Mi novio me obliga a ser follada por su perro
Claudia es una chica hermosa, de tez clara, cabello largo lacio castaño, ojos sensuales de color avellana y facciones faciales suaves. Sus piernas largas y gráciles terminan en una colita bien formada y sin excesos. Sus pechos en forma de pera son firmes y tersos con unos pezones y aureolas rosados pálidos que cuando se yerguen, despuntan altos y salientes haciéndose notar, su cadera y cintura se funden suavemente en una ligera curva por un abdomen ligeramente relleno sin formar cauchos, pero sin ser plano tampoco.
Aquel día había acordado con Rafael ver el encuentro amistoso entre Argentina y Venezuela. Si ella ganaba, Rafael debería llevarla a comer algún dulce fino y ver una película que ella escogiera. Si él ganaba, la penitencia era que sin importar qué, ella aceptaría sus peticiones y pasarían un rato juntos.
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¿Cómo llegue hasta aquí? Esto en verdad no debería estar pasando. ¿Yo toponeada por un perro? es broma ¿verdad? Pero cada mínimo movimiento de él o mío me arrancaban un orgasmo que se encadenaban con otro, -¿qué estupidez cometí?- como aquella sensación de morbosidad ante algo irracional o prohibido para muchos, podía satisfacerme tanto a pesar del dolor -¡Coño! Quieto marico… me duele, tú, has algo-Empecé a ponerme nerviosa, sobre todo al ver como el sádico de mi novio se retorcía a carcajadas sobre la cama <
———————————– MÁS DE UNA HORA ANTES ———————————–
– ¡La Vinotinto, que viva, que viva….! ¡La Vinotinto…! Pobre Messi, ja, ja, ja, ja ¡No llores por mí argentina…! – <> Sus ojos me desnudaban y manoseaban toda al tiempo que una sonrisa estúpida se le dibujaba en el rostro. Siempre sus ideas eran… tan extrovertidas y raras – ¿qué decías? Aah cierto, que la Vinotinto jamás le ganaría a la albiceleste, menos con Messi en el partido, ja, ja, ja, ja VENEZUELA 3 ARGENTINA 1- elevó su mano hacia mi rostro y la movía como despidiéndose ante mis ojos -Tierra llamado Claudia, aterriza Claudia- <<¿ahora iba a tener que someterme a sus caprichos?, Yo ¿Qué mayormente evadía manejado la situación a mí antojo?>> los hilos se habían roto convirtiéndome en su dulce y sumisa marioneta. (Estúpido deporte).
Me tomo de las manos y me invito a sentarme en su regazo. Pronto sus manos se movían por mi cuerpo; apretando y halándome los senos, abriéndome las piernas, frotándome la entrepierna, todo eso sin quitarme aún la ropa, yo estaba cada vez más nerviosa, más confundida y excitada. << ¿Con que vaina rara me saldrá hoy? Veamos si puedo inventar alguna farsa… Seguro sabía algo que yo no>>.
– Oye déjame, ¿qué te has creído que soy…?, hiciste trampa, no pensaras que me tome la apuesta en serio, seguro no quieres salir porque andas limpio. (le respondí forcejeando con él).
– Que perdieras hoy es tú culpa, nunca estas al tanto deportivo. Además, casualidad o no, la pelota es redonda, (decía al tiempo que me jalaba los pezones)
– Déjame… sabes que eres un tramposo, no vale la apuesta.
– Puedes disimular con tus padres que todavía eres una niña casta, buena y estudiosa, pero tú y yo sabemos que eso es paja. (Continuaba, metiendo una de sus manos por debajo de mis prendas y apretándome la concha)
Trate de zafarme, pero me abrazo fuerte con sus brazos y piernas y forcejeando sobre el sofá terminamos cayendo al suelo, (me aplasto toda) llevando sus manos a mi trasero y apretándolas. (Una chispa extraña emanaba de sus ojos, podía percibirlo).
– Te dije, que un día me pagarías todas esas calentadas de guevo que me has dejado anteriormente. (Me susurro al oído con cierto sarcasmo) ¿Sabes?, Tienes el culito más rico que he gozado en mi vida, pero eso ya lo sabemos… Mmmhh que tal sí… (Emitió un silbido y su hermoso Golden Retriever se acercó a lamerlo, olfatearlo y revolotear yendo de aquí para allá) dejamos que Mozart se una a nuestras rubieras.
