Mi mamá me enseña cómo debo tratar a una mujer

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A la mañana siguiente, se despertó primero Alejandra y vio a su hijo dormido plácidamente con su teta en la mano y sonrió. Le pareció adorable. Con algo de esfuerzo, se levantó de la cama sin despertar a su hijo y bajó a la cocina a preparar el desayuno. Se puso un camisón fino que tenía para dormir. Víctor se despertó un rato más tarde al buscar a su madre en la cama y no encontrarla. Se puso su pantalón corto y se levantó en busca de su madre. La encontró en la cocina, vestida con el corto camisón mientras preparaba el desayuno. Víctor, que tenía una erección matutina, se acercó sigilosamente a su madre, que se encontraba pegada a la encimera de la cocina.

Alejandra: ¡Víctor! – dijo entre el susto y la excitación al notar la polla de su hijo incrustada entre su culo.

Víctor: Buenos días, mami – dijo empezando a restregarse.

Alejandra: Buenos días, cielo – dijo caliente – Te has levantado juguetón, ¿eh?

Víctor: Sí, mami – dijo levantando el camisón de su madre – quiero tener unos buenos días en condiciones – dijo incrustándole la polla de una estocada en el encharcado coño de su madre.

Alejandra: ¡Sí, cielo, sí! ¡Fóllame! ¡Folla a tu puta! ¡Sí, así, no pares, sí! Qué bueno eres cielo ¡Sí, más, más, no pares, más duro, más! ¡Me corro, sí!

Víctor le sacó las tetas del camisón y empezó a pellizcar se las mientras no paraba de follarla.

Víctor: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, puta! ¡Sí toma polla, sí, esto sí que es una buena forma de empezar el día! ¡Oh sí! ¡Te voy a llenar de leche! ¡Sí!

Alejandra: ¡Si, cielo como me gusta, sí! ¡Sigue mi cielo, no pares, sí cielo, más, más! ¡Me corro! ¡Vamos cielo, dame tu leche en mi boca, dámela toda! ¡Lléname la boca con tu deliciosa leche, mi cielo, dame de beber mi desayuno! ¡Oh sí!

Víctor: ¡Sí puta, sí! ¡Te vas a llevar mi leche en tu boca! ¡Oh sí! ¡Toma leche, puta, tómala toda! ¡Oh sí, me vacío en tu boca de puta! ¡Sí, toma leche!

Cuando Víctor sacó la polla del coño de su madre, Alejandra se colocó de rodillas en el suelo y Víctor le incrustó la polla hasta la garganta, comenzando a follarle la boca, hasta que se corrió como un bestia en la boca de su madre, que recibía con gusto tanta leche de su hijo y se corrió simultáneamente mientras se tocaba el coño. Tras la corrida, copiosa y abundante de él, y la corrida simultanea de ella, Alejandra le mostró su corrida en su boca, para con una sonrisa, tragársela.

Víctor: Esto si que es empezar bien el día – dijo riendo – como envidio a papá.

Alejandra: Te has corrido mucho, cielo. ¿Te ha gustado? No te preocupes, si quieres te lo haré de vez en cuando, que me tienes enviciada con tu leche.

Víctor: Me ha encantado. ¿Te gusta mi leche?

Alejandra: Sí, cielo, me encanta que me la des en cualquiera de mis agujeros, pero bebérmela me encanta – dijo besándolo.

Víctor: Pues por mí, te la doy a diario – dijo riendo.

Alejandra: Bueno, cielo, eso ya se verá, ahora vamos a reponer fuerzas.

Desayunaron tranquilamente y luego mientras Alejandra ordenaba y limpiaba la casa, mandó a su hijo a hacer la compra. Víctor cuando llegó, ayudó a su madre a limpiar y ordenar. El día pasó normal. Hasta después de comer, cuando Alejandra le tenía preparada a su hijo una sorpresa. Luego de comer, Alejandra fue a su habitación y se enfundó en un conjunto de lencería transparente y unos tacones. Así vestida bajó al salón para sorprender a su hijo. Cuando su hijo la vio se quedó entre sorprendido y excitado.

Víctor: ¡Guau mamá! ¡Estás espectacular! – la alabó.

Alejandra: Gracias, cielo – dijo sonriente – ¿Me acompañas a la habitación?

Víctor: Claro, mamá, contigo al fin del mundo – teatralizó.

Alejandra: Vamos, cielo – dijo riendo.

Alejandra cogió de la mano a su hijo y lo condujo a la habitación, para sentarlo en la cama. Víctor se dejaba hacer, expectante.

Alejandra: Bueno cielo, ahora te voy a enseñar a tratar a una mujer. No ha follarla – le advirtió – sino a amarla.

Víctor: Vale mamá.

Alejandra: Todo lo que hagamos ahora lo harás con la persona que ames, que tú elijas, con tu pareja. Haz todo lo que yo te diga y déjate hacer todo lo que te haga, ¿de acuerdo?

Víctor: Alto y claro, mamá.

Alejandra se sentó al lado de su hijo y le acarició la cara sonriente. Tras unas caricias comenzó a besarlo suavemente, pasando por cada parte del rostro de su hijo. Luego bajó al cuello y comenzó a darle unas lamidas.

Víctor: ¡Oh sí!

Víctor comenzó a tocar las tetas a su madre cuando ella le puso las manos en su pecho, para que lo tocara, comenzando a hacerlo igual que su madre, lentamente. Víctor le devolvía las caricias y los besos a su madre.

