Mi primera vez fue con un desconocido en una fiesta

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Mi nombre es Helena y sólo yo sé qué fue lo que pasó aquella noche en el cumpleaños de mi compañera de colegio Paola. Ni mi mejor amiga, mucho menos mi familia. Nadie nadie, sólo él. Imagínense: colegio católico y padres bastante conservadores.

Era el cumpleaños de quince de Paola. Yo había cumplido quince dos semanas antes. Culturalmente en mi país, cuando una chica cumple quince años se le hace un fiestón de aquellos, se tira la casa por la ventana y los padres hacen hasta lo imposible por poder hacerles a sus hijas una linda fiesta.

Recuerdo esa noche: me había puesto un vestido blanco hasta las rodillas bien sencillo. Era delgada, pero comenzaba a mostrar un pequeño escote. Me coloqué un sostén blanco bien ajustado para resaltar más mis pequeños atributos y mi madre me ayudó a maquillarme.

Llegué al lugar puntual. Mi amiga no había llegado. Pasó y pasó el tiempo y no tenía noticias de ella hasta que me llegó un mensaje diciéndome que no podía ir. Genial, me aburriré. Paola no era mala conmigo y no tenía problemas con ninguna de las otras chicas de mi curso, pero en sí no tenía demasiada interacción con ellas. Selena era mi única amiga. Aun así no la pasé tan mal como pensaba, me integré bastante bien al grupo, conocí a otras amigas de la cumpleañera que me cayeron bien y bueno, lo conocí a él, a Víctor.

La música sonaba a todo volumen. Bailaba con las chicas cuando en un momento se me acerca un morenazo hermoso preguntándome si quería bailar con él. Era bastante más alto que yo, piel trigueña, cabello y ojos negros y contextura corporal normal. Sin pensarlo dos veces le dije que sí, era uno de los chicos más atractivos que había visto.

-¿Cómo te llamas? –Me preguntó mientras estábamos bailando una cumbia.

-Helena ¿y tú? –Le respondí.

-Víctor ¿cuántos años tienes?

-Quince y tú.

-Dieciséis. –Me dijo y continuamos bailando.

Cambió la música. Comenzó a sonar un reggaetón ideal para perrear. Yo movía mi trasero y caderas al ritmo de la música. No me considero buena bailarina, pero mala tampoco… ahí me defendía. Él estaba con sus manos en mi cintura y demasiado pegado a mí, tanto que al poco tiempo comencé a sentir algo duro y caliente rozando entre mis nalgas. No detuve mis movimientos y continué dejándome llevar por la música. Me agradaba demasiado aquella sensación del roce de sus partes contra mi trasero.

Él paró, dijo que tenía sed y volvió con un vaso de cerveza. Me dijo que era hermosa y me besó.

Fue el mejor beso que había recibido. Sus labios eran suaves y estaban fríos por haber bebido antes la cerveza helada. Tenía buen aliento y su lengua jugueteaba con la mía. Sus manos estaban en mi cintura pero las desplazó hacia mi retaguardia, agarrando mis nalgas mientras continuaba el beso. Podía notar cómo su respiración estaba algo agitada y eso me dio más ganas todavía de continuar besándolo. Algo me estaba pasando, no era ya la primera vez que me ocurría, LE TENÍA MUCHAS GANAS. Quería comérmelo entero, que me meta su verga y que se venga en mi boca. La música además era muy estimulante para que aquello ocurra.

-¿Te parece si tomamos un poco de aire afuera? –Me preguntó.

-¡Claro! –Le dije un tanto emocionada.

Ambos salimos hacia el patio del salón de fiestas. Había algunas pocas personas fumando, pero no mucha gente. Me llevó de la mano hacia un rincón algo apartado y hablamos un poco. Él era el mejor amigo del hermano de Paola e iba a una escuela pública que se encontraba a pocas cuadras de la mía.

-¿Sabes una cosa? Besas muy rico. –Me dijo antes de volver a besarme, tomando fuertemente mi cintura y apretujándola con sus manos. Más que un beso, estaba comiéndome la boca y me encantaba. Entre besos me decía que era hermosa y sin despegar mis manos de mi cintura pegó mi cuerpo al suyo. Sentía el calor y la dureza de su erección que ya me estaban poniendo a mil. Mi respiración ya estaba tan agitada como la suya.