– ¡Estas loco!, ¡por supuesto que no! Como…
– Vamos, será estupendo, mira las fotos que baje de la red (dijo tomando el celular y abriendo la carpeta de imágenes donde tenía mujeres teniendo sexo con perros) ¡solo imagínatelo!
– ¿Estas enfermo…?, ¡no!, no lo hare, estás demente. (dije viendo las imágenes que me pasaba en el celular)
– ¡Eres una calienta guevo…!
– ¡Púdrete! No me importa
– Sí… ya me lo imaginaba. Como de costumbre eres mala perdedora.
– ¿Estas enfermo…? ¿Qué mosca te pico?
– Mira, mira al perro… pobre Mozart… estaba tan ansioso de probarte. (Decía mirando al perro de cara dulce y mojigata con mirada de vaca cagona)
– Eso es morboso… si lo hubieses dicho antes, nunca habría apostado, pensé que ibas…
– ¿A querer meterte un pepino, zanahoria o cambur…? Nah… eso ya lo hemos hecho… encontré esto curioseando por la red, de imaginarlo el chorizo se me puso duro y caliente, fue la mejor paja que me he hecho en años. Aparte de eso, ya van tres veces que me terminas enfriando el guarapo, cuatro con esta.
Hubo un incomodo silencio durante el cual nos levantamos del piso, él recogió algunas cosas, se sentó en el sofá invitando a su perro a echarse en el mueble con la cabeza en su regazo y empezó a hacer zaping por los canales. Yo permanecía sentada como una estatua con el celular en la mano, sentí que la sangre me helaba el cuerpo <
– Di… digamos, que… que acepto. Tú… tú no divulgaras… nun… nunca lo… que suceda (no sé porque temblaba y tartamudeaba tanto; rabia, impotencia, excitación, morbo, curiosidad, vergüenza, eran tantas emociones encontradas y chocando entre sí) Tú… tú también me debes… Te gane un sushi… y me llevaste por pepitos. Podemos… hacer esta… solo esta con Mozart (dije mostrándole el celular donde un perro parecía lamerle el coño a una mujer con las piernas abiertas en el borde de una cama).
– ¿Sushi…? sabes que no como eso, ¿Es broma lo del perro, verdad…? (Dijo él y yo moví la cabeza negando) ¿Estás, segura Clau…? (afirmé con la cabeza, mientras una sonrisa de perplejidad se le dibujaba en el rostro).
– Ven. Sera mejor hacerlo en otro lugar (dijo tomándome de la mano).
Lo seguí por la casa; pasando por la cocina de donde tomo un frasco de mermelada, subiendo las escaleras y entrando en su cuarto. Me quede parada en la puerta.
– Si… tus padres… nos descubren… en esto, yo…
– Mis padres, no mames Claudia, sabes bien que no van a regresar todavía, vamos pasa… si quisiera arriesgarme lo estaríamos haciendo abajo ¿No crees?, Quiero pajearme viendo como Mozart te lame ese suculento coño (dijo con cierto morbo en sus gestos y la voz, me sentí estúpida y entre al cuarto con la vista gacha y sin saber que hacer).
Cuando lo mire, quede totalmente desconcertada. Me estaba agitando la lengua a la vez que se presionaba la verga sobre el pantalón. Aquello, lejos de tranquilizarme me angustiaba cada vez más. Parecía un sádico confeso. Se acercó a mí, como un depredador arrinconando a su presa, haciéndome pegar contra las puertas del closet. Dejándome totalmente descompuesta.
– Mi fiel amigo, que ha presenciado nuestras rubieras… te va sacar gemidos como toda una perra, ya verás, vamos a gozar un mundo los tres. Será estupendo.
Sentí que sudaba frio y que pronto me podría dar un soponcio, pero ya no había marcha atrás, no tenía más opción que seguir adelante. Había otra cosa, aquella que dominaba sobre las demás y me estaba poniendo el coño húmedo y caliente, la curiosidad y el morbo, (¿era eso lo que me estaba acelerando el pulso?) <> me repetía mentalmente.
– Hay otra cosa… Debes prometerme que harás lo que me dijiste; sin negarte, sin berrinches ni titubeos… que pase lo que ha de pasar (y volvió a sonreírme con esa morbosidad suya).
