miramientos me lo introduje en la boca y empecé a chupárselo

– TRANQUILA, ESO DESPUÉS. AHORA TE VOY A METERLA POR DETRÁS.

– ¿ VAS A METERLA POR EL CULO?

– NO PENSABA HACÉRTELO POR EL CULO, PERO ¿QUIERES QUE LO HAGA?

– OTRO DÍA

– DE ACUERDO, MI REINA.

Me arrastró al cuarto de baño y me puso mirando al espejo. Apoyé las manos en el lavadero, y con sus pies, dándome toquecitos hizo que me abriera de piernas. Acto seguido noté como su pinga peleaba por entrar en mi vaginita. Yo me agaché un poco más para facilitarle la entrada y a continuación de un golpe me la metió. Se agarró a mis pechos y empezaron las embestidas, cada vez más deprisa y más fuertes, yo gemía mientras que me besaba en el cuello. Él daba pequeños gruñidos por el esfuerzo que estaba realizando, mientras que yo gemía ruidosamente. Nos mirábamos a reflejados en el espejo. Aquello era tan excitante. Después de unas cuantas embestidas más, saco su miembro de mi sexo y dirigiéndolo a mi espalda se corrió con un sonoro gemido. Yo todavía no había tenido mi orgasmo y se dio cuenta, me giró y poniéndose de rodillas me abrió las piernas y me hizo que pusiese una de ellas sobre su hombro. Y a continuación empezó a comerme la concha, la verdad es que tarde poco segundos en irme pero él siguió comiéndomelo hasta que pasado unos instantes tuve otro orgasmo. Hacía años que no tenía dos orgasmos tan seguidos, Alberto lo conseguía a menudo, y por lo visto, mi hijo, además de su pene, había heredado ese don.

Nos metimos en la ducha abrazados dejamos que el agua caliente cayese sobre nuestros cuerpos, era tan relajante. Estuvimos más de media hora abrazados, besándonos y acariciándonos.

– ERES UNA AMANTE MARAVILLOSA, MEJOR QUE NINGUNA DE LAS CHICAS CON LAS QUE HE ESTADO

– Y TÚ, ERES UN DIGNO HEREDERO DE TU PADRE.

– ¿SOY MEJOR QUE ÉL?

– SON DIFERENTES, PERO NO TIENES NADA QUE ENVIDIARLE, TE LO ASEGURO.

– DESDE EL DÍA QUE ME FUI, ¿VOLVISTE A ESTAR CON ALGÚN HOMBRE? AHORA LO ENTENDERÍA, UNA MUJER JOVEN Y BELLA COMO TÚ, TIENE SUS NECESIDADES.

– NO, – MENTÍ, – DESPUÉS DEL FALLECIMIENTO DE TU PADRE Y AQUELLA VEZ QUE ME VISTE CON ESE IMBÉCIL, NO LE ABRÍ MIS PIERNAS A NADIE MÁS, SOLO CONTIGO. TE LO ASEGURO.

Si le contaba lo de Miguel, era posible que se sintiese dolorido y hasta que me odiase. No sé si me creyó, pero si no lo hizo, no dio muestras de ello. Al día siguiente decidí darle a estrenar mi culo.

– QUIERO QUE ME DES POR EL CULO, VAS A ESTRENÁRMELO. Mi hijo me miró asombrado.

– ¿PAPA NUNCA TE LO HIZO?

– NO, PARA ESO ERA MUY SUYO. TENÍA METIDO EN LA CABEZA QUE ESO NO ERA DE HOMBRES.

– PUES YO YA HE CACHADO UNOS CUANTOS CULOS. PERO TODOS DE CHICAS, QUE CONSTE. Y NOS REÍMOS CON SU OCURRENCIA.

“A mí nunca se me hubiera ocurrido pensar lo contrario”, me dije a mi misma. Saqué un bote de lubricante anal y se lo ofrecí. Él lo rechazó, se dirigió a la cocina y a su regreso vino con un bote de mantequilla.

– COMO EN EL ÚLTIMO TANGO EN PARIS, DIJO.

– QUE OCURRENCIAS TIENES.

Cogió un buen trozo de mantequilla y se lo untó en la pinga. Lo que le sobró lo utilizó para lubricarme el ano. Me introdujo lentamente el dedo y lo movía suavemente en mi interior. Yo tenía mi cara apoyada completamente en la almohada, mientras que daba gemidos. Estuvo unos minutos dilatándome el año, sacó su dedo y noté como algo mucho más grande pugnaba por entrar. Yo tenía miedo, pero no le dije nada, rogaba que mi hijo me penetrase con delicadeza.

