Mi madrastra me trata como algo más que su hija
Bárbara Pov
Mi vida ha tenido muchos altibajos, no pude disfrutar de una niñez como cualquier infante lo haría, ni la adolescencia de las jovencitas que se diviertan, estudiaban y tenían muchos amigos. No, yo tuve que escapar, pasar hambre, muchos pesares, los cuales han marcado mi vida de la peor manera. Todas mis experiencias me han vuelto muy desconfiada, no todas las personas quieren ayudarte o si lo hacen tienen un propósito en ello, lo he descubierto varias veces. Y con todo lo que he pasado, estoy volviendo a confiar en una persona, aunque en mi interior hay una vocecita que me dice que no lo haga, es inevitable. Alejandra es la mujer a la que no le puedes decir no, al comienzo sentí miedo de ella, su forma de ser me ponía los nervios de punta, no sabía el momento que levantaría la mano y me golpearía; sin embargo, todo es diferente, me trata como, como si me quisiera, no quiero mal interpretarlo, tan solo es lastima lo que siente, pero a veces me mira como si viera algo muy valioso, y es ahí que pierdo el sentido completamente, y me vuelvo tan frágil que le he contado toda mi vida, lo que nunca he hecho lo hice con ella.
Sus besos, caricias me estremecen como nadie, en esta corta vida que he vivido, me ha tocado estar con hombres, mujeres, pero como Alejandra ninguna, ella me hace sentir cosas muy intensas. Y me molesta verla sufrir por aquella tipa que no sabe valorarla, no se da cuenta todo lo que ha hecho por estar cerca de ella, quién no quisiera tener una persona que estaría dispuesta a hacer cualquier locura por estar cerca suyo, siento envidia de esa tal Villaseñor, quisiera ser ella y que la señora me quiera de esa manera; estoy perdida, las cosas que siento pasan el límite de la amistad y sé que está mal, nunca estaré a la altura de alguien como ella, soy muy imperfecta, con muchas marcas de mi pasado de las cuales nunca me liberare.
No obstante, no me alejare de Alejandra, seré su amiga con la cual comparte momentos íntimos, debo confesar que a veces intento someterla, pero siempre fallo en el intento, es muy dominante y yo apenas soy una gatita, una sumisa, que se rinde a sus pies, sus ojos verdes esmeraldas me transmiten cosas inexplicables, tantas que a veces tengo que rehuir de su mirada.
Esa señora, es mi perdición.
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Salí de aquel departamento con el corazón herido, nunca me había pedido que me quedara con ella, juro que moriría por hacerlo, pero no puedo, Zafiro menciono que es una persona muy importante y no podía quedarle mal, si sabía lo que me convenía.
Es por eso que ahora me dirijo a la dirección que me envió por mensaje. Miraba por la ventana las luces que titilaban de los edificios, casas de esta gran ciudad, como quisiera que toda fuera diferente, que tuviera una vida distinta y poder luchar por el amor de la señora, lástima que jamás podré hacerlo.
El taxista se estaciono y pague el servicio. Mire aquel edificio que estaba al frente mío, la persona que me contrató debe tener mucho dinero, mire el celular y vi que debía subir hasta el último piso. Resople y me encamine a la entrada, a ver con lo que me encuentro.
Mientras subía por el ascensor, me tome la molestia de enviar un mensaje de buenas noches a Alejandra, no espero que me responda, pero por lo menos quería ser atenta con ella.
Cuando estuve en el último piso vi la única puerta y toque el timbre. Mi celular sonó y no puede evitar sonreír, había contestado mi mensaje.
Buenas noches, cuídate por favor.
Tuve que guardar pronto el celular, al ver que se abría la puerta, observe una mujer voluptuosa, pelirroja, ¿ella será la mujer que me contrató?
– Hola. ¿Bárbara?- pregunto
– Buenas noches, sí, la misma- conteste un poco insegura.
– Vaya, eres muy joven- se admiro
Simplemente asentí. Hasta que me invito a pasar
– Dani, la estrella ya está aquí- se bufo ¿estrella?
– No te ofendas, pero tienes muy buena fama, Barbie- volvió a hablar sonriendo. Me toco mostrar una falsa sonrisa, no me gusto para nada lo de Barbie.