Sin más inconvenientes para él y todavía con cierta vergüenza, dejé que me fuera desvistiendo, lo hizo como usualmente lo hace, acariciándome y manoseándome todo el cuerpo, pero hoy… hoy me pareció que era más rudo, más morboso y más rápido, quizás era solo idea mía. Sus grandes y cálidas manos paseaban de un lado a otro; una se apodero de mis pechos; halándome los pezones y las tetas, por turnos. Y con la otra tomo posesión de mi coño, dándome alguna que otra palmada sobre la raja y el clítoris a la vez que me robaba uno que otro beso y sacaba uno que otro gemido. Yo sentía como si un escalofrió me recorriera el cuerpo de los pies a la cabeza.
– Túmbate bocarriba y abre bien las piernas al borde de la cama (lo hice mientras se desnudaba, sin dejar de mirarme).
Su erección era asombrosa, se le notaba más dura, grande y parecía palpitar intensamente por su ligera oscilación. Lo cual me puso nerviosa <<¿La zoofilia lo puso así?, ¿Qué tanto morbo, curiosidad y satisfacción puede conseguirse con esto?>>. Estaba consciente que tarde o temprano toda esa barra de carne caliente y venosa la tendría encajada dentro… muy dentro… de mi cuerpo. Mil cosas raras me pasaban por la mente atemorizándome toda.
Se arrodillo entre mis piernas y sentí el calor de su respiración, su nariz y sus labios paseando por mi vientre, jugando con el capullo del clítoris y recorriendo toda mi depilada entrepierna, tentando la entrada de los labios con la nariz y luego introduciendo con más determinación la lengua entre los pliegues (Cerré los ojos y comencé a respirar hondo entregándome al momento). De pronto separo los labios con las manos y me penetró lo más que pudo con ella, lamiendo mis rosadas carnes; subiendo, bajando, subiendo, bajando, salivando y humedeciéndome, aquello me estaba empezando a bajar el nerviosismo y estar menos tensa.
– ¡Mmmmhh! Estas divina y calientita… vamos, abre los ojos, voy a decirle a Mozart que se suba.
– ¿Rafa…? Yo… ¿y si me muerde?, tengo miedo ¿Rafa…?
– Tranquila que no te va a morder, mira con atención y grábate esto, ya verás que lo vas a disfrutar tanto como yo.
– ¿te gusta que te coma el coño, no? (asentí con la cabeza) bueno, es para que hagas diferencias. Por los videos que he visto, los perros son lamecucas estupendo… (Dijo en tono sarcástico como si estuviera diciendo un chisme) vamos a disfrutar los tres… ¡no cierres los ojos! ¡Sin trampas!
Me lamio el coño y el clítoris un par de veces más antes de levantarse y tomar el frasco que trajo de la cocina, lo cual era una mermelada de mango. Se puso de rodillas a mi lado y me unto un poco de mermelada en cada seno abarcando la mayor área posible y luego hizo un camino recto bajando hasta mi vientre, ya allí me unto todo el depilado coño y la parte interna de los muslos con ella. Luego se puso tras mi cabeza con su verga oscilando en mi frente rígida de excitación. Llamo al perro.
– Mozart, ven, sube aquí (dijo dando una palmada sobre la cama, el cual subió de un brinquito meneando el rabo, de verdad el perro era hermoso; con varias capas de pelajes que iban del oro al color crema con una ligera careta dorada en los ojos que se difuminaba al crema hacia el hocico (el perro se veía inmenso desde abajo) ¡Mmmmhh…! Que tetas más ricas para lamer tienes aquí (dijo con picardía mientras le daba a lamer los dedos de él y los llevaba hasta mis senos). De pronto su lengua; larga, húmeda y de cierta aspereza se deslizo por toda la piel de mis pechos.
-Ya va… esp… ¡Aaaahh…! Ja, ja, ja, ja, ja ¡mmmmhh…! Ja, ja, ja, ja, ja, ja (Ya con la calentura que me dejo el Rafa, aquella nueva sensación me provoco un espasmo instantáneo, por cada poro las neuronas iban y venían. Exaltación, sorpresa, cosquilla, delicia).
Pronto el perro estaba muy animado dándome rápidos lengüetazos en las tetas y agitando su dorada cola, haciéndome estremecer y sentir muchas cosquillitas al tiempo que pasaba en fracciones de segundos del temor a la risa y de la risa a la excitación, los gemidos no me salían de la boca de la pura impresión, pero mientras estuve muda un primer orgasmo me sobrevino y arqueando la espalda engurruñé los dedos de las manos y los pies, buscando ver a mi novio. Pero solo di con su gruesa salchicha que se la agitaba sobre mi cara.
