Mi novia me obliga a contenerme para no acabar

Valorar

Control de orgasmos

Tengo 39 años y estoy muy enamorada de ‘mi chica’, que con sus 27 años disfruta de mi cuerpo todo lo que le apetece y hace de mí lo que quiere… Yo me entrego a ella como una loca porque la quiero y ella lo sabe y disfruta exigiéndome cada vez más porque no quiero que me deje… Entre nosotras ella es mi Ama y yo su sumisa.

Son las cinco de la mañana cuando noto que ‘mi chica’ me da un codazo… Me despierta, gimo un poco y cambio de postura en la cama… Ella me vuelve a empujar, esta vez con más insistencia.

– «Mójate para mí… Despiértame cuando estés lista para mi… Quiero correrme con tu lengua y luego follarte si me lo has hecho bien», me dice.

Se da vuelta y parece ignorarme… Su respiración se vuelve más profunda mientras se relaja de nuevo intentando dormirse de nuevo.

De nuevo estoy desolada… El aire de la mañana es frío y quiero volver a dormir… Quisiera decirle que se vaya hacer puñetas pero no puedo… Esto es lo que le prometí que haría siempre que me lo pidiera y por lo tanto debo cumplir mi palabra aunque hacerlo a estas horas no me apetece lo más mínimo.

Aunque no estoy de humor, dejo de acurrucarme en posición fetal debajo del edredón caliente, me estiro de espaldas y empiezo a hacerme dedo en mi coño, ya que dormimos siempre desnudas.

Haciendo esto he de conseguir incrementar mi nivel de excitación sexual llevándolo durante un prolongado periodo de tiempo, controlándome para no llegar a correrme.

De entrada mi cuerpo se resiste y lo insto a responder… Me cosquilleo ligeramente el clítoris con golpes ligeros, con la esperanza de despertar algo de pasión, pero no lo consigo… Intento fantasear, pero mi mente se resiste tanto como mi cuerpo.

Una sensación de pánico comienza apoderarse de mí cuando me doy cuenta de que no puedo cumplir… Empiezo a frotar mi coño en serio, esperando forzar una respuesta de mi cuerpo.

Siento una sensación de fracaso, un sentimiento que antes de estar con ella solía ser demasiado familiar y vuelvo a temer lo que ‘mi chica, mi Ama’ pensará de mí si no me puedo calentar bien para darle todo el placer que me pide y luego, si ella quiere recompensarme, correrme.

‘¿Pensará ‘mi chica’ que soy fría?… ¿insensible?… No quiero que me vea trabajar tanto mi coño para lograr alcanzar casi un orgasmo… ¿Tan mezquina debo ser para no conseguir casi correrme?

Y luego me acuerdo que en esta relación que tenemos las dos, yo no tengo ego… Lo que piense de mí no tiene importancia… Si ella quiere verme luchar para conseguir correrme, me verá luchar… Es lo que acordé con ella… Su placer y comodidad es mi principal prioridad, incluso ante mi propia incomodidad e insatisfacción.

‘Mi chica’ quiere un coño mojado, e incluso si tengo que humillarme para darle un coño mojado, ella tendrá un coño mojado… La idea de mojarme para ella, y no para mí, es excitante y degradante, pero yo lo he decidido que así sea como muestra de mi amor.

Mientras pienso en todo esto, separo mis labios vaginales y continúo frotándome el clítoris, sin preocuparme de que me vea desesperada… Desesperada es como ella quiere que yo esté… Y debo complacerla.

Meto mi dedo en mi coño y me encuentro mojada… Me pregunto si ‘mi chica’ realmente está durmiendo o si está escuchando los ruidos que hago cuando la palma de mi mano se desliza de arriba-abajo en mi vulva, ahora húmeda.

Continúo frotando mi clítoris y pego mi cara en su cuello para decirle:

– «Estoy lista para ti, amor… Estoy mojada», le digo esperando su respuesta, sin dejar de frotarme.

– «¿Qué tan cerca estás de correrte?», me dice con voz somnolienta.

– «Sobre un siete de diez», le respondo… Aunque no siempre, a veces sólo me folla con un tremendo dildo cuando estoy en el nueve.

