Mis buenas y putas vecinas
Como muchos termine separado, con el alma en pedazos y sin saber que iba hacer de mi vida en los próximos meses o en el próximo año. Por lo pronto llego el momento de empezar a buscar algo a donde mudarme. Mi matrimonio estaba terminado y no sabía a donde yo iba a terminar. Mis padres me dieron asilo por unos días pero solo con la condición que buscara apartamento lo antes posible. Mi trabajo ocupaba la mayor parte de mis días y no encontraba consuelo a esa sensación de vacío que había ahora en mi vida. No era que extrañara a mi mujer, pero me hacía falta la vida de hogar, el tener un lugar a donde aterrizar después de una jornada de trabajo. Añoraba a mis hijos, el verlos y compartir con ellos cada día. Esto no iba a resultar tan fácil me había quedado sin nada y era como si un tsunami hubiese arrasado con mis sueños. Lo único bueno de esto es que me habían quedado algunos amigos del alma, como Marcelo que hacía tiempo no veía pero al encontrarnos y enterarse de mi situación lo primero que hizo fue ofrecerme un lugar.
– Tengo el departamento de mi madre, ella está en Italia con mi hermana y casi no viene. Está desocupado la mayor parte del año y tengo que seguir pagando los gastos. Si quieres puedes quedarte ahí. Te ahorraras bastante. Además que está bien ubicado y tienes tu trabajo cerca. ¿Qué te parece? – me dijo.
Era perfecto. No todas eran malas para mí. Acepte enseguida. Es más me dijo: vamos por tus maletas y te llevo al edificio para presentarte con el conserje y mostrarte todo lo que tengas que saber sobre la casa. Estaba feliz y agradecido de que aun hubiese tipos como mi amigo que estaban dispuestos a ayudar.
Al llegar encontré un lugar de primera. Un semipiso con todas las comodidades como para no extrañar nada.
– ¡es perfecto!! – dije – es mucho mejor de lo que imaginaba amigo! Gracias por hacerme este gran favor.
– De nada amigo. Es un buen lugar, solo tiene un pequeño problema y son las vecinas. La verdad es que no las conozco, pero mi madre se vive quejando de ellas. No sé cuál será el problema, pero bueno ya vos te vas a enterar. Ahora te dejo para que te pongas cómodo y mañana hablamos.
Nos despedimos y volvi a recorrer cada rincón de aquel apartamento. Me instale en la habitación de huéspedes, debía ser la de mi amigo porque estaba decorada con un estilo masculino, tenía una ventana que daba al pulmón del edificio y se veían otras ventanas del departamento de enfrente. Me acorde del comentario de mi amigo sobre las vecinas. Debían ser unas viejitas coquetas e insoportables.
Aquella noche logre conciliar el sueño con facilidad, estaba más tranquilo. Pero me sentía solo. La casa era grande y el silencio lastimaba, hasta que un golpe me despertó. Era el ascensor que abría y se escuchaba voces de mujeres que hablaban fuerte y se reían sin parar.
Serian las vecinas? Me levante y fui hasta la puerta, escuche que una decía:
– Oye que te franeleo el culo y vos muy putita te dejaste. Como te gusta calentar y no dejarte hacer nada… jajá
– Noooo que quieres que me coja cuando él quiere! Noooo .. solo cuando yo quiera… a mi manera y con quien yo quiero!!!… Jaja
No sonaban a voces de ancianas ¡y como hablaban! Escuche las llaves y el abrir de una puerta. Me quede intrigado con su conversación, ya me habían despertado y eran pasada la una de la madrugada. Volví al dormitorio a oscuras y mire hacia sus ventanas, se encendieron todas las luces. Estaba ahí de mirón, en la oscuridad cuando vi la figura de una mujer entrar en uno de los cuartos. Ah si esto sí que no me lo esperaba era una preciosura de cabello rojizo vestida con un uniforme azul y no solo era una… sino dos. Entro una morena más alta vestida con un uniforme igual a la otra, se soltó el cabello y comenzó a quitarse la chaqueta que llevaba puesta. ¡Ohh esto era de película!!! No me digan que este era mi día de suerte.
Hablaban y seguían riendo mientras continuaban desprendiéndose de la ropa una a una, verlas me excito… el desabotonar de las camisas… como iban quitándose las faldas para terminar quedando en ropa interior… me estaba enloqueciendo. Ahora venia lo mejor. Como quería estar ahí con ellas. La pelirroja fue la primera en quitarse el corpiño. Oh! Preciosos senos y abundantes como me gustan a mí, los masajeo con sus manos varias veces como quitándose la sensación de haber estado apretados, Uyyy… como deseaba besarlos y chupárselos suavemente, lo necesitaba y ya lo estaba haciendo, mi mente está ahí con ellas.