-¡Aaaaahhg…! Que rico Rafa…! Ja, ja, ja, ja, ja, ja ¡Aaaasíííí! Oooohh… Dios, ¡Rafa, Rafa… Aaaaaahhh! (Bastaron pocos segundos para gemir ante aquella enorme y rasposa lengua que pasaba de teta en teta, lamiendo mis prominentes pezones cada vez más firmes y sensibles).
Aquello hizo que mis palpitaciones se dispararan de puro deleite. Nublada y perpleja, no pode evitar tomar aire sacando el pecho y ver como el perro me lamia una, otra y otra vez las tetas y los pezones, dejando rastros de su saliva en mí piel, seguí respirando entrecortadamente al tiempo que las piernas me temblaban, mi espalda se arqueaba y pequeños orgasmos venían y venían << ¡Madre mía! Que lengua la que tiene el bendito perro, mejor que la de un hombre >> (lo irracional y racional chocaba en mi mente, era la primera vez que tenía una experiencia como esa. Además, sabía moverla rápidamente, mis pezones hormigueaban y erguían de placer y mi coño estaba que ardía con los cálidos flujos que se venían gestando). Y lo que en verdad pareció un tiempo muy largo en realidad fue corto, ya estaba al borde de la locura cuando continúo bajando por mi abdomen haciéndome cosquillas, subía y bajaba lamiéndome y llenándome de saliva cada rincón, revoloteando un poco de aquí para allá. De las ansias, se me corto la voz y la respiración. Para ese entonces ya estaba super excitada y de seguro la mezcla agridulce de la mermelada de mango con mi cálida miel almizclera le iba a encantar.
Saque la lengua y abriendo la boca bien grande invite al Rafa a violarla la jeta mientras Mozart me lamia cada vez más cerca del coño. Quería ahogar mis gemidos y no demostrarle que tanto me estaba gustando aquello <>, sentía que la piel se me ponía de gallina y que hasta la pepa del culo se me dilataba y contraía en éxtasis y frenesí. Rafael mientras tanto abusaba de mí boca con lo que parecía una verga de acero, nunca la había tenido tan dura y caliente como en ese momento, me lo metía hasta la campanilla provocándome unas nauseas a la vez que la saliva me salía por la comisura de mis labios.
Esta sensación depravada de que Rafa tuviese la verga tan dura porque el perro me lamiera, estaba mal, sí, pero se sentía muy bien, además, por otra parte a él le excitaba… bien sea por lo uno o lo otro estaba palpablemente más duro (o quizás las feromonas en el aire eran más densas de lo normal), fuese lo que fuese me estaba excitando sobremanera a mí también… no sabía de verdad si Rafa querría algo más… no, no es verdad, no sabía cómo reaccionaría Rafa si le decía que quería ir más allá, ya que mi concha masticaba algo que no estaba allí y empezaba a tener curiosidad de sentirlo dentro. Lo que me hacía sentir sucia y pervertida.
-¡Uuuunnhff! ¡Ooohhff! ¡Aaaaaahhhfff…! (Estaba todavía entusiasmada con la verga del Rafa palpitando en la boca y encerrada entre mis labios. Cuando el perro me empezó a lamer el coño).
Su cabeza se había colado entre mis piernas y tras levantar un poco las caderas pude sentir como en cámara lenta, un lengüetazo que me estremecio toda. Primero, su nariz fría me rozo el clítoris y seguido inmediatamente paso su lengua; cálida, húmeda y ligeramente áspera. La sensación en sí, fue tan placentera que bastaron solo unos segundos para que esa enorme lengua se abriera paso entre mis carnosos labios y hurgara mis rosadas carnes interiores, donde siguió lamiendo con ahínco e invadiendo mis sentidos. Todo el contraste de; temperatura, tacto, audio y visión me volvieron loca. Expulsé la verga de mi boca, abriendo las piernas lo más posible, gimiendo de placer ante lo que se acercaba -¡AAAAAAHHHH… SIIIIII… MAARICOOO… LAME, LAMELAAAAAAHH….! ¡OOOOOHH… SANTO CIEEEELO!- Gritaba frotándome el clítoris, abriendo los pliegues inferiores con ambas manos para que lamiera más <<¡Ven lame aquí… lame esta rica, rica vagina!>>. Rafael se levantó y coloco de pie sobre mi cabeza, masturbándose y viendo la escena desde lo alto, observando como el perro degustaba hambriento el suculento, cálido y salino cáliz que emanaba de mi entrepierna. Su cara (la de Rafael) reflejaba una rotunda satisfacción.