– «Despiértame cuando estés cerca del diez… Me gustas con hambre.»

Esas palabras me calientan y, en menos de un minuto, le vuelvo a decir:

– «Estoy ahora en el nueve, vida mía.»

– «Aguanta así un par de minutos para estar más caliente, pero no se te ocurra correrte, eh»

Se da vuelta y de nuevo parece ignorarme.

Respiro profundamente manteniéndome al límite, concentrándome en mantener mi nivel de excitación… Sería fácil pensar en otras cosas pero sé que en cualquier momento puede ordenarme que me corra… Y sé lo que pasa si ‘mi chica me lo ordena y yo fallo… No me permitirá correrme por lo menos en un mes, como mínimo.

Ese pensamiento casi me empuja al límite y alivia la tensión que tengo… Calculo los dos minutos, ya que ninguna de las dos tenemos un cronómetro a mano, y le digo:

– «Ya no puedo aguantar mucho más, cariño mío.»

– «¿Qué tan cerca estás?»

– «Nueve intenso.»

– «Bien… Follas mucho mejor cuando tienes hambre de ‘mi polla’… ¿Quieres correrte hoy o quieres ir a trabajar como una zorra hambrienta?», me pregunta sonriente.

– «Quiero correrme si me lo permites, mi cielo.»

– «Siempre pensando con tu coño… Si eres lo suficientemente buena lamiéndome, te dejaré correrte, sino no te correrás… No dejes de tocarte el coño… Te quiero con mucha hambre de ‘mi polla’

Estoy luchando para no correrme ahora… Y asombrada de notar que hace unos momentos, estaba luchando para excitarme y ahora estoy desesperada por correrme… Este es el poder que mi chica, mi Ama, tiene sobre mí… Respiro profundamente, relajando los músculos de mi vagina, haciéndome pasiva, que es lo que quiere ella ahora.

Siento que ahora mi excitación baja a ocho, y trato de corregirlo rápidamente, frotándome más rápido, justo debajo de mi clítoris, donde puedo obtener una estimulación más intensa.

Cuando me acerco al orgasmo, retrocedo y acaricio mis labios vaginales, esperando instrucciones… Mantengo este patrón durante unos minutos más, preparada para detener toda estimulación o correrme, sea lo que sea la orden que en última instancia me dará mi chica, mi Ama, mi vida, mi amor.

De pronto, ella se da vuelta y con rapidez se pone encima de mí y coloca su coño pegado a mi boca esperando que saque mi lengua y comience a lamérselo, mientras mi coño sigue cada vez más mojado.

– «No te atrevas a correrte sin mi permiso», me dice con los dientes apretados.

Comienzo a lamerle por toda su raja y me detengo en chuparle y mordisquearle su clítoris, mientras dejo de estimularme, separo mis piernas para poder recibir el gran dildo que remueve en la entrada de mi coño  … Relajo mi vagina, dejando que empuje hacia adentro y hacia afuera, sin responder, ya que cualquier movimiento de mi parte me hará correrme

– «Me gustas así… Que seas un pequeño juguete pasivo… ¿Para quién está mojado este coño?», me pregunta.

– «Para tí.»

– «¿A quién le da placer este coño mojado que estoy follando?»

– «A mí.»

– «Sigue lamiéndome… Ahora, quiero que agarres mi polla con tu coño… Aprieta tu coño fuerte sobre esta polla… Qué lo note que me cuesta metértelo.»

Lo intento, y casi de inmediato estoy a punto de correrme.

– «¿Es que no puedes apretar la polla sin correrte?», me pregunta.

Me siento avergonzada de que ella me conozca tan bien… Deja de follarme, levanta los antebrazos y espera a que vuelva a concentrarme para apretar el dildo que me está metiendo.

Una ola de sumisión, combinación de miedo y vergüenza me invade, comenzando en mi pecho y terminando en mi bajo vientre, mientras con mi lengua continuo dándole todo el placer posible.

– «Me estas decepcionando por el poco control que tienes sobre tu coño»

Quedo helada al escuchar esto… Tengo miedo a decepcionarla… Su placer y su capricho es mi prioridad… Así  que aprieto mis músculos alrededor del dildo y lo presiono… Aprieto de nuevo y saco los pensamientos eróticos de mi mente… Levanto mis rodillas, porque sé que es más difícil para mí correrme sin tensión en mis piernas.