– Por lo menos no demoro tanto- escuche una voz. Fije mi vista en la mujer que venía entrando a la sala, cubierta por un albornoz.
No. No… Esto no podía estar pasando, esa mujer era… Daniela Villaseñor, es, es la mujer por la cual sufre Alejandra, la misma tipa que vi en el restaurante. Ahora que la veo de cerca entiendo porque le gusta tanto a la señora. Sus ojos grises cautivan, además, de su cabello oscuro y húmedo la hace ver muy sensual, no pude evitar repasar su cuerpo con la mirada. Me miró fijamente, y me mostro una sonrisa amplia, mis piernas empezaron a flaquear, no sé si seré capaz de reaccionar, es como medusa, me hipnotiza por completo.
– Buenas noches- susurre
– Hola muchacha- extendió su mano, sin dejar su hermosa sonrisa. Aunque tenía mi mano sudorosa, la estreche… que tersas son, me había embobado y olvidado quien es y que representa para Alejandra.
– Te veo y siento que ya te conozco, pero no sé de dónde. Tengo mala memoria- pude respirar tranquilamente, no sabía quién era y eso me convenía.
– No creo que frecuente los mismo lugares que yo- insinué
Volvió a sonreír y asintió.
– Bueno chicas, yo, ya hice mi trabajo, ahora las dejo- menciono la pellirroja.
– Si, mañana te veo en la oficina- Daniela se acercó y le dio un pequeño beso en los labios, deben ser más que amigas.
– Y tú, pórtate bien con ella, porque necesita cariño- sentencio, señalándome con su dedo índice, para después guiñarme un ojo. La vi salir por la puerta, ahora no sabía qué hacer. Mierda
– No te quedes ahí, siéntate, por favor- ofreció cortésmente.
– Gracias- murmure. No me sentía muy cómoda, debo acostarme con la mujer que ama Alejandra.
– Te apetece un poco de vino- pregunto. Maldita sea, su sonrisa no hace mi trabajo sencillo. Moví mi cabeza en sinónimo de aceptación.
Desapareció dentro de la cocina, para regresar con una botella y un par de copas.
Sirvió en los vasos y me brindo una. La tome, un poco dudosa, ¿me querrá emborrachar?
– La verdad que nos soy así con todas, pero hay algo en ti que me hace sentir cómoda, Bárbara, ¿ese es tu nombre?- preguntó
– Si, señora- pronuncie
– Nada de señora, no soy tan mayor- frunció el entrecejo. Sonreí por su intento de molestia.
– Te ríes de mi señorita- hablo, haciéndose la ofendida
– No, claro que no- titubee
– Solo bromeaba, puedes decirme Daniela
– Lo hare- sentencie. Es muy linda, no hay dudas porque Alejandra está perdida por ella, es muy fácil encariñarse con una mujer como la que tengo enfrente, su forma de seducción es natural, con un par de miradas, y su sonrisa ya estoy prácticamente babeando.
Cuando termine la copa, la tomo de mis manos y la ubicó en la mesa. Me quedo viendo nuevamente a los ojos, no sé qué vera en ellos, se atrevió a llevar su mano a mi rostro, no pude evitar cerrar mis parpados, sintiendo aquellas suaves manos sobre mi cara.
– Eres hermosa… tu cuerpo me tiene loca- susurro. Su mano siguió recorriendo mis mejillas, paso por la comisura de mi labio hasta terminar delineándolos por completo.
– Tengo unas ganas terriblemente increíbles de besarte- insinuó. Mire sus emigrases brillosos y hable.
– Hágalo- solté. Sonrió y miro por última vez mi boca antes de cerrar nuestro espacio, pego sus labios a los míos y suspire. Sus labios finos acariciaban suavemente los míos, en un beso calmado, saboreándonos de a poco, se sentía un poco dulce debido al vino pero era una delicia.