-¡AAAAHH! ASÍ, ASÍ, ¡OOOOHH DIOS…! ¡ASÍÍÍÍÍÍ…! LAME MA… MARICO… QUE RICO RAAFAAA…. ¡UUUUMMMG! (gemía al tiempo que Mozart lamia con fervor mis rosadas carnes entre espasmos y una sucesión de pequeños flujos que manaba de mi concha hasta su lengua, degustando los flujos de primera mano)
De tanto placer empecé a acariciarme las tetas; jalando y torciendo los pezones con una mano al mismo tiempo que hacía círculos y vaivenes con las caderas; dándome caña con la otra, metiéndola entre el coño y el hocico del perro, frotando el clítoris, metiendo y sacando los dedos cada vez más mojados y abriéndome los labios para que lamiera más adentro.
-¡AAAAAAHHH! Siiiii… Sigue lamiendo… ¡Mmmmmm! Que rico.
De seguro mis jugos le parecieron estupendos ya que empezaba a sentir su lengua ir más más profundo dentro de mi raja provocándome espasmos continuados. De vez en cuando hacía una breve pausa, me olisqueaba y se relamía un poco, quizás buscaba más mango, pero ya solo quedaba mi miel. Era tan bueno haciendo eso que seguía excitándome cada vez más, de repente ya no era sólo mi entrepierna, él continúo lamiendo entre mis piernas y el coño haciéndome sentir como nunca, era la sensación más agradable que jamás había sentido… allí mismo, en ese lugar que ni es muslo ni es cuca, pero si muy sensible, me daba placer y cosquillas, lamiendo las ultimas huellas de mermelada.
-Sigue lamiendo… ven… Mozart, aquí… ven papi, lame aquí. (Trate de animarlo a seguir, pero parecía satisfecho o indeciso y se relamía el hocico y la nariz).
-Ven chico (le dijo Rafael, bajando de la cama y dándome una palmadita en la cuchara, pero solo obtuvo unos movimientos de cola y relamidas de hocico) bueno, tu te lo pierdes… descansa.
El perro se sentó como esperando algo mas (quizás más mermelada), pero al ver que no le decían nada se quedo inmóvil sentado un rato, haciendo de cómplice espectador.
-Parece que te gusto, ¿Verdad…? (afirme moviendo la cabeza) Es lo más morboso que he visto en mi vida… súper, amor (dijo mientras se apretaba duro la verga para retener la corrida).
Desde el inicio hasta ese momento Rafael había permanecido sorpresivamente en segundo plano. Y para estas alturas mi excitación era tal, que requería de una atención más relevante. Así que para incentivarlo un poco me introduje un dedo en la boca embadurnándolo de espesa y espumosa saliva y me lo lleve hasta ano, metiéndomelo de la forma más lasciva y descarada que pude (para comprobar que tan disponible estaba mi retaguardia) sin dejar de mirarle a los ojos, estaba más que preparado para recibir lo que fuera, y dar una buena contienda.
Al verme tan cachonda se colocó entre mis piernas, las tomo por los tobillos y las flexiono llevándolas contra mi pecho para tener así mejor acceso a mi culo y concha. Yo estaba super salida y no me inhibí de morderme el labio inferior y frotarme el coño mientras el retomaba la delantera. Se inclino contra mí y saco su lengua buscando la mía, nos besamos furiosamente, entrelazando y peleando con las lenguas dentro de nuestras bocas a la vez que sentía su caliente chorizo refregarse contra mi vientre.
-¡Uuuff Claudia!, sí lo dejabas un minuto más… te juro que te bañaba en leche, y no quieres eso… ¿Quieres que te coja por detrás…?
-No… quiero que me lo revientes ¡Jódeme! ¡Jódeme el culo Rafa!
– ¿Ahora sí…?, te voy a romper el culo ¡Jódete Claudia!
Sin dudarlo ni un segundo coloco los tobillos en sus hombros y acomodo el glande en la entrada de mi culo y de un fuerte empujón me embuto la caliente verga abriéndome todo el culo -¡AAAAAAAHHH… RAAAFAAAA…! ¡ME DUELE! – grite para mi regocijo y angustia (aunque estaba muy lubricada, dolió tremendamente cuando penetro), un caliente escozor iba y venía quemándome por dentro, pero eso ya lo había predicho… me dolía tanto o más que la primera vez, pero a medida que continuaba fuertemente con el mete y saca, yo empezaba a ordeñarle la verga contrayendo y dilatando el esfínter <>. Me llenó de orgullo, ver como respiraba agitado al mismo tiempo que me penetraba con obsesión una y otra vez, mientras el dolor se iba mitigando, alcanzando al final aquel gusto que tanto disfruto de sentir el culo lleno.
