Mi nuevo trabajo puso las cosas bastante calientes. La tentación es imposible de aguantar

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En mi anterior relato os conté que buscaba trabajo, gracias a unos buenos contactos he pasado unos grandes dias antes de empezar en el que a día de hoy es mi trabajo.

Hace cosa de dos semanas tomando el café con Clara nos contamos la diversión vivida en la discoteca, (por si no lo sabíais, a las chicas nos encanta comparar polvos, tamaños y anécdotas), cosa que nos llevó a hablar de trabajo, porque la vida es muy bonita, pero para poder vivir bien, hay que tener un sueldo a fin de mes que te lo permita y le propuse buscar juntas un trabajo de medio tiempo para poder mantener nuestro ritmo fiestero y, sobre todo, navideño.

Clara tiene buenos contactos, así que no tardó en llamarme diciendome que un compañero del bufet de abogados de su padre necesitaba una canguro y las propinas eran buenas así que, tras ver un poco la mercancía y conocer al solicitante accedí.

La entrevista fue de lo más formal, me até el pelo en una cola de caballo alta que dejase ver mi larga y suave melena ondulada, me puse un maquillaje discreto pero que resaltaba mucho mi mirada y un vestido rojo a juego con los zapatos elegante pero no muy serio, se trataba de cuidar de una niña, no de ir a una oficina.

El hombre no hacía más que mirarme fijamente la clavícula y de vez en cuando miraba mis pechos discretamente apretados por el vestido, luego subía hacia mis labios y volvia a bajar la vista con nerviosismo. Sé le veía como a un lobo con piel de cordero. Eso me excitaba, ¿cuántas niñeras habrá acosado? -Ha dado con la horna de su zapato- pensé.

La mujer, fría y rígida fue la encargada de la entrevista, de marcarme las pautas, los honorarios… Todo estaba bajo su control, por supuesto acepté, el sueldo estaba muy bien teniendo en cuenta mi trabajo y además, al hombre se le veía muy muy interesado, y ya sabéis que adoro jugar con fuego.

Las primeras tardes fueron muy entretenidas. Iba a buscar a la pequeña a clase, le preparaba la comida, luego haciamos los deberes juntas y mientras se entretenia jugando aprovechaba para ayudar en algunas tareas del hogar, cuando llegaba el padre me iba, no sin antes jugar con las miradas, coquetear y de vez en cuando enseñarle el poder de mi juventud al agacharme disimuladamente y así mostrar mi culo, o apoyarme sobre mis brazos realzando mis pechos… Ser sutil no es muy fácil cuando deseas frenéticamente follar con un hombre como ese…

La cosa empezó a mejorar cuando un día, mientras yo acababa de recoger el se me acercó y me susurró al oído, pegando su paquete a mi culo y me ofreció hacer horas extras de vez en cuando a un precio muy bien pagado. Obviamente accedí, no sin antes empujarlo con mi culo y agarrarlo del paquete para saber qué trabajo era el que me ofrecía, y con ese tamaño aceptaría sin duda alguna.

Al día siguiente volvió más tarde de la oficina, la niña ya estaba lista para irse a dormir, así que me aseguré de arroparla bien y dejarla dormida antes de atender a mi otro niño grande.

Mi sorpresa llegó cuando salí de la habitación y le vi delante de la puerta aflojandose la corbata con una mirada desafiante. Antes de que pudiese decir una palabra mi jefe me agarro del cuello y me arrodilló delante de el. Su paquete estaba un poco abultado, así que no podía dejar eso así… Le acaricié el miembro por encima del pantalón mientras le miraba a los ojos. Estar en esa posición en frente de la puerta de su hija, sabiendo que su mujer volvería pronto me tenía muy cachonda.

El cerró los ojos y respiró profundamente. Le desabroché el cinturón seguido del botón del pantalón, le bajé la cremallera con los dientes y cuando iba a liberar su miembro del apretado bóxer, me pegó la cara a el y se frotó con mi mejilla mientras gruñía.

– Joder con la pelirroja, me tienes muy cachondo – Gruñía entre dientes

Sonreí y liberé esa bestia que tiene entre las piernas. Qué polla, gruesa, llena de venas, peluda… Un manjar para mi boca.

Lamí desde los huevos hasta el capullo y empecé a masajearla mentras lamía y jugaba con su capullo, que dejaba caer pequeñas gotas de vez en cuando sobre mi lengua. Pronto pidió más, puso sus manos sobre la puerta y empujandome contra ella me metió la polla entera en la boca y empezó a follarmela con fuerza. Cada embestida venía acompañada de gruñidos que silenciaban mis arcadas al llegar hasta el fondo.

– Hoy vas a cenar caliente – Y acto seguido se corrió en mi boca.

Me lo tragué todo, me levanté y me fui.

Después de lo ocurrido el suceso se empezó a repetir casi diariamente, me quedaba hasta tarde para acostar a su hija y después le dejaba follarme la boca en cualquier rincón, en el sofá mientras él veía la televisión, en la cocina mientras se calentaba su cena, en el baño… El único lugar sin estrenar, su habitación.

A los pocos días me cansé de su juego, quería ir un paso más allá. Ese día me presenté a altas horas de la noche en su casa, le envié un whatss y discretamente me abrió la puerta. Le saludé enseñandole que iba sin bragas a lo que él, nervioso, respondió mirando hacia el pasillo. Todo estaba a oscuras, sólo podía dislumbrar el brillo de la televisión a lo lejos.

Cerró la puerta después de dejarme entrar y fui directa a su habitación. Su mujer dormía plácidamente, así que me coloqué de rodillas a los pies de la cama, mirándole fijamente a los ojos. Él estaba asustado por la situación, pero también cachondo, su polla al menos decía eso.

Me deshice de la chaqueta, me empecé a tocar ahí en el suelo delante de él sin dejar de mirarlo desafiandole. Sé acercó a mi y me dejó su polla a escasos centimentros de mi boca, palpitante bajo el pijama. le quité el pantalón y me la metí directamente en la boca… se la chupé con ganas, quería su semen y él lo sabía. jugaba con sus huevos mientras me la metía una y otra vez en la boca. Estaba cachonda y no deseaba nada más en ese momento que su polla.

Pronto noté el aviso de sus huevos, iba a descargar y yo estaba lista. Él me follaba la boca agarrandome del pelo y yo me dejaba llevar por el deseo.

Se corrió.

Pero quería más.

Me agarró del pelo y me puso de pie delante de él, me dió la vuelta y me hizo contemplar a su mujer dormida en la cama.

– No hagas ni un ruido – Su orden era direta y clara, iba a obedecer.

Me puso las manos sobre los pies del colchon y empezó a buscar mi vagina con su capullo, seguía duro y con ganas de más. Me la metió de un golpe y empezó a follarme con intensidad. Me agarró del cuello con una mano y de la boca con otra para que no pudiese gritar. Tampoco me dejaba respirar a mi antojo, me apretaba el cuello con fuerza marcandome las pautas que él deseaba y me folló como a un animal, con embestidas duras y rápidas.

Se corrió dentro, sin avisar.

Sigo trabajando para él, a veces hasta se deja cosas en casa para que se las lleve al trabajo…

¿Queréis saber que pasó ayer en su oficina?