La morena tenía los senos pequeños con pezones oscuros se notaban muy ricos…para morderlos con delicadeza… mientras acariciaba esos glúteos espectaculares paraditos y duros… de esos que te provoca azotarlos con tus manos mientras le das por detrás. ¡Realmente estaban muy buenas mis vecinas!
Se colocaron unas batas y apagaron la luz del cuarto y no pude ver más. ¡Maldición!. Yo quería ver más, me tuve que conformar con las imágenes que tenía, pero me basto esa noche para masturbarme más de una vez antes de quedarme dormido.
Esa mañana al levantar mire hacia el departamento de ellas, haber si las veía nuevamente, pero las cortinas estaban cerradas y no se notaba movimiento alguno. Sería muy temprano para ellas.
Esa tarde al volver del trabajo pase por el autoservicio chino que hay en el barrio a comprar algo para comer y para mi sorpresa ellas también estaban de compras, esto no era una coincidencia mas. Pase por su lado y recordé lo de la noche anterior. Realmente eran guapas las dos, diría que no sabría con cual quedarme si me dieran a elegir.
La morena destilaba sexualidad a su paso y le gustaba mostrarse. Tenía puesto un vestido colorido con flores, ajustado, corto, que mostraba las piernas desnudas y dejaba notar apenas el triangulito de su ropa interior metido en su culo, no había tipo que pasara a su lado y no volteara a mirarla. Ella disfrutaba de esas miradas, en cambio la pelirroja era recatada, hasta en su forma de vestir, aunque sus hermosos y generosos senos no podían ocultarse fácilmente a las miradas masculinas. Usaba gafas y llevaba el cabello recogido prolijamente, ella irradiaba una sensualidad diferente, casi angelical que te provocaba deseos de amarla. Pase varias veces cerca de ellas y no me atreví a preguntar nada como para empezar una conversación y presentarme, después de todo éramos vecinos.
Antes de volver pase a comprar cigarrillos y al entrar al edificio ellas estaban esperando el ascensor. Ahora era el momento de hablar así que salude con un tímido: buenas noches!
La morocha saludo de inmediato y comenzó a mirarme de arriba abajo. El ascensor abrió y ellas subieron con sus bolsas de mercado y yo detrás con las mías.
– ¿Qué piso señoritas? – pregunte
– Octavo – dijeron las dos al mismo tiempo.
– Bueno vamos los tres al octavo entonces. – dije
– ¿vives en el octavo? – pregunto la morocha
– Si, en el departamento A… ¿y ustedes en el B imagino?
– Exacto! … ¿vos sos el hijo de la señora Marta?
– No. Soy amigo del hijo. Me llamo Claudio y estoy viviendo aquí por un tiempo.
– ¡Qué bueno! Eres nuestro nuevo vecino. Que placer. Yo soy Leona – me dijo la morocha con ese tono de voz caribeño que tenía. – Ella es Sissy! – Saluda chica a nuestro vecino – le dijo a la pelirroja que solo me observaba. Me sentí pequeño ante la esbelta presencia de ellas, el aroma de sus cuerpos tan cerca de mí me hizo sudar. Esas mujeres me habían hecho olvidar en un segundo de todos mis problemas y me provocaban sensaciones de placer con solo verlas.
Leona se encargo de preguntarme en el corto viaje del ascensor lo suficiente para que supiera que estaba solo y sin perro que me ladre. Al llegar al piso antes de despedirnos me dice:
– Oye Claudio… ¿quieres venir con nosotras a cenar esta noche? Los jueves vamos aquí cerca a un restaurante italiano, ¿te prendes?
Me pareció la mejor propuesta y no dude en decir que si que estaría con ellas, no tenía ningún plan para esta noche y no iba a pasarlo nuevamente solo.
– Te pasamos a buscar a las diez – dijo Sissy
Quede sorprendido porque hasta ahora no había hablado, solo me miraba y sonreía de vez en cuando con las preguntas que me hacia su amiga. Creo que las chicas se traían algo conmigo, entre ellas había miradas picaras que me tenían intrigado. Que la morocha decía: compañera tenemos que tratar bien a nuestro nuevo vecino… que te parece si lo agasajamos como corresponde… le decía a la pelirroja que sonreía mirándome con un brillo libidinoso en sus ojos. Que ya me estaba haciendo la película y lo que había visto de ellas la noche anterior me habían hecho hervir la sangre hasta el punto de fantasear con meterme con las dos.