– ¿No querías que te la metiera de golpe…? ¿Ah…? (Bramo viéndome a los ojos mientras encajaba profundo su miembro en mi culo).
– ¡Si! ¡Si…! Aaaaaahhhg Rafaaa… Mete… melaaa, más duro…
Yo estaba en la gloria, empalada, recibiendo sus embestidas con las manos en las nalgas para que penetrara más hondo (la sacaba entera y la metía de golpe), haciéndome gemir como una puta.
-¡Uuuff…! Claudia, que culo tan rico tienes… me estas apretando la verga…
-¡Sí…! Así Rafa…. sigue, sí, Uuumhg.
Estuvo dándome así un rato hasta que su cuerpo se dejó caer sobre el mío con su polla entrando y saliendo despacio… (Había soltado mis piernas, por lo que aproveché de colocar mis tobillos tras su espalda y empujarlo, así como moviendo y balanceando mis caderas en círculos) nos besamos muy apasionadamente, y me dijo incorporándose un poco y sujetándome cada teta -Mmmmh… Claudia, espera… ya va… quiero que te excites mucho… que acabes muy excitada-, continúo cogiéndome lento, entonces sentí como la sacaba del culo y me la enterraba por el coño, remojándola en mis cálidos jugos para luego meterla de vuelta en mi culo y así de un agujero al otro (por delante, por detrás, por delante, por detrás, por delante, por detrás), me estaba volviendo loca yendo y viniendo entre el culo y la cuchara, que estaban bien abiertos y mojados, chorreando de placer cuanta porquería sexual emanaba de nuestros cuerpos.
Ambos estábamos muy excitados, quizás él más que yo en este momento, decidí ir por todas y ordeñarle cada gota de leche a esa pija que se hacia la inacabable, por lo que aprete todos mis músculos pélvicos, vaginales y anales para celebrar que algunos espermatozoides salieran disparados de su pene como cohetones navideños al cielo y chispearan pegándose a cualquiera de mis paredes. Lo empecé a fustigar empujándolo con los tobillos y sujetándome a su espalda con las uñas en alerta de acción velica sexual, en una de cambio evité que fuera al culo y moví la cadera buscando más profundidad de su verga.
– ¡CÓGEME! cógeme Rafa… duro papi…. así, así, así… estas tan duro… te siento tan dentro
– ¡TÚ ME PONES ASÍ…! siénteme, siénteme… ¡OOOOHH CLAUDIA! Estás muy caliente y mojadita dentro.
– ¡TE SIENTO BEBE…! ESTAS DURITO… DURITO Y RICO AMOR… ¡CÓGEME DURO BEBE!
– ¡OOOOHH CLAUDIA…! ¡NO… AGUANTO…! ¡NO PUEDO FRENARLO! ¡AAAAAAHHHG! ¡UUUUUMMMG…!
Entre una serie de temblores, bramidos, gemidos, respiracion entrecortada y músculos contrayéndose sentí como mí hombre se corría dentro de mí, sentí cuando su polla claudicaba a mis contracciones… se dilato contra mis paredes e inflamo el glande cual si fueran unos cachetes a punto de escupir, entonces los sentí… uno, dos, tres, cuatro fuertes chorros de caliente esperma que estallaron contra mis paredes las cuales recibí arañando su espalda con mis uñas y rodeando su pelvis con mis piernas mientras presionaba mi sexo contra el suyo.
-¡Ooohh… Dios…! Rafa… ¡Sí! Uuumhg, que rico bebe, que rico se siente…
-Aaaahh… lo siento… no pude retenerlo más… eso que haces cuando te mueves me enloquece… (Soltó un quejido involuntario cuando se separó de mí sonriendo y se sentó a mi lado).
– Juguemos un poco más… ¿Quieres? (dije tomando el control de su palanca en vía de ponerse morcillona) Nos falta todavía lo mejor (tenía una idea clara de lo que vendría ahora… en mi mente y mi cuerpo el morbo y la curiosidad se imponían) bueno, tú ya comiste bastante… ahora descansa. (Esas palabras le excitaron y de un sobresalto sus ojos chispearon y una sonrisa de oreja a oreja surco su rostro).