– TRANQUILA, MAMA. NO ES EL PRIMERO QUE DESVIRGO Y LA MAYORÍA HAN REPETIDO DESPUÉS.

– CONFÍO EN TI, MI AMOR.

Me agarró por la cintura e introdujo un poco la punta, yo me quejé, y la sacó. Otra vez volvió a la carga y lo introdujo un poco más. Y así, con esa táctica fue introduciendo la pichula hasta el fondo, sin ninguna brusquedad por su parte. A mí me caían unas lágrimas por el dolor, pero no le dije nada, sacó su miembro por completo y se lo volvió a untar de mantequilla y vuelta a empezar. Cada vez, con mi ano más dilatado, me dolía menos, hasta que después de repetir varias veces la operación, el dolor se terminó convirtiendo en placer.

– ¿VES MAMA? ¿A QUE HA SIDO MÁS FÁCIL DE LO QUE IMAGINABAS?

– Si, dije entre gemidos mientras que seguía penetrándome con toda la delicadeza del mundo.

De vez en cuando la sacaba por completo y se la untaba con más mantequilla, pero a lo último no creo que fuera necesario. Había perdido la noción del tiempo cuando de repente note que mi hijo se paraba y abrazándose a mi espalda, y agarrando mis pechos, dio un ronquido y se corrió dentro de mí,

– Sigue, mi niño. Aun no me he corrido. Dije entre suspiros.

El siguió unos instantes más y por suerte me corrí, no sabía cuánto tiempo hubiera podido aguantar mi hijo. Se bajó de la cama y se dirigió al cuarto de baño, oí correr el agua, estaba lavándose la para quitar todo rastro de mantequilla y lo que no era mantequilla. Cuando volvió la traía muy limpia, reluciente sin ningún rastro ni olor. Se tumbó a mi lado y nos abrazamos.

– Ya verás como la próxima vez te gusta más.

Asentí con la cabeza, y así, en esa posición nos quedamos dormidos. El resto de las vacaciones las pasamos cachando como locos, apenas tuvimos contacto con el mundo exterior, excepto en las fechas señaladas, que nos reuníamos con la familia. Al final de las dos semanas, cuando ya iba a marcharse, yo me encontraba abatida casi rozando la depresión.

– MAMÁ LO HE PENSADO MUY BIEN. HARÉ MIS TRASLADO A LA CIUDAD ..

– PERO HIJITO. REPETIRIAS OTRO AÑO MÁS

– NO IMPORTA MAMÁ. UNA VEZ ME SEPARÉ DE TI. DOS VECES NO.

Nos dimos en un beso, yo estaba alegre. Dicho y hecho, a la semana mi pequeño se cambió a la universidad de nuestra ciudad y así volvimos a vivir juntos como en los viejos tiempos. Como pueden imaginar, nuestras sesiones de sexo eran casi diarias, por suerte, mi hijo es un magnifico estudiante y sacó todo con buena nota. Que más alegría podría pedir.

EPILOGO

Manuel me estuvo llamando durante un tiempo, pero nunca contesté su llamada. De tanto insistir, una noche le envié una foto de mi hijo desnudo y yo a su lado desnuda. Creo que al final “MANYÓ” el mensaje y asumió que lo nuestro solo fue de una noche loca. Lo que hizo después con su vida, si se olvidó de mí o no, me llega altamente.

uel es un amigo de la familia que había estado revoloteando alrededor de mí, incluso antes de que Alberto muriese. Yo sabía que estaba listo para saltar a mi cama en cuanto se lo propusiese.

Unos seis meses después de la muerte de Alberto, Manuel empezó a invitarme a salir con él. Yo sabía que lo que él quería era meterse en mi cama, pero yo me resistía a aceptar sus invitaciones. Si mi hijo se enterase que seis meses después del fallecimiento de su padre ya estaba saliendo con otro hombre no me lo perdonaría jamás.

Con el tiempo, la insistencia de Manuel para salir con el aumento y decidí aceptar su invitación. Yo no estaba especialmente emocionada, pero por salir una noche a cenar con él no pasaría nada. Me llevó a un buen restaurante, muy tranquilo y por suerte nadie de mi entorno nos vio. Al regreso a casa, a la entrada del portal me pidió tomar una última copa, a lo cual yo me negué.

– No es buena idea, le dije. Todavía es muy pronto.

– Lo comprendo, me dio un beso en la mejilla y se alejo en su coche.

Cada cierto tiempo salíamos a cenar o al teatro, pero todas las veladas acababan igual, yo le decía que era muy pronto y el se iba. Hasta que llegó esa noche, estaba tan caliente que le invite a tomar esa última copa. Y por fortuna lo fue, ya que nunca más saldría con el y mucho menos me acostaría con él.