Alejandra: ¡Oh sí, sigue así, lo haces muy bien, no pares!

Víctor: ¡Oh sí! ¡Quiero más!

Alejandra comenzó a bajar por el pecho y vientre de su hijo con la lengua hasta que llegó a la polla. La agarró fuerte y comenzó una lenta paja mientras miraba sonriente a su hijo y le daba besos en el estómago. Pronto comenzó a darle lamidas a lo largo y ancho de su polla mientras lo seguía pajeando lentamente.

Víctor: ¡Oh sí! ¡Me encanta!

Cuando la tuvo bien ensalivada, se colocó entre las piernas de su hijo, se quitó el sujetador y colocó la polla de su hijo entre sus tetas para comenzar una lenta cubana.

Alejandra: ¿Te gusta, cielo?

Víctor: ¡Me encanta, mami! ¡No pares, oh sí!

Alejandra comenzó aumentar el ritmo de la cubana y a lamerle la cabeza de la polla. Cuando notó que su hijo estaba a punto de correrse paró y lo tumbó en la cama mientras lo besaba. Luego, muy lentamente, comenzó a restregar todo su cuerpo con el de su hijo, hasta que se colocó sentada en la cara de su hijo para que le comiera el coño. Víctor comenzó a lamerlo de arriba abajo hasta el culo disfrutando de los gemidos de su madre. Alejandra gemía de placer, estaba muy caliente.

Alejandra: Cielo, ¡me matas de placer, sí! Por favor, ¡cómemelo, sí! – le suplicó – ¡No pares, más, más, sí! Méteme los dedos, ¡vamos, sí, no pares, sí, más, más! ¡Me corro! ¡Sí, mi cielo, más, más! ¡Me corro!

Víctor le comía el coño con gula, con ímpetu, llevando a su madre al límite una y otra vez. Alejandra se corría sin parar disfrutando de la comida de coño que le daba su hijo. Víctor se tragaba la corrida de Alejandra con gusto.

Alejandra: ¡Sí, mi cielo, más, más! ¡No paro de correrme! ¡Sí! Cielo me matas de placer… ¡Sí! Por favor, ¡cómemelo, sí! ¡No pares…más más! ¡Sí! ¡Qué bien usas la lengua, cielo! Méteme los dedos en mi culo, ¡vamos, sí, no pares, sí, más, más! ¡Me corro! ¡Me encanta! ¡No paro de correrme! ¡Oh sí!

Cuando Alejandra creyó que era conveniente paró a su hijo, se levantó de su cara y se sentó en la polla de su hijo, clavándosela entera, despacio, sin dejar de mirarle a los ojos sonriente. Cuando se la clavó entera, empezó a cabalgarlo de manera suave y lento.

Alejandra: Eso cielo, ¡fóllate a tu madre, a tu puta! ¡No pares cielo! ¡Oh sí! -decía deseosa – ¡Oh sí, no pares! ¡Cómeme las tetas! ¡Oh sí, dame más, más duro, más! ¡Oh sí! ¡Eres todo un semental, cielo!

Víctor: Si mamá, te voy a follar puta, no voy a parar hasta que no te puedas sentar en una semana zorra…toma polla puta…

Alejandra cabalgaba la polla de su hijo como la amazona experta que era, imprimiéndole cada vez un ritmo más fuerte, más duro, más salvaje. Mientras Víctor le comía las tetas y le acariciaba el culo, dándole unos azotes y haciéndola gemir más fuerte.

Alejandra: ¡Oh sí! ¡Cómo me gusta tu polla! ¡No pares cielo! ¡Oh sí! -decía deseosa – ¡Oh sí, no pares! ¡Quiero más polla! ¡Oh sí, dame más, más duro, más! ¡Oh sí!

Víctor: ¡Oh sí, puta! ¡Toma polla, zorra! ¡Que bien cabalgas, perra! ¡Cómo te botan las tetazas que tienes, puta!

Alejandra cabalgó la polla de su hijo hasta que lo sintió que se iba a correr y se apartó de él. Víctor ansioso, esperó, para ver cómo su madre se ponía delante de él, entre sus piernas y engullía su polla.

Víctor: ¡Oh sí! ¡Me encanta! ¡Eres una buena chupapollas! ¡No pares, oh sí!

Alejandra comenzó a follarse ella sola la boca con la polla de su hijo, metiéndosela hasta la garganta, haciéndole una garganta profunda sin dejar de mirarle a los ojos con lujuria, hasta que se corrió como un bestia en la boca de su madre, que recibía con gusto tanta leche de su hijo y se corrió simultáneamente mientras se tocaba el coño. Tras la corrida, copiosa y abundante de él, y la corrida simultanea de ella, Alejandra le mostró su corrida en su boca, para con una sonrisa, tragársela.

Alejandra: Me encanta tu leche, cielo. ¿Te ha gustado?

Víctor: Me ha encantado. ¿Y he sabido amar a una mujer?

Alejandra: Sí, cielo, lo has sabido muy bien, me has hecho caso en todo – dijo besándolo – así es como el día de mañana debes tratar a tu pareja en la cama.

Víctor: ¡Bien! – dijo riendo – Claro mamá, así lo haré.

Alejandra: Bueno, cielo, ahora vamos a dormir un poco para reponer fuerzas. ¡Me tienes agotada!

Así se durmieron, entre besos y caricias, ambos abrazados y Víctor agarrando las tetas de su madre, que ya se estaba convirtiendo en costumbre.

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