Rafael me tendió una mano y me dijo ¿Estás segura…? (afirme moviendo la cabeza) ¡Oh dios! Tengo que verlo para creerlo. Ven, levántate y colócate en cuatro patas… quiero ver como te coge el perro-, yo tomé la posición y cerré los ojos un momento –No cierres los ojos, quiero que lo veas todo, anda llama al perro.
Yo temblaba de emoción toda sudada y alborotada, ardía en fuego y mi vagina era un volcán en erupción cuando dándole palmaditas al coño, empecé a llamar al perro ¡Mozart!, Ven… ven aquí, ven a lamer el rico coño de mami, con cierta duda o cara de inocente (que no lo es) se incorporó y venia elegantemente como en cámara lenta (moviendo su suave pelaje dorado y crema a la vez que meneaba la cola) a colocarse detrás de mi. Sabía lo que acontecería, estaba asustada, sí, pero la curiosidad y el morbo era mayor, quería sentirlo dentro. Empezó por olisquearme, lo que fue un instante, y sorpresivamente volví a sentir esos placenteros y ásperos lengüetazos caninos, hacia arriba; una, dos, tres, cuatro veces… perdí la bendita cuenta entre la excitación y los orgasmos que me sacaba al rozarme desde el clítoris hasta el hueco del culo… apoye una mejilla contra el piso y con las manos me abrí las nalgas, él lengüeteaba con autentico frenesí los sudores y fluidos sexuales que Rafael y yo habíamos labrado como en una vendimia, choque a choque entre chapuzones y extracciones de vergavagina y vergaculo. No tarde nada en correrme liberando unos chorritos que lamio efusivamente. – ¡SÍ…! ¡LAMEMELA…! ¡Así…! Oooh… Dios mío… Así… ¡AAAHH…! Que rico… Mozaaart… – De soslayo veía la lengua del perro lamerme al tiempo que un hilo de baba espesa guindaba de su boca y se bamboleaba como una liana -¿Te gusta mami… verdad? Aaaaahh… Mozaart, que rico, sube, ven aquí- le decía dándome unas nalgaditas.
Yo seguía estando a cuatro patas y alzaba mi culo para que me montara, pero solo lamia Ufff… vamos Mozart, sube aquí (le decía dándome nalgadas), entonces, volvía y lamia, veía a Rafa y me veía a mí, impaciente iba y venía. Rafa lo monto, pero se bajó como dudoso. Lo volví a llamar y nuevamente me lamio <>, estaba tan excitada que arquie la espalda y separe un poco mas las piernas, pensado que era algo de altura lo que lo retraía <
Se trepo en mí una y otra vez, pero le costaba trabajo atinar mi vagina (sentía que algo me empezaba a golpear a veces la concha otras, lo sentía entre mis nalgas), hasta ese momento no había apreciado su miembro, seguro era pequeño… me asomé por debajo y lo vi, se veía como un lápiz labial muy grande; rosado con la punta algo más rojiza y brillante, parecía algo baboso y asqueroso a la vista… no quería ni tocarlo. Sin embargo, su miembro iba creciendo <> me dije mentalmente volviéndolo a llamar.
-Claudia, déjame echarte una mano. Te advierto que esto, según investigue, te va a doler al entrar, pero luego te va a gustar… ya verás, quizás después, hasta podamos hacer un trio. (Dijo Rafael arrodillándose a un lado mío).
-Ni de broma… no mames tanto… (replique, ya bastaban de ideas raras)
Tenía el culo bien elevado con la espalda baja y las piernas algo abiertas para recibirlo, entonces, sentí su cálido y peludo cuerpo montarse encima de mí y sujetarse a mis caderas y empezar a menearse. Esta vez, Rafael arrodillado estuvo presto tomar la verga del perro con una de sus manos y me metió la punta de su polla en la entrada de mi empapada vagina. Entonces, en un respiro entrecortado goce el instante de convertirme en perra y depósito de semen canino en realidad.