Empezó a pegar su cuerpo al mío, llevándome al rincón del sofá, me recosté en él, sintiendo como sus manos viajaban por los costados de mis brazos, hasta posarse en mis piernas descubiertas al cargar mi faldita floreada. Metió su mano por dentro de la prenda, apretando mí glúteo, yo mantenía mis manos en su espalda, no sabía cómo actuar, me había dejado fuera de base, no pensé que se comportaría tan sutil. Aquel beso delicado comenzó a tornarse apasionado, hundió su legua y gemí en su boca, nadie me besaba como Alejandra, pero los de Daniela también eran muy buenos.
– Desde que te vi me cautivaste, no sé porque, intento ser ruda pero no puedo, siento que debo tratarte con cuidado- ronroneo. No supe que decir, cuál sería su reacción si se entera de quien soy en realidad. Preferí callarme y envolverme en aquel tórrido beso, jugando con nuestras lenguas en un baile sensual y erótico.
Se encargó de retirar mi faldita dejando expuestos mis muslos, levanto la mirada observado mis torneadas piernas, y concentrándose en mi tanguita casi trasparente. La tome del rostro para que dejara de observarme y vuelva a devorarme los labios, así lo hizo, llevo sus manos por debajo de mi blusa para acariciar mis senos, los amaso suavemente, era como si estuviera haciéndome el amor, bajo sus besos por mi cuello, por donde se podía sentir mi pulso acelerado, como mi cuerpo.
Se arrodilló para poder retirarse su albornoz, vi su anatomía perfecta, y trague profundo, sus pequeños senos, su abdomen plano, eran un placer visual, para no quedarme atrás, me deshice de mi blusa, dejando mis pechos libres para ella. Sonrió ladinamente, y volvió a posarse sobre mi cuerpo, esta vez tomando en su boca mi seno, me queje cuando sentí sus dientes presionar mi pezón.
– Te parece si vamos a mi habitación, ahí estaremos más cómodas- menciono, antes de dejar un beso en mi pecho. Nos levantamos y fuimos a aquel lugar.
Mire el cuarto, muy amplio por cierto, pero fue lo único que pude percatarme antes de ser empujada y caer sobre la cama.
La vi sonreír, pero otro lugar de su cuerpo llamo mi atención, fue inevitable no morder mis labios cuando observe su vagina totalmente depilada, y sentí unas ganas irremediables de ya probarla, saborear todo de ella.
– Creo que mi amiga te llamo mucho la atención- sonsaco. Alce mi mirada, para observar sus ojos brillantes. Se subió a la cama, caminando por los costados de mi cuerpo, mire hacia arriba observando como su coño se posaba encima de mi rostro, esperando el momento que me dejara devorarlo. Mi tortura termino, cuando sea arrodilló, dejando a mi disposición su centro.
No pude esperar más, lleve mis dedos y tome sus labios abriéndolos, exponiendo su centro de placer, además de ver que brillaba por la excitación. Empecé a lamer, apoderándome de su sabor delicioso, gruño al sentir mis grandes lamidas, tome su clítoris estirándolo con fuerza, gruño y apoyó sus manos al colchón. Había tocado su puto de declive, meneaba sus caderas, lo que permitía que su sexo se rozara con mi boca, me ayude con dos dedos ahondando en su interior, no dejaba de llevar un vaivén que permitían a mis penetraciones ser más profundas.
– ¡Ooh Dioss! eres increíble-aulló. Restregué mi boca en su botoncito palpitante e hinchado, mientras curvaba mis dedos al interior de sus paredes. Dio un fuerte grito que se quedó impregnado en las paredes de la habitación. Mis dedos quedaron prisioneros de su centro, me tome la molestia de tomarme toda su esencia, su cuerpo temblaba pero yo me mantenía en mi labor de saborear la exquisitez que me brindaba, retiré mis dedos y también me encargué de limpiarlos con mi boca, su sabor era indescriptible.
Se acostó a un costado mío, muy sonriente.
– Uff, eso fue intenso. Ahora entiendo porque eres famosa, sin mucho esfuerzo, me corrí deliciosamente, tienes una boca y unos dedos mágicos.- adulo sin perder aquella sonrisa que se estaba volviendo en una de mis favoritas.
– Hago lo mejor posible, para complacer a mis clientes- aclare.
– Pues eres excelente en tu trabajo- menciono, dejándome un beso en mis labios.
No sé en qué va a terminar todo esto, pero por ahora voy a disfrutarlo.