Mis piernas están dobladas, mis rodillas agarran su torso, mi coño aprieta el gran dildo, alternando con la presión hacia abajo, aumentando su placer por disfrutar con el mete y saca a la que me tiene sometida y ver la gran cantidad de jugo que estoy expulsando.

– «Sí… Así me gusta… Noto muy bien como aprietas la polla con tu coño… Este coño que es para mi diversión y placer», me dice.

Me la mete dentro y fuera lentamente, y yo me muevo para que no esté presionando contra mi clítoris… Todavía estoy excitada, pero no tan cerca de correrme… Me muevo, ya que sé que le gusta la forma en que lo siente.

– «Ah, eso es… Sé mi juguete de coño… Me gustas así, hambrienta y ordeñando esta gran polla que te meto, pero no dejes de lamerme… Cómeme bien mi coño que pronto te soltaré un buen chorro de jugos para que te los bebas».

Ella sigue con el dildo entrando y saliendo de mí coño… Si pienso en cómo su empuje hace que mi vientre se levante y caiga, sentiré contracciones que imitan el orgasmo, pero tan sólo he de concentrarme en su placer y diversión, apretando mis músculos vaginales alrededor de este dildo que me taladra, tratando de ser el mejor coño que mi chica, mi Ama, pueda encontrar.

– «Dime lo que estás haciendo», dice queriendo escuchar el poder que tiene sobre mi mente y mi cuerpo.

– «Estoy tratando de ser el mejor coño para tu disfrute».

– «¿Por qué?»

– «Porque soy tu juguete de coño… Mi vagina es para tu placer.»

Siento como me penetra hasta el fondo y lo saca de mi coño mientras yo  continuo lamiéndole el coño de una manera frenética.

– «Me gusta tu entrega, negándote tu placer por mí… Tan mojada y hambrienta, aguantando… Qué buen juguete eres para follarte pero acompasada y muy completa.»

De pronto noto como su cuerpo se pone rígido y vuelve a clavármela profundamente, disparándome chorros de flujo… Mi chica, mi Ama se está corriendo y yo sigo lamiendo y tragando para hacer que su orgasmo sea prologando y encadene más orgasmos… Minutos más tarde se aparta agotada y afónica de los muchos gemidos que ha estado dando… Inclina su cabeza hacia abajo y besa mi vientre.

– «Gracias amor… Cuanta entrega la tuya… Tan mojada y frustrada a la espera de lo que yo decida concederte que te corras… Me gusta mucho que seas así… Me gusta sentir que eres mía para hacer contigo lo que quiera», me dice mientras acaricia mi vientre y mi coño.

Luego, inserta dos dedos en mi coño y los sacude varias veces antes sacármelos… Todavía lo tengo irritado e hinchado de tanta masturbación… Inclina su cabeza hacia abajo y lame mis labios vaginales y me chupa suavemente mi clítoris y gira su lengua sobre él por poco tiempo para controlar que no me corra.

Su dominio sobre mi cuerpo me hace responder de inmediato, y ella se ríe… Sabe que podría hacerme correr con un chasquido de lengua, un dedo torcido en mi coño o un estironcito de clítoris.

Me deja y veo que con ambas manos coge mis pezones y los enrolla entre sus dedos pulgar e índice… Gimo y empujo mis caderas hacia arriba ofreciéndome.

Mi chica continúa sobándome las tetas y mis pezones crecen más y se ponen más duros… Así no puedo correrme porque no tengo estimulación genital, pero me excita mucho y respiro pesadamente, casi jadeando, mientras ella continúa rodando mis pezones, estirándolos y pellizcándolos.

– «Tócate otra vez, pero no te corras», me ordena.

Llevo ambas manos hasta mi coño, una a mi clítoris, la otra tirando de mis labios… Gimo de placer porque de nuevo estoy cerca de correrme y tengo tantas ganas de que me lo permita.

– «Por favor, ¿puedo correrme?», le digo.

– «Eso no suenas pedirlo muy sinceramente… ¿Estás segura de que quieres correrte?