-¡AAAAGHHH….! ¡DIOS!, ¡QUÉ RICO, SÍ…! así, aasighhh… ¡CÓGEME! ¡DAME DURO! Uuuuyy… amor, Rafa, Raafaaaaghh… qué rico, ¡Uuuuffff…! dame… así, hazme tuya, perro… marico, ¡Aaaagghh…! (Chillaba, retorciéndome morbosamente del gusto)
La primera estocada me dolió, la sentí entrar entera a fondo de un solo golpe, haciendo que mis músculos abdominales y vaginales se contrajeran todos de la impresión… era algo inimaginable. Sin embargo, yo estaba tan vuelta loca y cachonda que el placer que recibía de la enchufada canina era formidable. <<¡OOOOHH SI!, ¡WAOOOW…! ¡WAOOOW…! ¡QUE DIVINA…! la sensación de estar siendo ensartada por un animal>> Mi concha estaba tan mojada que no ofrecía ninguna dificultad a su miembro, que segundos después sentía como crecía y latía algo más dentro de mí, expandiendo mis paredes mientras me fornicaba en una tanda de sacudidas frenéticas. Luego sentí un fuerte dolor, algo que dilataba aún más mi conchita, (nunca imaginé que fuese tan intenso, dolía, pero a la vez era estimulante) él seguía empujándomelo con fuerza una y otra vez, mientras, sentía como el coño me palpitaba dentro, contrayendo sus paredes más y más, yo gritaba de puro placer.
– ¡AAAAAHHG… SÍ! ¡ASIII… ASÍ MOZAAAART…! ¡Ummmhh! que sabroso papi… ¡Aaaahh Aaaahhg! ¡CÓGEME SÍ…!
Creí que desmayaría o me estallaría la cabeza, cuando un potente y sublime orgasmo me provoco un incontrolable estremecimiento y sin fin de sensaciones en todo el cuerpo. Cuando en una breve pausa y unos cuantos golpes más me provocaron una conmoción y satisfacción total. Quieta, respirando hondo, noté como su clímax y el mío chocaron entre sí, él golpeando mi cérvix, desbordando todo su abundante, cálido y líquido semen dentro de mí, inundándome toda. No lo resistí más y encogiendo los pies y las manos empecé a venirme a chorros entre espasmos viscerales que me daban vuelta la cabeza, podía sentir su semen llenándome, no, ¡rellenándome! Chorros calientes que estallaban como tumbarranchos en mi vientre chispeando espermatozoides caninos como millones de lucecitas de pólvora haciéndome cosquillas dentro, celebrando la unión de su pólvora y mi oxígeno, de su semen y mi fluido vaginal, sintiendo un revolotear de mariposas, garzas, loros y palomas dentro del vientre.
Sentí como su polla latía y empezaba a halar buscando zafarse, arrancándome unos gritos de dolor, por lo que vi entre las piernas, descubriendo que estábamos enchufados -AAAAAAHHH DIOS, QUIETO… AUUU YA VA… ¡RAFAAA…!- Me tenía pegada como una perra, con su verga palpitando dentro de mí ante las contracciones que mis paredes ejercían sobre su verga. Corriéndose todavía entrecortadamente, llenándome de leche muy muy caliente que se mezclaban dentro con mis flujos vaginales. -Oh dios, ¿qué estupidez cometí? – El Rafael estaba estupefacto, machacándose la barra frenéticamente, mientras yo seguía pegada al perro.
-¡Coño! Quieto marico… me duele, tú, has algo… ¡RAAFAAA…! Haz algo… por favor- (dije asustada)
-¡Coño… coño… espera Claudia…! (dijo levantándose y inspeccionándonos) Marica estás enchufada JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA
-Si, si, muy gracioso, ojalá y te mees… ayúdame… por favor, por favor
Cuando de repente Mozart dio un tirón más fuerte y con un sonoro -¡Plop! se despegó de mi haciendo que parte de su leche y mis jugos se derramasen entre mis muslos y el piso.
Apenas nos separamos y haciendo un último esfuerzo gatee unos pasos hasta la cama y deje recostar mi torso y rostro sobre esta. Estaba exhausta, adolorida y en estado de shock, pasando todavía ese último instante de desacople. Con una sensación de dolor, susto, relax y placer en todo el cuerpo. Mozart por su parte empezó a olfatear y pasarme la lengua por donde discurrían nuestros flujos mezclados, limpiándome el culo, la concha y los muslos. Lamía y lamía, y lo hacia todo muy rico, pero ya estaba tan agotada mentalmente de tanta cogida y orgasmos, que le deje hacer, hasta que él solito desistió de su labor y fue a echarse no sé dónde. Cerré los ojos lo que me pareció un instante y desperté con Rafael abrazándome por la espalda, besándome el omoplato y Mozart echado con la lengua fuera a los pies de la cama.
-Fue grandioso Claudia… es lo mejor que hemos hecho, deberíamos hacer un trio. (él no me veía, pero una sonrisa se esbozó en mis labios, quizás sí)
-Sí, fue divertido… deberíamos comer Sushi primero