Esa noche pasaron por mi puntualmente, deslumbrantes las dos y que decir cómo me sentí de afortunado de tener a dos mujeres brindándome su atención. La cena fue muy amena, me contaron que trabajaban en un hotel internacional, por esos sus uniformes, la pelirroja era la dueña del departamento y tenía un novio en el extranjero y Leona era centroamericana y…me gusta un amor en cada aeropuerto – me dijo riendo. Estuvimos bebiendo bastante cuando nos dimos cuenta que era tarde y el alcohol nos había puesto más que alegres. Que de vuelta a casa las dos se colgaron de mis brazos muy agarraditas y Leona comenzó a acariciar mi brazo y decir: Oye que se notan firmes tus músculos y me gusta cómo se sienten… y si me permites… fue derecho a mis glúteos y los apretó. ¡Madre mía! Que era atrevida. No podía pasarme de listo. Pero si tenía ganas de tocárselos a ella.
Sissy también comenzó a acariciarme suavemente y no pude ya reprimir de mis instintos, estaba excitado y busque la forma de acercarme más a su cara…ella me dio un beso en la mejilla tan cerca de mi boca que quede esperando mas. Llegamos al edificio y subimos rápidamente en el ascensor. La morocha se acerco a mí, tanteo mi cuerpo y dijo algo a mi oído. Me estaban invitando con ellas a su departamento. No pude resistirme. Las dos me llevaron, cada una, tomo de mi mano y al entrar en la casa se abalanzaron sobre mí. Lo estaban disfrutando y mucho.
– ¿Dime quieres hacerlo con las dos? – dijo Leona
Que tomo la iniciativa de comenzar a acariciar mi miembro por encima del pantalón, mientras besaba suavemente mi cuello. Comencé a repartir mis besos entre las dos cuando la pelirroja desapareció de la escena y me pregunte si estaría de acuerdo, me había dicho que tenía novio, tal vez solo era idea de su amiga.
Ya era tarde y estaba muy caliente para seguir pensando en otra cosa. Fui directo a Leona que estaba buscando desprenderse de mi ropa mientras me besaba, comencé a corresponderle a esos sabrosos besos que se deslizaron fugazmente por mi pecho y fueron bajando hasta mi miembro y sin dejarme respirar comenzó a chuparlo jugando con su lengua en mi glande. Sus labios carnosos lo hacían con tanta delicadeza y gusto que me tenía extasiado al punto que no me percate de la figura de Sissy que nos miraba.
Ella estaba sentada en otro extremo de la sala en un sillón, vestida con lencería negra transparente que dejaba sus preciosos senos cubiertos apenas por el rojizo cabello que caía sobre ellos, mientras acariciaba su sexo con su mano izquierda, en la otra mano tenía un vibrador del tamaño de mi pene con el que jugaba y comenzaba a masturbarse. Ver la imagen de ella y lo que me estaba haciendo la morocha hizo que estuviera a punto de correrme. Pero me contuve, respire profundamente y fui en busca del sexo de mi compañera que estaba candela y deseosa de ser penetrada. La puse de espalda sobre el sofá en el que estábamos, aparte su tanguita para comenzar a chuparla lentamente… Ante el primer contacto comenzó a gemir con intensidad y a correrse en mi boca mientras hundía mi cara en su sexo pidiéndome más y mas. No pude evitar mirar mientras lo hacía, como la otra mujer se agitaba en su lugar al ritmo del aparato que manipulaba suavemente y gemía deseando que continuara hasta hacerla acabar. Continúe haciéndolo hasta sentirlas a las dos gritar de placer al correrse. Era precioso verlas así a las dos excitadísimas.
Sissy se incorporo y se acerco a nosotros lentamente, levanto mi cara que continuaba chupando el sexo de su compañera y comenzó a besarme apasionadamente. La morocha también busco besarme mientras acariciaba los senos de su amiga. Ohh esto era más de lo que me esperaba. Sus cuerpos se entrelazaron intercambiando caricias y besos, yo quede tendido en el sofá mirándolas tocarse de esa forma, cuando me di cuenta la morocha se monto sobre mi y comenzó a lubricar mi miembro con un gel mientras se lo fregaba por su sexo, jugando hasta terminar introduciéndolo en su culo suavemente, me decía cuanto le gustaba así y se movía con ritmo cada vez más rápido, aprisionándome en cada embestida que se daba. Le gustaba duro. Fue fabuloso ese momento, la otra mujer puso su sexo en mi cara para que continuara chupándole el coño. Esto era más de lo que me imagine.
Estaba tan ocupado como para dejarme ir en un instante. Las dos gemían enloquecidas y yo esperaba darle más de lo que podría hacer por esa noche. Perdí la noción del tiempo y solo goce de ellas hasta que no di más y acabe llenándole las entrañas a la morocha que gritaba de placer.
Quedamos rendidos y relajados los tres después de tan merecida faena.
Que voy a decir de más desde ese día ellas me invitan a cenar los jueves, yo pago como todo un caballero… como dejarlas a ellas… son mis buenas vecinas y siempre terminamos comiendo el postre en su casa, siempre de diferentes modos.
Mi amigo no conoce todavía a mis vecinas y por un ahora ni pienso en mudarme.