Se separó de mis labios y dirigió los suyos a mi cuello. Podía sentir cómo comenzaba a humedecerse mi ropa interior. Se detuvo, me miró a los ojos pero antes de que él pueda reaccionar, yo comencé a besar su cuello.

-Me vuelves loco Helena, para… -Dijo él de forma susurrante, pero yo no me detuve y a él se le escapó un ligero gemido. Seguí besando su cuello. Él estaba gozando tanto que clavaba sus uñas en mi cintura. Yo seguí un momento hasta que él se separó y volvió a besarme en los labios mientras restregaba su bulto duro contra mí. Metió una de sus manos debajo de mi sostén y comenzó a acariciar suavemente todos mis pechos y luego los pezones.

-Por favor Víctor, no pares. –Le dije ya casi muerta de placer.

-Ven. –Me llevó detrás de unos tupidos arbustos y llevó mi mano hacia su verga, por encima de su pantalón. Comencé a sobarla, se la notaba grande y estaba durísima. Desabroché su pantalón y me la metí a la boca. Era la primera vez que veía una en persona y la primera vez que chupaba una. No tenía sabor a nada. Anduve un rato jugueteando con esta como la principiante que era, hasta que él me ayudó a levantarme, se colocó detrás de mí y comenzó a besar mi cuello mientras metió su mano debajo de mi vestido y dentro de mi ropa interior. A estas alturas yo ya estaba toda mojada. Con sus dedos comenzó a masturbar mi clítoris. Solté un pequeño gemido y le dije que no se detenga. Era fascinante la sensación de estar así con él tocándome mientras entre mis nalgas sentía su erección. Continuó haciéndolo. Seguía, seguía y seguía hasta que al rato sentí una explosión dentro de mí, sentí un cosquilleo desde el centro de mi estómago que se expandió por casi todo mi cuerpo mientras mis piernas empezaban a temblar ¿había sido un orgasmo?

-Me dijeron que ustedes pueden lograrlo más veces. –Me dijo al oído con un tono de voz muy sugerente. No sabía muy bien a qué se refería pero el escuchar su voz excitada me puso más caliente.

Comencé a hacerle una paja y le pregunté a qué se refería, me dijo que se refería a la capacidad de llegar al orgasmo más de una vez en un mismo polvo.

-Ven aquí. –Me colocó de espaldas a él, con sus dedos buscó la apertura de mi vagina que estaba hecha un mar de lo mojada que estaba y comenzó a introducir su pene, pero luego de un poco comenzó a dolerme tanto que se me escapó un grito de dolor.

-¿Te dolió? –Le respondí que sí y continuó insistiendo más lentamente, yo estaba mordiéndome los labios pero seguía doliendo, pero no le pedí que pare porque realmente quería hacerlo. –Cuesta que entre más que de costumbre ¿es tu primera vez?

-Así es, pero quiero hacerlo igual así que sigue.

Me quedó mirando raro y me preguntó si estaba segura.

-Sí, quiero seguir.

-Pero es que… las chicas quieren que eso sea especial y con quien aman, ya sabes y yo apenas te conozco y la verdad no me interesa estar en una relación por ahora.

-A MÍ TAMPOCO ME INTERESA ESTAR EN UNA RELACIÓN, SÓLO HAZLO.

-De acuerdo. –Dijo y continuó tratando de introducir su pene dentro de mí. La verdad es que dolía y mucho, y trataba de hacer un gran esfuerzo para no gritar pero todo lo demás se había sentido tan placentero, y además sabía que sólo esta vez iba a doler. Finalmente entró por completo. Fue raro, por un lado me agradaba la sensación de sentir la verga de Víctor dentro mío pero por otro lado seguía con dolor aunque ya menos intenso.

Comenzó a moverse lentamente, el dolor comenzaba a mezclarse con placer. Sus movimientos comenzaron a acelerarse cada vez más y cada vez más. Su pelvis chocaba contra mis nalgas y sus manos estaban sujetando mi cintura. Las embestidas eran cada vez más fuertes hasta que clavó sus dedos en mi cintura y mordió mi hombro. Detuvo sus movimientos respirando muy agitadamente y salió de mi vagina.

-¿Qué tal? –Me preguntó. –Nunca antes había desflorado a una chica.

-No llegué al orgasmo ahora, pero me gustó, volveré a la fiesta. –Y me despedí de él con un beso en la mejilla.

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