– «Oh… Claro que sí… Por favor, déjame correrme», le vuelvo a pedir, siguiendo frotándome mis labios vaginales, pero dejando de tocar mi clítoris porque me correría, seguro.

De pronto escuché:

– «Al suelo… De rodillas… Necesito vaciar mi vejiga… Abre bien tu boca y no dejes escapar nada.»

De inmediato salgo de la cama y me pongo de rodillas en el suelo con la boca abierta y los brazos cruzados detrás de la espalda, como a mi chica, mi Ama, le gusta que  me ponga, a la espera que me degrade una vez más.

Pronto su coño se pega a mi boca y comienzo a sentir que se llena de su orín, que voy tragando poco a poco hasta que ella vacía su vejiga completamente… Sin que me diga nada más, procedo a limpiar su coño con mi lengua hasta que me ordena detenerme.

Al tener mis manos detrás de mi espalda, mis pechos quedan  empujados hacia delante lo que aprovecha  para agacharse mientras orina y rodar, estirar y pellizcar mis pezones entre sus pulgares y dedos índice otra vez.

Mi clítoris está palpitando, y quiero correrme… Necesito correrme y ella lo sabe.

– «¿Todavía estás en nueve?», me pregunta mientras sigo limpiando su coño… Yo levanto la vista y asiento.

Mi chica, mi Ama no deja de estimularme mis pezones y me dice:

– «Puedes tocarte, pero no olvides que no debes correrte.»

Agarro mi coño con ambas manos, concentrada en seguir lamiéndola, ve que mis manos están torpes y se complace de que lo primero y principal es su placer… Me pregunta de nuevo:

– «¿Qué tan cerca estás de correrte?»

– «Un nueve.»

Se sienta en la cama con las piernas abiertas y me dice:

– «Ven aquí y frota tu coño en mi pierna… Pon tus manos detrás de la nuca… Quiero verte acariciar mi pierna con tu coño como una perra en celo.»

Me apresuro a ponerme de pie y colocarme a horcajadas sobre su pierna, presionando mi coño mojado contra su muslo y comienzo a deslizarme arriba y abajo frotando mi clítoris contra su pierna.

Tras un par de minutos me ordena que se detenga y que me levante… La miro con cara de sorpresa pensando que me niega poder correrme y la angustia se apodera de mí.

– “Ven, tonta… Era una broma… Ponte ahora sobre mi otra pierna y sigue haciendo lo mismo”, me dijo sonriéndome.

De inmediato froto mi mojadísimo coño contra su muslo sin vergüenza, pensando sólo en poder correrme… Estoy jadeando y empezando a gemir… Estoy al borde de correrme y aún así le digo:

– «Por favor, ¿me puedo correr?, amor mío.»

Ella se da cuenta de lo que quiero que me diga y no vaciló en decir:

– «Eres una perra en celo y lo necesitas…Córrete, te lo has merecido», me digo asintiendo además con la cabeza y sonriéndome, mientras de nuevo me coge miss pezones y me los aprieta, me los estira y me los retuerce con fuerza haciéndole mucho daño.

Yo, gritando, continúo frenética moviendo mi mojadísimo coño contra su muslo, apretando todo lo posible… Siento mis primeros lujuriosos espasmos… Me estoy corriendo de forma salvaje y no paro mientras mi chica, mi Ama, sigue disfrutando castigándome mis pezones.

Al cabo de unos largos minutos, con mis piernas temblando, le sonrío y me dejo caer sobre ella para juntarnos en una serie de besos lujuriosos y poco a poco dejarnos caer en la cama, tapándonos y abrazadas y agotadas, intentaremos volver a dormir.

Me siento feliz, muy feliz, a pesar de lo duro que ha sido lograr correrme… Cuando coge mis pechos lanzo sin querer un gemido de dolor… Me hizo mucho daño y ella lo sabe… Se acurruca y comienza a mamar de mi pezón y así la tengo porque lo ha decidido… Ella es mi dueña… Yo la amo con todo mi corazón y haré todo lo que me pida para no perderla nunca, por muy desagradable y doloroso que sea su capricho… A veces el amor es así.

F I N

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *