Mi jefe es un fetichista con sus pies

Valorar

Esta es una historia extraña. Trata sobre cómo llegué hoy a pisarle eróticamente la cabeza a mi jefe. Él es un personaje muy particular, poderoso, de gran carisma y absolutamente sin verguenza. Yo no me sentía particularmente atraída hacia él y había experimentado sexualmente con varios de sus socios y con él no por lo cual él sentía bastante rencor hacia mi y en cada ocasión que encontraba ejercía dominio del poder que poseía. Pero sabía yo que para poder vivir tranquila tenía que ser complaciente.

Un día iba caminando cuando pasó con su camioneta, le hice gesto para que me lleve y frenó. Creo que no me había reconocido. Ese día me había vestido particularmente provocativa y femenina. Tenía una minifalda ajustada negra, unos borcegos y una musculosa roja. Cuando subí y me quité los lentes de sol se sorprendió al verme. Empecé a charlar para quebrar el silencio incómodo que se generó. Él distante trataba de darme la menor atención posible. Recordé que tal vez le interesaría masajearme los pies porque hace mucho me lo había ofrecido y yo me había negado pensando que era una broma. Ahí cambió su actitud. Accedió a que vaya al día siguiente a su casa a recibir el masaje. Qué suerte la mía de haber acertado en el blanco de su deseo y sin darme cuenta!

Cuando al otro día llegué a su casa, bañada, perfumada y hermosamente arreglada él se encontraba con una camisa abierta por la mitad mostrando su pecho erguido y fornido. Nos sentamos en unas sillones y en seguida agarró mi pie descalzo y lo empezó a tocar mientras charlábamos. Luego se arrodilló en el piso, tomó mi pie y lo empezó a lamer. Las técnicas que desplegó fueron incontables. Desde lamer delicadamente entre los dedos, dedicarse uno por uno o recorrerlos superficialmente como a la escala de un piano. Cogerse a mi dedo gordo con su boca succionando. Lamer mi talón, morderlo, masajearme con la lengua el arco. Lenguetearme todo el pie como un perro. Chorreando baba hacía su trabajo con gran esmero y pasión. Sorprendentemente eso me excitaba, era erótico, placentero, freak y me gustaba el hecho de que alguien le dedicara tanto tiempo a otras partes de mi cuerpo. Vi como se le empezó a poner dura. Su poronga se estaba ahogando dentro del pantalón. Pero antes de que me permita aliviar su emergencia se acostó de espaldas al suelo y me pidió que le pise la cara. Que le pise la cara como a un esclavo. Que lo castigue. Que me pare sobre su cara y lo pise, lo patee, lo escupa. Yo sinceramente no entendía, más el sexo y los gustos no van por el lado de la razón así que me solté a la experiencia y satisfice sus deseos. Lo pisé, lo pateé, lo escupí, lo ahorqué… Desaparecí su rostro bajo mis pies. A mi jefe. Luego, con un pie sobre su cara, le chupé un buen rato la pija y nos fuimos a la cama donde garchando divinamente tuve tres orgamos. Fin